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La semana pasada, Alelí Gael Chaparro se convirtió oficialmente en la primera persona reconocida como abogade en Colombia. Aunque graduarse como profesional es en sí su logro más importante, confiesa que el que su título universitario reconozca su identidad de género es un triunfo tanto personal como un avance en la inclusión de la población LGBTIQ+. (Por primera vez en Colombia, se otorga el título profesional de “abogade”)
“Conferimos a le precitade alumne el carácter y título de abogade con todos los derechos, honores y preeminencias propios de los maestros de nuestro claustro”, se lee en el diploma entregado por la Universidad del Rosario. Si bien este no es el primer título de pregrado no binario de Colombia, pues en 2021 Johnajohn Campo se graduó como maestre en Artes Plásticas de Bellas Artes Institución Universitaria del Valle, sí es el primero expedido tras el reconocimiento legal de este género en el país. (“Sueño con que una persona trans gane un Nobel”: Ángel, un niño trans)
La duda de si era posible tener un título profesional neutro surgió a finales del 2019 cuando le quedaban pocos requisitos académicos para culminar sus estudios. “Todo empezó porque yo no quería que mi grado apareciera con mi nombre muerto (el nombre anterior, el de nacimiento)”, comenta Chaparro. Pero en ese momento la respuesta que obtuvo de la universidad fue que, por ley, sólo podían expedir los diplomas con el nombre y género que tuvieran los documentos de identidad.
Fue a una notaría, pero se negaron a hacer el cambio y decidió iniciar un proceso legal. Sin embargo, atravesado por la pandemia del covid-19, tuvo que esperar. A finales de 2021, presentó una tutela pidiendo el reconocimiento legal de su identidad de género como persona no binaria. Gracias a la histórica sentencia de la Corte Constitucional en el caso de Dani García, que permitió la modificación del componente “sexo” por una categoría neutra o indeterminada, representada con “NB”, el año pasado Chaparro logró obtener su cédula. (La travesti que logró la cédula no binaria en Colombia | La Disidencia)
Cuando volvió a preguntar sobre el trámite para el grado, la respuesta de la universidad había cambiado. Flora Rodríguez, mujer trans, coordinadora del Centro Rosarista de Diversidad, Equidad e Inclusión, y Luz Ángela Díaz, directora de la Dirección de Permanencia y Éxito Estudiantil, venían trabajando junto al colectivo institucional LGBTIQ+ “El Mariposario” para lograr expedir títulos neutros y este caso fue la oportunidad para hacerlo.
“En general, para todas las universidades, las resoluciones que autorizan el título que pueden conceder sólo contempla el masculino, en este caso abogado. Pero, por ejemplo, por años, nadie ha puesto problema por el título de abogada, porque obviamente no tiene sentido que usted ponga abogado para una mujer o una persona que utilice pronombres femeninos”, asegura Chaparro. (Jesús Ociel Baena Saucedo, primer magistrade no binarie de Latinoamérica)
Así, la Universidad del Rosario mandó un informativo al Ministerio de Educación en el que explicó que en la institución no sólo había estudiantes que se identifican como personas no binarias, sino que están legalmente reconocidas por el Estado como tal y, por tanto, reconocerían su identidad de género en los diplomas. “Las instituciones de educación superior tienen una tarea fundamental como espacio para la construcción y transformación de la sociedad entre ellas el reconocimiento de la identidad de género y garantizarlo en todos los espacios de la vida cotidiana lo que muchas personas dan por sentado”, dice Flora Rodríguez.
Para muchas personas, los años universitarios significan una etapa para explorar y entender su sexualidad e identidad de género. Por ejemplo, Chaparro conoció la etiqueta “no binario” cuando tenía 20 años y ya era estudiante de derecho, gracias a una tutora de debate que le acercó a temas de género y feminismo. De hecho, hoy la población universitaria está conformada mayoritariamente por jóvenes de la generación Z, quienes, según el estudio “Generation z and gender: beyond binaries” del grupo wunderman thompson, cada vez se identifican menos dentro de las categorías binarias de género.
Ante la noticia del título de abogade, los comentarios negativos sobre el uso del lenguaje inclusivo y de pronombres neutros como “elle” no demoraron. Sin embargo, ante esto, Chaparro responde que independiente a lo que diga el diploma, va a ejercer como cualquier profesional en derecho. Asimismo, destaca que su uso es importante para que otras personas no binarias o con identidades de género diversas sepan que sí pueden ser reconocidas en todos sus documentos formales.
Es más, hasta la Real Academia Española (RAE) comentó sobre el uso del título abogade por medio de su cuenta de Twitter. Así la organización dijo que “la terminación en ‘-e´ (…) es un recurso facticio (artificial) promovido en ciertos ámbitos para referirse a quienes no se identifican con ninguno de los géneros del par binario, pero su uso no está generalizado ni asentado”. (El debate que podría darle licencia de maternidad a hombres trans)
El uso de pronombres neutros es un asunto completamente personal y por ello la experiencia de cada persona trans o no binaria es única. Chaparro explica que, en principio, elle no tiene problema con usar cualquier pronombre, sea femenino, masculino o neutro. “Si estoy con amigues en un contexto social o, incluso, cuando voy a una tienda, no tengo problema en que me llamen él, no me molesta, entiendo que me veo masculino y la gente lo asume. Pero, en temas formales como el grado, la cédula o el trato con los funcionarios públicos, sí exijo que el trato sea con mis pronombres identitarios correctos, le y elle”, agrega.
Aunque indiscutiblemente el tener un apoyo institucional facilitó este tipo de procesos y en los últimos años la Universidad del Rosario ha mostrado una voluntad por la inclusión diversa, como con los baños neutros, desde “El Mariposario” aseguran que no pueden dejar de ser críticos con las acciones de las directivas. Muestra de ello es la polémica que hubo tras el discurso de posesión del Decano de la Facultad de Economía, quien afirmó que un buen discurso “debe ser como la falda de una mujer: suficientemente largo para cubrir el tema, pero suficientemente corto para ser interesante”. El académico se disculpó después.