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“Brasil es el país donde más asesinan a personas trans”: activista Bruna Benevides

La presidenta de la organización más antigua en la lucha por los derechos de las personas trans en Brasil alerta sobre las violencias que sufre esa población, los avances de los discursos de la extrema derecha y la falta de acciones por parte del gobierno del presidente Lula.

Pilar Cuartas Rodríguez
25 de junio de 2024 - 04:49 p. m.
Bruna Benevides es parte de la Marina en Brasil y activista por los derechos de las personas trans.
Bruna Benevides es parte de la Marina en Brasil y activista por los derechos de las personas trans.
Foto: Archivo Particular

Bruna Benevides es una de las activistas trans más reconocidas en Brasil. Su lucha ha sido pública y le ha servido de referente a cientos de mujeres que como ella se han enfrentado a la discriminación. Una lucha que comenzó en el seno de su propia familia que la violentó y que luego se trasladó a las Fuerzas Armadas de su país, donde la han intentado expulsar de la Marina por ser una mujer trans, pese a que se enlistó desde que tenía 17 años y desde entonces ya tiene casi tres décadas de servicio.

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Ella es hoy una persona activa en las filas militares de Brasil, pero paradójicamente no puede ir a trabajar, porque la batalla jurídica que inició hace años para no ser retirada por su identidad de género aún no ha terminado. Está en una pausa de la vida en la Armada, que hoy extraña. Mientras tanto, sus días están copados de activismo para que otras no tengan que atravesar lo que ella ha enfrentado. Hoy es la presidenta de la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (Antra), la organización más antigua en la defensa de los derechos de las personas trans en ese país y es la responsable del informe y monitoreo sobre las violencias contra las personas trans brasileras.

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La activista visita por estos días Asunción, Paraguay, donde se lleva a cabo la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de forma paralela el Foro Interamericano contra la Discriminación, de la organización Raza e Igualdad. Desde allí le ha hecho un llamado a la comunidad internacional a involucrarse en la defensa de la vida y los derechos de las personas trans y afirma que esta lucha no se opone a la de las mujeres, la protección de la infancia, la defensa de las familias, ni a las luchas antirracistas y anticapitalistas. Por el contrario, “la lucha trans es parte de un esfuerzo mayor que abarca a poblaciones históricamente marginadas por la acción u omisión del Estado. Estamos aquí, de manera fraterna, para construir caminos poderosos y acogedores, donde todas las personas puedan vivir libres y felices”.

En entrevista con El Espectador, Benevides también alerta sobre la violencia contra la población trans y los avances de la extrema derecha contra los derechos humanos.

Usted hizo parte de la Armada de Brasil e hizo su transición de género estando en la institución. ¿Cómo describiría esa experiencia?

Yo creo que las Fuerzas Armadas son un reflejo de la sociedad. Hoy en nuestra sociedad, el país, la región y el mundo ha avanzado un pensamiento conservador con una agenda antigénero y antiderechos de las personas trans. Las Fuerzas Armadas no son diferentes, son tal vez la principal institución gubernamental que mantiene la hegemonía de la masculinidad tóxica, que enaltece el lugar del hombre masculino. Entonces, ser una persona trans que rompe con esto es muy difícil, porque las Fuerzas Armadas (yo soy de la Marina) no tienen ningún programa sobre diversidad sexual, se niegan a reconocer que la diversidad existe en nuestra sociedad.

Yo entré en el año 1997 y, desde entonces, hay muchos desafíos porque hay mucha desinformación. Acabamos de pasar por el gobierno de Bolsonaro, que incentivaba intentos golpistas antidemocráticos en Brasil haciendo un uso equivocado de las Fuerzas Armadas contra la democracia. Ser una mujer trans dentro de este ambiente es un desafío porque las personas trans en cierta forma pasaron también a ser enemigas. Bolsonaro y la agenda de la extrema derecha tienen convertidas a las personas trans en enemigas. Las Fuerzas Armadas fueron usadas para enflaquecer la democracia y para cazar a las propias travestis y transexuales, en aquel periodo en el que el militarismo era el gobierno de Brasil.

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Las personas trans que quieren entrar a la carrera militar o que están ahora en el clóset tienen el potencial de transformarla y ayudar a nuestra democracia, sobre todo contra los esfuerzos antidemocráticos.

¿Por qué se retiró de la carrera militar?

