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Fran Gustín es un adolescente que se siente libre y seguro de ser él en su colegio y en su hogar. Y aunque parezca obvia esta afirmación, es necesaria hacerla, pues no es la realidad de muchos niños, niñas y adolescentes LGBTIQ+ en Colombia. Según una encuesta realizada por la organización Sentiido, para 2022, el 54,6% de los jóvenes no se sentían seguros dentro de las instituciones educativas debido a su orientación sexual o su identidad de género y más de un tercio faltó a clase al menos un día en el mes por esa razón. Desde violencia verbal hasta violencia física, son algunas de las agresiones que algunos jóvenes LGBTIQ+ sufren en las aulas de clase. En esta misma encuesta, el 75% de ellos expresó haber recibido acoso verbal en el colegio relacionado a su orientación sexual, identidad de género y expresión de género.
Para disminuir estas agresiones y respetar el libre desarrollo de la personalidad, en 2021 la Fundación Sergio Urrego creó un programa de capacitación y certificación para colegios públicos y privados en temas de diversidad y no discriminación. Con la motivación de que ningún otro menor viviera lo que vivió Sergio Urrego, un joven de 16 años que hace diez años se quitó la vida por la persecución de la que fue víctima en su colegio por ser gay. Hasta el momento, de los 13.700 colegios del país, solo cuatro cuentan con esta certificación.
Uno de esos colegios es el Liceo Normandía, en Bogotá, en donde estudia Fran Gustín, un adolescente trans que cursa su bachillerato en esas instalaciones. Para Diana Ramírez, la madre de Fran, que el colegio tenga esta formación ha ayudado mucho a la transición de su hijo. “Ha sido un proceso con nosotros, con toda nuestra familia, con él mismo, porque a él, muchas veces, le cuesta todavía. Pero todo ha sido con el acompañamiento del colegio, que además le permite ser como él quiera ser”, agrega Diana Ramírez en entrevista con El Espectador.
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Según Juliana Moreno, coordinadora del área de pedagogía de la Fundación Sergio Urrego, en entrevista con este diario, el propósito de este sello “es la prevención de la discriminación en los entornos educativos y la promoción de la salud mental y la atención psicológica”. En este caso, para que el colegio lograra esta certificación en temas de diversidad y no discriminación, tuvo que someterse a un proceso riguroso con la Fundación durante un año, en el que obtuvo capacitaciones, asesorías, evaluaciones y la verificación de una firma consultora.
Uno de los principales cambios en el funcionamiento del colegio se dio en sus listas de estudiantes, que antes de la certificación no tenían flexibilidad en caso de que alguno de los estudiantes quisiera ser llamado de forma distinta. “Para eso, tuvimos que modificar el manual de convivencia y crear un protocolo interno para que los nombres de nuestros estudiantes fuera acorde a cómo querían ser nombrados y esto no interfiriera con requerimientos de la Secretaría de Educación”, menciona Olga Jankovic, rectora del Liceo Normandía, en entrevista con El Espectador. Así mismo, el colegio creó un tercer baño para los estudiantes que no se identifican con el género femenino o masculino.
“Algo que ha ayudado mucho a Coco [como le dice Diana a su hijo Fran] en su proceso de transición es que el colegio tenga uniformes unisex, tanto niñas como niños van con pantalón. También que los profesores y sus compañeritos lo llamen por el nombre que él eligió”, resalta Diana Ramírez.
En temas de salud mental, según comenta la rectora, se respeta la decisión del menor de contarle o no a sus padres su orientación sexual o identidad de género. “Nosotros no interferimos en la decisión del estudiante de expresar su orientación o identidad diversa por fuera de las aulas de clase, no presionamos para que le diga a sus padres, ni mucho menos lo mencionamos en las reuniones con los padres de familia. Sólo si el estudiante lo expresa y tiene dificultades en su casa es que atendemos al llamado para prevenir que sufra algún tipo de violencia en su hogar o en el colegio”, afirma Jakovic.
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Estas son algunas de las acciones que se implementan en este colegio para prevenir la discriminación en sus instalaciones, después del Sello Sergio Urrego. Sin embargo, Juliana Moreno menciona que cada colegio tiene su proceso personalizado, pues de eso se trata la certificación, de analizar más allá de lo que está en el papel (los manuales de convivencia, listas y demás documentos), las acciones de la planta administrativa y académica, desde cómo abordan los procesos psicológicos de sus estudiantes hasta lo que ocurre en las aulas de clase.
¿Es difícil hablar de diversidad y no discriminación en los colegios?
Según la encuesta de Sentiido, cuando le preguntaron a los estudiantes LGBTIQ+ con qué frecuencia profesores y otros miembros del colegio intervienen al escuchar comentarios discriminatorios, el 42.4% dijo que nunca hubo intervención alguna. Y es que hablar de discriminación y diversidad no sólo es incluirlo en el papel. Para Viviana Vargas, coordinadora académica del Liceo Normandía, hace falta enseñar sobre estos temas en las profesiones de pedagogía, pues no hablar de estos temas “genera dificultades en la práctica docente, porque una cosa son las cosas que se discuten en la teoría y otra lo que se hace cuando tienes que afrontar una situación de discriminación”.
“Muchas veces no dimensionamos el tema de cómo un apodo, un gesto o una palabra puede llegar a afectar los sentimientos y las emociones de los y las estudiantes, algunas de esas veces replicando cosas que aprendimos desde pequeños”, agrega Vargas en entrevista con El Espectador. Por lo que considera que con las capacitaciones pudo tener mejores herramientas para gestionar situaciones con los estudiantes y padres, para prevenir la discriminación.
Sin embargo, esta dificultad no es a lo único que se enfrentó el Liceo Normandía a la hora de certificarse con el sello, pues una familia se mostró en desacuerdo aludiendo a que eso era “ideología de género” para niños y niñas. Según Olga Jankovic, en una ocasión tuvo que, con cifras, “demostrarles a algunos padres de familia, que la implementación de la certificación no había influido en incrementar las orientaciones sexuales diversas. Es algo absurdo. Aun creemos que la homosexualidad es una decisión y no lo es”.
Por el momento, el Sello Sergio Urrego u otra certificación en temas de diversidad y discriminación no son obligatorias en los colegios del país, por lo que no afectan su calificación de calidad. No obstante, el caso de Sergio Urrego sí marcó un antes y un después en la educación, pues con la sentencia T-478 de 2015 se le ordenó a todos los colegios públicos y privados revisar sus manuales de convivencia, en los que no pueden haber normas que atenten contra los derechos fundamentales de las personas LGBTIQ+.