El psicólogo señalado de violentar sexualmente a nueve pacientes en Medellín
El Espectador conoció los testimonios de nueve mujeres que aseguraron a la Fiscalía haber sido violadas o tocadas presuntamente por el psicólogo Juan Carlos Posada Mejía, durante sesiones de terapia. Él, quien dice ser inocente, está siendo procesado por uno de esos relatos.
Pilar Cuartas Rodríguez
El 17 de febrero de 2023, una mujer de 37 años se acercó a la Fiscalía en Medellín para denunciar que Juan Carlos Posada Mejía, su psicólogo, la había violado durante una sesión de terapia. Días después, el profesional fue capturado, hoy permanece detenido en su casa de manera preventiva y tendrá que ir a juicio por el delito agravado de acceso carnal o acto sexual abusivo en persona incapaz de resistir. Pero no solo es una mujer la que afirma haber sido violentada sexualmente por Posada. El Espectador conoció que este caso ha destapado ocho testimonios más que cuentan lo mismo.
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Juan Carlos Posada Mejía es un hombre de 59 años, psicólogo de la Universidad de San Buenaventura, tiene más de tres décadas de experiencia profesional y es reconocido en Antioquia por su larga trayectoria y su aparición como experto en medios de comunicación como El Colombiano, Teleantioquia y Noticias Caracol. Según su perfil en LinkedIn, desde 1999, ha sido docente de la Institución Universitaria de Envigado, en la que varias de sus denunciantes aseguran haberlo conocido. Se presenta también como especialista en espiritualidad formado en India, Tailandia, Bangladesh, Singapur e Indonesia.
Esa trayectoria y la recomendación de una colega convencieron a Lucía* y su esposo para acudir a su consultorio a una terapia de pareja. Las sesiones iniciaron siendo conjuntas, pero luego fueron individuales. Ella acudió sola a la cita del 14 de febrero de 2023, cuando, según su relato, fue agredida sexualmente presuntamente por Posada. La sesión se había enfocado en la parte sexual, pese a que la paciente pedía enfatizar en la comunicación con su pareja. El psicólogo prometió desbloquearle los “chacras” para que dejara de ser tan “controladora” y “racional”, así que la hizo pasar a una oficina con camilla, la acostó, le pidió cerrar sus ojos, y comenzó a tocarle su cuerpo mientras le pedía imaginarse fantasías sexuales, hasta que la penetró con sus dedos.
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La mujer afirmó que, cuando eso terminó, el psicólogo se sentó a su lado, le dijo que pensara en que no era él, sino su propia parte femenina con la que se estaba “reconectando”, y que solo era un “intermediario”. Antes de irse, le solicitó no contarle nada a su esposo, pues “no iba a entender”. “¿Esto es una terapia normal?”, se preguntaba Lucía. Estaba confundida, pero sentía que estaba en peligro.
Lo que narra Lucía no ocurre en una terapia normal, según explicó a este diario Alejandro Jiménez, director ejecutivo de tribunales del Colegio Colombiano de Psicólogos. Las normas éticas y legales de la psicología no avalan los tocamientos de un psicólogo al cuerpo de su paciente ni la penetración vaginal. “Introducir dedos en las partes íntimas es completamente abolido y reprochable. El contacto físico no hace parte de una terapia psicológica”, afirmó Jiménez.
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Juan Carlos Posada, sin embargo, dice que es inocente. En las audiencias preliminares no aceptó cargos y, a través de su defensa, intentó descalificar a Lucía sugiriendo que ella “quería ese acercamiento sexual” y no se negó. Eso molestó a la jueza de control de garantías, que no es la que decidirá de fondo el asunto, pero fue quien determinó el pasado 14 de abril que el psicólogo es un peligro para las mujeres y que debe estar, de forma preventiva, en casa por cárcel sin impartir terapia.
La togada llamó la atención porque la mujer fue clara en decir en su denuncia que no consintió el acto, pero Posada y su abogado no negaron que el hecho existió, sino que se dedicaron a insinuar que se trató de un “malentendido”, porque la paciente no se opuso ni salió corriendo.
“Analizan el comportamiento de Lucía y no lo que dice la ley, la ética de la persona vinculada a la acción. Esto conlleva a pensar que los hechos sí existieron posiblemente. Que la víctima no se hubiese opuesto explícitamente no genera per se una autorización de un profesional de la psicología para invadir la esfera sexual, a través de la penetración de su cavidad vaginal. El profesional no es ginecólogo”, dijo la jueza frente a Posada, quien se enfrenta a una posible condena de 16 años a 30 años de cárcel.
