Protección ambiental y recirculación: pilares para un futuro sostenible
Estos son los finalistas de la categoría sostenibilidad y economías ambientales, que por su esfuerzo en conservar los ecosistemas, preservar las especies y empoderar a la comunidades fomentan el bienestar de planeta tierra.
Tierra Viva: fabricando un medio ambiente para preservar la humanidad
Un descubrimiento que se dio por casualidad hace más de 20 años permitió que Germán Viasús conociera la importancia de las larvas de escarabajo para reaprovechar los residuos orgánicos y conservar el planeta.
Las casualidades en la ciencia han permitido que nuevos saberes y tecnologías se develen. Este fue el caso de Germán Viasús, que, luego de que su cultivo de lombrices muriera conoció por primera vez las larvas de escarabajo, animales que hoy son la base principal de Tierra Viva, un proyecto que no solo busca contribuir al bienestar ambiental por medio de la reutilización de residuos, sino que, también impulsa la educación y el empoderamiento de niños, niñas y jóvenes para promover la investigación científica y el cuidado del medio ambiente.
“Lo principal es que Colombia produce 33.000 toneladas de residuos cada 24 horas, y de cada kilogramo de desechos que produce un ser humano al día el 50 % es orgánico. Entonces Tierra Viva es una empresa que tiene la finalidad de proteger el medio ambiente reutilizando esa materia orgánica. Existen 375.000 especies de escarabajo en todo el planeta que están para ayudarnos a generar menos contaminación y producir abono orgánico”, comenta este enamorado del medio ambiente y los escarabajos.
Al igual que en la mitología egipcia, para Germán los escarabajos son como deidades, y es que su relevancia natural permite que en torno a estos animales se generen economías circulares y sostenibles que pueden ser una de las respuestas para solucionar el problema de la acumulación de residuos en rellenos sanitarios y sitios indebidos. En la vereda la Runta, a pocos minutos de Tunja, Germán recibe los desechos orgánicos de 8 municipios de Boyacá para que sus obreras, las larvas de escarabajo, lo conviertan en abono natural.
“Las larvas se encargan de hacer el papel que hacen los recicladores, pero ellas trabajan con todo lo orgánico. En Tierra Viva recibimos cada semana cerca de 15 toneladas de residuos orgánicos; el proceso para cada tonelada tarda 4 meses y se usan cerca de 350 larvas, que se recolectan en sitios donde se cultiva papa u otros productos agrícolas, y también tenemos una licencia ambiental para zoocría de escarabajos colombianos que se exportan a diferentes países, para eso, utilizamos un medio de pago que inventamos en 2019, una criptomoneda que se traza en una casa de cambio internacional”, explica este Titán.
Es así como Tierra Viva encarna los principios de la economía sostenible y circular, pues se aprovecha la utilidad del escarabajo en todos sus ciclos de vida y no se genera ningún residuo. Conscientes de la importancia de los escarabajos, en Tierra Viva también se apoya la investigación científica y académica por medio del Laboratorio y Centro de Formación.
“En donde se capacitan personas para que conozcan el proceso con larvas de escarabajo, educamos sobre cómo cuidar estos animales y cómo generar un menor impacto con los residuos orgánicos. Tenemos un plan de franquicia, pues vamos a cualquier lugar del país a implementar nuestro proceso y generamos un apoyo fuerte a las comunidades. También vamos a empezar un plan para entregar abono orgánico a los campesinos para que produzcan alimentos sin la necesidad de usar productos sintéticos”, concluye Germán Viasús, fundador de Tierra Viva.
Ekobojacá: agricultura regenerativa que sana a la madre tierra
En la voz de Jorge Luna, un administrador de profesión que ha dedicado toda su vida a los temas ambientales y de desarrollo sostenible, se siente gran motivación y orgullo cuando habla de su empresa, Ekobojacá, y la utilidad que tienen los microrganismo para la preservación y recuperación del medio ambiente.
