“No se puede ser abogado y transfóbico”: primera inspectora trans del Mintrabajo
La abogada manizaleña Alissa Altaria se ha propuesto abrir diálogos para que la ciudadanía y empresas comprendan la importancia del enfoque de género. Ella trabaja por mostrar que no existe una sola manera de ser trans y que cumplir cuotas no es ser realmente incluyente.
Mariana Escobar Bernoske
Alissa Altaria es metalera, gamer, activista, magíster en derecho y la primera mujer trans en ser parte del Ministerio del Trabajo. Se desempeña como inspectora laboral y de seguridad social y es una de las 50 mujeres que conforman el Grupo Élite de Inspección Laboral para la equidad de género. El tiempo que lleva en la entidad lo describe como una experiencia enriquecedora, pero que, sin dudas, aún hay un camino por delante para poder garantizar la inclusión laboral de las personas con experiencia de vida trans.
En video: Alissa Altaria, la primera inspectora laboral trans del Mintrabajo
Colombia es uno de los países de la región más avanzados en el reconocimiento de derechos de poblaciones diversas en materia de inclusión laboral. Sin embargo, en la práctica, las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas aún enfrentan importantes desafíos para su acceso y permanencia en el mercado de trabajo en igualdad de condiciones, especialmente la población trans.
Datos de la Cámara de la Diversidad y el Centro Nacional de Consultoría revelan que el desempleo LGBTIQ+ es cuatro puntos porcentuales mayor que el resto de la población. Las personas trans son las más afectadas, solo cuatro de cada 100 cuentan con un contrato laboral. Las razones de esta cifra se explican, por una parte, porque es una población que ha estado segregada históricamente de los espacios educativos, pero también porque las empresas no suelen considerar a quienes sí cumplen con la formación y perfiles por prejuicios y desconocimiento.
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Como comparte la inspectora, una de las excusas más frecuentes que suelen dar las organizaciones sobre por qué no contratan personas con experiencia de vida trans está relacionada con el nombre jurídico y los documentos de identidad. Muchas personas creen que, si no se realiza la actualización de los componentes “nombre” y “sexo” de la cédula, no pueden contratar a personas trans, pero esto no es cierto. Es más, el nombramiento de Alissa en el Ministerio es la prueba.
“Yo no he cambiado la cédula, ni me la quiero cambiar; tengo una postura política frente a eso. Pero, como ha dicho la Corte Constitucional en varias ocasiones, el nombre identitario tiene plenos efectos jurídicos. Entonces hemos venido trabajando con ese precedente de que, con base en mi nombramiento, el resto de entidades y empresas puedan cambiar ‘el chip legalista’ y vean que sí es posible. Es un asunto de respeto”, enfatiza la abogada oriunda de Manizales.
El tema del nombre identitario para la población trans es fundamental, pues responde a la construcción de quiénes son y cómo quieren que las demás personas las traten. Cuando le preguntan a Alissa sobre la historia de su nombre, ella cuenta que salió primero del clóset como mujer trans y luego supo cómo se llamaría. El Alissa viene de la vocalista de su banda de metal favorita, “Archenemy”, y Altaria de “House of Altaria”, una fundación y casa de artistas drag manizaleñas de la cual forma parte.
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Pero también vale la pena señalar que Altaria es un Pokémon, un personaje de la famosa franquicia japonesa. De hecho, una de las primeras cosas que la gente suele ver en el escritorio de Alissa es una bandera del orgullo LGBTIQ+ y, al lado, este personaje. Es un Pokémon que no tiene género y en el mundo del videojuego, la describen como etéreo y fluido, que baila y revolotea, y que cuando canta llama la atención de sus oyentes. Y de cierto modo, así es Alissa, no solo en lo personal como activista, sino también en lo profesional como abogada.
Sobre su trayectoria en el mundo del derecho, ella hace énfasis en que ha tenido que luchar para que sus colegas comprendan que “no se puede ser abogado y transfóbico al mismo tiempo, es una contradicción en los propios términos”. Para ella, odiar a una persona trans y defender al mismo tiempo una Constitución, que dice que su existencia también es una existencia válida, es inadmisible. Por eso, afirma que su trabajo no se termina en las puertas del Ministerio y que el respeto que las personas tienen hacia ella no debe ser porque es funcionaria pública, sino porque es humana.
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Dentro de sus funciones en el Ministerio está la atención a la ciudadanía para brindarles asesorías en materia laboral y, si así requiere el caso, generarles una cita de conciliación con su empleador. Aunque asegura que en un principio tenía miedo y estaba precavida respecto a interactuar con las personas, dice que se ha dado cuenta de que la gente está muy abierta a escucharla.
Para ella, el derecho laboral brinda la oportunidad de ayudar a la “parte débil” y que, ser una persona trans, que a su vez representa a la institucionalidad, le ha permitido aprender sobre cómo poder reconciliar ese tipo de relaciones de poder que históricamente han estado quebradas. “¿Cómo se pueden reconciliar? Pues justamente con trabajo, porque el trabajo dignifica”, afirma Alissa.
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Esa ha sido su función en el Grupo de Género, vigilar y capacitar a las empresas para que sepan cómo proteger los derechos y reducir las brechas laborales que viven las mujeres y las personas LGBTIQ+. Aun así, hace énfasis en que muchas personas creen que para cerrar esa brecha lo único que deben hacer es cumplir cuotas, pero eso no es ser verdaderamente incluyentes. La cuota sirve para efectos estadísticos o tributarios, incluso para que las empresas reciban ciertos beneficios, no para garantizar los derechos de las personas.