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Jaison Gaviria, abogado defensor del psicólogo, afirmó a El Espectador que, por respeto a la justicia y a las personas que hacen parte del proceso, su cliente y él guardarán silencio, debatirán los hechos en el proceso penal y demostrarán su inocencia. No obstante, sostuvo que en las audiencias preliminares aceptaron que sí hubo una relación de psicólogo y paciente con Lucía, pero que no se aceptaron los hechos como fueron narrados. Además, dijo desconocer de manera oficial que existieran más víctimas.
Esto contrasta con la investigación que avanza en la Fiscalía. La captura de Posada acaparó los titulares de los medios de comunicación y produjo un efecto inesperado entre los investigadores. Por lo menos, otras ocho mujeres se han acercado a la entidad, para contar que sufrieron lo mismo que Lucía.
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Algunos casos habrían ocurrido hace más de una década y tienen elementos en común: Posada se encargó directamente de agendar las citas, las pacientes nunca vieron que tuviera secretaria; nunca firmaron un consentimiento; su terapia se enfocó en la parte sexual, pese a que ellas referían otros problemas; habrían sido tocadas o penetradas por él, con sus dedos o piedras; dudaron de si lo ocurrido era normal en una terapia, pues confiaban en su psicólogo; presentaron traumas y secuelas emocionales tras la agresión; y tuvieron miedo de denunciar, debido al reconocimiento público de su presunto agresor.
Ahora, tras la denuncia de Lucía, todas están dispuestas a pararse frente a la justicia para repetir sus testimonios. Varias de ellas son psicólogas, fueron estudiantes de Posada en la Institución Universitaria de Envigado y acudieron a su terapia. Una de ellas recuerda especialmente que, durante la sesión, el psicólogo le pidió que se “flexibilizara con la infidelidad” y que “dejara de ser tan rígida”. “Me puso unas piedras para desbloquear los chacras, me tocó los senos hasta la ingle. Lo camufla como una técnica, se aprovecha del estado de vulnerabilidad en el que nos coloca para lograr sus fines sexuales y es un manipulador”, afirmó la denunciante.
Otra de sus alumnas contó que, a partir de la cuarta sesión de terapia, Posada le recomendó libros de sexualidad. Después, la tocó en los puntos en los que supuestamente están los chacras y la examinó en una camilla, con los ojos cerrados, desde la cabeza hasta la vagina. “Me decía: si tu vagina hablara, ¿qué te dijera?”, se lee en la entrevista realizada a la joven por un investigador de la Fiscalía.
En video: Me violaron y no puse resistencia: sí, sigue siendo violación
Esa misma denunciante afirma que, en compañía de tres compañeros, acudió a las directivas de la Institución Universitaria de Envigado para alertarlas, envió una carta, pero no pasó nada. Y, con el tiempo, conoció de otros casos al interior de la entidad. “Se estaba volviendo muy común escuchar esos comentarios en los pasillos, pero lastimosamente la universidad nunca tomó cartas en ese asunto tan delicado. Quiero que se haga justicia y que la universidad pida disculpas públicas”, añadió esa denunciante.
La Institución Universitaria de Envigado, por su parte, negó a este diario haber recibido alguna queja contra el profesor Posada y aseguró que, de presentarse un caso, se activaría su protocolo para la prevención, detección y atención a las violencias basadas en género y/o discriminación.
Otra de las denunciantes de Posada, que hoy tiene 45 años, refirió que su agresión ocurrió en el año 2000, cuando era su compañera de trabajo en una empresa bananera. Como psicólogo de la compañía, la citó en su consultorio y se habría repetido la misma escena narrada por las otras ocho mujeres en esta historia. Ella no lo reportó a su empleador, porque asumió que no le creerían, ya que Posada gozaba de buen prestigio y era amigo de los jefes.
Eso mismo sintió otra de las víctimas: que nadie confiaría en su versión. Ella, quien además había sido abusada sexualmente en el pasado, explicó que tuvo pensamientos rumiantes sobre la agresión durante un mes, hasta que su mente decidió soltar el recuerdo y no volvió a hablar de eso hasta hoy.
Las nueve denunciantes coinciden en que llegaron al consultorio de Posada buscando ayuda, pero salieron con nuevos traumas. Una de ellas es abogada, de 40 años, y actualmente ejerce como jueza de la República. Narró a este diario que fue paciente del psicólogo en 2005, cuando cursaba su último año de pregrado y, tras ir a terapia con él, terminó abusando de antidepresivos y el alcohol, y se le desencadenó un miedo hacia los psicólogos.
