La primera familia afro trans en tener una hija biológica en Colombia
El año pasado, Mar Celeste se convirtió en la primera niña afro que nació de un embarazo trans en el país. En estos diez meses, Valerie y Theo, sus padres, se han propuesto criarla lejos del estigma para que se sienta orgullosa de sus raíces negras y trans. Esta es su historia.
Mariana Escobar Bernoske
El día que Valerie y Theo se enteraron de que esperaban un bebé sintieron emoción y mucho miedo. Llevaban más de seis meses intentando quedar en embarazo, pero nunca obtenían un resultado positivo, por eso habían tomado la decisión de desistir del sueño. Theo entró a su primer semestre en la universidad y Valerie continuó con su trabajo y estudios en educación popular. A los dos meses, hubo un retraso menstrual y el presentimiento de Theo fue real: estaba embarazado. Valerie y Theo son personas con experiencia de vida trans, es decir, su identidad de género no corresponde con el sexo que se les asignó al nacer.
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El 30 de diciembre de 2022 nació en Cali Mar Celeste. Ese día, Valerie y Theo se convirtieron en la primera pareja afro trans con una hija biológica en Colombia. Aunque a primera vista pareciera que son un pareja heterosexual como cualquier otra, sus experiencias de vida como personas afro y trans traen consigo una carga adicional a los retos de ser mamá y papá. Hoy su prioridad es velar por Celeste y, aunque no ha sido fácil, tienen claro que no quieren que ella sea vista como “el caso raro”.
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Los procesos de gestación para la población trans aún son un tabú. Por una parte, las terapias de reemplazo hormonal, ya sea testosterona o estrógenos, pueden afectar la fertilidad a largo plazo. Y, por el otro lado, la división de los servicios de salud sexual y reproductiva por sexo aumentan las barreras de acceso y llevan también a que la mayoría no reciba un asesoramiento. Como denuncian desde la Liga de Salud Trans, a muchos hombres trans les ofrecen la histerectomía bilateral, es decir, retirar completamente útero y ovarios, recibiendo algunas veces comentarios prejuiciosos de que “si quieren ser hombres, ya no los necesitan”.
Theo y Valerie hoy recuerdan entre risas la primera vez que fueron a una cita de la EPS, tenían siete semanas de gestación e iban preparados para discutir cualquier traba. “Las de la recepción se pasaban la cédula de él de un lado al otro y, como en ese momento no se notaba (el embarazo), ellas no estaban seguras de qué hacer”, comparte Valerie. Les dijeron que debían confirmar si realmente estaba embarazado, pero gracias al asesoramiento de la doctora de medicina familiar de la Universidad del Valle, institución en la que estudian, llevaban una prueba particular de sangre que lo probaba.
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Con derechos de petición en mano y una enfermera, que al final se convirtió en su amiga, lograron navegar el embarazo y los controles prenatales sin “tantos problemas”. Cuando salían a la calle, la estrategia para evitar agresiones era “aparentar que estaba gordito y no que era un hombre embarazado”, afirma Theo. Para la pareja, lo más bonito de los meses de gestación fue tener una red de apoyo y sus momentos favoritos fueron las ecografías. Según Valerie, cuando escuchó el corazón de su hija se dio cuenta que sería una mamá intensa, en el buen sentido de la palabra, pues quería estar siempre para ella.
Al momento del nacimiento, tuvieron que programar una cesárea de urgencias, ya que Theo no dilataba lo suficiente y habían intentado durante varias horas inducir el parto sin resultado. Sufrió violencia obstétrica y por momentos no reconocieron su identidad de género. Valerie tuvo que pelear una semana más para obtener un registro que estableciera que el padre fue quien dio a luz y que ella era la madre biológica. “Estábamos tan metidos en nuestra alegría que en un punto ya ni le paramos bolas. Pero pues sí, fue un proceso violento”, añaden.
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El embarazo lo pudieron vivir de una manera más privada, pero en el transcurso de los últimos diez meses han aprendido a equilibrar la maternidad y paternidad con su activismo trans. Como dice Theo, ser una familia abiertamente trans, afro y visible en Cali no es fácil. La capital del Valle del Cauca es considerada la ciudad más violenta de Colombia según el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Icesi. Además, cifras de Caribe Afirmativo dan cuenta de que el departamento es el que más registra casos de violencia contra la población LGBTIQ+. “Uno pensaría que con la niña disminuirían los comentarios y agresiones, pero no. Nunca voy a olvidar el día que un señor me gritó ‘por eso se merecen que los maten’ en un supermercado, porque no quise hacerle caso a una señora sobre cómo debía alzar a mi hija”, comparte Valerie.
