Adriana Ríos, la mujer que habría sido asesinada por su inquilino en Cali
La mujer fue asesinada en su casa el pasado 3 de diciembre. Su hijo, Juan Camilo Echeverry, pide que el delito sea tipificado como un feminicidio y asegura que la Fiscalía ha sido negligente.
Daniela Villamarín Solorza
Juan Camilo Echeverry fue testigo del asesinato de su mamá. Adriana Ríos Guzmán tenía 57 años y fue asesinada dentro de su propia casa, luego de que Esteban Aricapa Parra, un joven de 24 años a quien le subarrendaba una habitación, le propinara, según Echeverry, 18 puñaladas. Pese a que la Fiscalía dice que se trató de un homicidio agravado, el hijo de la víctima lleva varios meses denunciando negligencia y pidiendo que el delito se tipifique como un feminicidio.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del 3 de diciembre de 2023 en la casa de la víctima, ubicada en el barrio Santa Fe, en la ciudad de Cali. Adriana era estilista y había adecuado su sala para que funcionara como un salón de belleza. En la casa vivían ella, su hijo Juan Camilo, de 30 años, y Esteban Aricapa, a quien conocieron casi cinco meses antes, luego de publicar en un grupo de Facebook que estaban arrendando una habitación.
El hijo de la víctima le contó a El Espectador que esa noche él había salido con su novia y regresó hacia la 1:00 a.m. a la casa. Vio a su mamá dormida y, cuando estaba a punto de acostarse, la escuchó salir y dirigirse a la cocina. Un par de minutos después, escuchó que se abrió la puerta del inquilino, que fue detrás de ella.
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“Escuché que le decía a mi mamá: ‘Que Adri, ¿nos vamos a tomar unas cervezas?’ Ella estaba confundida y le dijo: ‘¿Cómo así, Esteban?’. ‘Sí, así como la última vez’. En ese momento pensé en que ellos nunca habían salido por cervezas y mi mamá muy confundida le dijo: ‘Cómo así, Esteban, ¿usted por qué está tan raro?”, asegura Echeverry, que se alarmó por la conversación y salió a ver qué pasaba.
Allí dice haber visto a Aricapa en ropa interior, tratando de abrazar a Adriana por el cuello. “Mi mamá estaba intentando zafarse, pero cuando me abalancé sobre él para defenderla, comenzó a apuñalarla en el pecho”. Echeverry intentó forcejear y quitarle el arma para que Adriana huyera, pero también resultó herido. Después de ver a su mamá sin vida, y al seguir siendo atacado por el victimario, decidió salir a pedir ayuda. “Cuando volví me di cuenta de que él había seguido apuñalando a mi mamá”, le dijo a El Espectador.
Poco después hizo presencia la Policía, que capturó al agresor, quien se encuentra en detención preventiva, a la espera de la audiencia de acusación, que da inicio a la etapa de juicio. Este diario conoció el escrito de acusación radicado por la Fiscalía, en el que se afirma, “con probabilidad de verdad, que la conducta delictiva existió y que el imputado es su autor”.
Sin embargo, Echeverry lleva varios meses pidiéndole a la Fiscalía que tipifique el delito como un feminicidio, y no como homicidio, argumentando que, aunque su mamá y el victimario no tenían una relación sentimental, sí había entre ellos una relación de confianza, pues llevaban varios meses conviviendo en el mismo espacio. Dice que muchas de sus clientas aseguraron sentirse incómodas ante la presencia de Aricapa, que trabajaba de manera remota en su habitación y salía sin camisa o en toalla solo cuando ellas llegaban.
También recuerda un video que le envió el victimario a su mamá, en el que salía de la casa mientras grababa a Adriana durmiendo en la sala. “Antes de que todo pasara, mi mamá cambió la chapa de su puerta. En ese momento no pensé que ella estuviera corriendo peligro. Creí que quizás quería evitar que alguien entrara a su cuarto mientras no estaba”, asegura Echeverry.
