El Espectador le explica el caso del feminicidio de Valentina Trespalacios
El cuerpo de la joven de 21 años fue abandonado en un basurero en Bogotá, lo que denota aún más la cosificación latente y el desprecio por la mujer en el delito de feminicidio. El único procesado por este feminicidio es su pareja, John Poulos.
Pilar Cuartas Rodríguez
Es miércoles, día de El Espectador le explica. Un nuevo caso de feminicidio ocurrió en Colombia y, aunque las cifras relacionadas con este delito son abrumadoras y nos demuestran que no es un caso excepcional, la mediatización de la investigación ha puesto en evidencia algunas falencias del sistema judicial y la cruda realidad que enfrentan las mujeres en el país por cuenta de la violencia machista. Además, el caso nos ha invitado a hacernos preguntas sobre la espectacularización de la violencia de género y la revictimización de las víctimas a través de prejuicios que han llevado a cuestionar hasta cómo se vestía Valentina Trespalacios, de 21 años, intentado culparla de su propio feminicidio.
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Es miércoles, día de El Espectador le explica. Un nuevo caso de feminicidio ocurrió en Colombia y, aunque las cifras relacionadas con este delito son abrumadoras y nos demuestran que no es un caso excepcional, la mediatización de la investigación ha puesto en evidencia algunas falencias del sistema judicial y la cruda realidad que enfrentan las mujeres en el país por cuenta de la violencia machista. Además, el caso nos ha invitado a hacernos preguntas sobre la espectacularización de la violencia de género y la revictimización de las víctimas a través de prejuicios que han llevado a cuestionar hasta cómo se vestía Valentina Trespalacios, de 21 años, intentado culparla de su propio feminicidio.
La historia pública del feminicidio de Valentina Trespalacios inició el pasado 23 de enero, después de que un reciclador encontrara su cuerpo sin vida en un basurero ubicado en la zona de Fontibón, en Bogotá. Desde ese momento, su madre, Laura Hidalgo, empezó a hablar con los medios de comunicación pidiendo que las autoridades investigaran el caso de su hija y, desde un comienzo, señaló que la última persona que había estado con la víctima era su novio, el estadounidense John Poulos, y apuntó a él como principal sospechoso. Migración Colombia informó, entonces, que establecería si Poulos había salido del país.
Con el pasar de los días, la Fiscalía confirmó la hipótesis de la mamá de Valentina Trespalacios y pidió la captura de John Poulos, de 35 años, quien se convirtió, entonces, en el principal y único sospechoso, pero ya había logrado salir del país el mismo día que se descubrió el feminicidio de su pareja y había cerrado todos sus perfiles de las redes sociales. El estadounidense estaba en Panamá y desde allí pretendía huir a Turquía.
También se fueron revelando datos que daban cuenta de que se trataba de un caso que debería ser investigado como un feminicidio. Personas cercanas a la víctima empezaron a contar que Poulos la controlaba y no respetaba sus espacios individuales, a tal punto que contrató a un investigador privado para que la siguiera. Esa intención de controlar la vida de la mujer devela también una desigualdad de poder en la relación y ese es uno de los elementos claves para entender que hay un feminicidio, es decir, cuando se mata a una mujer por el hecho de ser mujer, por considerarla inferior y objeto de subordinación.
Yamile Roncancio Alfonso, abogada y directora de la Fundación Feminicidios Colombia, lo explica mejor. En entrevista con este diario, la experta explica que la muerte de Valentina Trespalacios cumple con los requisitos para ser catalogada como un feminicidio, según la Ley Rosa Elvira Cely, que creó este delito en el país. “Si una busca los casos de homicidios, en los que las víctimas son hombres, es poco usual que haya disposición de los cuerpos en maletas, basuras o bolsas. En cambio, en los casos de feminicidios, en donde las mujeres terminan en la basura, se deja claro el desprecio por la vida de las mujeres”, afirma Roncancio en esta entrevista.
Según la Fundación Feminicidios Colombia, el año pasado se registraron 258 feminicidios en el país. “Hay que derribar esa fama del supuesto sueño de las colombianas de casarnos con un extranjero que nos mantenga, porque la realidad es que la mayoría de las víctimas de feminicidio, que tienen entre 18 y 49 años, eran mujeres trabajadoras, con sus profesiones, oficios, estudiaban y demás. No había ninguna dependencia económica allí, pero esa creencia, ese rumor que se ha hecho sobre las colombianas, hacen que nos vean así”, agrega Roncancio.
La noche del 24 de enero, dos días después de que el cuerpo de Valentina Trespalacios fuera encontrado, el principal sospechoso de su feminicidio, John Poulos, fue capturado en Panamá. Tratando de elaborar una versión para su defensa, el sujeto le dijo a las autoridades panameñas que el Cartel de Medellín habría sido la responsable del crimen y ahora lo estaban buscando a él para matarlo.
Ese mismo día, en horas de la noche, decenas de personas se concentraron en el parque Los Cámbulos, en Bogotá, para rendirle homenaje a la joven asesinada. Su mamá, Laura Hidalgo, encabezó el acto. El Espectador acompañó a las personas que asistieron y publicó una serie de fotos sobre este homenaje. Las puedes ver aquí:
Pese a los intentos de Poulos de concentrar la atención hacia la mafia, siguieron revelándose las contundentes pistas que tiene la Fiscalía para considerar a Poulos como el presunto feminicida de Valentina Trespalacios. Entre ellas, están por ejemplo los videos de las cámaras de seguridad del apartamento donde se hospedaba la pareja, donde se les ve ingresar a ambos, pero del que nunca se vio salir con vida a Valentina Trespalacios.