Por el momento, Juan Carlos Posada Mejía es procesado únicamente por el caso de Lucía, por el delito de acceso carnal o acto sexual abusivo en persona incapaz de resistir. Un delito por el que en el pasado se condenó al falso chamán Orlando Gaitán, quien violó a por lo menos tres mujeres haciéndoles creer que eso hacía parte de los rituales espirituales y las tomas de yagé.
La clave de su condena fue probar la “incapacidad para resistir”, y se logró gracias a un dictamen pericial practicado por Heidy Chica, una reconocida psiquiatra forense con estudios en género, quien explicó que las víctimas se encontraban en un estado de inferioridad psicológica y que el contexto ritualístico les impedía comprender lo que realmente estaba pasando. Estaban confundidas o en estado de shock, pues le profesaban mucha admiración y respeto al taita.
Lo mismo podría ocurrir en un contexto de terapia y cuando el agresor es un psicólogo. En diálogo con este diario, la psiquiatra Chica recordó que los hombres con investidura de autoridad transmiten una sensación de superioridad, lo que les impide a las víctimas comprender que están siendo agredidas. Por eso es por lo que las personas solemos sentir respeto por los médicos, psicólogos, chamanes y sacerdotes, por ejemplo.
“En esa creencia de que la persona que está encima de uno ha llegado ahí por algo, que tiene méritos, ¿cómo voy a dudar de ella? Y eso hace que las figuras de autoridad puedan abusar de personas que puedan estar debajo de ellas”, aseguró Chica. ¿Por qué las estudiantes de psicología tampoco detectaron los abusos? “Porque se cambia de rol y asumen la posición de paciente. Es un acto de fe. No estás ejerciendo con base a la parte del cerebro racional, sino que empieza a actuar un cerebro más emotivo. Las pone en condición de vulnerabilidad y el que hace la terapia es su profesor y es todo un experto en el tema”, concluyó a El Espectador Chica, médica, magíster en neurociencias y biología del comportamiento, y docente universitaria.
El pasado 21 de abril, el Colegio Colombiano de Psicólogos abrió una investigación de oficio contra Posada al enterarse de su captura en medios de comunicación. El proceso disciplinario podría terminar con su absolución, una amonestación pública o privada o con el retiro de su tarjeta profesional durante tres años.
La decisión fue paradójica para una de las denunciantes de Posada, pues ella se quejó del psicólogo en esa corporación desde 2019, porque rozó sus labios vaginales con una piedra de cuarzo durante una terapia. Pero su caso terminó siendo precluido. “No me creyeron y me revictimizaron”, afirmó la mujer a este diario.
Aunque el 10 de junio de 2019 los magistrados del tribunal ético advirtieron que la técnica usada por Posada no hacía parte de la psicología y que podía confundir a sus pacientes, resolvieron que faltaban pruebas y que no bastaba solo con el testimonio de la paciente, a quien, además, responsabilizaron de no saber que eso no era normal en una terapia, ya que cursaba noveno semestre de la carrera de Psicología.
“Siento indignación de que esta corporación hubiera dejado pasar cuatro años más, para darle importancia al caso e investigar más a fondo a Juan Carlos Posada Mejía. Este psicólogo continuó abusando de otras pacientes. Es lamentable que, hasta que no se hizo público el caso y tomó relevancia en la Fiscalía y los medios de comunicación, el Colegio Colombiano de Psicólogos no tomó cartas en el asunto”, agregó la denunciante a este diario.
Quienes leen este artículo deben saber que, antes de iniciar una terapia psicológica, siempre deben firmar como pacientes un consentimiento por escrito, en el que su psicólogo estipula de forma clara los criterios y nunca se pacta un contacto físico. Así lo explica Alejandro Jiménez, director ejecutivo de tribunales del Colegio Colombiano de Psicólogos. Ese es un derecho del usuario y un deber del profesional. Además, este debe crear y diligenciar la historia clínica de cada paciente, lo que incluye llevar un orden cronológico de las sesiones, los objetivos y las tareas, para darle seguimiento a su evolución.
Si una persona cree que su terapia no ha transcurrido con normalidad o se siente vulnerada con la práctica profesional de algún psicólogo, puede interponer una queja disciplinaria por correo electrónico al asesor.quejas@colpsic.org.co. Las indicaciones se encuentran en esta página web. También puede denunciar en la Fiscalía si podría tratarse de algún delito.
