Un eco que aún resuena tras la culminación de Expovinos, feria concluida hace un par de semanas en Bogotá, es el ascenso de los vinos veganos (y también de los biodinámicos y orgánicos) en todos los canales de comercialización.
Existe una clara tendencia orientada a ofrecer productos cuya elaboración sea ecológica o que excluya en su composición fuentes de origen animal. Hasta hace poco, resultaba difícil, si no imposible, encontrar este tipo de opciones en las góndolas. Ello obedece, en gran parte, a que los importadores buscan concentrarse en selecciones que garanticen ventas y alta rotación. Tratar de satisfacer preferencias específicas era visto como un salto al vacío.
Mis recorridos por Expovinos me mostraron una nueva realidad: la creciente disponibilidad de productos diferenciados o con propósito, en respuesta a la onda de comer saludable y preferir productos respetuosos del entorno natural. Es decir, libres de químicos, pesticidas, herbicidas y fertilizantes, y con capacidad de demostrar que los terrenos donde se cultivan las uvas están completamente limpios.
Los vinos orgánicos con respaldo de certificaciones internacionales son los más numerosos. Destacan bodegas especializadas, como Emiliana Vineyards, de Chile, la cual incluye variedades reconocidas como Cabernet Sauvignon, Carménère, Malbec, Pinot Noir, Merlot, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Viognier y Gewürztraminer.
Y lo hace mediante un consolidado grupo de marcas como Coyam, Amaluna, Adobe, Tais, Novas, Vigno, 57 Rocas y Salvaje. La oferta orgánica argentina la encabeza Domaine Bousquet y sus selecciones prémium de Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay. Domaine Bousquet ha sido calificada como la número uno en su país; le sigue Artesano de Argento.
Entre las españolas certificadas como orgánicas y avaladas por la crítica destaca Cuatro Rayas, ganadora, incluso, de dos medallas de plata en Expovinos.
Definitivamente, el auge orgánico aumenta con el correr de los días y ya cubre un alto espectro de etiquetas provenientes de casi todos los orígenes.
Entre los productores con oferta vegana certificada (sello V-Label) aparece Concha y Toro, con varios vinos de las líneas Terrunyo, Amelia, Marqués de Casa Concha y Casillero del Diablo. Sin embargo, en el segmento vegano la bodega más consagrada y comprometida es la riojana Altanza.
Todos sus vinos, algunos merecedores de premios internacionales, están respaldados por el sello V-Label desde 2018, aunque desde antes la bodega venía clarificando sus productos con minerales y no con compuestos de origen animal.
Recientemente, el crítico estadounidense James Suckling le asignó puntuaciones por encima de umbral de los noventa.
Este despertar ya no tiene marcha atrás.
Un eco que aún resuena tras la culminación de Expovinos, feria concluida hace un par de semanas en Bogotá, es el ascenso de los vinos veganos (y también de los biodinámicos y orgánicos) en todos los canales de comercialización.
Existe una clara tendencia orientada a ofrecer productos cuya elaboración sea ecológica o que excluya en su composición fuentes de origen animal. Hasta hace poco, resultaba difícil, si no imposible, encontrar este tipo de opciones en las góndolas. Ello obedece, en gran parte, a que los importadores buscan concentrarse en selecciones que garanticen ventas y alta rotación. Tratar de satisfacer preferencias específicas era visto como un salto al vacío.
Mis recorridos por Expovinos me mostraron una nueva realidad: la creciente disponibilidad de productos diferenciados o con propósito, en respuesta a la onda de comer saludable y preferir productos respetuosos del entorno natural. Es decir, libres de químicos, pesticidas, herbicidas y fertilizantes, y con capacidad de demostrar que los terrenos donde se cultivan las uvas están completamente limpios.
Los vinos orgánicos con respaldo de certificaciones internacionales son los más numerosos. Destacan bodegas especializadas, como Emiliana Vineyards, de Chile, la cual incluye variedades reconocidas como Cabernet Sauvignon, Carménère, Malbec, Pinot Noir, Merlot, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Viognier y Gewürztraminer.
Y lo hace mediante un consolidado grupo de marcas como Coyam, Amaluna, Adobe, Tais, Novas, Vigno, 57 Rocas y Salvaje. La oferta orgánica argentina la encabeza Domaine Bousquet y sus selecciones prémium de Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay. Domaine Bousquet ha sido calificada como la número uno en su país; le sigue Artesano de Argento.
Entre las españolas certificadas como orgánicas y avaladas por la crítica destaca Cuatro Rayas, ganadora, incluso, de dos medallas de plata en Expovinos.
Definitivamente, el auge orgánico aumenta con el correr de los días y ya cubre un alto espectro de etiquetas provenientes de casi todos los orígenes.
Entre los productores con oferta vegana certificada (sello V-Label) aparece Concha y Toro, con varios vinos de las líneas Terrunyo, Amelia, Marqués de Casa Concha y Casillero del Diablo. Sin embargo, en el segmento vegano la bodega más consagrada y comprometida es la riojana Altanza.
Todos sus vinos, algunos merecedores de premios internacionales, están respaldados por el sello V-Label desde 2018, aunque desde antes la bodega venía clarificando sus productos con minerales y no con compuestos de origen animal.
Recientemente, el crítico estadounidense James Suckling le asignó puntuaciones por encima de umbral de los noventa.
Este despertar ya no tiene marcha atrás.