La necesidad de formar para poder enseñar
La oferta académica es alta, pero se requiere cuidado a la hora de elegir que los programas estén certificados. El reto está en la relevancia y flexibilidad.
María Alejandra Moreno
“Si un docente deja de aprender está en la obligación de dejar de enseñar y su actitud de aprendiz debe ser constante”. Estas son las palabras de Andrés Ramírez, magíster en Felicidad y docente del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), quien plantea que en este tiempo, de cambio permanente y de incertidumbre, el papel de la academia es determinante no solo para formar a los futuros profesionales y especialistas en diferentes temas, sino que son claves para guiar a sus estudiantes en varios procesos de la vida.
En este contexto, el docente es una persona que es de influencia en la sociedad. Seguramente en el corazón de cada estudiante hay un espacio para ellos por la forma de enseñar y las experiencias transmitidas. Según la Unesco, “los docentes representan una de las fuerzas más sólidas e influyentes con miras a garantizar la equidad, el acceso y la calidad de la educación. Ellos son la clave del desarrollo mundial sostenible”. No obstante, hay una escasez de docentes debidamente formados en el mundo y uno de los retos es velar por sus condiciones de trabajo y formación de calidad.
Formación que hace parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que en Colombia, “aunque el Gobierno ha hecho un esfuerzo importante para que los docentes se capaciten, vemos que es más fácil en las grandes ciudades, pero en los lugares apartados es casi que imposible”, según señala Marta Montiel, decana de la Facultad de Educación de la Universidad El Bosque, quien además explica que la educación posgradual les permite a los docentes adquirir otras habilidades como, por ejemplo, de investigación, para poder leer lo que pasa en el mundo y así socializarlo y ponerlo en práctica, metodologías de enseñanza y manejo de la tecnología, esta última es de las más necesarias en tiempos de pandemia y la que representa un reto aún.
Y es que con la pandemia generada por el coronavirus quedó en evidencia que muchos profesores no estaban familiarizados con las herramientas digitales ni con metodologías idóneas para estos medios. Por eso, sin importar el estudio posgradual que busque el docente, la tecnología será un eje transversal. En palabras de Miguel Ángel Suvires, director del Área de Educación de la Universidad Internacional de Valencia, “la digitalización de los centros educativos y el desarrollo de la competencia digital en los docentes y en el alumnado, la atención a la diversidad, la resolución de conflictos o el aprendizaje y la enseñanza de lenguas extranjeras y sus metodologías hacen parte de los retos”.
Estos retos pueden ser superados a través de la formación y especialización de estudios de posgrado, que proporcionan a los docentes las competencias necesarias para desarrollar una educación de calidad en este complejo contexto. Además, en medio de la pandemia, se vio un aumento significativo en las matrículas. Según Marta Montiel, “creemos que, con el impacto de la pandemia, los docentes vieron una oportunidad para actualizarse”.
Ese fue el caso del docente Christian Tiria, quien asegura que la pandemia influyó en tomar la decisión para iniciar sus estudios posgraduales, pues por esos días los constantes anuncios de descuentos en universidades “me invitaron a pensar si era el momento de seguir capacitándome, y, por otra parte, la necesidad de tener un mejor perfil laboral. Finalmente, mi decisión de estudiar mi maestría en Educación se consolidó para ser parte de una generación que investigue los efectos de la pandemia en el campo educativo”.
Las motivaciones de los docentes son diferentes, pero todas conducen a mejorar para enseñar y en esa línea también son decisiones que les permiten a las universidades acreditarse como instituciones de alta calidad, gracias a los niveles de formación de sus profesores o, como señala Guillermo Bustamante, docente de la maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, “para exhibir su eficacia en el gasto del presupuesto”, y en cambio, el docente plantea una reflexión acerca de la calidad de los estudios posgraduales, porque en el mercado hay mucha oferta, pero algunos no cumplen con las debidas acreditaciones.
Según Bustamante, “hay doctorados virtuales de fin de semana y, de otro lado, habría que preguntarse por la relación del docente con el saber, pues ganar capital simbólico, un título, por ejemplo, no es ganar capital cultural”. En cambio, es trabajar por la construcción de conocimiento y la oferta de alternativas de formación en posgrados que permitan tener profesionales innovadores y flexibles acordes con las exigencias de los nuevos espacios de interacción en el mundo digital.