*Lucía es un nombre ficticio, creado para proteger la identidad de la denunciante
**Si conoces un caso como los relatados en este artículo, escribe un correo a lasigualadasoficial@gmail.com
El 17 de febrero de 2023, una mujer de 37 años se acercó a la Fiscalía en Medellín para denunciar que Juan Carlos Posada Mejía, su psicólogo, la había violado durante una sesión de terapia. Días después, el profesional fue capturado, hoy permanece detenido en su casa de manera preventiva y tendrá que ir a juicio por el delito agravado de acceso carnal o acto sexual abusivo en persona incapaz de resistir. Pero no solo es una mujer la que afirma haber sido violentada sexualmente por Posada. El Espectador conoció que este caso ha destapado ocho testimonios más que cuentan lo mismo.
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Juan Carlos Posada Mejía es un hombre de 59 años, psicólogo de la Universidad de San Buenaventura, tiene más de tres décadas de experiencia profesional y es reconocido en Antioquia por su larga trayectoria y su aparición como experto en medios de comunicación como El Colombiano, Teleantioquia y Noticias Caracol. Según su perfil en LinkedIn, desde 1999, ha sido docente de la Institución Universitaria de Envigado, en la que varias de sus denunciantes aseguran haberlo conocido. Se presenta también como especialista en espiritualidad formado en India, Tailandia, Bangladesh, Singapur e Indonesia.
Esa trayectoria y la recomendación de una colega convencieron a Lucía* y su esposo para acudir a su consultorio a una terapia de pareja. Las sesiones iniciaron siendo conjuntas, pero luego fueron individuales. Ella acudió sola a la cita del 14 de febrero de 2023, cuando, según su relato, fue agredida sexualmente presuntamente por Posada. La sesión se había enfocado en la parte sexual, pese a que la paciente pedía enfatizar en la comunicación con su pareja. El psicólogo prometió desbloquearle los “chacras” para que dejara de ser tan “controladora” y “racional”, así que la hizo pasar a una oficina con camilla, la acostó, le pidió cerrar sus ojos, y comenzó a tocarle su cuerpo mientras le pedía imaginarse fantasías sexuales, hasta que la penetró con sus dedos.
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La mujer afirmó que, cuando eso terminó, el psicólogo se sentó a su lado, le dijo que pensara en que no era él, sino su propia parte femenina con la que se estaba “reconectando”, y que solo era un “intermediario”. Antes de irse, le solicitó no contarle nada a su esposo, pues “no iba a entender”. “¿Esto es una terapia normal?”, se preguntaba Lucía. Estaba confundida, pero sentía que estaba en peligro.
Lo que narra Lucía no ocurre en una terapia normal, según explicó a este diario Alejandro Jiménez, director ejecutivo de tribunales del Colegio Colombiano de Psicólogos. Las normas éticas y legales de la psicología no avalan los tocamientos de un psicólogo al cuerpo de su paciente ni la penetración vaginal. “Introducir dedos en las partes íntimas es completamente abolido y reprochable. El contacto físico no hace parte de una terapia psicológica”, afirmó Jiménez.
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Juan Carlos Posada, sin embargo, dice que es inocente. En las audiencias preliminares no aceptó cargos y, a través de su defensa, intentó descalificar a Lucía sugiriendo que ella “quería ese acercamiento sexual” y no se negó. Eso molestó a la jueza de control de garantías, que no es la que decidirá de fondo el asunto, pero fue quien determinó el pasado 14 de abril que el psicólogo es un peligro para las mujeres y que debe estar, de forma preventiva, en casa por cárcel sin impartir terapia.
La togada llamó la atención porque la mujer fue clara en decir en su denuncia que no consintió el acto, pero Posada y su abogado no negaron que el hecho existió, sino que se dedicaron a insinuar que se trató de un “malentendido”, porque la paciente no se opuso ni salió corriendo.
“Analizan el comportamiento de Lucía y no lo que dice la ley, la ética de la persona vinculada a la acción. Esto conlleva a pensar que los hechos sí existieron posiblemente. Que la víctima no se hubiese opuesto explícitamente no genera per se una autorización de un profesional de la psicología para invadir la esfera sexual, a través de la penetración de su cavidad vaginal. El profesional no es ginecólogo”, dijo la jueza frente a Posada, quien se enfrenta a una posible condena de 16 años a 30 años de cárcel.
