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                                                                                                                                Huérfanos por feminicidio en Colombia: el dolor olvidado de 1.030 niños y niñas

                                                                                                                                Los feminicidios no solo arrebatan la vida de cientos de mujeres, sino que dejan a niños y niñas en abandono emocional, social y económico. Sin registros oficiales ni políticas públicas que los protejan, los huérfanos de esta violencia enfrentan un sistema que ignora su dolor.

                                                                                                                                Laura Sánchez Useche

                                                                                                                                Edgar Martinez sosteniendo una fotografía de su hermana Lorena, víctima de feminicidio en 2015.
                                                                                                                                Foto: Laura Sánchez Useche
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Cifras invisibles, realidades ignoradas

                                                                                                                                Entre 2017 y 2023, al menos 815 niños y niñas en Colombia quedaron huérfanos a causa de feminicidios. En lo que va de 2024, ya se han registrado 215 casos, para un total de al menos 1.030 eventos en solo ocho años, según datos del Observatorio Colombiano de Feminicidios. Sin embargo, estas cifras son apenas una estimación, ya que el país carece de un registro oficial que refleje con precisión el impacto real en las familias de las víctimas.

                                                                                                                                De los 745 feminicidios reportados hasta octubre de 2024, un número que supera los registros de los últimos siete años, no existe un sistema capaz de dimensionar plenamente las historias de las madres e hijos que forman parte de esta tragedia. Es una realidad silenciada por un sistema que, hasta ahora, parece incapaz de responder a las necesidades que dejan esta violencia patriarcal.

                                                                                                                                Lea aquí también: Feminicidios en Colombia alcanzan cifra más alta en siete años: ¿qué hay detrás?

                                                                                                                                El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Secretaría de la Mujer de Bogotá, la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía General de la Nación, instituciones claves para abordar esta problemática, no respondieron a las solicitudes de información enviadas para este reportaje hasta el momento de su publicación. Su silencio perpetúa la invisibilidad de los niños y niñas que quedan atrás, sin apoyo ni reconocimiento.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Isabella Ortiz lo sintetiza con desconsuelo: “Es como si no existiéramos, como si el dolor de perder a nuestras madres de forma abrupta y violenta no importara. Exigir que no se nos violente, abuse o mate, ya es difícil. Imagínese una niña a la que siempre le recuerdan la muerte de su mamá, que ya de por sí es difícil. Y aunque mi abuela me cuidó con mucho amor, de otras formas sentí el abandono y ninguna garantía”.

                                                                                                                                Le puede interesar: 745 nombres para no olvidar: estas son las víctimas de feminicidio en Colombia

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ante la falta de rutas específicas, muchos terminan en hogares de paso o al cuidado de familiares que no siempre cuentan con los recursos emocionales ni económicos para sostenerlos.

                                                                                                                                Edgar Martínez sabe lo que significa esa situación. En el 2015, su hermana Lorena fue víctima de feminicidio, dejando huérfanas a dos niñas, de 6 y 8 años.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Él recuerda los interminables trámites legales para obtener la custodia de sus sobrinas como un proceso desgastante y solitario. “El Estado no facilita las cosas. Es como si no les importara lo que pasa con estos niños después de que sus madres son asesinadas”, dice, mientras sus manos inquietas juegan con un lapicero. La desesperación del recuerdo aún lo acompaña.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Las cicatrices en la salud mental y la falta de políticas públicas

                                                                                                                                Pero las huellas de esta situación son más profundas. Marcela, de la colectiva Huérfanos por Feminicidio, también señala el trauma que muchos niños cargan tras presenciar el asesinato de sus madres o conocer los detalles de sus muertes. A pesar de ello, la sociedad les exige seguir adelante como si nada hubiera pasado.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Las sobrinas de Edgar, que ahora son jóvenes, todavía enfrentan las secuelas de aquella pérdida. “Durante meses lloraban cada noche, preguntándome si su papá vendría a buscarlas y llevarlas a su hogar. Yo trataba de calmarlas, pero no tenía las herramientas para manejar esta situación. Hasta para mí era difícil… cómo les iba a decir que quien mató a su madre fue él”, relata.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “El trauma es profundo y a menudo se agrava porque no tienen acceso a terapia ni a un sistema de apoyo que los valide y les ayude a sanar”, afirma.