Anualmente este Titán recibe en sus plantas de tratamiento ubicadas en Bojacá y Mosquera cerca de 40.000 toneladas de material orgánico desechado, que después de un proceso de deshidratación y transformación se convierte en 8.000 toneladas de abono orgánico de alta calidad. Además, Ekobojacá es la única empresa en Colombia que tiene un registro otorgado por el Instituto Colombiano Agropecuario para la producción de fertilizantes líquidos basados en el uso de aguas residuales no peligrosas.
Y si bien, no ha sido fácil, Jorge destaca que su proyecto es un ejemplo de que “sí se puede hacer desarrollo social y ambiental, mientras se tienen contentos a los inversionistas de capital. Nosotros hemos crecido exponencialmente, y es gracias a que hacemos lo que hace la madre naturaleza, descomponemos lentamente con los microrganismos, algo que puede demorarse 1 o 2 años nosotros lo hacemos en 60 o 90 días. Y también podemos procesar diariamente hasta 80 m3 de agua residual, lo que se traduce en que al año procesamos 28.800 m3 de aguas residuales no peligrosas”.
Gracias a su trabajo e investigación con microrganismos, Jorge desestimula lo que él llama la “agricultura chatarra”, derivada de la “mal llamada revolución verde, en donde empezamos a producir de manera industrial transgénicos, con pesticidas que están salinizando los suelos, entonces la comida que se está consumiendo no tiene la capacidad nutricional”. Por eso, Ekobojacá se encarga de darle de comer a la madre tierra y crear consciencia ambiental, social, y nutricional.
Ecohuella y Ecobonos: sumando puntos para alimentar, educar y salvar el planeta
“El reciclaje significa volver a nacer, porque me dio la oportunidad de estudiar y ser profesional. Mi familia pudo salir adelante, gracias al reciclaje ayudo a muchas personas y puedo prolongar más la vida del planeta. El plástico no es una amenaza, la amenaza somos los humanos que no sabemos qué hacer con los residuos”. Comenta con orgullo Heison Patiño, creador de la iniciativa Ecobonos, con la que intercambia materiales plásticos reciclables por bonos para que las personas del municipio de Maní, Casanare, puedan acceder a víveres o útiles escolares. A su vez, este material es trasladado hasta su fábrica, Ecohuella, para ser convertido en sillas, postes, cercas y mobiliario de uso doméstico y urbano, como parques infantiles.
“Ecobonos es una economía circular, porque la persona que recolecta se beneficia al tener bonos y adquirir víveres o útiles escolares. Se beneficia el medio ambiente, Maní, y el departamento. Se favorecen los aliados porque se crea una sinergia comercial que permite que ellos vendan sus productos. Y me ayuda a mí porque obtengo la materia prima”.
Desde 2015, Heison y su familia han impulsado este modelo de economía circular y sostenibilidad, además, su labor no solo estimula las 3R de la ecología: reducir, reutilizar y reciclar; sino que gracias a su trabajo en los colegios del municipio a este Titán también le aplica la R de Reeducar.
“Un niño es un vocero muy importante en la consciencia de un adulto, entonces les contamos cómo es el mundo del reciclaje, qué residuos se pueden recolectar, cómo darle una segunda vida útil”, explica este líder ambiental, quien confiesa que sueña con tener una moneda ecológica que sirva para suplir las necesidades básicas de las comunidades, y evitar que se sigan talando los bosques.
Invocu : salvando páramos con empoderamiento femenino y territorial
Al extremo suroriental de Bogotá se encuentra el páramo más grande del mundo, un ecosistema distribuido en 25 municipios de Cundinamarca, Meta y Huila que provee de agua, fauna y flora. No obstante, a la lista de amenazas que afectan el páramo de Sumapaz se suma la proliferación del retamo espinoso, un arbusto que ahoga frailejones y acaba con el agua a su alrededor.
Sin embargo, gracias a su gusto por el senderismo, Gonzalo Sánchez, un periodista que toda su vida vivió en Bogotá decidió migrar al páramo y, como dice él, alejarse del ruido y el estrés para convertirse en un neocampesino. Esto, sumado a las casualidades de la vida que hacen que las personas correctas se junten, permitió que Gonzalo conociera a David Díaz, un joven estudiante de Ecología que llevaba algún tiempo estudiando la problemática que genera el retamo espinoso.
