Selección Garzón
Desde principios del 2000, cuando los esposos argentinos Alejandro Bulgheroni y Bettina Guardia pusieron pie en los lomajes de Garzón, Departamento de Maldonado, Uruguay –no lejos de Punta del Este–, quedó sellado para siempre el destino de este encantador paraje del oriente austral.
Alejandro y Bettina sintieron en sus rostros las frescas brisas del cercano Atlántico, ideales para soportar los intensos calores del estío. Entonces decidieron construir allí una residencia veraniega, que pronto abrió paso a la bodega de vinos premium más grande de Uruguay, con 240 hectáreas de viñedos, distribuidos en 1.200 pequeñas parcelas, donde nacen bajas producciones de corte único.
Junto con las brisas, los suelos de balasto también son garantía. para la elaboración de caldos elegantes y de larga vida. Y enseguida, muy cerca de la nueva bodega (de 19.000 metros cuadrados), mandaron plantar olivares y construir una moderna almazara, llamada Colinas de Garzón. Vendrían después un campo de golf categoría PGA, un hotel de lujo, un restaurante dirigido por Francis Mallmann, un club ecuestre y otras lujosas amenidades. Inversión: US$ 85 millones.
Los resultados son evidentes: entre 1.500 aspirantes, Bodega Garzón ha sido seleccionada varias veces como una de las cinco mejores del mundo. En lo local, ya es responsable de la tercera parte de las exportaciones uruguayas, mientras que el aceite de oliva se codea con los más reconocidos de Italia y España.
A partir de 2011, los vinos de Garzón, bajo la dirección del enólogo italiano Antonio Antonini, también han sorprendido a la crítica, que destaca las bondades del entorno y el meticuloso trabajo del equipo enológico. Pero, claro, el principal factor del éxito ha sido la billetera del petrolero Bulgheroni, calculada en US$5.000 millones, para quien su nuevo foco es el vino. Su portafolio de bodegas se reparte en Uruguay, Mendoza, Patagonia, Australia, California, Italia y Francia.
Los vinos de Bodega Garzón comenzaron a llegar a Colombia en mayo de 2020 y ya se han abierto espacio entre aficionados y restaurantes. Claudio D’Auria, gerente continental de Garzón, ofreció una parrillada en Fiero, local especializado en carnes uruguayas, con el fin de mostrar su papel en la mesa.
De la actual oferta en el mercado, se seleccionaron cinco vinos:
Como aperitivo, un Albariño Reserva, frutado, cítrico, fresco y mineral.
Con las carnes, chinchulines, mollejas y chorizos, cuatro tintos:
-Single Vineyard Petit Verdot, potente, armónico, expresivo y mineral;
-Petit Clos Cabernet Franc, refinado, estructurado y aromático;
-Single Vineyard Tannat (cepaje emblemático de Uruguay), jugoso, fresco, envolvente y de cuerpo firme;
-Y en el pináculo del festín, el icónico Balasto, mezcla de Tannat, Cabernet Franc, Merlot y Marselán, que se percibe jugoso, especiado, enérgico, y de gran textura y final de boca. Se elabora en los mejores años. En suma, algo nuevo para explorar.
*Comercializa: Zona K Importados.
Alejandro y Bettina sintieron en sus rostros las frescas brisas del cercano Atlántico, ideales para soportar los intensos calores del estío. Entonces decidieron construir allí una residencia veraniega, que pronto abrió paso a la bodega de vinos premium más grande de Uruguay, con 240 hectáreas de viñedos, distribuidos en 1.200 pequeñas parcelas, donde nacen bajas producciones de corte único.
Junto con las brisas, los suelos de balasto también son garantía. para la elaboración de caldos elegantes y de larga vida. Y enseguida, muy cerca de la nueva bodega (de 19.000 metros cuadrados), mandaron plantar olivares y construir una moderna almazara, llamada Colinas de Garzón. Vendrían después un campo de golf categoría PGA, un hotel de lujo, un restaurante dirigido por Francis Mallmann, un club ecuestre y otras lujosas amenidades. Inversión: US$ 85 millones.
Los resultados son evidentes: entre 1.500 aspirantes, Bodega Garzón ha sido seleccionada varias veces como una de las cinco mejores del mundo. En lo local, ya es responsable de la tercera parte de las exportaciones uruguayas, mientras que el aceite de oliva se codea con los más reconocidos de Italia y España.
A partir de 2011, los vinos de Garzón, bajo la dirección del enólogo italiano Antonio Antonini, también han sorprendido a la crítica, que destaca las bondades del entorno y el meticuloso trabajo del equipo enológico. Pero, claro, el principal factor del éxito ha sido la billetera del petrolero Bulgheroni, calculada en US$5.000 millones, para quien su nuevo foco es el vino. Su portafolio de bodegas se reparte en Uruguay, Mendoza, Patagonia, Australia, California, Italia y Francia.
Los vinos de Bodega Garzón comenzaron a llegar a Colombia en mayo de 2020 y ya se han abierto espacio entre aficionados y restaurantes. Claudio D’Auria, gerente continental de Garzón, ofreció una parrillada en Fiero, local especializado en carnes uruguayas, con el fin de mostrar su papel en la mesa.
De la actual oferta en el mercado, se seleccionaron cinco vinos:
Como aperitivo, un Albariño Reserva, frutado, cítrico, fresco y mineral.
Con las carnes, chinchulines, mollejas y chorizos, cuatro tintos:
-Single Vineyard Petit Verdot, potente, armónico, expresivo y mineral;
-Petit Clos Cabernet Franc, refinado, estructurado y aromático;
-Single Vineyard Tannat (cepaje emblemático de Uruguay), jugoso, fresco, envolvente y de cuerpo firme;
-Y en el pináculo del festín, el icónico Balasto, mezcla de Tannat, Cabernet Franc, Merlot y Marselán, que se percibe jugoso, especiado, enérgico, y de gran textura y final de boca. Se elabora en los mejores años. En suma, algo nuevo para explorar.
*Comercializa: Zona K Importados.