Para él, la Fiscalía no evaluó bien las evidencias antes de tipificar el delito y actuó con negligencia. “Yo tuve que ir a entregarles las pruebas, porque ellos ni siquiera se molestaron en recogerlas”. Entre esas evidencias, asegura que están el celular de la víctima; computador y celular del victimario; y un diario con escritos y dibujos extraños relacionados con una mujer.
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“Las veces que fui noté que él tenía comportamientos raros. Salía y entraba mucho a la casa, pasaba por donde Adriana nos cortaba el pelo, caminaba con la cabeza agachada y nunca se dejaba ver la cara. Una vez pedí prestado el baño, pero no tenía papel. Cuando le pregunté a Adriana, me dijo que estaban guardando todo porque Esteban estaba raro, cogiendo cosas sin permiso. Cuando él estaba, nunca me sentí segura”, le dijo a este diario Alejandra Prieto, quien llevaba 13 años siendo clienta de Adriana Ríos.
“Esto es un feminicidio porque hay hechos contundentes para tipificarlo así. La víctima y el agresor vivían en el mismo espacio, él la acosaba, tanto que ella tuvo que cambiar la chapa de su habitación. Se pavoneaba semidesnudo por la peluquería cuando ella atendía a sus clientas”, explica la abogada que lleva el caso, quien también asegura que la Fiscalía no ha hecho bien su trabajo. “En el escrito de acusación, el fiscal ni siquiera lee el informe policial, porque escribió que el delito se cometió con un arma de fuego, cuando todo ocurrió con un arma blanca. Esto es un irrespeto a la memoria de las víctimas”.
El Espectador conoció el escrito de acusación y pudo verificar dicha incongruencia. En un principio, el documento dice que el agresor “utilizó un arma cortupunzante”, pero luego indica que “el atentado fue provocado con arma de fuego” y que el victimario no tenía permiso para portarla. Por su parte, el informe de la necropsia y el acta de inspección del cadáver aseguran que la agresión se realizó con un arma blanca y que con ella le ocasionaron a la víctima 18 heridas.
María Vega, abogada y directora de la Fundación Justicia para Todas, le dijo a este diario que, en su concepto, el caso debió ser tipificado como un feminicidio y que los funcionarios encargados de la investigación y sanción siguen recayendo en el mismo error: pensar que es un feminicidio solo cuando el agresor conoce a la víctima o hay un ciclo de violencia previo. “La Fiscalía debió verificar cuáles fueron los patrones de discriminación que antecedieron el actuar del hoy imputado, aplicando el enfoque de género”.
Además, la abogada asegura que la tipificación de este delito es fundamental, pues es una de las formas que tiene el Estado de garantizar la justicia, verdad y reparación de las víctimas, así como un mensaje de su compromiso con la prevención, atención y sanción de todas las formas de violencia contra las mujeres.
Jackeline García, sobrina de la víctima y una de sus familiares más cercanas, le dijo a El Espectador que tanto ella, como su familia, buscan que la justicia le ponga el nombre que es a este delito. “Hablar de esto es muy duro y perderla ha sido muy doloroso. Pero es más difícil y doloroso que no haya justicia, que no sea tipificado como un feminicidio, que se quede así y que Adriana sea una mujer más a la que no pudimos proteger”.
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¿Dónde puedo recibir ayuda ante un caso de violencia de género?
· Línea única de atención de emergencias 123, al comunicarse solicitar especialista en temas de género.
· Línea Nacional 155 para recibir orientación si estás siendo víctima de alguna violencia basada en género.
· Red Solidaria de Mujeres: WhatsApp 3223328655.
· Línea de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes: 141. WhatsApp: 3202391685 – 3208655450 – 3202391320.
· Línea Fiscalía General de la Nación: 122, para presentación de denuncias de violencia intrafamiliar, violencias basadas en género y violencia sexual.