Yo asumí mi identidad públicamente cuando ya tenía 17 años de servicio militar, como en 2014. Esto no quiere decir que no tenía conciencia antes de que era una mujer trans, siempre estuvo presente en mi vida. Pero, como no era posible ser una mujer trans dentro de la Armada, este era el único espacio en el que yo no era. Cuando por fin decido decir y reivindicar mi lugar como mujer dentro de la Armada, se torna un problema para la Marina, yo no soy un problema, la Marina me convirtió en un problema e intentó sacarme de la fuerza. Pero la justicia brasileña no lo permitió. Entonces, yo nunca salí de la Marina, aunque hubo intentos.

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Es importante decir que antes de mí, hubo personas trans que fueron expulsadas de la Armada. Hay un caso incluso de 1999, esa persona aún está esperando que la justicia decida su proceso. En mi caso hubo conmoción porque fue la primera vez que la justicia dijo a las Fuerzas Armadas que no podía retirar más a las personas trans de sus trabajos. Es el primer precedente contra la exclusión de las personas trans de las Fuerzas Armadas. Pero mi proceso aún está andando. Yo sigo activa en la Armada, pero la Marina interpuso un recurso que interrumpe el proceso y estoy esperando que se resuelva, para poder volver a trabajar. Hay algunas lagunas jurídicas que la Marina usa para decir que no tiene prejuicios, pero que no quiere que yo continúe trabajando.

¿Extraña estar en la Armada?

Sí, muchísimo. Yo entré en la Marina a los 17 años, vivía en una familia que me discriminaba, que no entendía mi identidad, me rechazaba. En aquel momento yo tenía dos posibilidades: seguir el mismo camino que mis amigas, que era la prostitución, viajar a Europa y vivir plenamiente mi identidad; o continuar en la Marina. La decisión que tomé, por más difícil, fue la más acertada. Salir de un ambiente familiar muy complejo me llevó a otra ciudad, a Río de Janeiro, donde tuve la posibilidad de tener una vida doble. Para todas las cosas y espacios que quería yo era Bruna, excepto en mi trabajo en la Marina, hasta que tuve la fuerza suficiente para dar mi grito de libertad.

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Es frecuente escuchar historias de discriminación contra personas LGBTIQ+ en los cuerpos militares de América Latina. ¿Por qué es tan difícil que estos espacios reconozcan la diversidad sexual?

La Marina es la institución más masculina para mantener al patriarcado, con una estructura bélica para imponer sus deseos. Las Fuerzas Armadas tienen la idea de que nuestra capacidad está en nuestra identidad, entonces los hombres hacen tareas que las mujeres “no pueden” hacer. Un cambio sólo será posible cuando exista igualdad entre hombres y mujeres. Por ejemplo, yo soy especialista en armas, esta especialidad no tiene mujeres. Y estamos hablando de instituciones de guerra, cualquier persona debería saber manejar las armas. Las mujeres están relegadas a las tareas administrativas.

Brasil es el país donde más asesinan personas trans en el mundo, según la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (Antra). ¿Cómo es hoy la situación para las personas trans en Brasil?

Brasil es una gran paradoja. Hoy tenemos muchas conquistas importantes para las personas trans. Un informe de ILGA (La Asociación Internacional de personas LGBTI) ubica a Brasil como uno de los diez países más avanzados en garantías de derechos de la población LGBTIQ+, pero tiene que ver con el trabajo de ANTRA, que existe hace 31 años. En 2004, se dio la primera campaña gubernamental por los derechos de las personas trans y se instauró un Día de la Visibilidad Trans. Así que tenemos un movimiento trans fuerte en Brasil.

La contradicción es que tenemos un lado progresista, pero por otro lado tenemos una agenda antilgbtiq+, contraria a nuestros derechos. Somos una sociedad polarizada, en Brasil siempre han existido los extremos, pero el bolsonarismo volvió eso mucho más fuerte. Representó un quiebre para las personas LGBTIQ+ porque él abrió la posibilidad de que las personas creyeran que tenían el derecho a odiar y discriminar a las personas lgbtiq+. Y esa fue una política del gobierno, legitimó la violencia como agenda política de la extrema derecha. Hasta el punto en que hoy en el gobierno Lula, que tiene una secretaria nacional lgbtiq+, han empeorado las violencias contra las personas trans, como consecuencia del bolsonarismo. En 2023, 145 personas trans fueron asesinadas, un aumento de más del 10%, mientras que para la población en general disminuyó 4%. El Estado brasilero no produce datos de asesinatos de personas trans, los datos que tenemos son de la sociedad civil.

