Ser intersexual en Colombia: entre el desconocimiento y los prejuicios
Según la Sociedad Intersex de América del Norte, la Corte Constitucional colombiana fue la primera en el mundo en abordar los derechos de las infancias intersexuales. A pesar de ello, hoy persiste la creencia de que las variaciones de las características sexuales son un problema médico que se “debe” corregir.
Mariana Escobar Bernoske
Desde muy pequeña, Sarah Gil sabía que no quería habitar el mundo como un hombre, el sexo que le fue asignado al nacer. Esperó hasta los 20 años para iniciar su tránsito de género y presentarse públicamente como una mujer trans. Años después, tuvo la suerte de dar con un médico a quien le llamó la atención su caso. Le decía que algo en ella no le cuadraba, su estructura ósea no correspondía a lo que “se esperaría de una mujer trans que inició su transición en la adultez”.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Desde muy pequeña, Sarah Gil sabía que no quería habitar el mundo como un hombre, el sexo que le fue asignado al nacer. Esperó hasta los 20 años para iniciar su tránsito de género y presentarse públicamente como una mujer trans. Años después, tuvo la suerte de dar con un médico a quien le llamó la atención su caso. Le decía que algo en ella no le cuadraba, su estructura ósea no correspondía a lo que “se esperaría de una mujer trans que inició su transición en la adultez”.
Lea también: La primera familia afro trans en tener una hija biológica en Colombia
El médico le pidió a Sarah un examen de cariotipo, es decir, una prueba genética que muestra el tamaño, la forma y el número de los cromosomas que componen el cuerpo de una persona. Prueba que también permite determinar lo que comúnmente se entiende por “sexo biológico”. Las mujeres tienen dos cromosomas X en sus células, mientras que los hombres tienen uno X y uno Y. En el caso de Sarah, la prueba confirmó que tenía una alteración de sus cromosomas sexuales siendo XXY.
Especial: Mujeres que buscan justicia: historias que desafían la violencia de género
Se conoce como Síndrome de Klinefelter y actualmente está clasificado como un tipo de intersexualidad; un concepto utilizado para describir variaciones de las características del desarrollo sexual que no se alinean con las definiciones tradicionales del binario “masculino” o “femenino”. La intersexualidad abarca un amplio espectro de condiciones biológicas, pero, de forma general, se clasifican en cuatro grandes categorías: variaciones externas de genitales, internas de los órganos reproductivos, en los niveles hormonales y, como el caso de Sarah, de patrones cromosómicos.
En algunos casos, estas alteraciones se detectan al nacer, en otros, al llegar a la pubertad o edad adulta. Pero, también hay personas que nunca se enteran. Como explica Mario Angulo, endocrinólogo pediatra y director de la Clínica de Género de la Fundación Valle de Lili, “los estados intersexuales no se manifiestan de forma homogénea pero, de forma general, sí requieren de un acompañamiento para que no constituyan un riesgo la vida del paciente. Pero no es solo desde el punto de vista médico sino desde una mirada integral que presta atención a la identidad de género de cada quien”.
En video: Aleska Montoya, primera candidata trans en el Partido Conservador
Según Angulo, hoy en día lo que se recomienda es evitar hacer cambios quirúrgicos hasta que la persona manifieste su deseo y entienda las implicaciones de estos procesos. Sin embargo, históricamente los cuerpos intersexuales han estado sometidos a estas intervenciones médico-quirúrgicas, las cuales no siempre responden a razones de salud sino más bien estéticas, para ser supuestamente “normalizados”. Muchas veces los procedimientos ocurren durante la primera infancia y sin un consentimiento informado de los menores.
El primer caso legal en Colombia sobre intersexualidad, cirugías de reasignación de sexo y consentimiento informado se dio en 1999. Según la Sociedad Intersex de América del Norte (ISNA), fue la primera vez que un alto tribunal de lo Constitucional en el mundo emitió un fallo que considera las implicaciones, en materia de derechos humanos, de las intervenciones médicas para alterar las características sexuales de menores intersexuales. Los hechos se refieren al caso de un bebé que, en 1985, siendo recién nacido, fue sometido a una intervención quirúrgica, pues los médicos de entonces dijeron que predominaban elementos femeninos. En su adolescencia se identificó como un hombre y la mutilación de sus genitales constituyó un daño irreversible.
