Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Danny Julián Quintana siempre quiso ser veterinario. Tuvo una decena de mascotas y en su proyecto de vida se veía rodeado de animales. Sin embargo, por dificultades económicas y giros que da la vida no pudo estudiar su carrera soñada. Pero el destino le tenía guardado un regalo: convertirse en uno de los fiscales estrellas con los que hoy en día cuenta el país.
Su historia parece de película. Cuando se graduó del colegio militar Antonio Nariño de Bogotá, a los 18 años, empezó a buscar trabajo para estudiar una carrera nocturna. Divagaba de un sitio a otro, hasta que a través de su madre logró que hace 14 años el entonces fiscal general, Alfonso Gómez Méndez —actualmente ministro de Justicia—, le diera la oportunidad de entrar a la entidad. Llegó al CTI y su primer cargo fue escolta I.
Fue entonces que se decidió por entrar a la Facultad de Derecho en la Universidad Libre, ya que vio en la Fiscalía su futuro profesional. Su trabajo lo alternaba con los estudios. “Empecé en el grupo de capturas y seguridad del CTI Bogotá. En mi primer operativo capturamos a 25 personas y fue cuando pensé: En qué vacaloca me metí”, dice entre risas Quintana. Agregó que en ese entonces aprendió a manejar armamento de manera empírica, a realizar allanamientos y apoyos a levantamientos de cadáveres y a tener un contacto directo con los delincuentes.
Cuenta que su recuerdo más triste durante el año y medio que estuvo en ese grupo fue ver compañeros que caían muertos en medio de un operativo, pero que especialmente recordaba el caso de un hombre que en medio de un allanamiento entró de primero a la casa y lo recibieron con un tiro en la cabeza. Fue entonces que lo cambiaron de unidad y entro al Grupo de Investigadores de Comunicaciones del CTI. Ahí logró terminar sus estudios y ser, con tan sólo 20 años, coordinador de este grupo.
Ya siendo profesional ascendió al Grupo Contra el Terrorismo. También pasó a perseguir a los parapolíticos, hasta que llegó al Grupo de la Embajada Británica contra el Narcotráfico, con el que logró la captura de uno de los más temidos ‘narcos’: Diego León Montoya, alias Don Diego, jefe del cartel del norte del Valle. Durante su carrera de ocho años en el CTI terminó integrando el grupo de investigadores de los fiscales delegados ante la Corte Suprema de Justicia. El caso más significativo en el que participó fue el denominado carrusel de la contratación. “Fui el primer perito en el proceso contra Liliana Pardo, Miguel Ángel Moralesrussi e Inocencio Meléndez. Pero me retiré de la Fiscalía porque la administración de Viviane Morales no me dio permiso para una comisión de estudios”, señaló Quintana.
Julián Quintana tiene una especialización y una maestría en derecho penal de la Universidad del Rosario, y un máster y doctorado de la Universidad de Salamanca, en España. Aseguró que durante los estudios en el Externado conoció a sus grandes maestros: Eduardo Montealegre y Jorge Perdomo, actualmente fiscal y vicefiscal general. Quintana regresó a Colombia en 2012, cuando nombraron a Ricardo Cañón como personero de Bogotá. Este hombre le ofreció un puesto como asesor en el que sólo duró dos meses, ya que, prácticamente, Perdomo se lo robó y lo llevó a la Fiscalía.
Cañón fue el primero en decirle a Quintana que aprovechara la oportunidad y se fuera a trabajar como fiscal especializado y asistente del despacho del vicefiscal. El destino le permitió volver a la Fiscalía, entidad que le dio el más grande honor que ha recibido en su vida, el 18 de diciembre de 2012: ser el jefe de la Unidad contra el Lavado de Activos y Extinción de Dominio. Es el director más joven de una unidad en el ente investigador, un logro que viene trabajando desde hace 14 años, cuando entró como escolta. Un ejemplo de superación que, según él, es gracias a su disciplina.
Quintana dice que fue difícil entrar a la unidad, porque muchos fiscales no creían en sus capacidades. Sin embargo, con trabajo y dedicación logró sacar adelante el proyecto y convertir el grupo de lavado de activos y extinción de dominio en una de las unidades con más resultados. Julián Quintana y sus fiscales le han quitado $4 billones al narcotráfico. No obstante, él dice que su sueño hasta ahora lo está cumpliendo, que no sabe qué le depare el destino pero su meta es dejar una huella en la entidad. Ahora es profesor, espera construir una familia y “nunca olvidar de dónde vengo ni a dónde quiero ir. Los momentos de gloria son pequeños momentos y no deben cambiar la vida, porque ésta es una sola”.