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La fama y popularidad de Adolfo Pedernera no solo es continental sino mundial. Juegue mal o bien, el público siempre lo aclama, porque así es la gloria. A Pedernera le cabe muy bien el refrán: "Crea fama y échate a dormir".
Pero la verdad es que él éxito del llamado "Maestro del Fútbol" tiene un secreto. Él es el jugador, el representante de sí mismo, el entrenador, el director técnico y el publicista de su propio nombre. Él lo hace todo y lo hace bien. Así, no es de extrañarse que haya sido un hombre de la más dilatada fama. Pero en rigor de verdad, hay que decir que si todos conocen al jugador, muy pocos le han apreciado en la intimidad, y nunca saben a ciencia cierta si se trata de un hombre audaz, tímido, voluntarioso, hablador, silencioso. Por los informes que algunos de sus más cercanos amigos nos han suministrado, hemos encontrado episodios de su vida que pueden ser de interés para los aficionados.
La primera pregunta
Cuando Adolfo Pedernera anunció su arribo a Bogotá, la noticia fue una verdadera bomba. Muchos dijeron que el "crack" no podría venir de ninguna manera, porque las organizaciones internacionales se lo impedirían. Mas, resentido por algunos desaires sufridos en Buenos Aires, Pedernera resolvió dejar a su patria y buscar nuevos horizontes. Antes que tener que jugar en la división de ascenso, Pedernera lo dejó todo y aterrizó en Techo, ante la más calurosa bienvenida protagonizada por miles de aficionados bogotanos.
Los cronistas tuvimos que movernos también en ese maremágnum de confusión y de grandes emociones (fuera de la novelería característica de los bogotanos), en busca de una charla personal con el famoso y destacado jugador. Nos habíamos preparado buscando recortes y conceptos emitidos por diversos órganos periodísticos de la Argentina. Confesamos haber sido un poco escépticos en torno a sus capacidades en aquel año de 1948. Era nuestro deber ser cautos, porque considerábamos que al público hay que decirle siempre la verdad. Por eso nos animamos cuando leímos un comentario que hablaba de la decadencia del gran maestro de todos los tiempos. En la sede de Millonarios, y ante numerosos testigos, nos acercamos con una máquina grabadora de voz para una entrevista radial y luego de los saludos de rigor le lanzamos la primera de las preguntas importantes y de la cual esperábamos sacar todo el jugo:
-Señor Pedernera- dijimos-: la crítica dice que usted es un jugador decadente. ¿Qué opina usted de ese juicio?
-Si la crítica lo dice así- contestó Adolfo- la crítica debe tener razón.
La respuesta fue la de un hombre inteligente y cauteloso. Lejos de perder el sentido ante la anormalidad del recibimiento, se cuidó muy bien de ir a producir malas impresiones. En verdad, nosotros preparados como íbamos, fuimos gratamente sorprendidos al registrar que siendo buen jugador de fútbol también podía ser alguien de alcances intelectuales. No es que Adolfo Pedernera sea en realidad un hombre de una vastísima cultura intelectual, pero sí un hombre educado y discreto. Su inteligencia supera, muchas veces, sus vacíos en el orden cultural.
Pocas palabras y mucho seso
La intimidad trae el desprecio. Pedernera nunca se dejó tratar muy de cerca, ni siquiera por sus mejores amigos. Esta táctica inspiró respeto, y por ello, poco a poco, fue ganando prestigio. Los jugadores se disciplinaron, pero no por la fuerza física sino por la del respeto a quien se lo merecía. Todos los pupilos se acostumbraron a recibir órdenes que si bien se daban con firmeza, también con cautela. En el hotel Bucarica de Bucaramanga, nos encontrábamos cuando allá llegó el cuadro de los Millonarios. En el recibo habló así:
-Los dirigentes en la pierza 34... Rossi, Di Stefano y Cozzi en la 32...