Lea también: Aborto en Colombia, Corte Constitucional aclara que sí es un derecho
Según Johanna Giraldo Gómez, abogada especializada en justicia constitucional, desde entonces, la Corte Constitucional ha resuelto diez casos sobre intersexualidad y derechos fundamentales. Las sentencias señalan que “el paciente debe ser no solo consciente sobre qué es lo que desea, sino que además debe tener la capacidad de comprender cuáles son los riesgos de las intervenciones”. Es decir, los niños y niñas intersex tienen el derecho a la autonomía corporal y ser quienes deciden si se someten o no a un tratamiento médico.
No fue sino hasta el 2014 que la Corte estableció que la Registraduría Nacional tenía que incorporar en el componente sexo del registro civil de nacimiento la opción “indeterminado”, junto a la de hombre y mujer, para aquellos bebés que nacieran con algún tipo de “ambigüedad visible” en su desarrollo sexual, es decir, en los genitales. Según las estadísticas vitales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), desde el 2015 hasta el 31 de julio del 2023, 475 menores fueron registrados en esta categoría.
En video: La “gymtimidation” y por qué afecta principalmente a las mujeres
Sin embargo, esa cifra realmente no es muestra de cuántas personas podrían pertenecer a la población intersexual en Colombia, es más, es un número que no se puede determinar. Como explica Nidya Avella Mariño, magíster en Trabajo Social con énfasis en familia y redes sociales, “a muchos recién nacidos con desórdenes del desarrollo sexual se les sigue asignando un sexo femenino o masculino al ser registrados. Además, algunas personas intersexuales no se reportan ante el sistema médico y prefieren mantenerlo oculto”.
En esa misma línea, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) afirma que los estudios médicos actuales indican que aproximadamente entre el 1,7% y el 4 % de la población mundial es intersexual. Pero que todavía no son más visibles estas realidades porque “la mayoría de individuos intersex son reacios a compartir su condición, basados en cómo la sociedad ha fracasado en integrarlos”, enfatiza la Corte.
Podría interesarle: El clóset LGBTIQ+: ¿refugio o prisión?
Enunciarse como una persona intersexual es un posicionamiento identitario e, incluso, político. El que en los últimos años esta categoría con la “I” se incluyera dentro del acrónimo por la diversidad sexual y de género, LGBTIQ+, está relacionado con el hecho que hay una historia común de señalamiento, patologización y reivindicación. Es una respuesta que señala que las corporalidades humanas son diversas, que la identidad de género no está determinada por el sexo y que “hombre” y “mujer” no son categorías suficientes para encajar a todas las personas.
“Todavía hay muchos prejuicios y muchas personas intersexuales prefieren no compartir su realidad por el miedo de ser señaladas o el mismo morbo. La biología humana es tan diversa como el género y no se puede seguir pensando que hay cuerpos ‘normales’ y otros que no lo son. Ser una persona intersexual es resultado de la biología y el azar”, reflexiona Sarah, quien es modelo y escritora. Si bien ella es una mujer trans e intersexual, porque fue criada como un varón, no todas las personas con cuerpos intersexuales son transgénero.
Lea también: La compañía de ballet que cuestiona la gordofobia en Bogotá
A la fecha, los únicos datos disponibles públicamente sobre la población intersexual en Colombia vienen de un diagnóstico del 2014 de la Secretaría De Planeación de Bogotá y del Registro Voluntario para la Visibilidad de la Diversidad Sexual y de Género que realizó el DANE el año pasado. Los estudios hacen énfasis que estadísticamente es muy difícil medir esta población; primero, por la ocurrencia misma de los casos, que oscila entre uno y dos por cada 1.000 nacimientos; y segundo, por el respeto a la privacidad de la historia clínica y el derecho a la intimidad.
Aun así, en el registro voluntario del DANE participaron 11 personas intersexuales mayores de edad. De ellas, ocho tienen una identidad de género no binaria, dos son trans y una se identifica con otra identidad no hegemónica. Como dice Sarah, “el camino para la visibilidad de las personas intersexuales en Colombia está en construcción”. Pero, a medida que más personas comparten sus historias y demuestran que ser intersex no es una traba para desarrollarse dentro de la sociedad, estas realidades dejarán de ser vistas como los casos que se “deben” corregir.