Publicidad

Alma del Desierto: un documental sobre ser mujer Wayú, trans y de la tercera edad

El largometraje colombiano ganó el Queer Lion en el Festival Internacional de Cine de Venecia, un premio que reconoce las mejores películas de temas LGBTIQ+. En entrevista, Mónica Taboada, directora del documental, comparte sobre el largometraje y su triunfo.

Mariana Escobar Bernoske
25 de septiembre de 2024 - 07:00 p. m.
Georgina Epiayu protagonista de Alma del Desierto.
Georgina Epiayu protagonista de Alma del Desierto.
Foto: Cortesía

Filmado en los áridos paisajes de La Guajira, el documental Alma del Desierto relata la historia de Georgina Epiayu, una mujer trans Wayú que, a sus 70 años, inicia una travesía para reconectarse con sus hermanos y obtener lo que ha deseado durante casi medio siglo: una cédula que reconozca quién ella siempre ha sido y le permita, por fin, votar. El documental no solo aborda la lucha personal de Georgina, sino también reflexiona sobre esas intersecciones entre la identidad de género, la cultura y el abandono estatal.

Lea también: Las violentas trampas psicológicas de un amor “Malsano”

Alma del Desierto, dirigida por la cartagenera Mónica Taboada Tapia, fue lanzado a principios de este mes durante la Giornate degli Autori del Festival Internacional de Cine de Venecia, en Italia. Esta fue la única película colombiana seleccionada para la edición 2024 del festival, y Taboada se convirtió en la primera directora colombiana en participar con un largometraje en este certamen cinematográfico. Además, el documental fue ganador del premio Queer Lion, que reconoce películas de temática LGBTQ+.

Mónica Taboada Tapia es cineasta egresada del programa de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia. Se ha desempeñado como directora, guionista, productora y montajista en cine y televisión. Alma del Desierto, su ópera prima, es un documental en coproducción con Brasil y se presenta en Wayuunaiki (lengua madre del pueblo indígena Wayú) y en español. En entrevista con El Espectador, la directora comparte su proceso de investigación para el documental y los retos de abordar temáticas de identidad de género y diversidad sexual desde una perspectiva étnica y territorial.

Podría interesarle: Esto dice la circular de la Supersalud que busca mejorar acceso a la salud de personas trans

¿Cómo surge Alma del Desierto?

En 2016, vi una noticia de un canal regional de aquí del Caribe sobre Georgina y su historia me conmovió muchísimo. Pensé: “yo quisiera hacer una película sobre ella”. Logré contactarla y nos conocimos ese año en agosto. Surgió la oportunidad de hacer una investigación, y en noviembre grabamos por primera vez, pero sin saber que íbamos a hacer un documental, simplemente era un trabajo de investigación. De ahí nació el corto Two Spirit, que se publicó en The New Yorker. La gente me decía que parecía una película terminada, pero en realidad sólo era un teaser. Ahí me di cuenta de que era una historia única que merecía ser contada fiel a su realidad. Así surgió Alma del desierto, que terminamos de grabar en marzo de 2022.

¿Durante el transcurso de la realización del largometraje, cuál considera que fue el reto más grande?

Mi idea al momento de hacer el documental era el viaje de ella a través del desierto y la relación con sus hermanos; esa siempre fue la película que tuve en mi cabeza. Pero la realidad era distinta y tuve que hacer muchas negociaciones entre una visión artística, casi ficcionada, que imaginé, y lo que terminó siendo el documental. Iba a ser más poética, hablar más de un tema de conciliación, aceptación, y sanación de heridas, pero cosas como que, a sus 70 años, nunca le hubieran dado una cédula y que ella no fuera reconocida por el Estado tenían mucha relevancia en la vida de Georgina.

En 2019, fuimos por primera vez con Georgina a la Registraduría para que solicitara su cédula.ensábamos que iba a ser solo una escena, en la que haríamos varias tomas que grabaríamos solo una vez; y que en tres meses le entregarían su documento. Pero no fue así. Pasó un montón de tiempo, vino la pandemia y la cédula no la entregaban. Y, aunque no era el tema central de la película, empezó a tomar una gran relevancia.

Lea: Sindicalista y mujer trans: esta es la historia de Maura Alzate

¿Estas trabas para acceder a su documento de identidad eran por ser una mujer trans?

Sí, hay un tema transversal de transfobia, pero no se puede desconocer la realidad de que hay muchísimas personas de la comunidad Wayú sin cédula, personas que no son reconocidas por el Estado y que supuestamente “no existen”. Había una persona que estaba en el territorio, que trabajaba en la película, y que estaba acompañando a Georgina en todo el trámite ante la Registraduría, y les decían que el problema era que ella era un “hombre” y había pedido la cédula como mujer. No solo le estaban desconociendo el derecho a identificarse como mujer, sino que logramos mostrar que Georgina desde 1975, estuvo pidiendo su cédula; o sea que durante 45 años le estaban negando ese ejercicio de plena identidad.

