Así logró Thelma Fardin que condenaran a actor de Patito Feo por violarla

El actor Juan Darthés, quien dice ser inocente, fue condenado en Brasil por agredir sexualmente a la actriz Thelma Fardin, cuando ambos grababan en 2009 la telenovela Patito Feo y él tenía 46 años y ella 16. Estas son las claves del caso, que sienta precedente en términos de violencia sexual.

Pilar Cuartas Rodríguez
12 de junio de 2024 - 02:00 p. m.
La actriz argentina Thelma Fardín participó de una rueda de prensa este lunes en Buenos Aires (Argentina), para anunciar que la justicia de Brasil condenó a seis años de prisión al actor Juan Darthés por violencia sexual.
La actriz argentina Thelma Fardín participó de una rueda de prensa este lunes en Buenos Aires (Argentina), para anunciar que la justicia de Brasil condenó a seis años de prisión al actor Juan Darthés por violencia sexual.
Foto: EFE - Stringer
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En 2018, Thelma Fardin, actriz que participó en la telenovela argentina Patito Feo, denunció que había sido violada nueve años atrás por el actor del programa Juan Darthés, cuando ella tenía 16 años y él 46. En aquel entonces, Thelma hizo pública su denuncia rodeada de mujeres de la organización Actrices Argentina. Su proceso ha sido colectivo, con otras y por otras. Y, fruto de esa persistencia grupal, Darthés acaba de ser sentenciado a seis años de prisión en Brasil. En la conferencia de prensa que anunció la noticia solo se escucharon aplausos, porque Thelma se convirtió en la voz de muchas víctimas de violencia sexual. No solo es ella, cientos de mujeres sienten el veredicto como propio, porque lo usual es que el sistema judicial no les crea.

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“Este es un mensaje de esperanza para todas las personas que sufrieron y actualmente están sufriendo violencia. Es la esperanza de que la justicia puede llegar. Por más poderosa que sea la persona, por más complicidad que encuentre en el sistema”, dijo Thelma esta semana desde Argentina, donde asegura que solo el 15% de las denuncias de violencia sexual consiguen una condena, mientras que en América Latina la cifra es de 1%. Así como Thelma, 15 millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo, según ONU Mujeres. No es la única.

Thelma fue violada por Juan Darthés en 2009, en una habitación de un hotel en Nicaragua, donde Patito Feo realizaba una gira promocional. Los hechos fueron denunciados penalmente en ese país, pero el agresor sexual se mudó a Brasil, para asegurarse de que no lo extraditaran. Las abogadas de Thelma siguieron su rastro y llevaron el caso ante las autoridades brasileras. En una primera instancia, Darthés fue absuelto por duda. Y, ahora en segunda instancia, ha sido condenado a seis años de prisión. La decisión aun no se ha hecho efectiva, porque él interpondrá recursos para intentar tumbarla. Pero, de ser confirmada, el actor podría salir a la calle durante el día para realizar trabajo comunitario y regresaría a la cárcel en las noches para dormir.

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Las pruebas de Thelma

Durante mucho tiempo, Thelma no pudo contarle a nadie lo que sufrió. Pero poco a poco fue compartiendo su verdad. Lo hizo primero con su novio cuando tenía 17 años, luego con una amiga y finalmente acudió a terapia, porque la invadían ataques de ansiedad en las noches imaginando que su agresor ingresaría por la puerta de su habitación. Le dolía la cara y no podía respirar. Le aterraba encontrárselo en Argentina, así que se fue a trabajar a Italia, España y México.

La joven presentó un trauma psicológico, que trajo consigo ansiedad, depresión e intentos de suicidio. Hasta que, a sus 24 años, escuchó el testimonio de la actriz Calu Riveiro, quien contó públicamente que sufrió violencia por parte de Darthés. Le siguieron las también actrices Natalia Juncos y Anita Coacci. En sus historias había un patrón común: su agresor les dijo la frase “Mirá cómo me ponés”, mientras tenía una erección en el acto sexual no consentido. La misma frase que recordaba Thelma. Supo entonces que no le había pasado solo a ella y sintió la necesidad de hablar. Tenía miedo de que no le creyeran, así como no le creyeron a sus colegas, pero quería hacer algo importante con su historia y cerrarla. Y lo logró.

“Esta condena es un precedente muy importante de un tribunal de Brasil que establece claramente que la exigencia de pruebas físicas y de cualquier tipo de prueba de violencia o grave amenaza es considerada violencia judicial. Es una crueldad judicial exigir este tipo de pruebas a las víctimas”, explicó en diálogo con este diario Carla Junqueira, la abogada de Thelma en Brasil.

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Las violencias sexuales suelen ocurrir en espacios cerrados en los que solo están la víctima y el victimario. Así que no es frecuente que terceros sean testigos del hecho. En el expediente de Thelma las pruebas centrales son su propio testimonio, peritos psicológicos y psiquiátricos y testimonios de personas a las que ellas les confió su verdad. En los informes queda claro que el relato de Thelma fue coherente. Uno de ellos fue elaborado por un experto en delitos sexuales en Argentina, que ha hecho peritajes para la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y él confirmó que el relato tenía una estructura lógica y espontánea, y que era posible inferir que el comportamiento de Darthés es habitual de los agresores sexuales.

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Otro médico confirmó que Thelma presentaba una serie de síntomas y enfermedades relacionadas con el Trastorno de Estrés Postraumático, producidos por la agresión sexual descrita por ella. El experto añadió que es normal que las víctimas de violencia sexual hablen del hecho 10, 30, 40 o 50 años después, porque ellas hablan cuando pueden, no cuando el entorno lo quiere. Es frecuente que se disocien, es decir, que intenten seguir adelante con su vida como si nada hubiese ocurrido, como mecanismo de defensa, hasta que ocurre la “explosión” (una película, una frase o una imagen que se convierte en detonante) y se inundan de recuerdos. Eso fue lo que le pasó a Thelma.

