La travesti que logró la primera cédula no binaria en Colombia
Dani García Pulgarín no se identifica como hombre ni como mujer, y no se sentía representada con el sexo consignado en su cédula. A través de una acción de tutela consiguió que se le ordenara a la Registraduría incorporar una nueva casilla para personas no binarias.
Pilar Cuartas Rodríguez
En 2022, Dani García Pulgarín cambió la historia de los documentos de identidad en Colombia, después de que por casi 30 años establecieran una casilla de “sexo” con solo dos opciones: masculino o femenino. Ella se identifica como una persona travesti no binaria, y quería que su cédula lo reflejara, que se incorporara una casilla más. El pasado 4 de febrero lo logró y, a través de una sentencia histórica, la Corte Constitucional ordenó a la Registraduría incluir la opción “no binario”, para que quienes se identifiquen con el género neutro tengan esa posibilidad. (En video: la travesti que logró la cédula no binaria en Colombia)
Dani se graduó como politóloga, aunque a veces le dan ganas de estudiar derecho. Su lucha personal terminó cambiando el sistema de identificación colombiano y sumó al país a una selecta lista de países progresistas que han reconocido legalmente que las personas no binarias existen y que tienen derecho a que sus documentos de identidad reflejen quiénes son. Colombia hoy está en el mismo listado junto con Alemania, Estados Unidos, Argentina, Australia, Canadá, Dinamarca, Malta, Pakistán e Islandia. (Dani García Pulgarín: una travesti histórica en Colombia)
Aunque al nacer la asignaron con el género masculino, Dani nunca se identificó como tal y sufrió distintas violencias por cuenta de una sociedad que se rehusó a reconocer su “disidencia”. Los médicos la obligaron a tomar hormonas para demostrar que no era un macho, las empresas se negaron a contratarla, varios hombres la intentaron violar en la calle y los policías se burlaron de ella. “No discutía si tenía pene o vagina, quería que no se me violentara, que no se me excluyera”, dice ella.
El asunto que planteó Dani ante la Corte no es mero capricho, es una cuestión de derechos humanos. Así lo dijo el alto tribunal, que reconoció que obligar a Dani a clasificarse en su cédula con lo masculino o lo femenino, únicamente, equivalía a no reconocerle su personalidad jurídica y su identidad, y que hasta ese momento el país se había quedado sin mecanismos registrales para integrar las identidades no binarias al sistema de identificación ciudadana. (Otra vez quieren impedir que exista educación sexual en los colegios de Colombia)
Además de reconocerse como no binaria, Dani también se identifica con la categoría travesti, que tradicionalmente se había definido para aquellos hombres que ocasionalmente se vestían de mujeres, pero que en países como Argentina han cobrado otro significado político: el derecho a autodefinirse más allá de las categorías de hombre y mujer. “Hago una reivindicación a la categoría travesti, como una posibilidad de nombrarme por fuera de la norma. En Latinoamérica no nombramos a las personas travestis y hay una necesidad de reapropiarse del término. Que se acabe esa idea de que hay hombres vestidos de mujer y le demos otro significado, esta es la resistencia, la alternativa al sistema binario”, aseguró Dani a El Espectador. (¡Qué peligro ser LGBTIQ+ en el Mundial de Catar 2022!)
Ahora el reto está en hacer realidad la sentencia de su caso y llevar el papel a la realidad. Hace unas semanas el Grupo de acción y apoyo a personas con experiencia de vida trans (GAAT) y el Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) le pidieron al Gobierno de Colombia acatar las órdenes que dio la Corte Constitucional en el expediente de Dani García, que van más allá de su situación particular. La Registraduría sigue sin incluir el marcador de género no binario en todos los registros del país y el Congreso tampoco ha regulado los derechos de las personas no binarias. Esto ha provocado que las notarías y registradurías les nieguen los cambios a las personas que los solicitan. El derecho está, pero no se cumple. (“¿Al clóset? ni pa’ coger impulso”: Carolina Giraldo, congresista bisexual)
La sentencia de Dani, sin embargo, sigue siendo un hito. Después de hacer historia en Colombia, de graduarse como magíster en educación y derechos humanos, y de recibir su cédula con la casilla de sexo “no binario”, la travesti viajó al extranjero para seguir haciendo de la academia un refugio más incluyente. Aunque sabe que lo que logró es revolucionario, se toma el crédito con calma y más bien desea que ella y otras travestis puedan vivir sin miedo.