¿Cree que la historia de Georgina desmiente la idea de que ser una persona trans es algo “nuevo”?

Completamente. Georgina, hasta 2018, no sabía que había otras personas como ella; no sabía que había más personas trans, ni en Colombia ni en el mundo; no tenía ni idea porque vivía apartada y en una esquina de su comunidad. Lo bonito de ella es que nunca negó quién era, y en la película se ve mucho eso: como que ella es confrontada y, de la confrontación, demuestra que es una persona que no responde a ninguna “agenda política”. Ella, a sus 70 años, está completamente clara de quién es y lo afirma todo el tiempo, incluso cuando su vida estaba en peligro.

¿Cree que el documental da otra mirada al tema de ser trans en La Guajira y particularmente dentro de la cosmogonía Wayú?

El tema de la transfobia y del machismo en todas las sociedades del mundo. La sociedad Wayú, igual que la sociedad colombiana, es muy machista, y a las mujeres les toca muy duro, sobre todo cuando se salen de esos roles de género. Pero si Georgina fue capaz de sobrevivir, de resistir y ser la persona amorosa, humana y cariñosa que es, señala lo importante que es visibilizar estas realidades, por más crudas que sean. Yo sí creo que Georgina puede llegar a ser un símbolo de resistencia, de resiliencia y de orgullo para muchas personas en el mundo. De hecho, algo que pasó durante el Festival de Venecia es que sí sentí que la gente, fuera de sus prejuicios, entendió la película per se y se conectó mucho desde un punto de vista emocional y humano.

En video: La canción feminista que te pondrá a pensar ¿qué tengo que sanar?

Con eso que comenta del punto de vista humano, ¿considera que el que la realización durara seis años, ayudó a construir narrativamente una historia “inspiradora” sin caer en romantizar las condiciones precarias en las que se encuentra Georgina?

Sí, son dos cosas totalmente importantes: encontrar el equilibrio entre lo respetuoso y no idealizar o romantizar. Hubo mucho ensayo y error, y también hubo momentos en que tuve que renunciar a muchas cosas y soltar el ego. Es darte cuenta de que la vida de otras personas es más importante que la tuya, porque hay muchas más personas involucradas. La comunidad Wayú nos respaldó, nos protegió y sin ese acompañamiento de la comunidad, no hubiera sido posible. Y por eso, la esencia de Alma del Desierto es que es una historia fiel a la realidad.

¿Qué significa para usted que Alma del Desierto ganara el Queer Lion en Venecia?

Esa rebeldía de Georgina, la historia de ella, es algo histórico también, no solo por cómo el documental lo narra sino por ese logro en Venecia. Es la primera vez que un documental tan puro gana el Queer Lion, y además competía con obras de Hollywood y de directores que yo admiro. Sabía que, entre manos, tenemos una historia que es real, son personas que están vivas y que han afrontado las cosas que se cuentan ahí. Entonces, yo creo que el jurado entendió el mensaje y la describió como una “poderosa mirada que trasciende el género del documental a las complejas cuestiones de identidad de género, ciudadanía y derechos”. Sentí que logramos mostrar La Guajira como nunca antes se ha visto; es un territorio que se ha mostrado más como locación, pero nunca tan desde adentro y creo que eso hizo la diferencia.

Mariana Escobar Bernoske

Por Mariana Escobar Bernoske

Comunicadora social con énfasis en periodismo y producción sonora/radiofónica. Ha participado en investigaciones sobre Derechos Humanos desde una perspectiva feminista y de género. Tiene estudios en el Centro Latinoamericano de Derechos Humanos y la Universidad de Strathclyde.mescobarb@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Martha(69929)Hace 8 horas
Anuncien el estreno con tiempo porfa!!
HF(32718)25 de septiembre de 2024 - 08:29 p. m.
Felicitaciones, es una gran historia, ojalá la podamos ver pronto en las salas de cine colombianas.
Pathos(78770)25 de septiembre de 2024 - 07:41 p. m.
Mil felicitaciones!!Es una distincion meresidsima que además de la persona protagonista también visibiliza la belleza,encanto,magia y misterio de una región tan importante como la Guajira.Siempre he pensado q la Guajira ofrece una realidad diferente q debería adecuarse para q pueda ser visitada,respetando su encanto.Por ejemplo para el transporte humano debería incorporarse el animal propio del desierto,en este caso al camello q deberia importarse con debidas recomendaciones de un técnico arabe.
Pathos(78770)25 de septiembre de 2024 - 07:41 p. m.
Mil felicitaciones!!Es una distincion meresidsima que además de la persona protagonista también visibiliza la belleza,encanto,magia y misterio de una región tan importante como la Guajira.Siempre he pensado q la Guajira ofrece una realidad diferente q debería adecuarse para q pueda ser visitada,respetando su encanto.Por ejemplo para el transporte humano debería incorporarse el animal propio del desierto,en este caso al camello q deberia importarse con debidas recomendaciones de un técnico arabe.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar