Samuel: Un heredero en el trono
El triunfo del nieto de Rojas Pinilla en Bogotá avizora la fuerza política del Polo para las presidenciales de 2010.
Gustavo Álvarez Gardeazábal / Especial para El Espectador
Para quienes vivimos en pleno fervor infantil el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, Samuel Moreno Rojas, su nieto, es físicamente parecido al viejo general de la Anapo. Su gesto enhiesto, su aire erguido de jefe de tropa, no lo debe haber conseguido en los cuarteles sino en los genes. El pelo blanco que desde temprana edad le acompaña para hacerle juego a su sonrisa casi permanente le da el toque perfecto para combinar factores publicitariamente vendibles y electoralmente rentables. Pero nadie que lo conozca, nadie que lo haya acompañado en sus batallas políticas o en su curul de senador puede afimar que Samuel tiene el temple o la astucia de su abuelo.
El nuevo alcalde de Bogotá es un acumulado de simpatía burbujeante, de cordialidad impactante, de queridura inmarchitable. Para él no hay posiciones extremas ni radicalismos hirsutos. La composición de lugar siempre ha estado acompañándolo como guía de sus actuaciones y si bien no va mas allá de intentar que los demás se agarren de las mechas, su trayectoria política la ha construido templando esas cualidades, subsanando con ellas la falta de mando que todos esperan de semejante tipazo.
Su historia se confunde con la de los episodios más agresivos de nuestra historia republicana de la segunda mitad del siglo veinte pero él no hace esfuerzo alguno por separar sus actuaciones de las de su madre o de las de su abuelo.Tanto así que muchos creemos que el verdadero motor de su gestión futura como alcalde de Bogotá será su mamá, María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, la capitana, y el gran palanquín político y burocrático lo será su hermano Iván, el senador que ya fue alcalde de Bucaramanga.
Discreto y muy metódico, Samuel Moreno no resalta ni ahora que el presidente Uribe se encargó de estigmatizarlo. No parecería interesarle. Utiliza el bajo perfil, la idea conciliadora, el silencio prudente antes que la algazara que tanto nos gusta a los colombianos. Si hubiese usado otros métodos no le habría ganado la consulta del Polo a María Emma que representaba la línea de izquierda oligarca de los yupis bogotanos. Si se hubiese tranzado en una batalla sin nombre con Peñalosa y en vez de sus argumentaciones repetidas en favor del metro toma las banderas agresivas de su madre o las sinuosamente maquiavélicas de su hermano, tal vez no habría ganado.
Samuel no tiene una personalidad arrolladora y en las reuniones se distingue por su altura corporal y su pelo blanco. No porque hable duro ni tenga discurso veintijuliero. No se le conocen ideas deslumbrantes porque no parece necesitarlas. Tiene habilidad para captar las ajenas y conciliarlas con otras mas ajenas todavía hasta el extremo de confundir al oyente que termina convencido que el fruto de ese amasijo es la idea genial del nieto de Rojas Pinilla y no el fruto de un procedimiento enhebrador.
Para gobernar a Bogotá con éxito tendrá que hacer lo mismo.Dejará el desfogue populista a Maria Eugenia y las triquiñuelas politiqueras a su hermano.Convertirá su actuación moderadora en fiel de la balanza para la desunion del Polo y en determinante para el catapultamiento de la candidatura de Lucho Garzón a la presidencia.Tendrá que comer con habilidad de hijo de pescador el plato siempre espinoso que le propiciará el presidente Uribe y deberá usar el andamio de la inversión social para defenderse de las zancadillas que los ujieres del palacio presidencial le pondrán a cada rato.
Por supuesto ,el dia que se posesione debe tener muy en cuenta que a su abuelo no lo dejó subir de nuevo a la presidencia Carlos Lleras Restrepo ,el abuelo del senador Vargas Lleras, quien ahora. con la misma facilidad de su antepasado le coquetea para ser su socio de gestión pero mañana puede ser su implacable crítico y su verdadero dolor de cabeza.