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Jaison Gaviria, abogado defensor del psicólogo, afirmó a El Espectador que, por respeto a la justicia y a las personas que hacen parte del proceso, su cliente y él guardarán silencio, debatirán los hechos en el proceso penal y demostrarán su inocencia. No obstante, sostuvo que en las audiencias preliminares aceptaron que sí hubo una relación de psicólogo y paciente con Lucía, pero que no se aceptaron los hechos como fueron narrados. Además, dijo desconocer de manera oficial que existieran más víctimas.
Esto contrasta con la investigación que avanza en la Fiscalía. La captura de Posada acaparó los titulares de los medios de comunicación y produjo un efecto inesperado entre los investigadores. Por lo menos, otras ocho mujeres se han acercado a la entidad, para contar que sufrieron lo mismo que Lucía.
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Algunos casos habrían ocurrido hace más de una década y tienen elementos en común: Posada se encargó directamente de agendar las citas, las pacientes nunca vieron que tuviera secretaria; nunca firmaron un consentimiento; su terapia se enfocó en la parte sexual, pese a que ellas referían otros problemas; habrían sido tocadas o penetradas por él, con sus dedos o piedras; dudaron de si lo ocurrido era normal en una terapia, pues confiaban en su psicólogo; presentaron traumas y secuelas emocionales tras la agresión; y tuvieron miedo de denunciar, debido al reconocimiento público de su presunto agresor.
Ahora, tras la denuncia de Lucía, todas están dispuestas a pararse frente a la justicia para repetir sus testimonios. Varias de ellas son psicólogas, fueron estudiantes de Posada en la Institución Universitaria de Envigado y acudieron a su terapia. Una de ellas recuerda especialmente que, durante la sesión, el psicólogo le pidió que se “flexibilizara con la infidelidad” y que “dejara de ser tan rígida”. “Me puso unas piedras para desbloquear los chacras, me tocó los senos hasta la ingle. Lo camufla como una técnica, se aprovecha del estado de vulnerabilidad en el que nos coloca para lograr sus fines sexuales y es un manipulador”, afirmó la denunciante.
Otra de sus alumnas contó que, a partir de la cuarta sesión de terapia, Posada le recomendó libros de sexualidad. Después, la tocó en los puntos en los que supuestamente están los chacras y la examinó en una camilla, con los ojos cerrados, desde la cabeza hasta la vagina. “Me decía: si tu vagina hablara, ¿qué te dijera?”, se lee en la entrevista realizada a la joven por un investigador de la Fiscalía.
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Esa misma denunciante afirma que, en compañía de tres compañeros, acudió a las directivas de la Institución Universitaria de Envigado para alertarlas, envió una carta, pero no pasó nada. Y, con el tiempo, conoció de otros casos al interior de la entidad. “Se estaba volviendo muy común escuchar esos comentarios en los pasillos, pero lastimosamente la universidad nunca tomó cartas en ese asunto tan delicado. Quiero que se haga justicia y que la universidad pida disculpas públicas”, añadió esa denunciante.
La Institución Universitaria de Envigado, por su parte, negó a este diario haber recibido alguna queja contra el profesor Posada y aseguró que, de presentarse un caso, se activaría su protocolo para la prevención, detección y atención a las violencias basadas en género y/o discriminación.
Otra de las denunciantes de Posada, que hoy tiene 45 años, refirió que su agresión ocurrió en el año 2000, cuando era su compañera de trabajo en una empresa bananera. Como psicólogo de la compañía, la citó en su consultorio y se habría repetido la misma escena narrada por las otras ocho mujeres en esta historia. Ella no lo reportó a su empleador, porque asumió que no le creerían, ya que Posada gozaba de buen prestigio y era amigo de los jefes.
Eso mismo sintió otra de las víctimas: que nadie confiaría en su versión. Ella, quien además había sido abusada sexualmente en el pasado, explicó que tuvo pensamientos rumiantes sobre la agresión durante un mes, hasta que su mente decidió soltar el recuerdo y no volvió a hablar de eso hasta hoy.
Las nueve denunciantes coinciden en que llegaron al consultorio de Posada buscando ayuda, pero salieron con nuevos traumas. Una de ellas es abogada, de 40 años, y actualmente ejerce como jueza de la República. Narró a este diario que fue paciente del psicólogo en 2005, cuando cursaba su último año de pregrado y, tras ir a terapia con él, terminó abusando de antidepresivos y el alcohol, y se le desencadenó un miedo hacia los psicólogos.
