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“Venga que no hacemos nada, somos inofensivas”: el mundo desde una perspectiva drag

Tyra, una drag queen de Medellín, responde aquellas preguntas simples que muchos tienen y poco se aventuran a hacer. ¿Qué dijo?

Jimena Delgado Díaz
08 de julio de 2024 - 07:00 p. m.
Ella es Tyra, una drag queen de Medellín.
Ella es Tyra, una drag queen de Medellín.
Foto: Cortesía.

“Acaba de pasar la temporada alta o lo equivalente a la Navidad de la comunidad LGTBIQ+ en Colombia, es decir, el mes del pride”, dijo Tyra, una drag que cambia de pelo de acuerdo con el humor que tenga y se trepa en tacones tan altos como el poder y fuerza que siente por día.

Por esta época en la que todo se viste de colores, en que la diversidad se hace visible y el amor se expresa sin temor, en La Disidencia recogimos algunas de las preguntas que tenían personas que saben que existen diferentes identidades de género, tal vez de forma superficial, pero que nunca se han sentado a aclarar dudas con personas de la comunidad.

En esta ocasión, nos acercamos al mundo drag a través de Tyra, quien lleva 11 años en este panorama, para devolvernos a lo esencial, lo básico y entender el universo desde su perspectiva.

Para ti, ¿qué significa ser drag queen?

El término se remonta a la época del teatro victoriano, cuando las mujeres no podían interpretar los papeles de mujer y los hombres se maquillaban y hacían uso de esta exageración para crear esta fantasía.

De ahí se ha arraigado mucho a nosotras y, aunque para mí es una manifestación artística, muchas veces es el camino para aclarar dudas que tenemos sobre nuestras identidades de género y cómo nos mostramos ante la sociedad.

¿Qué te llamó la atención de este mundo?

Heráclito dice que nadie se baña dos veces en el mismo río y creo que eso nos pasa a todos. Nunca somos por completo, sino que estamos en el ejercicio de estar siendo.

Lo que me cautivó fue la posibilidad de ser una persona diferente cada vez que me produzco. Claro, para una persona que no es capaz de ser una única versión de sí misma es la solución. Una posibilidad de alteridad para nuestras identidades.

¿Cómo construiste tu identidad y quiénes te inspiraron?

Desde un inicio, yo sabía que medía 1,90 m y aprendí a abrazar partes de mi cuerpa que muchas veces sentí que no eran adecuadas. Sentía que mis piernas eran muy altas y delgadas, hasta que me vi en un espejo y me acepté: “No, es que usted es una supermodelo”. Desde ahí han partido mis referentes. Me gusta que mi aspecto se vea estilizado, como de figurines.

A mí me inspira la mismísima Ru Paul, que es la madre, la emperatriz del drag y que logró conquistar toda una escena, reclamar nuestro lugar y nuestra mirada en la sociedad, sin que nos minimicen, porque para muchas personas somos los tacones, la peluca y la fantasía y ya, sin tener en cuenta las conversaciones profundas que hay en nosotras.

Pero no solo hay drags de las que tomo inspiración, también está Naomi Campbell y Tyra Banks, incluso por ella me nombré así.

¿Cómo fue verte por primera vez trepada?

Lo hacía a escondidas, por la noche. Siempre he creído que el drag debería ser una terapia, porque cuando te trepas, así te veas horrible, tú te sientes increíble, hermosa, espectacular.

Con el tiempo, cuando vas puliendo detalles de tu aspecto, uno dice: “Dios mío, me veía picha”. Pero cuando me veía hace siete años, me sentía hermosa. Voy atrás y digo: “Yo sí era creída”. Pero creo que lo más lindo de ver atrás es la fantasía que hay detrás de lo que uno ve en el espejo.

Ahora, se acaba el show y me duele quitarme mi ropa, mi maquillaje y me pregunto por qué tengo que volver a la normalidad. Pero bueno, a veces el mundo es como el de Hannah Montana, de dos mundos y siempre voy a disfrutar el proceso.

¿Cómo es mediar entre ser drag y lo que haces en la cotidianidad?, ¿realmente es tener dos vidas?

Yo durante mucho tiempo separaba mi vida nocturna de lo que hacía en el día. Pero llega un punto en el que dices: no, soy la misma botella llenándome de una sustancia diferente siempre. A mí, el personaje de Tyra me ha dado seguridad, cuando no estoy vestida como ella. Antes me costaba relacionarme con la gente y ella me ha dado seguridad.

También es un escudo, una personalidad para decir cosas que normalmente no podemos decir y ese es el superpoder más grande que tienen las dragas.

El proceso familiar puede ser complejo en algunos casos, ¿cómo ha sido el relacionamiento con tu familia?

Siempre he dicho que una sale del clóset como 17 veces. De travesti y otras cosas más. Tengo que hablar desde el privilegio. Mi familia siempre ha sido maternal y femenina, además ha entendido que no estoy haciendo algo malo en la calle, sino que me gano la vida honradamente como todo el mundo lo hace.

Incluso, mi mamá me acompaña a montarme en el taxi cuando me voy a trabajar, eso me parece muy lindo. Ese mismo proceso lo han vivido mis tías, hermanas, sobrinos, que saben todo lo que hace su tía. Para mí ha sido espectacular.

Sé que para todo el mundo no es así y mi apuesta con mi look, un poquito más natural, fresco y femenino, es hacer que la gente no nos tenga miedo, que pueda dialogar con nosotras. Es decirles a las personas: “Vengan que no hacemos nada, somos inofensivas”. Así se van abriendo caminos, uno va pavimentando su recorrido para que las personas que vengan detrás lo tengan más fácil.

Les quiero dejar un mensaje a todos los padres de familia que leen esto: si en algún momento su hija, hijo, hije están tomando unas decisiones de vida diferente, apóyenlos por favor. Ya el mundo afuera es demasiado cruel, como para no sentir el apoyo en su casita.

¿Cómo hacer que estas identidades de género no sean leídas como una tendencia y ya?

Judith Butler dijo que el género es performativo y nosotras con el exceso ya estamos rompiendo con la cotidianidad. Yo creo que nuestras acciones son micropolíticas, se puede llegar a pensar que son aisladas, pero si uno empieza a tocar a sus círculos cercanos, estos van a más personas, hasta que haya conciencia sobre el drag, se expanda y acepte.

Por eso se debe pensar qué queremos contar, de qué manera hacerlo sin perder el foco. Siempre teniendo presente que vamos a perdurar, eso hace parte de nuestra lucha. En especial, para que nuestros ideales no se desdibujen.

¿Crees que eres feliz?

Experimento bastantes momentos de felicidad en mi vida, no siempre estoy feliz, así como no siempre estoy triste. Lo importante es no perder esas ganas para levantarme y seguir luchando.

No te podría decir si en la comunidad hay felicidad en general. Pero sí te puedo decir que cuando estamos juntes sentimos una fuerza tan inexplicable, que nunca nadie la va a poder cortar. En esos momentos somos felices, aunque nos estén dando la espalda, porque entre nosotras mismas estamos creando comunidad y eso le llena el alma a cualquiera.

Jimena Delgado Díaz

Por Jimena Delgado Díaz

Comunicadora social de Eafit. Apasionada por temas de medio ambiente, cultura y género. @jimenadelgadodmdelgado@elespectador.com

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