Para quienes vivimos en pleno fervor infantil el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, Samuel Moreno Rojas, su nieto, es físicamente parecido al viejo general de la Anapo. Su gesto enhiesto, su aire erguido de jefe de tropa, no lo debe haber conseguido en los cuarteles sino en los genes. El pelo blanco que desde temprana edad le acompaña para hacerle juego a su sonrisa casi permanente le da el toque perfecto para combinar factores publicitariamente vendibles y electoralmente rentables. Pero nadie que lo conozca, nadie que lo haya acompañado en sus batallas políticas o en su curul de senador puede afimar que Samuel tiene el temple o la astucia de su abuelo.
El nuevo alcalde de Bogotá es un acumulado de simpatía burbujeante, de cordialidad impactante, de queridura inmarchitable. Para él no hay posiciones extremas ni radicalismos hirsutos. La composición de lugar siempre ha estado acompañándolo como guía de sus actuaciones y si bien no va mas allá de intentar que los demás se agarren de las mechas, su trayectoria política la ha construido templando esas cualidades, subsanando con ellas la falta de mando que todos esperan de semejante tipazo.
Su historia se confunde con la de los episodios más agresivos de nuestra historia republicana de la segunda mitad del siglo veinte pero él no hace esfuerzo alguno por separar sus actuaciones de las de su madre o de las de su abuelo.Tanto así que muchos creemos que el verdadero motor de su gestión futura como alcalde de Bogotá será su mamá, María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, la capitana, y el gran palanquín político y burocrático lo será su hermano Iván, el senador que ya fue alcalde de Bucaramanga.
Discreto y muy metódico, Samuel Moreno no resalta ni ahora que el presidente Uribe se encargó de estigmatizarlo. No parecería interesarle. Utiliza el bajo perfil, la idea conciliadora, el silencio prudente antes que la algazara que tanto nos gusta a los colombianos. Si hubiese usado otros métodos no le habría ganado la consulta del Polo a María Emma que representaba la línea de izquierda oligarca de los yupis bogotanos. Si se hubiese tranzado en una batalla sin nombre con Peñalosa y en vez de sus argumentaciones repetidas en favor del metro toma las banderas agresivas de su madre o las sinuosamente maquiavélicas de su hermano, tal vez no habría ganado.
Samuel no tiene una personalidad arrolladora y en las reuniones se distingue por su altura corporal y su pelo blanco. No porque hable duro ni tenga discurso veintijuliero. No se le conocen ideas deslumbrantes porque no parece necesitarlas. Tiene habilidad para captar las ajenas y conciliarlas con otras mas ajenas todavía hasta el extremo de confundir al oyente que termina convencido que el fruto de ese amasijo es la idea genial del nieto de Rojas Pinilla y no el fruto de un procedimiento enhebrador.
Para gobernar a Bogotá con éxito tendrá que hacer lo mismo.Dejará el desfogue populista a Maria Eugenia y las triquiñuelas politiqueras a su hermano.Convertirá su actuación moderadora en fiel de la balanza para la desunion del Polo y en determinante para el catapultamiento de la candidatura de Lucho Garzón a la presidencia.Tendrá que comer con habilidad de hijo de pescador el plato siempre espinoso que le propiciará el presidente Uribe y deberá usar el andamio de la inversión social para defenderse de las zancadillas que los ujieres del palacio presidencial le pondrán a cada rato.
Por supuesto ,el dia que se posesione debe tener muy en cuenta que a su abuelo no lo dejó subir de nuevo a la presidencia Carlos Lleras Restrepo ,el abuelo del senador Vargas Lleras, quien ahora. con la misma facilidad de su antepasado le coquetea para ser su socio de gestión pero mañana puede ser su implacable crítico y su verdadero dolor de cabeza.