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Uno de los fenómenos más interesantes en la vitivinicultura contemporánea ocurrió en Italia en 1944, cuando el marqués Mario Incisa della Rocchetta y su esposa, Clarice della Gherardesca, se establecieron en Bolgheri, zona costera de la Toscana, cerca del mar Mediterráneo. Allí Mario pudo finalmente dedicarse a su gran pasión: la cría de caballos de carreras, en medio de extensos cultivos de papa, que, en esa época, eran el pan de cada día en la región.
Mario también decidió elaborar vinos para su consumo personal bajo el sello Sassicaia. Probó con la emblemática tinta Sangiovese, pero encontró que el clima y suelo de Bolgheri no eran aptos para esa uva. Intuyó, en cambio, que la variedad bordelesa Cabernet Sauvignon podría dar mejores resultados, y la plantó con esquejes comprados en el vivero de la famosa casa Château Lafite Rothschild.
En 1968, tras varios ensayos, comprobó que estaba en lo cierto y le envió muestras a otro noble italiano: Piero Antinori, dueño de Tignanello, bodega ubicada tierra adentro, en Florencia, en la mitad de la denominación Chianti Classico. Antinori, cuya familia elabora vinos desde 1385, se declaró maravillado y pronto adicionó a su célebre Chianti porcentajes de Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc. Ese fue el nacimiento del grupo de los supertoscanos, aquellos que utilizan variedades no italianas en sus mezclas. Eso sí, pagaron un alto precio por la osadía: el Consejo Regulador los relegó a la categoría de Vinos de Mesa.
De vuelta en Bolgheri, el trabajo de Incisa de la Rocchetta sirvió de inspiración a Ludovico Antinori, hermano de Piero, quien a mediados de 1980 fundó en el ya reconocido vecindario la bodega Ornellaia, dedicada de lleno a las variedades francesas Cabernet Sauvignon Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot. Ludovico abrió su emprendimiento al viñatero estadounidense Robert Mondavi, quien, tras sufrir serios altibajos económicos, vendió su participación al grupo Frescobaldi, otra célebre y centenaria familia toscana presente en el vino desde hace siete siglos.
Hoy, Sassicaia, Ornellaia, Masetto, Solaia, Tignanello, Guado al Taso, Gaia Ca’Marcanda y otros selectos productores representan el pináculo de los vinos italianos más buscados y costosos del mercado.
De la mano de Patrick LaChapêle, director internacional de Ornellaia, y con el apoyo de la importadora Maestri Milano, fue posible por primera vez en Colombia y Suramérica correr el velo de esta célebre bodega y probar sus más elogiadas etiquetas: Le Volte dell’Ornellaia, Le Serre Nouve dell’Ornellaia, Ornellaia y el sorprendente blanco Poggio alle Gazze della’Ornellaia. Los invitados pudimos apreciar en los tintos esa potencia propia de la Toscana, marcados también por el inconfundible frescor de las brisas costeras de Bolgheri y esa sensación de elegancia y fineza de los vinos memorables. Mario Incisa de la Rocchetta murió en 1983, dejando un legado que seguirá vigente en el porvenir.
* Conéctese con Hugo Sabogal en @entrecopas_momentos (Instagram) y hugosabogaltv (YouTube).