Daba todas las órdenes y hacia todo en el equipo. Inclusive mandaba sobre los dirigentes. Esto es, a nuestro juicio, una irregularidad, pero era así. Y todos estaban contentos de obedecerle... No hablaba mucho, pero todo lo que decía magnetizaba a la mayoría y sus juicios eran acatados sin discusión.
Cariño por Zuluaga
Uno de los jugadores que más consentía Adolfo Pedernera era al colombiano Francisco Cobo Zuluaga, el hombre que ha representado al fútbol criollo dentro de su equipo con mucho éxito. La manera de entrenar de Pedernera es diferente a la de los demás. Luego de la práctica en el campo, llamada personalmente a éste o aquél "player" y así hizo con Zuluaga:
-Necesitas tener el máximo de movilidad para poder marcar bien al alero... Si puedes reducir un poco de peso mejor...
Los comentarios que hacía después de los partidos era lo que más valía del "crack". Era preciso para censurar, y sus críticas constructivas levantaban la moral de todos sus hombres. Muchas veces se oyeron de sus labios estas palabras:
-Soy el primero en reconocer que hoy jugué mal... muy mal. Tal vez lo que tengo que hacer la próxima vez es pasar con mayor rapidez.
Sabía, pues, analizarse a sí mismo y nunca negaba sus propias fallas. De allí que, lo cual es generalmente un fracaso, pudiera servir las dos posiciones de director técnico y jugador.
Las admiradoras
Un hombre cortés, educado y respetuoso con el sexo débil, tenía muchas admiradoras. Como marido cumplía y como padre expresaba siempre el orgullo de tener un hijo saludable y vivo... Pero, en sus horas vagas, recibía multitud de cartas escritas por manos femeninas. En cierta ocasión, en la sede de Millonarios, tuvimos que oír involuntariamente una conversación telefónica que decía así:
-Señor Pedernera- decía una voz femenina-, deseo verle hoy mismo....
-¿Quién habla?- preguntaba el "maestro".
-Usted no me conoce, pero le ruego el favor de venir a...
Y así había muchas otras que le llamaban para hablarle y para invitarle. Pero Pedernera, con rara timidez en estos casos, rechazaba la mayoría de las invitaciones. Más por cortedad que por virtud. Es esto lo que nosotros creemos. Generalmente la buena educación, las buenas maneras, son resultado de una timidez más que de la misma educación....
Le picaron la curiosidad
Pero en cierta ocasión Pedernera recibió una llamada telefónica misteriosa. Lo contó él mismo a uno de sus más íntimos amigos bogotanos en la que una dama le requería para cumplir una cita en el "Tout va Bien", de la Avenida de Chile. Allá fue el "crack" a las siete en punto de la noche, según lo indicado. Pero cuando entraba, fue llamado por una voz femenina desde un automóvil...
-Adolfo... Adolfo...
El jugador se acerco y estrechó la mano de una dama que ocultaba su rostro con un velo de estilo legítimo español. Pero inmediatamente después, el auto partió dejando a Pedernera confundido y picado...
Más tade volvió a recibir una llamada de la misma dama. Esta vez el jugador, lleno de curiosidad, se preparó para saber exactamente de quién se trataba. Pero todo fue inutil. Nunca lo supo. Así lo expresó él mismo días antes de partir con rumbo a la Argentina. Tal vez nunca lo sepa ya.
Sus platos predilectos
Adolfo Pedernera comía bien, pero no en cantidad. Después de los entrenamientos mostraba un gran apetito. Añoraba los vinos de su país. Aunque aquí se acostumbró a reemplazarlo por el whisky, al cual no era del todo ajeno. No es que fuera un bebedor consumado, pero tampoco perdía las ocasiones. Sabía comportarse en estos casos, caballerosamente y nunca levantaba la voz.
De la misma manera gustaba el mate. Pero entre los platos que forman lo que aquí llamamos el seco, prefería los bifés con papa frita. El churrasco, que es el término argentino equivalente, lo complacía y puede decirse que en las comidas Pedernera se mostraba muy carnívoro, sin darle mayor importancia a los vegetales.