'Viví momentos de tristeza y júbilo'
Desde el camerino pude sentir con todo el grupo lo que fue el pase definitivo, al empatarle a Chile 3-3 en el estadio Metropolitano de Barranquilla. Todos estaban felices.
Alonso Amorocho Chacón* Especial para El Espectador
La fiebre por la selección nacional de fútbol se ha convertido para los 47 millones de colombianos en una expresión de sentimientos hacia uno de los mayores patrimonios del país, así que hacer parte de ella es un orgullo y una motivación para mí. Poder decir que yo estuve en el proceso de la clasificación al Mundial de Brasil 2014 es simplemente un orgullo gigantesco.
Desde mi trabajo como gerente de la selección de Colombia de fútbol, acompañé el proceso de la clasificación, aportando todos los detalles en la parte logística para cada una de las concentraciones y los partidos. Una labor que arranqué desde el año 2006, momento desde el cual soñé con la posibilidad de acompañar al equipo en una cita mundialista. Mi misión es cuidar todos los detalles y exigencias del cuerpo técnico y jugadores. Estoy al tanto de cada solicitud de José Pékerman y de cada uno de los guerreros que nos representan en los terrenos de juego. Por ejemplo, cuando se hacen las convocatorias, a mí me toca llamar a los futbolistas para cuadrar con ellos los tiquetes aéreos y las conexiones. Es muy bonito oír desde el otro lado de la línea las reacciones de ellos cuando saben de la invitación para que representen al país.
Así como buena parte de la gente que estuvo pendiente de la selección, durante el proceso de eliminatoria viví momentos de tristeza, alegría, rabia, llanto, ilusión y júbilo. Claro que al final, ver el sueño cumplido borra todos los tragos amargos que en algún momento hicieron que el país dudara. Desde el camerino pude vivir con todo el grupo lo que fue el pase definitivo al Mundial, al empatarle a Chile 3-3 en el estadio Metropolitano de Barranquilla. Todos estaban felices porque por fin, después de tanto tiempo de buscar la clasificación a una máxima cita, se lograría.
Luego de superar y aprender de esos momentos, personalmente, hoy vivo unos en los que el corazón se hace grande con el orgullo de compartir al lado de talentosos jóvenes que vestidos de amarillo, azul y rojo son la imagen positiva y los embajadores de toda una sociedad ante los mejores del mundo. Hoy estamos dentro de los 32 más grandes y eso ya es un logro mayor.
Debo contar que nosotros en algún momento ya estábamos seguros de la clasificación, por lo que desde varios meses antes de sellar el paso al Mundial de 2014 ya veníamos trabajando en la planeación de lo que sería ir a Brasil: el tema de hoteles, concentraciones, lugares de entrenamientos, etc.
Y es que pienso que la camiseta amarilla hoy es más intensa en cada uno de los rincones del país, en donde sin importar marcas, precios y tamaños, todos quieren tener puesta la de la selección, tal vez el único uniforme que a todos nos queda y que no marca diferencias sensibles en el pensamiento y en el corazón.
Como parte del grupo desde la parte administrativa, tengo la convicción de que tenemos un verdadero equipo, conformado por seres humanos ganadores, que luchan y entregan todo por sus metas y las ilusiones de Colombia.
Viví la clasificación a la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014 como la Colombia que todos queremos, la que con cifras y actuaciones que emocionan, hoy ve a los profes llegados desde el sur del continente como trabajadores llenos de profesionalismo y convicción, como otros colombianos no de cédula, pero sí de pasión.
Yo estuve presente en buena parte de los detalles que nos llevaron a cumplir el sueño hacia Brasil 2014. Hice parte de la gran familia, en la que todos somos amigos y respetuosos del papel de cada uno. Poder compartir con este grupo te da valores que de una u otra forma te hacen crecer como protagonista de un orgullo y patrimonio de Colombia.
Compartir experiencias y estar al lado de figuras del deporte en el mundo, como lo son nuestros jugadores, es un tema que me llena de orgullo y de mucha satisfacción. Todas esas cosas serán parte de la historia que en el futuro recordaré con pasión al lado de mi familia. Por siempre me sentiré orgulloso de decir que estuve en la clasificación a un mundial de fútbol después de 16 años. Ser parte de esto es un gran regalo, nunca lo olvidaré.