Por el momento, Juan Carlos Posada Mejía es procesado únicamente por el caso de Lucía, por el delito de acceso carnal o acto sexual abusivo en persona incapaz de resistir. Un delito por el que en el pasado se condenó al falso chamán Orlando Gaitán, quien violó a por lo menos tres mujeres haciéndoles creer que eso hacía parte de los rituales espirituales y las tomas de yagé.
La clave de su condena fue probar la “incapacidad para resistir”, y se logró gracias a un dictamen pericial practicado por Heidy Chica, una reconocida psiquiatra forense con estudios en género, quien explicó que las víctimas se encontraban en un estado de inferioridad psicológica y que el contexto ritualístico les impedía comprender lo que realmente estaba pasando. Estaban confundidas o en estado de shock, pues le profesaban mucha admiración y respeto al taita.
Lo mismo podría ocurrir en un contexto de terapia y cuando el agresor es un psicólogo. En diálogo con este diario, la psiquiatra Chica recordó que los hombres con investidura de autoridad transmiten una sensación de superioridad, lo que les impide a las víctimas comprender que están siendo agredidas. Por eso es por lo que las personas solemos sentir respeto por los médicos, psicólogos, chamanes y sacerdotes, por ejemplo.
“En esa creencia de que la persona que está encima de uno ha llegado ahí por algo, que tiene méritos, ¿cómo voy a dudar de ella? Y eso hace que las figuras de autoridad puedan abusar de personas que puedan estar debajo de ellas”, aseguró Chica. ¿Por qué las estudiantes de psicología tampoco detectaron los abusos? “Porque se cambia de rol y asumen la posición de paciente. Es un acto de fe. No estás ejerciendo con base a la parte del cerebro racional, sino que empieza a actuar un cerebro más emotivo. Las pone en condición de vulnerabilidad y el que hace la terapia es su profesor y es todo un experto en el tema”, concluyó a El Espectador Chica, médica, magíster en neurociencias y biología del comportamiento, y docente universitaria.
El pasado 21 de abril, el Colegio Colombiano de Psicólogos abrió una investigación de oficio contra Posada al enterarse de su captura en medios de comunicación. El proceso disciplinario podría terminar con su absolución, una amonestación pública o privada o con el retiro de su tarjeta profesional durante tres años.
La decisión fue paradójica para una de las denunciantes de Posada, pues ella se quejó del psicólogo en esa corporación desde 2019, porque rozó sus labios vaginales con una piedra de cuarzo durante una terapia. Pero su caso terminó siendo precluido. “No me creyeron y me revictimizaron”, afirmó la mujer a este diario.
Aunque el 10 de junio de 2019 los magistrados del tribunal ético advirtieron que la técnica usada por Posada no hacía parte de la psicología y que podía confundir a sus pacientes, resolvieron que faltaban pruebas y que no bastaba solo con el testimonio de la paciente, a quien, además, responsabilizaron de no saber que eso no era normal en una terapia, ya que cursaba noveno semestre de la carrera de Psicología.
“Siento indignación de que esta corporación hubiera dejado pasar cuatro años más, para darle importancia al caso e investigar más a fondo a Juan Carlos Posada Mejía. Este psicólogo continuó abusando de otras pacientes. Es lamentable que, hasta que no se hizo público el caso y tomó relevancia en la Fiscalía y los medios de comunicación, el Colegio Colombiano de Psicólogos no tomó cartas en el asunto”, agregó la denunciante a este diario.
Quienes leen este artículo deben saber que, antes de iniciar una terapia psicológica, siempre deben firmar como pacientes un consentimiento por escrito, en el que su psicólogo estipula de forma clara los criterios y nunca se pacta un contacto físico. Así lo explica Alejandro Jiménez, director ejecutivo de tribunales del Colegio Colombiano de Psicólogos. Ese es un derecho del usuario y un deber del profesional. Además, este debe crear y diligenciar la historia clínica de cada paciente, lo que incluye llevar un orden cronológico de las sesiones, los objetivos y las tareas, para darle seguimiento a su evolución.
Si una persona cree que su terapia no ha transcurrido con normalidad o se siente vulnerada con la práctica profesional de algún psicólogo, puede interponer una queja disciplinaria por correo electrónico al asesor.quejas@colpsic.org.co. Las indicaciones se encuentran en esta página web. También puede denunciar en la Fiscalía si podría tratarse de algún delito.
*Lucía es un nombre ficticio, creado para proteger la identidad de la denunciante
**Si conoces un caso como los relatados en este artículo, escribe un correo a lasigualadasoficial@gmail.com