Derechos menstruales: el proyecto de ley que busca reconocerlos de manera integral
La iniciativa legislativa radicada en el Senado, construida de la mano de más de 30 organizaciones de mujeres, hombres trans y personas no binarias con vivencias menstruales, busca reconocer la menstruación como un asunto de derechos humanos.
Mariana Escobar Bernoske
La menstruación sigue siendo un tema tabú del que no se habla y asociado erróneamente a algo sucio. Se reduce el ciclo menstrual al sangrado, se ha normalizado el sentir dolor y la gran mayoría de la población desconoce que es un derecho de todas las niñas, adolescentes, mujeres, hombres trans y personas no binarias con ciclos menstruales, el poder vivir su ciclo de una manera informada, saludable, digna y libre de violencias.
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En la comisión séptima del Senado se radicó un proyecto de ley que promete revolucionar la forma en que se aborda la menstruación en Colombia. La iniciativa conocida como Ley Integral de Derechos Menstruales busca ir más allá de garantizar el acceso a productos de gestión menstrual como toallas higienicas, tampones o copas menstruales. Esto significa hablar de salud y educación menstrual, establecer políticas para espacios de trabajo y estudio, eliminar los estigmas y discriminación asociados a la menstruación, y fomentar la investigación sobre esta función fisiológica.
El concepto de derechos menstruales, según el Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA), abarca aspectos socioculturales, económicos, políticos, medioambientales y de salud. Se refiere a un asunto de derechos humanos pues “la menstruación está directamente relacionada con la dignidad humana de las mujeres y personas menstruantes, así como con sus Derechos Sexuales y Reproductivos, la posibilidad de tomar decisiones de manera informada y autónoma, y las garantías a una vida libre de violencias”.
Como explica a El Espectador Sandra Ramírez, senadora del partido Comunes y una de las autoras de la iniciativa, el proyecto de ley surgió conjuntamente con más de 30 organizaciones sociales de mujeres y personas con identidades de género diversas que desde hace varios años venían trabajando en la promoción y reconocimiento de los derechos menstruales en el país. “Es un proyecto pionero en Latinoamérica centrado en la dignidad y los derechos. Viene de las mujeres y personas con vivencias menstruales del común, de aquellas que en muchas ocasiones se han sentido violentadas y discriminadas por tener la menstruación”, señala la senadora.
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El articulado del proyecto de ley habla explícitamente de personas con vivencias menstruales, es decir, reconoce a las mujeres como garantes de estos derechos, pero también enuncia que los hombres trans y algunas personas no binarias y con identidades de género diversas, a las que les fueron asignadas el sexo femenino al nacer, experimentan un ciclo menstrual. Si bien el concepto de “personas menstruantes” ya había suscitado anteriormente en el Congreso discusiones sobre un supuesto “borrado de las mujeres”, quienes promueven el proyecto explican que el proyecto no deja de usar el concepto de “mujer” sino que amplía la mirada.
“Hablamos de personas con vivencias menstruales porque la menstruación nos compete a todas, todos y todes”, afirma el senador Omar Restrepo en entrevista con este diario. El congresista agrega que este es un concepto que además nutre la propuesta de integralidad del proyecto al hablarle también a esas personas que, aunque no menstrúan, sí tienen vivencias menstruales. “Hay muchos prejuicios, mitos y estigmas sobre la menstruación y, por ejemplo, los hombres que conviven con sus hijas o esposas no tienen información y nosotros también debemos aprender para poder garantizar los derechos”, señala.
Asimismo, dentro de este concepto de personas con vivencias menstruales se incluyen a las niñas que no han tenido su primera menstruación, a las mujeres en etapa de menopausia, a aquellas que por condiciones de salud no tienen un periodo y, también, a las que tuvieron una histerectomía. De esta manera, la iniciativa legislativa pretende abrir el debate de todas las experiencias que rodean el ciclo menstrual desde una mirada interseccional, es decir, el proyecto de ley reconoce que la menstruación se ve afectada por factores como la edad, el género, la raza, la clase social y la discapacidad.
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Sin embargo, la discusión por reconocer los derechos menstruales no es nueva. Tan solo en los dos años que lleva el actual Congreso, se han radicado al menos ocho proyectos que abordan problemáticas relacionadas a las menstruaciones: desde el acceso gratuito a productos de gestión del sangrado menstrual como toallas higiénicas o copas menstruales, hasta la posibilidad de que exista una licencia que permita a las trabajadoras tener un día libre remunerado debido a síntomas incapacitantes generados por su periodo.
