Más allá del género: Manu Mojito y la revolución del arte queer en Colombia
En entrevista con El Espectador, Manu Mojito, artista no binarie referente del arte queer colombiano, comparte sobre la evolución que ha tenido el concepto de la identidad de género en su obra y proyectos culturales.
Mariana Escobar Bernoske
Para Manu Mojito (elle), artista plástico queer, su nombre empezó siendo un alter ego y, con el tiempo, se convirtió en quién es. Su identidad como persona no binaria es intrínseca a su experiencia artística. A través de vídeos, fotografías y performances, Manu explora la idea del cuerpo, el género y la sexualidad, y cómo estos determinan su forma de habitar el mundo.
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Desde hace casi dos décadas, elle ha apostado por llevar la escena artística de la población LGBTIQ+ fuera de espacios de nicho y hacia escenarios más “hegemónicos”, como el Museo Nacional y la Biblioteca Nacional. Además, el activismo y el trabajo comunitario le han permitido manifestar su descontento con las normas sociales y la imposición de binarios, lo que le ha llevado a afirmar que el arte queer es un espacio de lucha por la diversidad.
Así, su trayectoria se ha caracterizado por desafiar el statu quo y visibilizar la resiliencia de las personas con identidades de género diversas, particularmente las memorias de la población trans del país. También ha desarrollado proyectos de gestión cultural, como el festival El Trepe, que fomenta la participación de comunidades drag, queer y no binarias en espacios artísticos de la capital.
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¿Cómo nace Manu Mojito?
Surge en la universidad cuando empecé a trabajar con la idea del cuerpo, el género y la sexualidad en la construcción personal y fue lo que me llevó justamente a identificarme como una persona no binaria. Al principio, Manu Mojito era como una diva del arte, un personaje un poco burlesco y muy irónico sobre las cuestiones de la sociedad en general y, a raíz de esta identidad, empecé a explorar mucho más sobre los temas LGBTIQ+ y acercarme un poquito a eso del arte cuir.
Y con eso que comenta, ¿cómo define lo queer o cuir en su “traducción” al español?
Yo es que es una definición bien extensa. Si bien es una idea de identificarse o salirse de lo binario, yo creo que en la actualidad tiene una mirada mucho más amplia. No creo que se trate solamente de la identidad sexual o de género, sino es más la idea de deconstruirse de los estereotipos y de esa idea única hegemónica sobre las cosas y el ser.
Entonces, en la actualidad, yo vivo esa “vida cuir” a partir de todos los días cuestionarme un poquito sobre esa binariedad y esos lugares donde nos han enseñado siempre que existimos las personas LGBTIQ+. Eso me lleva justamente cada vez a ampliar más el espectro y a tener diferentes reflexiones sobre mi habitabilidad en el mundo y cómo me relaciono con las demás personas.
¿Siente que enunciarse desde el arte queer también implica cuestionar en sí el quehacer artístico?
Yo creo que sí. Es una pregunta que siempre hago, ¿por qué el arte es cuir? o más bien ¿qué hace que un arte sea cuir? Siento que la respuesta está creo está en esa idea de la deconstrucción y cuestionar la norma, pero yo le sumaría que cuando hablamos de arte cuir es enfocarlo hacia las experiencias personales. Para que el arte sea cuir debe mostrar la experiencia de vida de una persona queer, de alguien que esté viviendo esa realidad disidente porque justamente es desde allí es donde el arte pues nos va a suscitar preguntas sobre mi identidad, sobre cómo estoy expresando mi género o mi sexualidad.
Dentro de la población LGBTIQ+ muchas personas rechazan el uso del “queer” precisamente por su origen anglo y prefieren otras expresiones reivindicativas como el “marica” y “travesti”. ¿Cree que puede haber un conflicto entre identidad, concepto y contexto local?
Hay muchas maneras de inscribirse dentro de la palabra queer. Está la del inglés, que es con “Q”, la que uso yo de “cuir” pero también recientemente hay un uso de “kuir”. Esta última habla más bien de unas realidades de personas sexo-género disidentes “sudacas”, personas que experimentan varios lugares de discriminación donde no solamente es a partir del género, sino también por su posición social o raza. Entonces sí creo que esas variaciones de lo queer hablan de interseccionalidades que se vivencian, resisten y hasta performan.
Con eso que menciona de la performatividad, ¿cómo surge el Festival El Trepe?