Maternar y paternar como personas con experiencia de vida trans resignifica el sentido mismo de estas palabras. La experiencia de un hombre cisgénero al ser papá no es la misma que la de un hombre trans que decide gestar y, en la otra esquina, hacer visible que ser mamá no está determinado por un parto es un reto. Como explica Mariángeles Castro Sánchez, directora del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral en Argentina, “no se trata solo de cuidar y entablar lazos afectivos profundos, sino de reflexionar acerca de nuestros roles, complicidades y privilegios lejos de estereotipos de género”.
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Aunque en el país existen otros casos de personas trans que decidieron tener hijos biológicos, todavía hay mucha desinformación sobre cómo brindarles una atención oportuna y respetuosa a estas familias. Valerie dice que cada salida con su hija viene incluida con una “clase magistral de género” para quienes tienen preguntas sobre el tema, pero también ha aprendido a ignorar comentarios para cuidar su salud mental. Asimismo, reconocen que tener el apoyo de otras personas trans ha sido fundamental para no sentirse solos en el proceso.
A Mar Celeste le gusta ocupar toda la cama, robar del plato de comida de su mamá y papá y que la lleven a la piscina; eso sí, no disfruta para nada que la bañen. Tiene los mismos crespos que Valerie y cada vez que habla Theo se queda viéndolo como si nada más importara. A su corta edad ya ha hecho presencia en varios encuentros de mujeres afro y LGBTIQ+ a nivel nacional, en los que ha mostrado por qué es importante una sociedad en la que las infancias negras y diversas puedan ser libremente.
Pero, sobre todas las cosas, estando cerca de cumplir su primer año de vida, la felicidad que Mar Celeste le trae a esta pareja les ha ayudado a sanar heridas de sus infancias y vidas adultas como personas trans. Aunque todavía tienen muchas dudas sobre la crianza e incertidumbres frente al futuro que le espera a su hija, saben que educarla desde el amor y el respeto a la diferencia es la clave. Con el paso de los años, llegarán más retos, pero hoy Theo y Valerie tienen la certeza que están forjando un espacio seguro para su hija en esta familia orgullosamente trans.
El día que Valerie y Theo se enteraron de que esperaban un bebé sintieron emoción y mucho miedo. Llevaban más de seis meses intentando quedar en embarazo, pero nunca obtenían un resultado positivo, por eso habían tomado la decisión de desistir del sueño. Theo entró a su primer semestre en la universidad y Valerie continuó con su trabajo y estudios en educación popular. A los dos meses, hubo un retraso menstrual y el presentimiento de Theo fue real: estaba embarazado. Valerie y Theo son personas con experiencia de vida trans, es decir, su identidad de género no corresponde con el sexo que se les asignó al nacer.
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El 30 de diciembre de 2022 nació en Cali Mar Celeste. Ese día, Valerie y Theo se convirtieron en la primera pareja afro trans con una hija biológica en Colombia. Aunque a primera vista pareciera que son un pareja heterosexual como cualquier otra, sus experiencias de vida como personas afro y trans traen consigo una carga adicional a los retos de ser mamá y papá. Hoy su prioridad es velar por Celeste y, aunque no ha sido fácil, tienen claro que no quieren que ella sea vista como “el caso raro”.
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Los procesos de gestación para la población trans aún son un tabú. Por una parte, las terapias de reemplazo hormonal, ya sea testosterona o estrógenos, pueden afectar la fertilidad a largo plazo. Y, por el otro lado, la división de los servicios de salud sexual y reproductiva por sexo aumentan las barreras de acceso y llevan también a que la mayoría no reciba un asesoramiento. Como denuncian desde la Liga de Salud Trans, a muchos hombres trans les ofrecen la histerectomía bilateral, es decir, retirar completamente útero y ovarios, recibiendo algunas veces comentarios prejuiciosos de que “si quieren ser hombres, ya no los necesitan”.