· Línea Púrpura en Bogotá: 018000112137, número gratuito desde teléfono fijo o celular. WhatsApp 3007551846
Juan Camilo Echeverry fue testigo del asesinato de su mamá. Adriana Ríos Guzmán tenía 57 años y fue asesinada dentro de su propia casa, luego de que Esteban Aricapa Parra, un joven de 24 años a quien le subarrendaba una habitación, le propinara, según Echeverry, 18 puñaladas. Pese a que la Fiscalía dice que se trató de un homicidio agravado, el hijo de la víctima lleva varios meses denunciando negligencia y pidiendo que el delito se tipifique como un feminicidio.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del 3 de diciembre de 2023 en la casa de la víctima, ubicada en el barrio Santa Fe, en la ciudad de Cali. Adriana era estilista y había adecuado su sala para que funcionara como un salón de belleza. En la casa vivían ella, su hijo Juan Camilo, de 30 años, y Esteban Aricapa, a quien conocieron casi cinco meses antes, luego de publicar en un grupo de Facebook que estaban arrendando una habitación.
El hijo de la víctima le contó a El Espectador que esa noche él había salido con su novia y regresó hacia la 1:00 a.m. a la casa. Vio a su mamá dormida y, cuando estaba a punto de acostarse, la escuchó salir y dirigirse a la cocina. Un par de minutos después, escuchó que se abrió la puerta del inquilino, que fue detrás de ella.
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“Escuché que le decía a mi mamá: ‘Que Adri, ¿nos vamos a tomar unas cervezas?’ Ella estaba confundida y le dijo: ‘¿Cómo así, Esteban?’. ‘Sí, así como la última vez’. En ese momento pensé en que ellos nunca habían salido por cervezas y mi mamá muy confundida le dijo: ‘Cómo así, Esteban, ¿usted por qué está tan raro?”, asegura Echeverry, que se alarmó por la conversación y salió a ver qué pasaba.
Allí dice haber visto a Aricapa en ropa interior, tratando de abrazar a Adriana por el cuello. “Mi mamá estaba intentando zafarse, pero cuando me abalancé sobre él para defenderla, comenzó a apuñalarla en el pecho”. Echeverry intentó forcejear y quitarle el arma para que Adriana huyera, pero también resultó herido. Después de ver a su mamá sin vida, y al seguir siendo atacado por el victimario, decidió salir a pedir ayuda. “Cuando volví me di cuenta de que él había seguido apuñalando a mi mamá”, le dijo a El Espectador.
Poco después hizo presencia la Policía, que capturó al agresor, quien se encuentra en detención preventiva, a la espera de la audiencia de acusación, que da inicio a la etapa de juicio. Este diario conoció el escrito de acusación radicado por la Fiscalía, en el que se afirma, “con probabilidad de verdad, que la conducta delictiva existió y que el imputado es su autor”.
Sin embargo, Echeverry lleva varios meses pidiéndole a la Fiscalía que tipifique el delito como un feminicidio, y no como homicidio, argumentando que, aunque su mamá y el victimario no tenían una relación sentimental, sí había entre ellos una relación de confianza, pues llevaban varios meses conviviendo en el mismo espacio. Dice que muchas de sus clientas aseguraron sentirse incómodas ante la presencia de Aricapa, que trabajaba de manera remota en su habitación y salía sin camisa o en toalla solo cuando ellas llegaban.
También recuerda un video que le envió el victimario a su mamá, en el que salía de la casa mientras grababa a Adriana durmiendo en la sala. “Antes de que todo pasara, mi mamá cambió la chapa de su puerta. En ese momento no pensé que ella estuviera corriendo peligro. Creí que quizás quería evitar que alguien entrara a su cuarto mientras no estaba”, asegura Echeverry.
