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Feministas, maricas, tamboreras y caribeñas. Así se describen las integrantes de Las Raras del Folclor, la apuesta artística de la corporación LBT Raras No Tan Raras una colectiva de mujeres lesbianas, bisexuales y trans. Desde la música folclórica del caribe colombiano, reivindican sus experiencias de vida como mujeres diversas y celebran su juntanza dentro del movimiento por la diversidad sexual y de género, el cual ha sido, tradicionalmente, un espacio dominado por hombres gais.
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“Siempre hemos sido muy sonoras”, dice Mayré Rivero, presidenta de la corporación y coordinadora del grupo folclórico. Ella cuenta que la colectiva nació de un proyecto de radio comunitaria y desde hace cinco años su activismo se ha centrado en la participación política de las mujeres diversas y su visibilización en el territorio. Desde una postura transfeminista, y priorizando el cuidado de la salud mental, quieren ser un espacio seguro para todas. Además, fueron en el caribe la primera organización pensada específicamente como LBT.
Antes de dar el salto al folclor como artivismo (mezcla entre arte y activismo), en un principio Las Raras tenían la idea de hacer una batucada. Pero, tras un ejercicio de introspección, se dieron cuenta de que, si la región tenía sus propios instrumentos vernáculos, no tenía sentido que utilizaran otros. “Es un trabajo no solo desde nuestras identidades maricas, sino desde nuestras identidades caribeñas. No desde el estereotipo del costeño escandaloso, sino desde el reconocimiento de la bulla como un elemento transgresor”, afirma Mayré, quien se identifica como lesbiana.
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Cuando iniciaron Las Raras del Folclor en 2019, sólo dos de las integrantes sabían tocar las tamboras. Su debut público fue en la Marcha del Orgullo de Barranquilla ese año y era la primera vez que un grupo de solo mujeres se presentaba. Hoy, tienen un álbum con seis canciones originales y sus letras cruzan fronteras. En noviembre del año pasado fueron invitadas a Lima, Perú, para participar en el Encuentro Internacional de Mujeres y Disidencias en el Tambor “Tamboras Libertarias”.
Para Kelly Torres De Alba, coordinadora de comunicaciones y representante legal de Raras No Tan Raras, uno de los aspectos más importantes de su apuesta folclórica es que es interdisciplinaria. “La música, las imágenes, los dibujos y el pararnos a bailar con nuestras faldas, que son muy maricas, traslada todo un sentir. Por eso, nosotras no sacamos un CD, sino un kit y cada canción va acompañada de una ilustración que surgió de sentarnos a conversar sobre ¿cómo trasladar lo que suena a lo visual?”, añade Kelly.
La imagen de una virgen, que realmente es una vulva, acompañada de papayas y guacamayas con plumas que aluden a las banderas del orgullo lésbico, trans y bisexual, son algunos de los elementos que componen la portada del disco. No es solo transgresor y disruptivo desde lo simbólico, sino necesario. Ellas están reclamando un lugar dentro de la música folclórica del caribe, que es muy tradicionalista y heteronormativa. Una escena en la que las mujeres tienen un rol muy específico y tocar los instrumentos no es uno.
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“La reiteración y mantenimiento de discursos tradicionales con una carga desigual de género hacen que la participación de las mujeres esté mediada por construcciones sociales y no musicales”, explica Alejandra Quintana, magíster en estudios de género e historia de la música. Para dar un ejemplo, solo hasta el 2008 se permitió el acceso de las mujeres a encuentros como los festivales de Gaitas y Tamboras de los municipios de Ovejas, Sucre, y San Jacinto, Bolívar, que son los más emblemáticos. Algo que resulta irónico para Quintana, pues “en esta música el instrumento más importante es la gaita hembra y su representación de lo femenino”.
Y hablando de gaitas, una de las canciones del disco usa este instrumento para hablar sobre la bisexualidad. Es una analogía sobre el amor por medio del disfrute de poder tocar la gaita hembra y la gaita macho. Asimismo, la canción es un homenaje para Tatiana González, una mujer trans pionera del activismo en Barranquilla y el Atlántico; una de las primeras en creer que la juntanza de mujeres LBT era posible. Esta canción es la favorita de Kelly.
Por su parte, Mayré dice que su canción favorita es “Rosa y Margarita”, que está compuesta a partir de una mezcla de Son de Negro, Mapalé y Currulao. Esta canción cuenta la historia de dos mujeres lesbianas en los Montes de María, una región históricamente golpeada por el conflicto y la violencia en el país, que son desplazadas por los actores armados y que al final consiguen una “libertad”. Para Las Raras, su letra es también una manera en la que denuncian la complicidad social y los prejuicios que han tenido los actores armados en el marco de la guerra contra las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas.
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Y es que dentro del folclor del caribe las mujeres han aprovechado estos ritmos para apropiarse de su narrativa. Quintana también explica que “tradicionalmente las cantaoras hablan de la resistencia de mujeres que han sido desplazadas y han vivido violencia”. Si bien, el canto ha sido el lugar en el que históricamente las mujeres han tenido el protagonismo en el folclor, la historiadora considera que las nuevas generaciones de mujeres le están apostando a ser visibles también desde la composición e interpretación instrumental.
Las Raras del Folclor reivindican su esencia desde las tamboras y disfrutan haber encontrado en la música otro camino para ejercer su activismo e incidencia política. En estos años, se han rodeado de mujeres como Orito cantora y Jenn del tambó, para “apretar”, es decir, fortalecer, su proceso folclórico y crear música diversa pero fiel a sus raíces. Cada año se toman las calles y este no será la excepción. Por eso, estas mujeres orgullosamente lesbianas, bisexuales y trans resisten desde una bulla que le dice a todo el mundo que “vivir la rareza no está mal”.