Nace a partir de muchas cosas. Primero, de buscar un lugar digno para las personas que hacen drag, puedan hacer su labor. Muchas veces los únicos lugares donde las drags pueden presentarse - que si bien cada vez son más amplios - son los bares, a medianoche y en medio de gente tomada. El drag requiere una inversión grande y la idea era tener un lugar que visibilice y dignifique este arte. Asimismo, era autogestionar un espacio en el que esa realidad del drag, de la transformación, y la exageración sea no solo una fiesta sino un terreno para el espectáculo.
¿Cómo define esa idea o concepto de “trepe”?
El trepe de alguna manera está hablando en sí mismo del acto de treparse (es un término de la comunidad Queer que define el proceso de caracterización y transformación para un personaje Drag), es la acción de buscar esa identidad a partir de la exageración. Si bien es verdad que es una práctica que de pronto en algún momento exagera rasgos femeninos/masculinos, pero yo creo que ese trepe lo que permite es sacar a la luz esa identidad que en el día a día no puedes vivir. Muestra otra cara de ti, es como ese desborde de identidad exagerado y ahí surge un espacio seguro para ser.
¿En algún momento pensó que el arte queer en Colombia iba a ocupar espacios “mainstream” o ganar la popularidad que hoy posee?
No. Realmente hubo un momento que pensé “tirar la toalla” porque no le veía mucha cabeza o que iba hacia algún lado. En 2019 me fui del país porque dije “ya no doy más, llevo muchos años en esta disidencia”. Pero fue para mi una gran sorpresa, y por lo que regresé, que estaban apareciendo espacios mucho más abiertos a la población general no solo como algo de nicho LGBTIQ+. Por eso es importante mencionar que El Trepe es coproducido con Melissa M Arias, a ella le suma esta mirada no queer al proyecto. Entonces yo creo que ya se toma en serio este tema pero se podría dar mucha más importancia de la que hoy tiene.
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Finalmente, ¿si pudiera darle un consejo a Manu Mojito del pasado, antes de presentarse públicamente como persona cuir no binaria, cuál sería?
Es muy de cajón, pero lo digo muy en serio. “No te de miedo ser quién eres”. Yo creo que ese es el conflicto más grande que uno tiene, pero cuando te das cuenta de que no importa el qué dirán porque la felicidad llega al tiempo de abrazar quién se es, es un cambio del que no hay vuelta atrás.
Para Manu Mojito (elle), artista plástico queer, su nombre empezó siendo un alter ego y, con el tiempo, se convirtió en quién es. Su identidad como persona no binaria es intrínseca a su experiencia artística. A través de vídeos, fotografías y performances, Manu explora la idea del cuerpo, el género y la sexualidad, y cómo estos determinan su forma de habitar el mundo.
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Desde hace casi dos décadas, elle ha apostado por llevar la escena artística de la población LGBTIQ+ fuera de espacios de nicho y hacia escenarios más “hegemónicos”, como el Museo Nacional y la Biblioteca Nacional. Además, el activismo y el trabajo comunitario le han permitido manifestar su descontento con las normas sociales y la imposición de binarios, lo que le ha llevado a afirmar que el arte queer es un espacio de lucha por la diversidad.
Así, su trayectoria se ha caracterizado por desafiar el statu quo y visibilizar la resiliencia de las personas con identidades de género diversas, particularmente las memorias de la población trans del país. También ha desarrollado proyectos de gestión cultural, como el festival El Trepe, que fomenta la participación de comunidades drag, queer y no binarias en espacios artísticos de la capital.
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¿Cómo nace Manu Mojito?
Surge en la universidad cuando empecé a trabajar con la idea del cuerpo, el género y la sexualidad en la construcción personal y fue lo que me llevó justamente a identificarme como una persona no binaria. Al principio, Manu Mojito era como una diva del arte, un personaje un poco burlesco y muy irónico sobre las cuestiones de la sociedad en general y, a raíz de esta identidad, empecé a explorar mucho más sobre los temas LGBTIQ+ y acercarme un poquito a eso del arte cuir.
Y con eso que comenta, ¿cómo define lo queer o cuir en su “traducción” al español?
Yo es que es una definición bien extensa. Si bien es una idea de identificarse o salirse de lo binario, yo creo que en la actualidad tiene una mirada mucho más amplia. No creo que se trate solamente de la identidad sexual o de género, sino es más la idea de deconstruirse de los estereotipos y de esa idea única hegemónica sobre las cosas y el ser.