En 2022, Dani García Pulgarín cambió la historia de los documentos de identidad en Colombia, después de que por casi 30 años establecieran una casilla de “sexo” con solo dos opciones: masculino o femenino. Ella se identifica como una persona travesti no binaria, y quería que su cédula lo reflejara, que se incorporara una casilla más. El pasado 4 de febrero lo logró y, a través de una sentencia histórica, la Corte Constitucional ordenó a la Registraduría incluir la opción “no binario”, para que quienes se identifiquen con el género neutro tengan esa posibilidad. (En video: la travesti que logró la cédula no binaria en Colombia)
Dani se graduó como politóloga, aunque a veces le dan ganas de estudiar derecho. Su lucha personal terminó cambiando el sistema de identificación colombiano y sumó al país a una selecta lista de países progresistas que han reconocido legalmente que las personas no binarias existen y que tienen derecho a que sus documentos de identidad reflejen quiénes son. Colombia hoy está en el mismo listado junto con Alemania, Estados Unidos, Argentina, Australia, Canadá, Dinamarca, Malta, Pakistán e Islandia. (Dani García Pulgarín: una travesti histórica en Colombia)
Aunque al nacer la asignaron con el género masculino, Dani nunca se identificó como tal y sufrió distintas violencias por cuenta de una sociedad que se rehusó a reconocer su “disidencia”. Los médicos la obligaron a tomar hormonas para demostrar que no era un macho, las empresas se negaron a contratarla, varios hombres la intentaron violar en la calle y los policías se burlaron de ella. “No discutía si tenía pene o vagina, quería que no se me violentara, que no se me excluyera”, dice ella.
El asunto que planteó Dani ante la Corte no es mero capricho, es una cuestión de derechos humanos. Así lo dijo el alto tribunal, que reconoció que obligar a Dani a clasificarse en su cédula con lo masculino o lo femenino, únicamente, equivalía a no reconocerle su personalidad jurídica y su identidad, y que hasta ese momento el país se había quedado sin mecanismos registrales para integrar las identidades no binarias al sistema de identificación ciudadana. (Otra vez quieren impedir que exista educación sexual en los colegios de Colombia)
Además de reconocerse como no binaria, Dani también se identifica con la categoría travesti, que tradicionalmente se había definido para aquellos hombres que ocasionalmente se vestían de mujeres, pero que en países como Argentina han cobrado otro significado político: el derecho a autodefinirse más allá de las categorías de hombre y mujer. “Hago una reivindicación a la categoría travesti, como una posibilidad de nombrarme por fuera de la norma. En Latinoamérica no nombramos a las personas travestis y hay una necesidad de reapropiarse del término. Que se acabe esa idea de que hay hombres vestidos de mujer y le demos otro significado, esta es la resistencia, la alternativa al sistema binario”, aseguró Dani a El Espectador. (¡Qué peligro ser LGBTIQ+ en el Mundial de Catar 2022!)
Ahora el reto está en hacer realidad la sentencia de su caso y llevar el papel a la realidad. Hace unas semanas el Grupo de acción y apoyo a personas con experiencia de vida trans (GAAT) y el Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) le pidieron al Gobierno de Colombia acatar las órdenes que dio la Corte Constitucional en el expediente de Dani García, que van más allá de su situación particular. La Registraduría sigue sin incluir el marcador de género no binario en todos los registros del país y el Congreso tampoco ha regulado los derechos de las personas no binarias. Esto ha provocado que las notarías y registradurías les nieguen los cambios a las personas que los solicitan. El derecho está, pero no se cumple. (“¿Al clóset? ni pa’ coger impulso”: Carolina Giraldo, congresista bisexual)
La sentencia de Dani, sin embargo, sigue siendo un hito. Después de hacer historia en Colombia, de graduarse como magíster en educación y derechos humanos, y de recibir su cédula con la casilla de sexo “no binario”, la travesti viajó al extranjero para seguir haciendo de la academia un refugio más incluyente. Aunque sabe que lo que logró es revolucionario, se toma el crédito con calma y más bien desea que ella y otras travestis puedan vivir sin miedo.