“Algo que trato de explicar a todas las empresas es que las personas trans tenemos unas necesidades, derechos y unas vulneraciones específicas que no tienen otras personas de los sectores LGBTIQ+. Una vez sentada con la junta directiva de una empresa, donde son tres hombres y tres mujeres, les dije ‘conmigo somos siete personas y yo podría estar frente seis personas homosexuales y no lo sabría’. La identidad de género es visible, la orientación sexual no”, comparte la funcionaria a este diario.
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Tras casi un año de gestión, Alissa Altaria dice que logró conectar su activismo con las funciones y responsabilidades de ser servidora pública. Que desde el estado se pueden hacer muchas cosas, pero no sin antes comprender las necesidades de sectores que han sido históricamente vulnerados. Pero, sobre todas las cosas, hace un llamado a las organizaciones y empresas, ella asegura de que, si realmente quieren reconciliar los derechos laborales de las personas trans, su trabajo no se puede quedar en simplemente abrir convocatorias, sino que también se deben acercar a esta población.
Alissa Altaria es metalera, gamer, activista, magíster en derecho y la primera mujer trans en ser parte del Ministerio del Trabajo. Se desempeña como inspectora laboral y de seguridad social y es una de las 50 mujeres que conforman el Grupo Élite de Inspección Laboral para la equidad de género. El tiempo que lleva en la entidad lo describe como una experiencia enriquecedora, pero que, sin dudas, aún hay un camino por delante para poder garantizar la inclusión laboral de las personas con experiencia de vida trans.
En video: Alissa Altaria, la primera inspectora laboral trans del Mintrabajo
Colombia es uno de los países de la región más avanzados en el reconocimiento de derechos de poblaciones diversas en materia de inclusión laboral. Sin embargo, en la práctica, las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas aún enfrentan importantes desafíos para su acceso y permanencia en el mercado de trabajo en igualdad de condiciones, especialmente la población trans.
Datos de la Cámara de la Diversidad y el Centro Nacional de Consultoría revelan que el desempleo LGBTIQ+ es cuatro puntos porcentuales mayor que el resto de la población. Las personas trans son las más afectadas, solo cuatro de cada 100 cuentan con un contrato laboral. Las razones de esta cifra se explican, por una parte, porque es una población que ha estado segregada históricamente de los espacios educativos, pero también porque las empresas no suelen considerar a quienes sí cumplen con la formación y perfiles por prejuicios y desconocimiento.
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“Yo no he cambiado la cédula, ni me la quiero cambiar; tengo una postura política frente a eso. Pero, como ha dicho la Corte Constitucional en varias ocasiones, el nombre identitario tiene plenos efectos jurídicos. Entonces hemos venido trabajando con ese precedente de que, con base en mi nombramiento, el resto de entidades y empresas puedan cambiar ‘el chip legalista’ y vean que sí es posible. Es un asunto de respeto”, enfatiza la abogada oriunda de Manizales.
El tema del nombre identitario para la población trans es fundamental, pues responde a la construcción de quiénes son y cómo quieren que las demás personas las traten. Cuando le preguntan a Alissa sobre la historia de su nombre, ella cuenta que salió primero del clóset como mujer trans y luego supo cómo se llamaría. El Alissa viene de la vocalista de su banda de metal favorita, “Archenemy”, y Altaria de “House of Altaria”, una fundación y casa de artistas drag manizaleñas de la cual forma parte.
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Pero también vale la pena señalar que Altaria es un Pokémon, un personaje de la famosa franquicia japonesa. De hecho, una de las primeras cosas que la gente suele ver en el escritorio de Alissa es una bandera del orgullo LGBTIQ+ y, al lado, este personaje. Es un Pokémon que no tiene género y en el mundo del videojuego, la describen como etéreo y fluido, que baila y revolotea, y que cuando canta llama la atención de sus oyentes. Y de cierto modo, así es Alissa, no solo en lo personal como activista, sino también en lo profesional como abogada.
Sobre su trayectoria en el mundo del derecho, ella hace énfasis en que ha tenido que luchar para que sus colegas comprendan que “no se puede ser abogado y transfóbico al mismo tiempo, es una contradicción en los propios términos”. Para ella, odiar a una persona trans y defender al mismo tiempo una Constitución, que dice que su existencia también es una existencia válida, es inadmisible. Por eso, afirma que su trabajo no se termina en las puertas del Ministerio y que el respeto que las personas tienen hacia ella no debe ser porque es funcionaria pública, sino porque es humana.
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Para ella, el derecho laboral brinda la oportunidad de ayudar a la “parte débil” y que, ser una persona trans, que a su vez representa a la institucionalidad, le ha permitido aprender sobre cómo poder reconciliar ese tipo de relaciones de poder que históricamente han estado quebradas. “¿Cómo se pueden reconciliar? Pues justamente con trabajo, porque el trabajo dignifica”, afirma Alissa.
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Esa ha sido su función en el Grupo de Género, vigilar y capacitar a las empresas para que sepan cómo proteger los derechos y reducir las brechas laborales que viven las mujeres y las personas LGBTIQ+. Aun así, hace énfasis en que muchas personas creen que para cerrar esa brecha lo único que deben hacer es cumplir cuotas, pero eso no es ser verdaderamente incluyentes. La cuota sirve para efectos estadísticos o tributarios, incluso para que las empresas reciban ciertos beneficios, no para garantizar los derechos de las personas.
“Algo que trato de explicar a todas las empresas es que las personas trans tenemos unas necesidades, derechos y unas vulneraciones específicas que no tienen otras personas de los sectores LGBTIQ+. Una vez sentada con la junta directiva de una empresa, donde son tres hombres y tres mujeres, les dije ‘conmigo somos siete personas y yo podría estar frente seis personas homosexuales y no lo sabría’. La identidad de género es visible, la orientación sexual no”, comparte la funcionaria a este diario.
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