El futuro es prometedor, pero implica retos muy interesantes como, por ejemplo, “en el diálogo que debe plantearse entre las ofertas académicas de posgrados y los recursos tecnológicos, ya que son un aliado continuo tanto para el mantenimiento de las comunidades virtuales de educación como para la evaluación de los aprendizajes”, puntualiza Claudia Padrón Mercado, directora de Posgrados en Psicología del Consumidor de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
@mariaalejamoreno
“Si un docente deja de aprender está en la obligación de dejar de enseñar y su actitud de aprendiz debe ser constante”. Estas son las palabras de Andrés Ramírez, magíster en Felicidad y docente del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), quien plantea que en este tiempo, de cambio permanente y de incertidumbre, el papel de la academia es determinante no solo para formar a los futuros profesionales y especialistas en diferentes temas, sino que son claves para guiar a sus estudiantes en varios procesos de la vida.
En este contexto, el docente es una persona que es de influencia en la sociedad. Seguramente en el corazón de cada estudiante hay un espacio para ellos por la forma de enseñar y las experiencias transmitidas. Según la Unesco, “los docentes representan una de las fuerzas más sólidas e influyentes con miras a garantizar la equidad, el acceso y la calidad de la educación. Ellos son la clave del desarrollo mundial sostenible”. No obstante, hay una escasez de docentes debidamente formados en el mundo y uno de los retos es velar por sus condiciones de trabajo y formación de calidad.
Formación que hace parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que en Colombia, “aunque el Gobierno ha hecho un esfuerzo importante para que los docentes se capaciten, vemos que es más fácil en las grandes ciudades, pero en los lugares apartados es casi que imposible”, según señala Marta Montiel, decana de la Facultad de Educación de la Universidad El Bosque, quien además explica que la educación posgradual les permite a los docentes adquirir otras habilidades como, por ejemplo, de investigación, para poder leer lo que pasa en el mundo y así socializarlo y ponerlo en práctica, metodologías de enseñanza y manejo de la tecnología, esta última es de las más necesarias en tiempos de pandemia y la que representa un reto aún.
Y es que con la pandemia generada por el coronavirus quedó en evidencia que muchos profesores no estaban familiarizados con las herramientas digitales ni con metodologías idóneas para estos medios. Por eso, sin importar el estudio posgradual que busque el docente, la tecnología será un eje transversal. En palabras de Miguel Ángel Suvires, director del Área de Educación de la Universidad Internacional de Valencia, “la digitalización de los centros educativos y el desarrollo de la competencia digital en los docentes y en el alumnado, la atención a la diversidad, la resolución de conflictos o el aprendizaje y la enseñanza de lenguas extranjeras y sus metodologías hacen parte de los retos”.
Estos retos pueden ser superados a través de la formación y especialización de estudios de posgrado, que proporcionan a los docentes las competencias necesarias para desarrollar una educación de calidad en este complejo contexto. Además, en medio de la pandemia, se vio un aumento significativo en las matrículas. Según Marta Montiel, “creemos que, con el impacto de la pandemia, los docentes vieron una oportunidad para actualizarse”.
Ese fue el caso del docente Christian Tiria, quien asegura que la pandemia influyó en tomar la decisión para iniciar sus estudios posgraduales, pues por esos días los constantes anuncios de descuentos en universidades “me invitaron a pensar si era el momento de seguir capacitándome, y, por otra parte, la necesidad de tener un mejor perfil laboral. Finalmente, mi decisión de estudiar mi maestría en Educación se consolidó para ser parte de una generación que investigue los efectos de la pandemia en el campo educativo”.
Las motivaciones de los docentes son diferentes, pero todas conducen a mejorar para enseñar y en esa línea también son decisiones que les permiten a las universidades acreditarse como instituciones de alta calidad, gracias a los niveles de formación de sus profesores o, como señala Guillermo Bustamante, docente de la maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, “para exhibir su eficacia en el gasto del presupuesto”, y en cambio, el docente plantea una reflexión acerca de la calidad de los estudios posgraduales, porque en el mercado hay mucha oferta, pero algunos no cumplen con las debidas acreditaciones.
Según Bustamante, “hay doctorados virtuales de fin de semana y, de otro lado, habría que preguntarse por la relación del docente con el saber, pues ganar capital simbólico, un título, por ejemplo, no es ganar capital cultural”. En cambio, es trabajar por la construcción de conocimiento y la oferta de alternativas de formación en posgrados que permitan tener profesionales innovadores y flexibles acordes con las exigencias de los nuevos espacios de interacción en el mundo digital.
El futuro es prometedor, pero implica retos muy interesantes como, por ejemplo, “en el diálogo que debe plantearse entre las ofertas académicas de posgrados y los recursos tecnológicos, ya que son un aliado continuo tanto para el mantenimiento de las comunidades virtuales de educación como para la evaluación de los aprendizajes”, puntualiza Claudia Padrón Mercado, directora de Posgrados en Psicología del Consumidor de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
@mariaalejamoreno