Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cuando Iván Danilo Donato inició su tránsito de género pasaba la mayor parte del día en la Universidad del Rosario. Llegó un punto en el que ya no podía entrar al baño de hombres ni al de mujeres, pues de ambos lo sacaban. A veces eran los vigilantes o las aseadoras, pero la mayoría de las veces eran los mismos estudiantes que con su mirada lo excluían del espacio porque no entendían bien quién era. (Hombres trans y personas no binaries en los proyectos de ley sobre menstruación)
Al no sentirse seguro en ninguno de esos baños, tuvo que empezar a desplazarse fuera de la universidad a un restaurante que tenía un baño mixto. Ante esto, decidió pasar la propuesta de un baño neutro, junto con el grupo LGBTIQ+ de la universidad, a distintas instancias: consejos estudiantiles, colegiaturas e incluso la decanatura del medio universitario. Pero la respuesta siempre fue la misma: “Este no es el momento ni el lugar”. (En video: Las teorías conspirativas de una terf: respuesta a Carolina Sanín)
Por otro lado, en la Universidad Industrial de Santander (UIS) para Diego Suárez, cuya identidad de género es no binarie (no se identifica como hombre ni como mujer), ir al baño resultaba una experiencia muy dolorosa y frustrante. Elle tenía que entrar a un baño de hombres, aun cuando no se sintiera tranquile, porque sabía que en el de mujeres su presencia iba a generar inseguridad en las mujeres que estuvieran ahí.
¿Cómo iban ellas a saber que es una persona diversa, una persona no binarie que no se siente identificada con los baños convencionales? No, para ellas, el hecho de que su apariencia fuera masculina se traducía en un temor, en la sensación de poder ser agredidas. Pero Diego no quería que sintieran eso, solo quería poder ir al baño en paz. Esa división de los baños entre hombres y mujeres, aunque está normalizada, se traducía en no tener un espacio seguro para una necesidad fisiológica.
Con la pandemia y las clases virtuales, los problemas que implicaban al ir al baño, para las personas trans y no binarie, desaparecieron. Pero el retorno a la presencialidad significó volver a hacer visible la necesidad de los baños neutros. De hecho, hoy la población universitaria está conformada mayoritariamente por jóvenes de la Generación Z, quienes según el estudio “Generation Z and Gender: Beyond Binaries” del grupo Wunderman Thompson, cada vez se identifican menos dentro de las categorías binarias de género. (¿Por qué “Yo marcho trans”?)
Sin embargo, para que las directivas de las universidades del Rosario y la UIS aceptaran la implementación de baños neutros fue necesario un activismo por parte de estudiantes y colectivos en otros temas de diversidad y género. Por ejemplo, Delta, estudiante de psicología del Rosario, puso un derecho de petición para que su identidad no binarie sea respetada al momento de recibir el diploma de grado. Tras esta acción, la universidad fue más abierta al tema de los baños.
“Justamente el hecho de que no hubo una negativa tuvo que ver con que la acción que interpuse fue una acción jurídica y se dieron cuenta que estábamos hablando muy en serio”, comenta Delta. Por su parte, Iván Danilo, quien también acompañó el proceso, cuenta que el trabajo en conjunto permitió que las directivas “se dieran cuenta que había personas trans y no binaries dentro de la universidad, que se estaba convirtiendo en algo mucho más grande y que teníamos la intención de mostrarnos públicamente con todo nuestro derecho y sin miedo”.
En el caso de la UIS, es el círculo de mujeres y diversidades sexuales Minervas, de la escuela de filosofía, quienes han liderado acciones como la implementación obligatoria de problemáticas de género en los programas de cátedra. Tener un baño diverso fue resultado de una conciliación entre estudiantes y directivas tras “semanas de asamblea estudiantil en que llevábamos avisos de profesores y directivos señalados por acoso”, dice Luisa Ibáñez, estudiante de sexto semestre.
La implementación de los baños inclusivos o de género neutro en las universidades del país ha sido un tema controversial desde que en 2016 la Universidad del Externado instauró baños mixtos. Si bien todas las personas están de acuerdo en que los baños son una necesidad básica, no todas consideran apropiado agregar baños sin género. Pero, en realidad, son de gran importancia para estudiantes cuyas identidades y expresiones de género son diversas. (Ser una persona sorda y LGTBIQ+)
“Son un espacio para sensibilizarse y también reconocer al otro, a ese otro que es diverso y que no es igual a mí. No es buscar una aceptación, sino un reconocimiento”, afirma Laura Ordóñez, del círculo Minervas. Si bien llevan nomenclaturas distintas, tanto el baño para todas las personas de la Universidad del Rosario como el baño diverso de la UIS están diseñados con la intención de que cualquiera pueda utilizarlos, sin importar su identidad de género o sexo. Su objetivo principal es ser un lugar seguro en el que la apariencia no sea motivo de rechazo o incluso agresión física.
Max Bernal, estudiante de artes liberales en el Rosario, hace énfasis en que “la universidad tomó muy en serio que, más allá de un baño neutro, era un baño para todas las personas. Hablamos de tener que quitar la idea de que eran baños solamente para gente trans o para un solo género”. Por esto, una de las medidas que se tomó fue quitar los orinales ya que solo representan un tipo de masculinidad.
Por su parte, al señalar el baño diverso de la UIS se tomó la decisión de “usar la bandera LGBTIQ+ porque lo que se pretende hacer es reivindicar a las personas de la comunidad, más no busca excluir otro tipo de diversidades como personas racializadas o con discapacidades”, explica Diego. Asimismo, es un espacio en el que los espejos se eliminan porque se busca borrar “una competitividad entre corporalidades”, agrega Luisa.
La implementación de estos baños no significa que aquellos divididos para hombres y mujeres dejen de existir, sin embargo, sí han generado reacciones negativas en ambas universidades. Si bien es a raíz de esas incomodidades que se hace visible la necesidad de estrategias para prevenir discriminaciones, también muestra la posibilidad de espacios para el diálogo. Tanto Delta como Diego cuentan que para elles lo más gratificante ha sido cuando personas ajenas a los proyectos se acercan para entender el por qué. (¿Qué es ser queer? | La Disidencia)
Según el informe “Quedar afuera” de Human Rights Watch, “prohibir que estudiantes transgénero accedan a instalaciones que son seguras, cómodas y reafirmen el género es discriminatorio, y esta discriminación provoca un daño real”. Además, hace énfasis en que no existen evidencias de que permitir que estudiantes trans o no binaries elijan los baños con los que se sientan mejor o que coincidan con su identidad de género suponga un riesgo para otros estudiantes.
Todas las personas entrevistadas creen que aún hay muchos pendientes para garantizar el bienestar de estudiantes con orientaciones e identidades de género diversas. Sin embargo, concuerdan en que, aunque los baños neutros parecen algo pequeño, son muy importantes porque le dice a más jóvenes LGBTIQ+ que es posible ir a estudiar sin tener que verse obligades a salir del campus o sentir que están incomodando por entrar a un baño.