Para él, la Fiscalía no evaluó bien las evidencias antes de tipificar el delito y actuó con negligencia. “Yo tuve que ir a entregarles las pruebas, porque ellos ni siquiera se molestaron en recogerlas”. Entre esas evidencias, asegura que están el celular de la víctima; computador y celular del victimario; y un diario con escritos y dibujos extraños relacionados con una mujer.
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“Las veces que fui noté que él tenía comportamientos raros. Salía y entraba mucho a la casa, pasaba por donde Adriana nos cortaba el pelo, caminaba con la cabeza agachada y nunca se dejaba ver la cara. Una vez pedí prestado el baño, pero no tenía papel. Cuando le pregunté a Adriana, me dijo que estaban guardando todo porque Esteban estaba raro, cogiendo cosas sin permiso. Cuando él estaba, nunca me sentí segura”, le dijo a este diario Alejandra Prieto, quien llevaba 13 años siendo clienta de Adriana Ríos.
“Esto es un feminicidio porque hay hechos contundentes para tipificarlo así. La víctima y el agresor vivían en el mismo espacio, él la acosaba, tanto que ella tuvo que cambiar la chapa de su habitación. Se pavoneaba semidesnudo por la peluquería cuando ella atendía a sus clientas”, explica la abogada que lleva el caso, quien también asegura que la Fiscalía no ha hecho bien su trabajo. “En el escrito de acusación, el fiscal ni siquiera lee el informe policial, porque escribió que el delito se cometió con un arma de fuego, cuando todo ocurrió con un arma blanca. Esto es un irrespeto a la memoria de las víctimas”.
El Espectador conoció el escrito de acusación y pudo verificar dicha incongruencia. En un principio, el documento dice que el agresor “utilizó un arma cortupunzante”, pero luego indica que “el atentado fue provocado con arma de fuego” y que el victimario no tenía permiso para portarla. Por su parte, el informe de la necropsia y el acta de inspección del cadáver aseguran que la agresión se realizó con un arma blanca y que con ella le ocasionaron a la víctima 18 heridas.
María Vega, abogada y directora de la Fundación Justicia para Todas, le dijo a este diario que, en su concepto, el caso debió ser tipificado como un feminicidio y que los funcionarios encargados de la investigación y sanción siguen recayendo en el mismo error: pensar que es un feminicidio solo cuando el agresor conoce a la víctima o hay un ciclo de violencia previo. “La Fiscalía debió verificar cuáles fueron los patrones de discriminación que antecedieron el actuar del hoy imputado, aplicando el enfoque de género”.
Además, la abogada asegura que la tipificación de este delito es fundamental, pues es una de las formas que tiene el Estado de garantizar la justicia, verdad y reparación de las víctimas, así como un mensaje de su compromiso con la prevención, atención y sanción de todas las formas de violencia contra las mujeres.
Jackeline García, sobrina de la víctima y una de sus familiares más cercanas, le dijo a El Espectador que tanto ella, como su familia, buscan que la justicia le ponga el nombre que es a este delito. “Hablar de esto es muy duro y perderla ha sido muy doloroso. Pero es más difícil y doloroso que no haya justicia, que no sea tipificado como un feminicidio, que se quede así y que Adriana sea una mujer más a la que no pudimos proteger”.
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¿Dónde puedo recibir ayuda ante un caso de violencia de género?
· Línea única de atención de emergencias 123, al comunicarse solicitar especialista en temas de género.
· Línea Nacional 155 para recibir orientación si estás siendo víctima de alguna violencia basada en género.
· Red Solidaria de Mujeres: WhatsApp 3223328655.
· Línea de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes: 141. WhatsApp: 3202391685 – 3208655450 – 3202391320.
· Línea Fiscalía General de la Nación: 122, para presentación de denuncias de violencia intrafamiliar, violencias basadas en género y violencia sexual.
· Línea Púrpura en Bogotá: 018000112137, número gratuito desde teléfono fijo o celular. WhatsApp 3007551846