Tarde histórica en Cañaveralejo: Dos toros indultados
Inolvidable tarde de toros bravos en Cañaveralejo. Dos indultos y otros tres toros notables. Sebastián Castella y Guerrita Chico se fueron por la Puerta Grande.
Víctor Diusabá Rojas
Todo el toro en una sola tarde. Como para hartarse y morir de gula. Ese toro que tanta falta nos hace, pasó ayer por Cañaveralejo, en tres versiones distintas y un solo Dios verdadero, el de la bravura. Corridón de toros para la historia de la plaza y de la ciudad.
Dos indultos pueden sonar a exceso. Quién sabe. ¿En dónde está la medida exacta para juzgar con exactitud? ¿Cuál fue mejor? ¿Acaso ese ‘Fulero’, quinto de la tarde, por el que brotaba calidad a borbotones, sin que la emoción se quedará cruzada de brazos?
¿O el sexto, ‘Abejorro’, todo temperamento y motor, memoria del buen pasado, un toro de esos que tiene viva la chispa con la que se puede encender una cabaña brava entera? El paso del tiempo lo dirá. Serán sus hijos y los hijos de sus hijos quienes nos sacarán de la duda. Por ahora, disfrutemos.
Como lo disfrutó Sebastián Castella, quien supo escanciar de ‘Fulero’ lo mejor, después de que el ejemplar fue de tercio a tercio en procura de los caballos. En el primer muletazo ya se vio que el toro quería meter la cara hasta dejar testimonio de su entrega.
Y Sebastián le dijo que sí, con la mano baja y la buena colocación para enganchar bien el segundo muletazo y después de ese, todos los que se venían con la claridad y la fijeza del animal. No importa cuántos pegó Castella , sino cómo los pegó. Ni cuántas veces fue ‘Fulero’ sino la forma en que fue. Las pocas dudas sobre el merecimiento al indulto se marcharon en cuanto decidió redondear lo que ya era un hecho.
Entonces casi nadie recordaba que en el segundo de la corrida, el francés aprovechó el buen final de un toro de discreta presencia, que, en principio, no parecía ser. Lo mimó con suavidad y le cosechó muletazos siempre templados. La espada cayó muy desprendida. Oreja.
Y todo eso, lo de los dos primeros tercios de la tarde, fue a dar a un bolsillo roto con el sexto aquel, ‘Abejorro’, en el que Guerrita Chico confirmó que sigue creciendo, para bien suyo y de todos nosotros.
Guerrita se templó los machos y se puso frente a esa locomotora, que fue a tirar el caballo de Luis Tamayo al tendido pero se encontró con un señor picador. Después de esa cima en la carrera de la bravura por llegar a su destino, el toro no dejó de repetir y de pedir pelea. Y el torero, jamás reculó un milímetro para hacerse al mando. Era estar o perder. Y Guerrita estuvo, y estuvo bien. Tanto como para no dejar que el toro se fuera de largo por el camino de la intrascendencia. Indulto (bis).
El espacio se agota y falta mucho por contar. Por ejemplo, que hubo un cuarto, jabonero sucio, al que le pidieron la vuelta al ruedo por todo lo que mostró en los medios cuando pasaba por las manos de Antonio Barrera. Bueno, luego miró a las tablas, a dónde lo habían llevado. Ahí hubo una oreja de esas que se olvidan pronto.
Y que Anderson Murillo nos regaló en ese mismo turno, una de sus varas de colección que ya son legendarias.
Y que el mismo Barrera no aprovechó el momento de lucidez que tuvo el primero de la tarde, el único que no dio la talla. Y otra cosa, que Guerrita aprendió mucho en el tercero, un toro para lidiadores de esos de barba blanca.
Entonces, ¡felices juanbernardos!, que traducido en el lenguaje de Cañaveralejo traduce hoy venturoso y bravo 2009.
Sobrero: Injustificable que los antitaurinos intenten sabotear el desarrollo normal de las corridas de toros, tal y como sucedió ayer en Cañaveralejo cuando tres jóvenes se lanzaron a la arena, en el arrastre del primer toro. Y no menos repudiable la forma salvaje como fue agredido uno de ellos por parte de uno de los funcionarios de la plaza (Armando Rivera es su nombre). Ya conocemos en este país cómo la justicia por propia mano es el peor de los remedios. El señor Rivera le debe una explicación al agredido, a las autoridades y a quienes asistimos a Cañaveralejo a ver toros y no al circo romano (¿Dónde estaba la Policía?).
Ficha de la corrida
Feria de Cali 2008
Plaza de toros de Cañaveralejo
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo
Serios y desiguales de presentación. Indultados quinto (‘Fulero’, número 62 de 518 kgrs) y sexto (‘Abejorro’, número 3, de 484 kgrs). Bueno el cuarto, que al final miró a las tablas. Enrazado el tercero y de menos a más el segundo. El primero no valió.
514, 446, 450, 446, 518 y 484 kgrs
Antonio Barrera
Azul pavo y oro
Silencio tras aviso y oreja
Sebastián Castella
Salmón y oro
Oreja tras aviso y dos orejas simbólicas
Guerrita Chico
Palo de rosa y oro
Silencio y dos orejas simbólicas
Detalles:
Tres cuartos de plaza. Extraordinarias varas de Anderson Murillo y Luis Tamayo a cuarto y sexto de la tarde. Saludaron Jaime Devia y Raúl Morales por buenos pares al cuarto de la tarde. Y Hernando Franco al sexto.
