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La Dirección de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento (DEDE) del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes se reunió con la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social Solidaria de América Latina y el Caribe (RIPESS – Lac) para discutir sobre el impulso de las economías populares en la región. Se llevó a cabo en su celebración de 25 años de trabajo y contó con voceros de países como Argentina, Guatemala, Colombia, Perú y Ecuador. El encuentro se centró también en la interacción que tienen la cultura, la economía popular y las políticas públicas. Su misión fue la de buscar desarrollo humano sostenible y equitativo en el marco de estas, un desafío urgente en un continente marcado por profundas y diferentes desigualdades.
Vale la pena señalar que la Dirección de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento, del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, se encarga de acompañar el reconocimiento, la sostenibilidad, el fortalecimiento y la asociatividad de las economías culturales, populares y comunitarias. Este tipo de economías van más allá de la ganancia y acumulación de capital. Aseguran la producción y reproducción de la vida cotidiana y genera riquezas en diferentes expresiones. Así, aportan a la construcción de lo público, a su democratización, a la garantía del ejercicio de los derechos y al cuidado de la vida y de los territorios.
Las economías populares no están exentas de tensiones con las economías dominantes del mercado, sus operaciones pueden articularse o no a las dinámicas de estas y se caracterizan por su amplia diversidad sociocultural en realidades territoriales que las determinan. Durante el evento, Catalina García, directora de la Dirección de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento, enfatizó en la necesidad de reconocer que las economías populares en la cultura, las artes y los saberes engloban un amplio espectro de actividades y relaciones de trabajo remunerado y no remunerado, que abarcan los saberes, las prácticas, expresiones y oficios tradicionales, ancestrales y/o contemporáneos.
Este tipo de economías se basan principalmente en redes solidarias y colaborativas, de gestión y autogestión, así como del aprovechamiento creativo de los recursos disponibles y su redistribución en vía de resolver necesidades materiales e inmateriales individuales y colectivas.
Hans Cediel, coordinador de la RIPESS Lac, resaltó la creciente relevancia de la economía popular, social, solidaria y comunitaria. Mencionándola como una categoría esencial para la creación de políticas públicas. Resalto, además, la necesidad de formular políticas que respondan efectivamente a las realidades de las y los trabajadores, así como sus formas organizativas en los territorios.
Sin embargo, los desafíos son numerosos. la falta de acceso a financiamiento y la competencia desleal son obstáculos para abordar. También lo son reconocer a las y los trabajadores de la economía popular, fortalecer la relación entre el público y las economías populares, así como promover organizaciones socioeconómicas asociativas, entre otros objetivos.
En el encuentro se destacó la resolución de la OIT de 2022, que reafirma la importancia de la economía social y solidaria en la promoción del trabajo decente y la inclusión social, así como la resolución de Naciones Unidas de 2023, que reconoce la economía social y solidaria como fundamental para el desarrollo sostenible y esencial en la política económica de los países. Para que esta inclusión sea efectiva, es indispensable un esfuerzo articulado entre los sectores de la cultura y la economía.
La cultura no solo debe entenderse como un ámbito de expresión, sino también como un motor de transformación social que impulsa un cambio duradero, utilizando diversas herramientas para dejar huella en este proceso. Es importante medir el impacto de las economías populares y comunitarias en las culturas, las artes y los saberes, en comparación con industrias culturales más consolidadas.
También, es esencial crear mecanismos de formación y generación de capacidades, así como herramientas para fortalecer las capacidades asociativas y de divulgación que valoren las prácticas sociales y el protagonismo de los actores territoriales dentro del sistema sociocultural y económico. Estos mecanismos de medición deben constituirse con saberes y experiencias de vida, para contar con indicadores que reflejen la diversidad y complejidad de estas economías. Por eso es fundamental la colaboración de instituciones como el Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE y otras organizaciones internacionales que han abierto la discusión sobre el registro de la economía popular en clave de derechos.
La cultura, como herramienta esencial para la construcción de la vida misma, permite que las comunidades mantengan una conexión especial con su entorno natural y cultural, promoviendo la bioculturalidad como una apuesta de cuidado y paz.
El diálogo que se desarrolló en Bogotá fue una propuesta para valorar los saberes populares y tradicionales, promover la diversidad cultural para promover los derechos culturales, la inclusión social y un ordenamiento territorial y cultural enraizado en las dinámicas territoriales. A través del diálogo, la colaboración y el compromiso, se vislumbra la posibilidad de construir un ecosistema en el que la economía cimente un camino hacia el buen vivir.