                                                                                                                                Aunque se esperaría que el Estado respondiera acertadamente a estas violencias, Ruiz critica la falta de formación en las instituciones encargadas de proteger a los menores.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Huérfanos por feminicidio: las víctimas olvidadas

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Si no hay feminicidios, no hay huérfanos de esta violencia. Ser mujer no debería ser un factor de riesgo”, afirma Julieth Ríos, asesora en temas de género y economía de la congresista Giraldo.

                                                                                                                                Esta iniciativa, que busca asignar un apoyo económico a los huérfanos de feminicidio, enfrenta resistencias por su costo fiscal.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Colectivos como el de Marcela Boyacá intentan suplir la ausencia estatal con redes de apoyo y orientación para las familias afectadas, pero con recursos limitados y sin desconocer que ese trabajo es responsabilidad del Estado.

                                                                                                                                “Hay quienes priorizan el costo fiscal sobre la urgencia del problema. No son cifras, son mujeres asesinadas. Reducir los feminicidios también disminuiría el número de huérfanos y el costo del programa, pero ni siquiera eso están dispuestos a hacer”, apunta Ríos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Una causa que no cede

                                                                                                                                Para Isabella Ortiz, su dolor se ha convertido en una causa. “No pedimos caridad, exigimos justicia para nuestras madres y para nosotros, que también somos víctimas de esta violencia. Una violencia que surge de un pacto patriarcal, donde la responsabilidad recae en el feminicida, y en el Estado que forma parte de ese mismo pacto”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Sus historias son una muestra de que, en Colombia, los feminicidios no solo terminan con la vida de mujeres, sino que destruyen familias enteras y condenan a generaciones a vivir con las cicatrices de esta violencia.

                                                                                                                                Edgar Martinez sosteniendo una fotografía de su hermana Lorena, víctima de feminicidio en 2015.
                                                                                                                                Foto: Laura Sánchez Useche
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Cifras invisibles, realidades ignoradas

                                                                                                                                Entre 2017 y 2023, al menos 815 niños y niñas en Colombia quedaron huérfanos a causa de feminicidios. En lo que va de 2024, ya se han registrado 215 casos, para un total de al menos 1.030 eventos en solo ocho años, según datos del Observatorio Colombiano de Feminicidios. Sin embargo, estas cifras son apenas una estimación, ya que el país carece de un registro oficial que refleje con precisión el impacto real en las familias de las víctimas.

                                                                                                                                De los 745 feminicidios reportados hasta octubre de 2024, un número que supera los registros de los últimos siete años, no existe un sistema capaz de dimensionar plenamente las historias de las madres e hijos que forman parte de esta tragedia. Es una realidad silenciada por un sistema que, hasta ahora, parece incapaz de responder a las necesidades que dejan esta violencia patriarcal.

                                                                                                                                Lea aquí también: Feminicidios en Colombia alcanzan cifra más alta en siete años: ¿qué hay detrás?

                                                                                                                                El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Secretaría de la Mujer de Bogotá, la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía General de la Nación, instituciones claves para abordar esta problemática, no respondieron a las solicitudes de información enviadas para este reportaje hasta el momento de su publicación. Su silencio perpetúa la invisibilidad de los niños y niñas que quedan atrás, sin apoyo ni reconocimiento.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Isabella Ortiz lo sintetiza con desconsuelo: “Es como si no existiéramos, como si el dolor de perder a nuestras madres de forma abrupta y violenta no importara. Exigir que no se nos violente, abuse o mate, ya es difícil. Imagínese una niña a la que siempre le recuerdan la muerte de su mamá, que ya de por sí es difícil. Y aunque mi abuela me cuidó con mucho amor, de otras formas sentí el abandono y ninguna garantía”.