“Al llegar al páramo fue amor a primera vista, desde que llegue mi vida cambió. En este proceso de caminar por el páramo conocí a un ecólogo, David Díaz, y de ahí nace Invocu, que significa Invasor Ocupante”, comenta Gonzalo, quien también explica que el proceso que se realiza en Invocu consiste en la erradicación del retamo espinoso, de acuerdo con los protocolos establecidos, y la disposición de sus restos para fabricar abonos naturales, materas, juegos de mesa y hasta papel.
“Todo el proceso de erradicación que hacemos se hace de acuerdo con esos protocolos, se debe erradicar la flor, el fruto, intervenir el tallo y la raíz, y todo lo que recogemos lo llevamos al taller. En el taller lo más importante es que inhabilitamos la propagación de esa semilla, todo esto se hace desde el conocimiento de David, porque es su tesis de grado y ha desarrollado eso de la mano de la academia”, destaca Gonzalo.
Y agrega: “Nosotros somos privilegiados de tener el páramo, pero el páramo tiene muchos problemas. Tiene la ganadería extensiva, la expansión de la frontera agrícola; acá sí que se evidencia el cambio climático”.
En pro de la protección del páramo y el agua por medio del empoderamiento femenino y territorial, Invocu enseña a la comunidad, que en su mayoría son mujeres, la importancia de la conservación y el cuidado del medio ambiente, también “son ellas quienes están haciendo el proceso de erradicación y la mayoría de productos artesanales derivados del retamo espinoso son fabricados por ellas”.
Si bien Invocu ya cuenta con 18 productos elaborados con los restos del retamo espinoso, Gonzalo destaca que con el trabajo en comunidad espera que en los próximos años puedan contar con una línea de producción más amplia, que permitiría erradicar volúmenes más grandes de retamo. Asimismo, fortalecer el laboratorio de investigación científica para poder llevar la solución a los municipios donde crece este arbusto.
Este Titan que decidió cambiar el mundo del espectáculo por la tranquilidad, libertad y el frío del páramo más grande del mundo afirma que los proyectos de economía circular y sostenible como Invocu son los responsables de que el país y el planeta siga siendo viable, por eso, invita para que de alguna manera todos seamos guardianes y protectores del páramo, “porque realmente el oro es nuestra agua”.
Tierra Viva: fabricando un medio ambiente para preservar la humanidad
Un descubrimiento que se dio por casualidad hace más de 20 años permitió que Germán Viasús conociera la importancia de las larvas de escarabajo para reaprovechar los residuos orgánicos y conservar el planeta.
Las casualidades en la ciencia han permitido que nuevos saberes y tecnologías se develen. Este fue el caso de Germán Viasús, que, luego de que su cultivo de lombrices muriera conoció por primera vez las larvas de escarabajo, animales que hoy son la base principal de Tierra Viva, un proyecto que no solo busca contribuir al bienestar ambiental por medio de la reutilización de residuos, sino que, también impulsa la educación y el empoderamiento de niños, niñas y jóvenes para promover la investigación científica y el cuidado del medio ambiente.
“Lo principal es que Colombia produce 33.000 toneladas de residuos cada 24 horas, y de cada kilogramo de desechos que produce un ser humano al día el 50 % es orgánico. Entonces Tierra Viva es una empresa que tiene la finalidad de proteger el medio ambiente reutilizando esa materia orgánica. Existen 375.000 especies de escarabajo en todo el planeta que están para ayudarnos a generar menos contaminación y producir abono orgánico”, comenta este enamorado del medio ambiente y los escarabajos.
Al igual que en la mitología egipcia, para Germán los escarabajos son como deidades, y es que su relevancia natural permite que en torno a estos animales se generen economías circulares y sostenibles que pueden ser una de las respuestas para solucionar el problema de la acumulación de residuos en rellenos sanitarios y sitios indebidos. En la vereda la Runta, a pocos minutos de Tunja, Germán recibe los desechos orgánicos de 8 municipios de Boyacá para que sus obreras, las larvas de escarabajo, lo conviertan en abono natural.
