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La intrépida Veramonte

En 1996, Huneeus y un grupo de inversionistas locales fundaron Viña Veramonte, en Casablanca, a los pies de la cordillera de la Costa, entre Santiago y Viña del Mar.

Hugo Sabogal
28 de abril de 2024 - 02:00 a. m.
Con presencia en cerca de 40 países, Veramonte acaba de ingresar a Colombia, con la aspiración de captar consumidores en el segmento orgánico y biodinámico.
Con presencia en cerca de 40 países, Veramonte acaba de ingresar a Colombia, con la aspiración de captar consumidores en el segmento orgánico y biodinámico.
Foto: Cortesía
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En 1999 viajé a Santiago de Chile para ocupar un cargo editorial en la Revista AméricaEconomía. Una de mis misiones fue seguirle la pista al sector vitivinícola, entonces en plena renovación. Un proyecto que me atrajo –por su audacia– fue la idea de plantar viñedos cerca del mar, en una zona fría y nublada, dedicada antes al pastoreo. Por cerca de cinco siglos, la actividad vitícola se había concentrado en los valles interiores, más cálidos y con alta exposición solar.

El Valle de Casablanca fue descubierto por el enólogo Pablo Morandé, quien perdió muchos de sus ahorros tratando de demostrar que, gracias al entorno fresco y a los suelos meteorizados de roca madre, Casablanca podía transformarse en un singular exponente de vinos únicos. A la postre, venció a los escépticos y atrajo a innovadores como Agustín Huneeus Cox, quien puso lo suyo para convertir a Casablanca en referente de talla mundial.

En 1996, Huneeus y un grupo de inversionistas locales fundaron Viña Veramonte, en Casablanca, a los pies de la cordillera de la Costa, entre Santiago y Viña del Mar. Huneeus plantó los viñedos al lado de 2500 hectáreas de bosques nativos, donde las vides se refrescan diariamente con las brisas y nieblas matutinas que soplan desde el Pacífico. Son condiciones ideales para el cultivo de plantas orgánicas y variedades de ciclo corto como Sauvignon Blanc y Chardonnay (blancas) y tintas de clima frío como Pinot Noir, Merlot y Syrah. También impuso faenas sustentables como vegetación entre hileras y presencia de animales para enriquecer el suelo.

A Huneeus siempre se le ha distinguido por tener un olfato empresarial afinado. En su momento, convirtió a Concha y Toro en una plataforma exportadora sin precedentes en Chile, y luego, al mudarse a Estados Unidos, llegó a ser protagonista en la zona californiana de Napa, donde regentó y llevó al pináculo bodegas como Franciscan y Quintessa. A esta última la convirtió después en punto de partida de lo que es hoy Huneeus Family Vitners, en Estados Unidos.

El perfil de Veramonte como productora de vinos orgánicos y biodinámicos, diseñado por Huneeus, se ha potenciado ahora con su nuevo propietario, el grupo español González Byass. Además de Casablanca, el negocio incluye operaciones similares en la zona de Marchigüe, Valle de Colchagua, productora de tintos.

Con presencia en cerca de 40 países, Veramonte acaba de ingresar a Colombia, con la aspiración de captar consumidores en el segmento orgánico y biodinámico. Los blancos y tintos ligeros de Casablanca expresan sensaciones frescas, intensas, frutales y florales, y los tintos de Marchigüe muestran equilibrio, concentración, estructura y elegancia.

El discurso sustentable de Veramonte va tan lejos que ha convertido las tarjetas de presentación de sus directivos en semillas para sembrar. En ellas reza una leyenda que dice: “Mójame, plántame y vedme crecer hasta convertirme en rúgula”.

*Importa: Manuelita S.A.

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