Para Isis Tijaro, directora de la organización Tyet y autora del libro Nuestras reglas, de un proceso tedioso a un ciclo menstrual poderoso, el que se hayan presentado en los últimos años “pequeños proyectos de ley que están aislados pero tienen la misma idea” ha sido contraproducente. Según ella, “esto está quitando el alcance a los derechos menstruales y tiene que ver con el derecho al trabajo, a la educación menstrual de calidad, a una infraestructura adecuada, al acceso al agua limpia y potable. A toda una agenda para tomar decisiones autónomas informadas”.
Dentro de las propuestas del proyecto de ley integral de derechos menstruales, se encuentra la implementación de una educación menstrual inclusiva. Como se expone en el documento, este es un proceso pedagógico que busca mitigar y eliminar el estigma a la menstruación a partir de información con base científica y que garantice una adecuada gestión del sangrado. Además, vincula al Ministerio de Educación para que diseñe materiales didácticos y pedagógicos sobre los derechos menstruales adaptados a diferentes grupos de edades y niveles de educación.
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Este aspecto del proyecto es fundamental para Cam López, investigador del área de género y sexualidad de la ONG Temblores. “El componente pedagógico es vital para la superación de ver las experiencias menstruales como sucias o una enfermedad. La educación es lo que va a permitir que la gente se sienta cuidada y respaldada. Cuando se reconoce que casi la mitad de la población colombiana tiene la menstruación y que la gran mayoría no tuvo educación en este tema, se entiende la deuda tan grande que hay en materia de derechos”, afirma López, quien es una persona con experiencia de vida transmasculina.
Actualmente la iniciativa legislativa cuenta con el apoyo de al menos 30 senadores y representantes a la cámara de distintos partidos. Aunque sus autores dicen que hay un panorama positivo para el debate, no obstante, el trámite que le espera en el legislativo no es sencillo. Su primera prueba de fuego está precisamente en la comisión séptima pues en esta se encuentran senadores como Alirio Barrera del Centro Democrático y Lorena Ríos de Colombia Justa y Libres quienes ya se han pronunciado en sus redes sociales en contra de la iniciativa por querer imponer supuestamente una “ideología de género” a través del concepto de personas con vivencias menstruales.
La menstruación sigue siendo un tema tabú del que no se habla y asociado erróneamente a algo sucio. Se reduce el ciclo menstrual al sangrado, se ha normalizado el sentir dolor y la gran mayoría de la población desconoce que es un derecho de todas las niñas, adolescentes, mujeres, hombres trans y personas no binarias con ciclos menstruales, el poder vivir su ciclo de una manera informada, saludable, digna y libre de violencias.
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En la comisión séptima del Senado se radicó un proyecto de ley que promete revolucionar la forma en que se aborda la menstruación en Colombia. La iniciativa conocida como Ley Integral de Derechos Menstruales busca ir más allá de garantizar el acceso a productos de gestión menstrual como toallas higienicas, tampones o copas menstruales. Esto significa hablar de salud y educación menstrual, establecer políticas para espacios de trabajo y estudio, eliminar los estigmas y discriminación asociados a la menstruación, y fomentar la investigación sobre esta función fisiológica.
El concepto de derechos menstruales, según el Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA), abarca aspectos socioculturales, económicos, políticos, medioambientales y de salud. Se refiere a un asunto de derechos humanos pues “la menstruación está directamente relacionada con la dignidad humana de las mujeres y personas menstruantes, así como con sus Derechos Sexuales y Reproductivos, la posibilidad de tomar decisiones de manera informada y autónoma, y las garantías a una vida libre de violencias”.
Como explica a El Espectador Sandra Ramírez, senadora del partido Comunes y una de las autoras de la iniciativa, el proyecto de ley surgió conjuntamente con más de 30 organizaciones sociales de mujeres y personas con identidades de género diversas que desde hace varios años venían trabajando en la promoción y reconocimiento de los derechos menstruales en el país. “Es un proyecto pionero en Latinoamérica centrado en la dignidad y los derechos. Viene de las mujeres y personas con vivencias menstruales del común, de aquellas que en muchas ocasiones se han sentido violentadas y discriminadas por tener la menstruación”, señala la senadora.