El juez de primera instancia, sin embargo, esperaba encontrar una prueba “física” que corroborara que Thelma fue penetrada sin su consentimiento y ese fue un error que iba en contra de los estándares internacionales para juzgar casos de violencia sexual, según asegura la abogada Carla Junqueira. “Usamos el caso Brisa de Angulo, que resolvió la Corte Interamericana de Derechos Humanos para invocar este principio internacional, según el cual en casos de abuso no se puede exigir prueba física y la valoración de la prueba es distinta en relación a otros crímenes. En el caso de Thelma había un conjunto probatorio consistente. La palabra de la víctima, los testigos y los informes psicológicos no dejaron duda sobre los hechos. Por eso, apelamos la primera instancia y ahora tenemos esta condena en segunda instancia”, añade Junqueira a El Espectador.

El caso Brisa de Angulo que menciona la abogada de Thelma es uno de los precedentes regionales más recientes e importantes para analizar casos de violencia sexual. La sentencia es de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que condenó al Estado de Bolivia por no investigar bien la denuncia por violencia sexual que Brisa, de nacionalidad colombiana, interpuso contra su primo, quien, asegura ella, la agredió sexualmente en su casa durante varios meses. La decisión judicial deja claro cómo se deben analizar, por ejemplo, las pruebas en estos casos, y ubica la figura del consentimiento como eje central. Para entender cómo se conectan los casos de Brisa y de Thelma, hablamos con Equality Now, una de las organizaciones que litigó el caso de la colombiana ante la Corte IDH.

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El consentimiento y las relaciones desiguales

Equality Now apoyó el caso de Thelma en Brasil y presentó argumentos a su favor ante el tribunal que condenó a Juan Darthés. La organización recordó que la figura del consentimiento es el eje central de la violencia sexual. “Es decir, para que se perpetre una violación, no se debe exigir la prueba de amenaza, uso de la fuerza o violencia física, bastando para ello que se demuestre, mediante cualquier medio probatorio idóneo, que la víctima no consintió con el acto sexual”.

“El consentimiento tiene que ser libre y voluntario y que haya una aceptación de participar conscientemente en actos o relaciones sexuales con otras personas. Por ejemplo, no puede inferirse exclusivamente del silencio o pasividad de la víctima; del comportamiento sexual pasado de la víctima; o por la relación, sexual o de otro tipo, pasada o presente, de la víctima con quien la agrede o con una tercera persona. El informe de Equality Now “Fracaso en la protección: cómo las leyes y prácticas discriminatorias en materia de violencia sexual perjudican a las mujeres, niñas y adolescentes en las Américas” encontró que hay leyes obsoletas que todavía no modifican los delitos de violencia sexual con el consentimiento como elemento central. Sin embargo, existen los estándares internacionales que son legalmente vinculantes para todos los Estados. El consentimiento como eje central de la violencia sexual es un estándar internacional, que puede ya implementarse”, afirmó a este diario Ana Elena Obando Mendoza, abogada costarricense y asesora legal para América Latina y el Caribe de Equality Now.

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Juan Darthés fue condenado a seis años de prisión por el delito de “estupro”, que normalmente concede una pena más baja, comparada con la del delito de violación, a quienes violan adolescentes a través de “seducción o engaño”. Los detalles de la sentencia no se conocerán públicamente, porque la defensa del condenado pidió que se mantenga en reserva. Thelma y sus abogadas, por el contrario, consideran que el fallo debía divulgarse por interés público. El actor asegura que es inocente, niega haber violentado sexualmente a Thelma y las demás mujeres que han hablado en su contra, y ha anunciado usar todos los recursos disponibles para revocar su condena.

Equality Now también menciona que en la sentencia de Brisa de Angulo Losada vs. Bolivia, la Corte IDH señaló que no se puede hacer referencia al consentimiento de la víctima para sostener relaciones sexuales cuando el agresor ostenta una figura de autoridad sobre ella, debido a que se genera una desigualdad de poder que se agrava con la diferencia de edades entre la víctima y el victimario.

En el caso de Thelma, según las expertas, su agresor mantenía con ella un vínculo de confianza y de autoridad que reforzaba la desigualdad de poderes entre un adulto de 46 años y una adolescente de 16 años, desigualdad que éste utilizó para violarla. “El acusado se aprovechó de la relación de poder y confianza que ejercía sobre la víctima, no sólo por ser el más adulto del programa, sino también porque era un referente respetable para los adolescentes que trabajaban con él”, afirma Equality Now.

“Yo diría que sí se hizo justicia en el caso de Thelma y contribuye a su sanación. Ella ni Brisa pidieron compensación económica. Lo que les interesa es que ninguna niña ni adolescente tenga que pasar por el infierno que ellas pasaron y que se animen a ir al sistema de justicia a denunciar”, concluye la experta Obando.

Después de seis años de proceso judicial, Thelma obtuvo esta semana justicia. Su abogada, Carla Junqueira, dice que nunca se puede reparar del todo a las víctimas de violencia sexual, pero que Thelma ha comenzado a sanar y a experimentar cómo es vivir sintiendo alivio, y eso se logra cuando la justicia es justa. No todas las víctimas de violencia sexual tienen las condiciones para contar lo que han sufrido. Junqueira les dice a ellas que busquen a otras mujeres, redes de apoyo, organizaciones especializadas y periodistas mujeres con enfoque de género, porque esa sororidad fue la que sostuvo a Thelma.

Pilar Cuartas Rodríguez

Por Pilar Cuartas Rodríguez

Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com

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