                                                                                                                                Le puede interesar: 745 nombres para no olvidar: estas son las víctimas de feminicidio en Colombia

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ante la falta de rutas específicas, muchos terminan en hogares de paso o al cuidado de familiares que no siempre cuentan con los recursos emocionales ni económicos para sostenerlos.

                                                                                                                                Edgar Martínez sabe lo que significa esa situación. En el 2015, su hermana Lorena fue víctima de feminicidio, dejando huérfanas a dos niñas, de 6 y 8 años.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Él recuerda los interminables trámites legales para obtener la custodia de sus sobrinas como un proceso desgastante y solitario. “El Estado no facilita las cosas. Es como si no les importara lo que pasa con estos niños después de que sus madres son asesinadas”, dice, mientras sus manos inquietas juegan con un lapicero. La desesperación del recuerdo aún lo acompaña.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Pero las huellas de esta situación son más profundas. Marcela, de la colectiva Huérfanos por Feminicidio, también señala el trauma que muchos niños cargan tras presenciar el asesinato de sus madres o conocer los detalles de sus muertes. A pesar de ello, la sociedad les exige seguir adelante como si nada hubiera pasado.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Las sobrinas de Edgar, que ahora son jóvenes, todavía enfrentan las secuelas de aquella pérdida. “Durante meses lloraban cada noche, preguntándome si su papá vendría a buscarlas y llevarlas a su hogar. Yo trataba de calmarlas, pero no tenía las herramientas para manejar esta situación. Hasta para mí era difícil… cómo les iba a decir que quien mató a su madre fue él”, relata.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “El trauma es profundo y a menudo se agrava porque no tienen acceso a terapia ni a un sistema de apoyo que los valide y les ayude a sanar”, afirma.

                                                                                                                                Aunque se esperaría que el Estado respondiera acertadamente a estas violencias, Ruiz critica la falta de formación en las instituciones encargadas de proteger a los menores.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Huérfanos por feminicidio: las víctimas olvidadas

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Si no hay feminicidios, no hay huérfanos de esta violencia. Ser mujer no debería ser un factor de riesgo”, afirma Julieth Ríos, asesora en temas de género y economía de la congresista Giraldo.

                                                                                                                                Esta iniciativa, que busca asignar un apoyo económico a los huérfanos de feminicidio, enfrenta resistencias por su costo fiscal.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Colectivos como el de Marcela Boyacá intentan suplir la ausencia estatal con redes de apoyo y orientación para las familias afectadas, pero con recursos limitados y sin desconocer que ese trabajo es responsabilidad del Estado.

                                                                                                                                “Hay quienes priorizan el costo fiscal sobre la urgencia del problema. No son cifras, son mujeres asesinadas. Reducir los feminicidios también disminuiría el número de huérfanos y el costo del programa, pero ni siquiera eso están dispuestos a hacer”, apunta Ríos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lea más sobre este tema aquí: Huérfanos por feminicidio: radican proyecto de ley para su protección

                                                                                                                                Una causa que no cede

                                                                                                                                Para Isabella Ortiz, su dolor se ha convertido en una causa. “No pedimos caridad, exigimos justicia para nuestras madres y para nosotros, que también somos víctimas de esta violencia. Una violencia que surge de un pacto patriarcal, donde la responsabilidad recae en el feminicida, y en el Estado que forma parte de ese mismo pacto”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Edgar, por su parte, sigue adelante con la crianza de sus sobrinas. Cada día es un recordatorio de lo que han perdido, pero también un acto de resiliencia. “Sigo aquí porque alguien tiene que hacerlo. No voy a llenar el vacío de su mamá, pero quiero que sepan que nunca van a estar solas”, asegura.

                                                                                                                                Sus historias son una muestra de que, en Colombia, los feminicidios no solo terminan con la vida de mujeres, sino que destruyen familias enteras y condenan a generaciones a vivir con las cicatrices de esta violencia.

                                                                                                                                Por Laura Sánchez Useche

                                                                                                                                Temas recomendados:

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