¿Qué medidas podrían garantizar que un Estado como el de Brasil proteja la vida de las personas trans?

La extrema derecha manda hoy en Brasil. Tenemos el gobierno de Lula, que es reconocido internacionalmente, pero la cámara legislativa federal está tomada por bolsonaristas. El gobierno Lula tiene muchísimo trabajo para aprobar cualquier política y especialmente posicionar una agenda pro derechos humanos. Creo que no es posible enfrentar eso en este momento. Lo digo con mucho pesar. Creo en el cambio, pero ahora el bolsonarismo es muy fuerte, tiene los mayores empresarios, reservas de dinero, instituciones religiosas, iglesias con dinero, el poder legislativo. Hoy no se aprueba ninguna ley para derechos humanos en Brasil.

Hoy en Brasil, existen más de 300 proyectos de ley que pretenden institucionalizar la transfobia. Y hay más de 70 leyes vigentes que prohíben el acceso a espacios públicos, baños y que criminalizan nuestras existencias, a pesar de que Brasil es signatario de tratados internacionales que protegen el derecho a la autodeterminación y a nuestra identidad de género.

Se debe reconocer que existe una violencia direccionada. Se necesitan acciones específicas. Necesitamos inversión, una política estructurada para identificar, prevenir, responsabilizar y reparar a las víctimas y sus familiares y acciones de no repetición. Pero hoy no se puede hablar de personas trans en el gobierno, porque los fundamentalistas religiosos se vienen contra Lula y dicen que está implementando la ideología de género. Estamos preocupadas porque hay un avance de la violencia y la agenda antiderechos, pero el gobierno no ha dado una respuesta contra eso.

¿Y cuáles son los avances? ¿Qué se ha logrado en los últimos años para las personas LGBTIQ+ en Brasil?

Tenemos una secretaria nacional lgbtiq, pero es una sola en toda la estructura del gobierno. En todos los ministerios debería haber una secretaría LGBTIQ+, no solo en la oficina de derechos humanos. Tenemos ya conquistas como el matrimonio, la adopción, la donación de sangre, el cambio de nombre. Pero ninguna de esas son políticas públicas, no se dieron por acciones de gobierno, todas vinieron por reconocimiento del Supremo Tribunal Federal frente a la omisión del Estado. Toda la conquista de nuestra comunidad es por vía judicial.

La Antra hizo un informe sobre el acceso al cambio de nombre. Solamente el 34% de las personas trans consiguieron cambiar su nombre, 65% no, por cuenta de barreras como el costo económico, el exceso de burocracia, la transfobia de los funcionarios. Considero que solo es posible parar el avance del neofascismo, autoritarismo y los antiderechos de la extrema derecha cuando los países tengan una política fortalecida con grandes inversiones en derechos humanos para mujeres, personas lgbtiq, negras e indígenas y otros grupos minorizados. Esta es una agenda por la justicia y, si el Estado brasilero o cualquier estado no la promueve, no importa tener la octava economía del mundo, porque estoy muriendo por quien soy.

Se acerca el día mundial del orgullo lgbtiq. ¿Planea salir a marchar?

Sí, no solo para hablar de amor, sino de revolución, indignación y revuelta. El conservadurismo nos impone miedo, pero este día fortalecemos nuestra lucha con muchísima indignación para decir “basta de violencia” y “Lula tú necesitas salir del armario y decir públicamente que las personas lgbtiq son importantes”.

Un libro que volvería a leer muchas veces.

Por um Feminismo Afro-latino-Americano (1988) de Lélia Gonzales y Transfeminismo (de Letícia Carolina).

Una canción que le levante el ánimo.

Express yourself de Madonna.

Si no hubiese sido militar ni activista, ¿a qué se dedicaría hoy?

De niña tenía el sueño de ser cirujana plástica o dentista.

*Esta entrevista fue posible gracias a la invitación de la organización Raza e Igualdad a su Foro Interamericano contra la Discriminación, llevado a cabo en Paraguay, en el marco de la Asamblea General de la OEA.

Pilar Cuartas Rodríguez

Por Pilar Cuartas Rodríguez

Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com

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