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Marqués de Murrieta acaba de ganar el premio a la mejor bodega del mundo, un reconocimiento otorgado por Great Wine Capitals Global Network, catalogando a la firma como el “ejemplo perfecto de equilibrio entre respeto por la tradición y la continua innovación”.
Para celebrar este triunfo, Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, conde de Creixell y presidente de esta firma vinera, visitó Colombia por primera vez, de la mano de Dislicores, además también para ser testigo del crecimiento de la cultura vinícola en el país sudamericano, que en 2022 mostró un crecimiento del 30,60% según cifras de Asovinos.
Cromos entrevistó al presidente de Marqués de Murrieta para hablar un poco más de estos logros, así como su propia opinión sobre el crecimiento de esta célebre bebida en nuestra nación.
Cromos: ¿Para ti qué significa contar con este reconocimiento?
Vicente Dalmau: Es un orgullo profundo para una bodega española, una bodega que yo represento y mi familia es la propietaria, es orgullo, felicidad, cierto vértigo a veces, cuando llega ese puesto y la eligen la mejor del mundo, no solo la bodega, sino que por segundo año consecutivo te eligen el mejor vino del mundo. Indudablemente es una inyección de ilusión, de fortaleza, de cargar baterías para seguir luchando, después de muchos años en lucha, haciendo una labor seria, honradísima, responsable con la historia de una bodega que es Marqués de Murrieta y Pazo Barrantes, ambas bodegas son las más antiguas de España.
Yo, por muchas razones de la vida, desde muy pequeño me quedé solo por la muerte de mi padre, pues ha sido una atención importantísima, pero fruto de esos trabajos iniciales hemos alcanzado esos retos que jamás pensé alcanzar. Estamos en Colombia, en conjunto con nuestro distribuidor Dislicores que nos representa aquí.
C: ¿Qué crees que es lo que hace tan especial a Marqués de Murrieta?
VD: Yo creo que hay una serie de factores que hace distinto a Murrieta, no mejor, nunca te hablaré de mejor. Yo diría que el concepto familia, el que este proyecto sea uno que está a manos de una familia lo hace distinto. El vino es un ser vivo y, como tal, con quien convive mejor es con un ser vivo, con nosotros, con la familia, estamos en continua conversación con él para ver qué le viene mejor al vino, más tiempo en barrica, más tiempo en botella, esa relación hace a este proyecto distinto.
Por otro lado, el que todos nuestros proyectos de vino estén relacionados con la naturaleza, con la agricultura, nosotros no compramos uva, todo es uva propia de nuestros viñedos, pues hacen que el esfuerzo que hemos desarrollado todos los años en conseguir el fruto óptimo en nuestros viñedos, que podamos transformarlo y hacer ese esfuerzo anual, todo eso hace este proyecto distinto.
Es un concepto que conjuga bien la tradición, el ser los dos proyectos uno de 1511 y el otro de 1852, se equilibra esa tradición con modernidad, en los últimos años hemos invertido un montón de dinero, esfuerzo físico, mental, para poder actualizar estos proyectos clásicos y convertirlos en clásicos actualizados que nos han llevado a estos maravillosos premios que hemos obtenido. También nuestros vinos, que tienen alma, algo transcurre por ellos, algo especial, que tú pruebas y dices: ‘aquí hay algo distinto’, en la vida hay que diferenciarse.
C: ¿Qué es lo que tú más disfrutas en un vino?
VD: A mí, elaborar vinos siempre especiales, únicos, que produzcan satisfacción y alegría en nuestros clientes, esa es una finalidad, pero yo también sumaría un ingrediente más, yo creo que el mundo del vino tiene algo único que es la capacidad de hacer amigos, el que esté hoy representado nuestros vinos, mi familia, yo, en más de cien países y cuando vaya a un país te reciba un conjunto de personas, ya sea distribuidores, sommelieres o un periodista que está interesado en hablar de lo que es el proyecto, pues esa capacidad comunicativa de hacer amigos es única y yo recibo grandes satisfacciones de hacer amigos en este mundo.
Abrir una botella solo no tiene ningún sentido, las botellas se abren con amigos, se abren para compartir y mucha gente que compra vinos dice que lo quiere dejar para que pase más tiempo en botella, deja algunos y bébete uno porque al final hay que compartirlo, hay que probarlo, de alguna forma hay que compartir ese gran momento. Yo creo que el mundo del vino es el del recuerdo, el momento de compartir la felicidad, yo tengo un proyecto único que es generar un producto que generalmente se utiliza para festejar eso me hace feliz.
C: ¿Cómo ves el consumo de vino en Colombia?
VD: Yo me doy cuenta de la potencialidad que tiene el mercado colombiano, te diría que hay una realidad, un hoy, un presente, donde el mercado colombiano y los colombianos cada vez más están apoyando la cultura del vino, hay más consumo de vino con las comidas, cada vez más cuando hay un encuentro entre amigos se abre una botella de vinos, pero independientemente que el presente sea bueno creo que el futuro es inaudito, económicamente Colombia va mejor y cuando eso pasa hay una elevación en estilo de vida en muchas personas y gracias a eso hay un momento de vinos tremendamente especial.