Theo y Valerie hoy recuerdan entre risas la primera vez que fueron a una cita de la EPS, tenían siete semanas de gestación e iban preparados para discutir cualquier traba. “Las de la recepción se pasaban la cédula de él de un lado al otro y, como en ese momento no se notaba (el embarazo), ellas no estaban seguras de qué hacer”, comparte Valerie. Les dijeron que debían confirmar si realmente estaba embarazado, pero gracias al asesoramiento de la doctora de medicina familiar de la Universidad del Valle, institución en la que estudian, llevaban una prueba particular de sangre que lo probaba.
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Con derechos de petición en mano y una enfermera, que al final se convirtió en su amiga, lograron navegar el embarazo y los controles prenatales sin “tantos problemas”. Cuando salían a la calle, la estrategia para evitar agresiones era “aparentar que estaba gordito y no que era un hombre embarazado”, afirma Theo. Para la pareja, lo más bonito de los meses de gestación fue tener una red de apoyo y sus momentos favoritos fueron las ecografías. Según Valerie, cuando escuchó el corazón de su hija se dio cuenta que sería una mamá intensa, en el buen sentido de la palabra, pues quería estar siempre para ella.
Al momento del nacimiento, tuvieron que programar una cesárea de urgencias, ya que Theo no dilataba lo suficiente y habían intentado durante varias horas inducir el parto sin resultado. Sufrió violencia obstétrica y por momentos no reconocieron su identidad de género. Valerie tuvo que pelear una semana más para obtener un registro que estableciera que el padre fue quien dio a luz y que ella era la madre biológica. “Estábamos tan metidos en nuestra alegría que en un punto ya ni le paramos bolas. Pero pues sí, fue un proceso violento”, añaden.
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El embarazo lo pudieron vivir de una manera más privada, pero en el transcurso de los últimos diez meses han aprendido a equilibrar la maternidad y paternidad con su activismo trans. Como dice Theo, ser una familia abiertamente trans, afro y visible en Cali no es fácil. La capital del Valle del Cauca es considerada la ciudad más violenta de Colombia según el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Icesi. Además, cifras de Caribe Afirmativo dan cuenta de que el departamento es el que más registra casos de violencia contra la población LGBTIQ+. “Uno pensaría que con la niña disminuirían los comentarios y agresiones, pero no. Nunca voy a olvidar el día que un señor me gritó ‘por eso se merecen que los maten’ en un supermercado, porque no quise hacerle caso a una señora sobre cómo debía alzar a mi hija”, comparte Valerie.
Maternar y paternar como personas con experiencia de vida trans resignifica el sentido mismo de estas palabras. La experiencia de un hombre cisgénero al ser papá no es la misma que la de un hombre trans que decide gestar y, en la otra esquina, hacer visible que ser mamá no está determinado por un parto es un reto. Como explica Mariángeles Castro Sánchez, directora del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral en Argentina, “no se trata solo de cuidar y entablar lazos afectivos profundos, sino de reflexionar acerca de nuestros roles, complicidades y privilegios lejos de estereotipos de género”.
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Aunque en el país existen otros casos de personas trans que decidieron tener hijos biológicos, todavía hay mucha desinformación sobre cómo brindarles una atención oportuna y respetuosa a estas familias. Valerie dice que cada salida con su hija viene incluida con una “clase magistral de género” para quienes tienen preguntas sobre el tema, pero también ha aprendido a ignorar comentarios para cuidar su salud mental. Asimismo, reconocen que tener el apoyo de otras personas trans ha sido fundamental para no sentirse solos en el proceso.
A Mar Celeste le gusta ocupar toda la cama, robar del plato de comida de su mamá y papá y que la lleven a la piscina; eso sí, no disfruta para nada que la bañen. Tiene los mismos crespos que Valerie y cada vez que habla Theo se queda viéndolo como si nada más importara. A su corta edad ya ha hecho presencia en varios encuentros de mujeres afro y LGBTIQ+ a nivel nacional, en los que ha mostrado por qué es importante una sociedad en la que las infancias negras y diversas puedan ser libremente.
Pero, sobre todas las cosas, estando cerca de cumplir su primer año de vida, la felicidad que Mar Celeste le trae a esta pareja les ha ayudado a sanar heridas de sus infancias y vidas adultas como personas trans. Aunque todavía tienen muchas dudas sobre la crianza e incertidumbres frente al futuro que le espera a su hija, saben que educarla desde el amor y el respeto a la diferencia es la clave. Con el paso de los años, llegarán más retos, pero hoy Theo y Valerie tienen la certeza que están forjando un espacio seguro para su hija en esta familia orgullosamente trans.