Según el ente investigador, el estadounidense la había asesinado al interior de la vivienda y habría sacado su cuerpo en una maleta, para posteriormente arrojarlo en un basurero. También están las imágenes del presunto agresor en el aeropuerto El Dorado, desde donde viajó hacia el exterior. En este video, puedes conocer algunas de las evidencias en poder de la Fiscalía y la cronología:
La captura de Poulos estuvo, además, marcada por un uso mediático que hizo la Policía del color de las esposas con las que amarraron sus manos. La entidad llevó esposas de color morado, que se usaron por primera vez en una diligencia para intentar enviar el mensaje de que la Policía si actúa rápido para hacer justicia en los casos de violencia de género. El “gesto”, considerado “irrelevante” por la mayoría de abogadas expertas en temas de género consultadas por este diario, provocó llamados para que las autoridades hicieran justicia en el caso e investigaran con debida diligencia, en vez de autopromocionar su gestión. Aquí puedes leer las críticas que se hicieron.
Una vez Poulos llegó a Colombia escoltado por las autoridades nacionales que fueron hasta Panamá a buscarlo, inició una secuencia de audiencias con las que se legalizó su captura y se le imputaron los delitos de feminicidio agravado y ocultamiento y alteración de medios probatorio. En este video, puedes ver las imágenes de su captura. Esas diligencias judiciales han estado marcadas por un factor inesperado en el sistema judicial colombiano: la traducción al inglés. Poulos debe entender en su idioma natal lo que el juez colombiano y las partes procesales dicen en las audiencias. Y, aunque, la Judicatura asignó a una traductora certificada, se han hecho críticas por la falta de fluidez y precisión en los términos jurídicos.
Fue tan evidente el inconformismo que tanto Poulos, el abogado de las víctimas, la Procuraduría y la misma traductora solicitaron este 31 de enero el cambio de la profesional. La modificación se dio con el fin de garantizarle al procesado su derecho al debido proceso y también para no revictimizar a las víctimas, porque si el presunto feminicida no entiende con claridad de lo que se le acusa, se podría generar más adelante una nulidad en el proceso que obligaría, según fuentes expertas, a tener que anular y repetir lo actuado.
En esta nota, puedes entender por qué la mayoría de los penalistas y las penalistas consultadas por este diario han tildado de “bochornoso e improvisado” el manejo que el sistema le está dando a este caso, que pone en evidencia que el sistema judicial colombiano no está preparado para atender audiencias con personas que hablen un idioma diferente al español.
Además de las falencias relacionadas con la traducción, el caso de Valentina Trespalacios también ha estado marcado por la revictimización en las redes sociales. Se ha señalado a la víctima, por ejemplo, de no haber “visto las señales rojas”, un prejuicio que lo único que hace es culparla de su propio feminicidio. Las Igualadas nos explicaron en un video que a las mujeres se les enseña toda la vida qué tienen que hacer o no hacer para no ser violadas, maltratadas o asesinadas. Pero nos invitan a preguntarnos: ¿qué le dicen a quiénes nos agreden? ¿Cuál es el mensaje para ellos?
Por otro parte, hemos evidenciado la violencia gráfica, simbólica y mediática, de las que no se habla mucho en Colombia. Por estos días, se dieron a conocer las duras imágenes del cuerpo sin vida de Valentina y la prensa amarillista y personas sin escrúpulos aprovecharon para compartir estas imágenes, además de escribir mensajes insensibles y violentos. Los medios de comunicación y las redes sociales no pueden llenarse de imágenes y mensajes violentos que atentan contra las mujeres.
Esa violencia revictimizante también ha alcanzado a la mamá de Valentina, Laura Hidalgo, quien respondió una y otra vez las mismas preguntas de las periodistas y los periodistas sobre el caso de su hija, con el fin de que las autoridades le prestaran atención y capturaran pronto al supuesto agresor de la joven. Y lo logró, porque gracias a su persistencia, hoy está siendo procesado penalmente Poulos.
En este video, Las Igualadas nos cuentan que la mamá de Valentina, como muchas otras mamás en Colombia y América Latina, nos ha enseñado que hay mamás que nos cuidan, nos defienden y pelean por nuestra dignidad incluso cuando ya no estamos vivas. Así como también lo hizo Petita Albarracín, la mamá de Paola, quien se suicidó después de que fuera violada en su propio colegio en Ecuador; como también lo hizo Luz Divina Cabarcas, la mamá de Gabriela, quien fue asesinada por el violador serial Levith Rúa en Barranquilla. Y como lo hizo Marcela, la mamá que salvó a su hija tendiéndole una trampa al capitán de la Armada Raúl Romero, quien tatuaba y violaba niñas en Cartagena.
Además de tener que enterrar a sus hijas, estas mamás tuvieron que posponer sus duelos para poder pelear con un sistema judicial en busca de justicia y reparación. Sus hijas murieron o sufrieron por cuenta de una violencia machista, y ellas quedaron vivas, pero heredando ese dolor.
Quiero terminar este Newsletter con este mensaje contenido en ese video: “Valentina, donde estés, tienes que saber que tu mamá está peleando por tu dignidad, tu honra, tu memoria. Y que está moviendo a un sistema acostumbrado a revictimizar a las mujeres y a poner en duda sus testimonios”.
Me despido con nuestro acostumbrado mensaje: si les gustó este newsletter y el contenido que desarrollamos en El Espectador, invitados a disfrutar del contenido exclusivo que tenemos en nuestra página web. En esta labor de todos los días necesitamos compañía no solo para las críticas, que las recibimos con humildad, sino para que nos ayuden a construir un mejor país, denunciando, indagando, investigando, informando. Y no olviden dejar aquí abajo los temas que ustedes quisieran que investiguemos en la redacción de El Espectador. Nos vemos el próximo miércoles. Hasta pronto.