Entonces, en la actualidad, yo vivo esa “vida cuir” a partir de todos los días cuestionarme un poquito sobre esa binariedad y esos lugares donde nos han enseñado siempre que existimos las personas LGBTIQ+. Eso me lleva justamente cada vez a ampliar más el espectro y a tener diferentes reflexiones sobre mi habitabilidad en el mundo y cómo me relaciono con las demás personas.
¿Siente que enunciarse desde el arte queer también implica cuestionar en sí el quehacer artístico?
Yo creo que sí. Es una pregunta que siempre hago, ¿por qué el arte es cuir? o más bien ¿qué hace que un arte sea cuir? Siento que la respuesta está creo está en esa idea de la deconstrucción y cuestionar la norma, pero yo le sumaría que cuando hablamos de arte cuir es enfocarlo hacia las experiencias personales. Para que el arte sea cuir debe mostrar la experiencia de vida de una persona queer, de alguien que esté viviendo esa realidad disidente porque justamente es desde allí es donde el arte pues nos va a suscitar preguntas sobre mi identidad, sobre cómo estoy expresando mi género o mi sexualidad.
Dentro de la población LGBTIQ+ muchas personas rechazan el uso del “queer” precisamente por su origen anglo y prefieren otras expresiones reivindicativas como el “marica” y “travesti”. ¿Cree que puede haber un conflicto entre identidad, concepto y contexto local?
Hay muchas maneras de inscribirse dentro de la palabra queer. Está la del inglés, que es con “Q”, la que uso yo de “cuir” pero también recientemente hay un uso de “kuir”. Esta última habla más bien de unas realidades de personas sexo-género disidentes “sudacas”, personas que experimentan varios lugares de discriminación donde no solamente es a partir del género, sino también por su posición social o raza. Entonces sí creo que esas variaciones de lo queer hablan de interseccionalidades que se vivencian, resisten y hasta performan.
Con eso que menciona de la performatividad, ¿cómo surge el Festival El Trepe?
Nace a partir de muchas cosas. Primero, de buscar un lugar digno para las personas que hacen drag, puedan hacer su labor. Muchas veces los únicos lugares donde las drags pueden presentarse - que si bien cada vez son más amplios - son los bares, a medianoche y en medio de gente tomada. El drag requiere una inversión grande y la idea era tener un lugar que visibilice y dignifique este arte. Asimismo, era autogestionar un espacio en el que esa realidad del drag, de la transformación, y la exageración sea no solo una fiesta sino un terreno para el espectáculo.
¿Cómo define esa idea o concepto de “trepe”?
El trepe de alguna manera está hablando en sí mismo del acto de treparse (es un término de la comunidad Queer que define el proceso de caracterización y transformación para un personaje Drag), es la acción de buscar esa identidad a partir de la exageración. Si bien es verdad que es una práctica que de pronto en algún momento exagera rasgos femeninos/masculinos, pero yo creo que ese trepe lo que permite es sacar a la luz esa identidad que en el día a día no puedes vivir. Muestra otra cara de ti, es como ese desborde de identidad exagerado y ahí surge un espacio seguro para ser.
¿En algún momento pensó que el arte queer en Colombia iba a ocupar espacios “mainstream” o ganar la popularidad que hoy posee?
No. Realmente hubo un momento que pensé “tirar la toalla” porque no le veía mucha cabeza o que iba hacia algún lado. En 2019 me fui del país porque dije “ya no doy más, llevo muchos años en esta disidencia”. Pero fue para mi una gran sorpresa, y por lo que regresé, que estaban apareciendo espacios mucho más abiertos a la población general no solo como algo de nicho LGBTIQ+. Por eso es importante mencionar que El Trepe es coproducido con Melissa M Arias, a ella le suma esta mirada no queer al proyecto. Entonces yo creo que ya se toma en serio este tema pero se podría dar mucha más importancia de la que hoy tiene.
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Finalmente, ¿si pudiera darle un consejo a Manu Mojito del pasado, antes de presentarse públicamente como persona cuir no binaria, cuál sería?
Es muy de cajón, pero lo digo muy en serio. “No te de miedo ser quién eres”. Yo creo que ese es el conflicto más grande que uno tiene, pero cuando te das cuenta de que no importa el qué dirán porque la felicidad llega al tiempo de abrazar quién se es, es un cambio del que no hay vuelta atrás.