“Las larvas se encargan de hacer el papel que hacen los recicladores, pero ellas trabajan con todo lo orgánico. En Tierra Viva recibimos cada semana cerca de 15 toneladas de residuos orgánicos; el proceso para cada tonelada tarda 4 meses y se usan cerca de 350 larvas, que se recolectan en sitios donde se cultiva papa u otros productos agrícolas, y también tenemos una licencia ambiental para zoocría de escarabajos colombianos que se exportan a diferentes países, para eso, utilizamos un medio de pago que inventamos en 2019, una criptomoneda que se traza en una casa de cambio internacional”, explica este Titán.
Es así como Tierra Viva encarna los principios de la economía sostenible y circular, pues se aprovecha la utilidad del escarabajo en todos sus ciclos de vida y no se genera ningún residuo. Conscientes de la importancia de los escarabajos, en Tierra Viva también se apoya la investigación científica y académica por medio del Laboratorio y Centro de Formación.
“En donde se capacitan personas para que conozcan el proceso con larvas de escarabajo, educamos sobre cómo cuidar estos animales y cómo generar un menor impacto con los residuos orgánicos. Tenemos un plan de franquicia, pues vamos a cualquier lugar del país a implementar nuestro proceso y generamos un apoyo fuerte a las comunidades. También vamos a empezar un plan para entregar abono orgánico a los campesinos para que produzcan alimentos sin la necesidad de usar productos sintéticos”, concluye Germán Viasús, fundador de Tierra Viva.
Ekobojacá: agricultura regenerativa que sana a la madre tierra
En la voz de Jorge Luna, un administrador de profesión que ha dedicado toda su vida a los temas ambientales y de desarrollo sostenible, se siente gran motivación y orgullo cuando habla de su empresa, Ekobojacá, y la utilidad que tienen los microrganismo para la preservación y recuperación del medio ambiente.
Anualmente este Titán recibe en sus plantas de tratamiento ubicadas en Bojacá y Mosquera cerca de 40.000 toneladas de material orgánico desechado, que después de un proceso de deshidratación y transformación se convierte en 8.000 toneladas de abono orgánico de alta calidad. Además, Ekobojacá es la única empresa en Colombia que tiene un registro otorgado por el Instituto Colombiano Agropecuario para la producción de fertilizantes líquidos basados en el uso de aguas residuales no peligrosas.
Y si bien, no ha sido fácil, Jorge destaca que su proyecto es un ejemplo de que “sí se puede hacer desarrollo social y ambiental, mientras se tienen contentos a los inversionistas de capital. Nosotros hemos crecido exponencialmente, y es gracias a que hacemos lo que hace la madre naturaleza, descomponemos lentamente con los microrganismos, algo que puede demorarse 1 o 2 años nosotros lo hacemos en 60 o 90 días. Y también podemos procesar diariamente hasta 80 m3 de agua residual, lo que se traduce en que al año procesamos 28.800 m3 de aguas residuales no peligrosas”.
Gracias a su trabajo e investigación con microrganismos, Jorge desestimula lo que él llama la “agricultura chatarra”, derivada de la “mal llamada revolución verde, en donde empezamos a producir de manera industrial transgénicos, con pesticidas que están salinizando los suelos, entonces la comida que se está consumiendo no tiene la capacidad nutricional”. Por eso, Ekobojacá se encarga de darle de comer a la madre tierra y crear consciencia ambiental, social, y nutricional.
Ecohuella y Ecobonos: sumando puntos para alimentar, educar y salvar el planeta
“El reciclaje significa volver a nacer, porque me dio la oportunidad de estudiar y ser profesional. Mi familia pudo salir adelante, gracias al reciclaje ayudo a muchas personas y puedo prolongar más la vida del planeta. El plástico no es una amenaza, la amenaza somos los humanos que no sabemos qué hacer con los residuos”. Comenta con orgullo Heison Patiño, creador de la iniciativa Ecobonos, con la que intercambia materiales plásticos reciclables por bonos para que las personas del municipio de Maní, Casanare, puedan acceder a víveres o útiles escolares. A su vez, este material es trasladado hasta su fábrica, Ecohuella, para ser convertido en sillas, postes, cercas y mobiliario de uso doméstico y urbano, como parques infantiles.
