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Quizás a primera vista el teatro y el trabajo sexual parecen oficios completamente distantes, pero en el fondo no lo son. Cambiar de nombre, de personalidad o de ropa para trabajar podría ser visto como entrar en personaje; un personaje que olvida todos sus problemas y da su mejor actuación. Carolina Calle, Inés Durán y Jahira Quintero, protagonistas de la obra “Entre putas... una voz”, ponen en escena y sin filtro las realidades de este oficio. (Violencia contra las mujeres: cuando el Estado las agrede)
Llámelo trabajo sexual, prostitución o putería, como más le guste, pero a fin de cuentas sigue siendo un tema estigmatizado que se ha contado desde lejos. En esta obra no hay una única historia, ni un argumento que se desarrolle y llegue a un final claro. Todo lo contrario, cada protagonista tiene una mirada muy distinta a lo que es el trabajo sexual. A partir de conversaciones, confesiones personales y recuerdos de su infancia, ellas le entregan a la audiencia sus sueños y miedos.
“¿Cuál doble vida? Es triple vida. A la familia le ofende la puta, pero no la plata que les lleva”, dice en escena Carolina Calle, representante de Calle 7 Colombia, una organización de base comunitaria defensora de derechos humanos. Actualmente, ella es una de las voceras por la regulación del trabajo sexual en el país y asegura que en el activismo encontró un balance para su vida y por ello es “orgullosamente puta”.
En Colombia la prostitución no es ilegal, ni está penalizada, sin embargo, no hay un marco jurídico específico que proteja los derechos de las personas que la ejercen y regule el oficio. Tampoco existen cifras recientes sobre el panorama del trabajo sexual. En el caso de Bogotá, los últimos datos son de una caracterización del 2017 realizada por el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género, en la que se estima que más de 7.000 personas, en su mayoría mujeres, ofrecen actividades erótico-sexuales pagas en la ciudad. (Los peros para reconocer las actividades sexuales como trabajo en Colombia)
La caracterización del distrito también da cuenta que muchas se iniciaron en el trabajo sexual antes de cumplir la mayoría de edad. Ese fue el caso de Inés Durán, quien llegó a Bogotá a los 15 años con el sueño de estudiar, pero la universidad de la calle, como ella lo llama, la llevo a ejercer el trabajo sexual. “Ser prostituta no es fácil. Eso de mujeres de la ‘vida fácil’, de la ‘vida alegre’ no es cierto, nosotras aprendemos a aguantar” cuenta. Ella también asegura que está estudiando peluquería para así dejar la prostitución.
Como relata en la obra Jahira Quintero, la expectativa de vida para las personas trans en Colombia es de 29 años y para muchas el trabajo sexual es la única forma de obtener algún ingreso. Durante la puesta en escena ella hace introspección para contarle al público por qué es, en sus propias palabras, una travesti libre. “Te abusaron, te golpearon, lloraste nueve meses, pero te aferraste a tu tránsito para darle sentido a tu vida y con orgullo eres la primera trans graduada de la Universidad de Tunja”, cuenta. Jahira es licenciada en psicopedagogía y actualmente es coordinadora del área de pedagogía de la Fundación Grupo de Acción y Apoyo a Personas Trans (GAAT). (En Colombia se cocina una ley trans, esto es lo que ha pasado en otros países)
Si bien las historias que son expuestas son completamente diferentes, colectivamente visibilizan las voces calladas y estigmatizadas alrededor de las actividades sexuales pagas. La violencia, la transfobia y los feminicidios son temáticas recurrentes en sus vivencias, por eso, como dice su codirectora, Adela Donadío, “es una intervención artística que colinda con el activismo político”.
Aunque existe una coreografía escénica, esta obra no está escrita, se podría decir que es un collage de momentos teatrales, audiovisuales y biográficos. De hecho, está pensada como teatro testimonial y solo tiene libreteado fragmentos de la obra “¡Ay!... días, Chiqui”, de José Manuel Freidel, que habla sobre una travesti que tiene miedo de salir a la calle y son incorporados en la representación. (145 personas LGBTIQ+ fueron asesinadas en 2022 en Colombia)
“Entre putas…una voz” nace del diálogo y se nutre de las diferencias e incluso contradicciones de quienes han ejercido la prostitución. Pone el reflector en una realidad que por mucho tiempo no fue contada por quienes la vivencian. La obra no tiene el objetivo de mostrar en su totalidad el mundo del trabajo sexual, todo lo contrario, solo abre una puerta según sus protagonistas hacia el “arte del puteo”.