Todo el toro en una sola tarde. Como para hartarse y morir de gula. Ese toro que tanta falta nos hace, pasó ayer por Cañaveralejo, en tres versiones distintas y un solo Dios verdadero, el de la bravura. Corridón de toros para la historia de la plaza y de la ciudad.
Dos indultos pueden sonar a exceso. Quién sabe. ¿En dónde está la medida exacta para juzgar con exactitud? ¿Cuál fue mejor? ¿Acaso ese ‘Fulero’, quinto de la tarde, por el que brotaba calidad a borbotones, sin que la emoción se quedará cruzada de brazos?
¿O el sexto, ‘Abejorro’, todo temperamento y motor, memoria del buen pasado, un toro de esos que tiene viva la chispa con la que se puede encender una cabaña brava entera? El paso del tiempo lo dirá. Serán sus hijos y los hijos de sus hijos quienes nos sacarán de la duda. Por ahora, disfrutemos.
Como lo disfrutó Sebastián Castella, quien supo escanciar de ‘Fulero’ lo mejor, después de que el ejemplar fue de tercio a tercio en procura de los caballos. En el primer muletazo ya se vio que el toro quería meter la cara hasta dejar testimonio de su entrega.
Y Sebastián le dijo que sí, con la mano baja y la buena colocación para enganchar bien el segundo muletazo y después de ese, todos los que se venían con la claridad y la fijeza del animal. No importa cuántos pegó Castella , sino cómo los pegó. Ni cuántas veces fue ‘Fulero’ sino la forma en que fue. Las pocas dudas sobre el merecimiento al indulto se marcharon en cuanto decidió redondear lo que ya era un hecho.
Entonces casi nadie recordaba que en el segundo de la corrida, el francés aprovechó el buen final de un toro de discreta presencia, que, en principio, no parecía ser. Lo mimó con suavidad y le cosechó muletazos siempre templados. La espada cayó muy desprendida. Oreja.
Y todo eso, lo de los dos primeros tercios de la tarde, fue a dar a un bolsillo roto con el sexto aquel, ‘Abejorro’, en el que Guerrita Chico confirmó que sigue creciendo, para bien suyo y de todos nosotros.
Guerrita se templó los machos y se puso frente a esa locomotora, que fue a tirar el caballo de Luis Tamayo al tendido pero se encontró con un señor picador. Después de esa cima en la carrera de la bravura por llegar a su destino, el toro no dejó de repetir y de pedir pelea. Y el torero, jamás reculó un milímetro para hacerse al mando. Era estar o perder. Y Guerrita estuvo, y estuvo bien. Tanto como para no dejar que el toro se fuera de largo por el camino de la intrascendencia. Indulto (bis).
El espacio se agota y falta mucho por contar. Por ejemplo, que hubo un cuarto, jabonero sucio, al que le pidieron la vuelta al ruedo por todo lo que mostró en los medios cuando pasaba por las manos de Antonio Barrera. Bueno, luego miró a las tablas, a dónde lo habían llevado. Ahí hubo una oreja de esas que se olvidan pronto.
Y que Anderson Murillo nos regaló en ese mismo turno, una de sus varas de colección que ya son legendarias.
Y que el mismo Barrera no aprovechó el momento de lucidez que tuvo el primero de la tarde, el único que no dio la talla. Y otra cosa, que Guerrita aprendió mucho en el tercero, un toro para lidiadores de esos de barba blanca.
Entonces, ¡felices juanbernardos!, que traducido en el lenguaje de Cañaveralejo traduce hoy venturoso y bravo 2009.
Sobrero: Injustificable que los antitaurinos intenten sabotear el desarrollo normal de las corridas de toros, tal y como sucedió ayer en Cañaveralejo cuando tres jóvenes se lanzaron a la arena, en el arrastre del primer toro. Y no menos repudiable la forma salvaje como fue agredido uno de ellos por parte de uno de los funcionarios de la plaza (Armando Rivera es su nombre). Ya conocemos en este país cómo la justicia por propia mano es el peor de los remedios. El señor Rivera le debe una explicación al agredido, a las autoridades y a quienes asistimos a Cañaveralejo a ver toros y no al circo romano (¿Dónde estaba la Policía?).
Ficha de la corrida
Feria de Cali 2008
Plaza de toros de Cañaveralejo
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo
Serios y desiguales de presentación. Indultados quinto (‘Fulero’, número 62 de 518 kgrs) y sexto (‘Abejorro’, número 3, de 484 kgrs). Bueno el cuarto, que al final miró a las tablas. Enrazado el tercero y de menos a más el segundo. El primero no valió.
514, 446, 450, 446, 518 y 484 kgrs
Antonio Barrera
Azul pavo y oro
Silencio tras aviso y oreja
Sebastián Castella
Salmón y oro
Oreja tras aviso y dos orejas simbólicas
Guerrita Chico
Palo de rosa y oro
Silencio y dos orejas simbólicas
Detalles:
Tres cuartos de plaza. Extraordinarias varas de Anderson Murillo y Luis Tamayo a cuarto y sexto de la tarde. Saludaron Jaime Devia y Raúl Morales por buenos pares al cuarto de la tarde. Y Hernando Franco al sexto.