“Ecobonos es una economía circular, porque la persona que recolecta se beneficia al tener bonos y adquirir víveres o útiles escolares. Se beneficia el medio ambiente, Maní, y el departamento. Se favorecen los aliados porque se crea una sinergia comercial que permite que ellos vendan sus productos. Y me ayuda a mí porque obtengo la materia prima”.
Desde 2015, Heison y su familia han impulsado este modelo de economía circular y sostenibilidad, además, su labor no solo estimula las 3R de la ecología: reducir, reutilizar y reciclar; sino que gracias a su trabajo en los colegios del municipio a este Titán también le aplica la R de Reeducar.
“Un niño es un vocero muy importante en la consciencia de un adulto, entonces les contamos cómo es el mundo del reciclaje, qué residuos se pueden recolectar, cómo darle una segunda vida útil”, explica este líder ambiental, quien confiesa que sueña con tener una moneda ecológica que sirva para suplir las necesidades básicas de las comunidades, y evitar que se sigan talando los bosques.
Invocu : salvando páramos con empoderamiento femenino y territorial
Al extremo suroriental de Bogotá se encuentra el páramo más grande del mundo, un ecosistema distribuido en 25 municipios de Cundinamarca, Meta y Huila que provee de agua, fauna y flora. No obstante, a la lista de amenazas que afectan el páramo de Sumapaz se suma la proliferación del retamo espinoso, un arbusto que ahoga frailejones y acaba con el agua a su alrededor.
Sin embargo, gracias a su gusto por el senderismo, Gonzalo Sánchez, un periodista que toda su vida vivió en Bogotá decidió migrar al páramo y, como dice él, alejarse del ruido y el estrés para convertirse en un neocampesino. Esto, sumado a las casualidades de la vida que hacen que las personas correctas se junten, permitió que Gonzalo conociera a David Díaz, un joven estudiante de Ecología que llevaba algún tiempo estudiando la problemática que genera el retamo espinoso.
“Al llegar al páramo fue amor a primera vista, desde que llegue mi vida cambió. En este proceso de caminar por el páramo conocí a un ecólogo, David Díaz, y de ahí nace Invocu, que significa Invasor Ocupante”, comenta Gonzalo, quien también explica que el proceso que se realiza en Invocu consiste en la erradicación del retamo espinoso, de acuerdo con los protocolos establecidos, y la disposición de sus restos para fabricar abonos naturales, materas, juegos de mesa y hasta papel.
“Todo el proceso de erradicación que hacemos se hace de acuerdo con esos protocolos, se debe erradicar la flor, el fruto, intervenir el tallo y la raíz, y todo lo que recogemos lo llevamos al taller. En el taller lo más importante es que inhabilitamos la propagación de esa semilla, todo esto se hace desde el conocimiento de David, porque es su tesis de grado y ha desarrollado eso de la mano de la academia”, destaca Gonzalo.
Y agrega: “Nosotros somos privilegiados de tener el páramo, pero el páramo tiene muchos problemas. Tiene la ganadería extensiva, la expansión de la frontera agrícola; acá sí que se evidencia el cambio climático”.
En pro de la protección del páramo y el agua por medio del empoderamiento femenino y territorial, Invocu enseña a la comunidad, que en su mayoría son mujeres, la importancia de la conservación y el cuidado del medio ambiente, también “son ellas quienes están haciendo el proceso de erradicación y la mayoría de productos artesanales derivados del retamo espinoso son fabricados por ellas”.
Si bien Invocu ya cuenta con 18 productos elaborados con los restos del retamo espinoso, Gonzalo destaca que con el trabajo en comunidad espera que en los próximos años puedan contar con una línea de producción más amplia, que permitiría erradicar volúmenes más grandes de retamo. Asimismo, fortalecer el laboratorio de investigación científica para poder llevar la solución a los municipios donde crece este arbusto.
Este Titan que decidió cambiar el mundo del espectáculo por la tranquilidad, libertad y el frío del páramo más grande del mundo afirma que los proyectos de economía circular y sostenible como Invocu son los responsables de que el país y el planeta siga siendo viable, por eso, invita para que de alguna manera todos seamos guardianes y protectores del páramo, “porque realmente el oro es nuestra agua”.