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No se va a ir jamás. Por fortuna, lo de Santacoloma estará ahí por los siglos de los siglos. Para darnos pesadillas, sí, pero también para brindarnos momentos como los que en dos toros de esta segunda corrida de abono de la Feria, se quedan guardados en la memoria y en el sentimiento.
La corrida de 'Tuco' González pasó el examen, no con una nota que merezca aclamaciones, porque quién puede negar que algunos de ellos fueron pobres de presentación y tan escasos de ofensividad que en los tendidos se oyeron voces de reproche por presunta manipulación de las astas. Pero para eso, doctores tiene la Santa Iglesia; y veterinarios, la plaza.
Decíamos que Salento pasó el examen con base en las notas altas de dos ejemplares: el cuarto, al que le dieron la vuelta al ruedo, y el segundo, que luego de pasar por las manos de Sánchez Vara encontró las palmas en el arrastre. Eso, más ciertas señales positivas de quinto y sexto.
Claro está, hay una diferencia enorme entre los dos. El cuarto fue un toro con el equilibrio perfecto entre las exigencias naturales del encaste a las que algunos le hacen el asco sin saber de lo que se pierden y la entrega cuando todo lo que brota de él es fontanar de bondad y emoción.
Paco Perlaza lo supo aprovechar en una faena que fue de más a menos. Los lances marcaron alto en la limpieza de su ejecución y Ricardo Santana y Raúl Morales mostraron que la materia prima daba para hacer un vestido de domingo el sábado en la tarde.
Y cuando Paco llamó a diana poniéndose de rodillas, 'Coquito', el número 486, fue pronto y con la cara abajo, aparte de rebosado, para abrir el camino a la puerta grande. Las series se dieron en los medios y, como está dicho, tuvieron más sabor las del comienzo que las del cierre. Una sobre la izquierda brilló más que todas. Tardó en doblar, luego del espadazo, en un signo de bravura más, por si algo hiciera falta. El otro de Paco, era aparte de enjuto, casi inválido. No valía nada.
Y el de Sánchez Vara, segundo de la tarde, llevaba el sello de cuna en toda su morfología. Tuvo fijeza y nunca miró para los adentros. Cuando el torero español encontró la distancia y aplicó el temple, el toro se vio en su plenitud. Cuando no, se molestó. Una oreja.
El quinto en cambio pasaba, pero no transmitía, mientras los trompicones hacían más feo el cuadro. Una oreja, excesiva.
Ricardo Rivera tuvo los mejores momentos en el sexto, pero fueron eso, raptos, con la mano baja, mientras el toro agradecía los aciertos y castigaba los yerros, hasta cogerlo. Silencio. En el tercero, que se defendía de oficio, no hubo más que abulia. Tampoco hubo ecos en ese turno.
Ficha de la corrida
Plaza de toros de Cañaveralejo
Sábado 27 de diciembre de 2008
Segunda corrida de abono
Seis toros de Salento
Desiguales de presentación. El primero no merecía lidiarse en plaza de primera categoría. Aparte, se derrumbó todo el tiempo. Vuelta al ruedo al bravo y buen cuarto. El segundo tuvo emoción. Quinto y sexto se movieron sin terminar de romper. El tercero, distraído.
Paco Perlaza
Claro de luna y oro
Palmas y dos orejas
Sánchez Vara
Mercurio y oro
Oreja y oreja
Ricardo Rivera
Carmesí y oro
Silencio y silencio
Detalles:
Tres cuartos de entrada. Tarde calurosa. Saludaron Ricardo Santana y
Raúl Morales por buenos pares al cuarto de la tarde.