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El articulado del proyecto de ley habla explícitamente de personas con vivencias menstruales, es decir, reconoce a las mujeres como garantes de estos derechos, pero también enuncia que los hombres trans y algunas personas no binarias y con identidades de género diversas, a las que les fueron asignadas el sexo femenino al nacer, experimentan un ciclo menstrual. Si bien el concepto de “personas menstruantes” ya había suscitado anteriormente en el Congreso discusiones sobre un supuesto “borrado de las mujeres”, quienes promueven el proyecto explican que el proyecto no deja de usar el concepto de “mujer” sino que amplía la mirada.
“Hablamos de personas con vivencias menstruales porque la menstruación nos compete a todas, todos y todes”, afirma el senador Omar Restrepo en entrevista con este diario. El congresista agrega que este es un concepto que además nutre la propuesta de integralidad del proyecto al hablarle también a esas personas que, aunque no menstrúan, sí tienen vivencias menstruales. “Hay muchos prejuicios, mitos y estigmas sobre la menstruación y, por ejemplo, los hombres que conviven con sus hijas o esposas no tienen información y nosotros también debemos aprender para poder garantizar los derechos”, señala.
Asimismo, dentro de este concepto de personas con vivencias menstruales se incluyen a las niñas que no han tenido su primera menstruación, a las mujeres en etapa de menopausia, a aquellas que por condiciones de salud no tienen un periodo y, también, a las que tuvieron una histerectomía. De esta manera, la iniciativa legislativa pretende abrir el debate de todas las experiencias que rodean el ciclo menstrual desde una mirada interseccional, es decir, el proyecto de ley reconoce que la menstruación se ve afectada por factores como la edad, el género, la raza, la clase social y la discapacidad.
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Sin embargo, la discusión por reconocer los derechos menstruales no es nueva. Tan solo en los dos años que lleva el actual Congreso, se han radicado al menos ocho proyectos que abordan problemáticas relacionadas a las menstruaciones: desde el acceso gratuito a productos de gestión del sangrado menstrual como toallas higiénicas o copas menstruales, hasta la posibilidad de que exista una licencia que permita a las trabajadoras tener un día libre remunerado debido a síntomas incapacitantes generados por su periodo.
Para Isis Tijaro, directora de la organización Tyet y autora del libro Nuestras reglas, de un proceso tedioso a un ciclo menstrual poderoso, el que se hayan presentado en los últimos años “pequeños proyectos de ley que están aislados pero tienen la misma idea” ha sido contraproducente. Según ella, “esto está quitando el alcance a los derechos menstruales y tiene que ver con el derecho al trabajo, a la educación menstrual de calidad, a una infraestructura adecuada, al acceso al agua limpia y potable. A toda una agenda para tomar decisiones autónomas informadas”.
Dentro de las propuestas del proyecto de ley integral de derechos menstruales, se encuentra la implementación de una educación menstrual inclusiva. Como se expone en el documento, este es un proceso pedagógico que busca mitigar y eliminar el estigma a la menstruación a partir de información con base científica y que garantice una adecuada gestión del sangrado. Además, vincula al Ministerio de Educación para que diseñe materiales didácticos y pedagógicos sobre los derechos menstruales adaptados a diferentes grupos de edades y niveles de educación.
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Este aspecto del proyecto es fundamental para Cam López, investigador del área de género y sexualidad de la ONG Temblores. “El componente pedagógico es vital para la superación de ver las experiencias menstruales como sucias o una enfermedad. La educación es lo que va a permitir que la gente se sienta cuidada y respaldada. Cuando se reconoce que casi la mitad de la población colombiana tiene la menstruación y que la gran mayoría no tuvo educación en este tema, se entiende la deuda tan grande que hay en materia de derechos”, afirma López, quien es una persona con experiencia de vida transmasculina.
Actualmente la iniciativa legislativa cuenta con el apoyo de al menos 30 senadores y representantes a la cámara de distintos partidos. Aunque sus autores dicen que hay un panorama positivo para el debate, no obstante, el trámite que le espera en el legislativo no es sencillo. Su primera prueba de fuego está precisamente en la comisión séptima pues en esta se encuentran senadores como Alirio Barrera del Centro Democrático y Lorena Ríos de Colombia Justa y Libres quienes ya se han pronunciado en sus redes sociales en contra de la iniciativa por querer imponer supuestamente una “ideología de género” a través del concepto de personas con vivencias menstruales.