La fiebre por la selección nacional de fútbol se ha convertido para los 47 millones de colombianos en una expresión de sentimientos hacia uno de los mayores patrimonios del país, así que hacer parte de ella es un orgullo y una motivación para mí. Poder decir que yo estuve en el proceso de la clasificación al Mundial de Brasil 2014 es simplemente un orgullo gigantesco.
Desde mi trabajo como gerente de la selección de Colombia de fútbol, acompañé el proceso de la clasificación, aportando todos los detalles en la parte logística para cada una de las concentraciones y los partidos. Una labor que arranqué desde el año 2006, momento desde el cual soñé con la posibilidad de acompañar al equipo en una cita mundialista. Mi misión es cuidar todos los detalles y exigencias del cuerpo técnico y jugadores. Estoy al tanto de cada solicitud de José Pékerman y de cada uno de los guerreros que nos representan en los terrenos de juego. Por ejemplo, cuando se hacen las convocatorias, a mí me toca llamar a los futbolistas para cuadrar con ellos los tiquetes aéreos y las conexiones. Es muy bonito oír desde el otro lado de la línea las reacciones de ellos cuando saben de la invitación para que representen al país.
Así como buena parte de la gente que estuvo pendiente de la selección, durante el proceso de eliminatoria viví momentos de tristeza, alegría, rabia, llanto, ilusión y júbilo. Claro que al final, ver el sueño cumplido borra todos los tragos amargos que en algún momento hicieron que el país dudara. Desde el camerino pude vivir con todo el grupo lo que fue el pase definitivo al Mundial, al empatarle a Chile 3-3 en el estadio Metropolitano de Barranquilla. Todos estaban felices porque por fin, después de tanto tiempo de buscar la clasificación a una máxima cita, se lograría.
Luego de superar y aprender de esos momentos, personalmente, hoy vivo unos en los que el corazón se hace grande con el orgullo de compartir al lado de talentosos jóvenes que vestidos de amarillo, azul y rojo son la imagen positiva y los embajadores de toda una sociedad ante los mejores del mundo. Hoy estamos dentro de los 32 más grandes y eso ya es un logro mayor.
Debo contar que nosotros en algún momento ya estábamos seguros de la clasificación, por lo que desde varios meses antes de sellar el paso al Mundial de 2014 ya veníamos trabajando en la planeación de lo que sería ir a Brasil: el tema de hoteles, concentraciones, lugares de entrenamientos, etc.
Y es que pienso que la camiseta amarilla hoy es más intensa en cada uno de los rincones del país, en donde sin importar marcas, precios y tamaños, todos quieren tener puesta la de la selección, tal vez el único uniforme que a todos nos queda y que no marca diferencias sensibles en el pensamiento y en el corazón.
Como parte del grupo desde la parte administrativa, tengo la convicción de que tenemos un verdadero equipo, conformado por seres humanos ganadores, que luchan y entregan todo por sus metas y las ilusiones de Colombia.
Viví la clasificación a la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014 como la Colombia que todos queremos, la que con cifras y actuaciones que emocionan, hoy ve a los profes llegados desde el sur del continente como trabajadores llenos de profesionalismo y convicción, como otros colombianos no de cédula, pero sí de pasión.
Yo estuve presente en buena parte de los detalles que nos llevaron a cumplir el sueño hacia Brasil 2014. Hice parte de la gran familia, en la que todos somos amigos y respetuosos del papel de cada uno. Poder compartir con este grupo te da valores que de una u otra forma te hacen crecer como protagonista de un orgullo y patrimonio de Colombia.
Compartir experiencias y estar al lado de figuras del deporte en el mundo, como lo son nuestros jugadores, es un tema que me llena de orgullo y de mucha satisfacción. Todas esas cosas serán parte de la historia que en el futuro recordaré con pasión al lado de mi familia. Por siempre me sentiré orgulloso de decir que estuve en la clasificación a un mundial de fútbol después de 16 años. Ser parte de esto es un gran regalo, nunca lo olvidaré.