Katerine Bocanegra avisó que su expareja quería matarla y no recibió ayuda
La mujer de 31 años, quien estaba embarazada, fue asesinada por su expareja, Julián Avellaneda, en su lugar de trabajo en Ibagué. Meses antes, una Comisaría de Familia le había otorgado medidas de protección, pero no sirvieron para evitar su feminicidio.
Redacción Género y Diversidad
El pasado 24 de febrero, Stefany Katerine Bocanegra Murillo fue asesinada, a sus 31 años, por su expareja, Julián Avellaneda Rojas. Tenía siete meses de embarazo y esperaba una niña. Su agresor le disparó tres veces, después de que ella decidiera terminar la relación con él, porque la maltrataba psicológica, económica y sexualmente. Siete meses antes de su feminicidio, Katerine había pedido ayuda en una Comisaría de Familia, pero las medidas para protegerla se quedaron en el papel.
Lea aquí: Francia Márquez: “¿Les diremos a las mujeres que el Estado no puede protegerlas?”
Katerine y Julián convivieron durante ocho años y tuvieron una hija en común, que hoy tiene siete años. La familia de la víctima cuenta que, tras la pandemia, él dejó de trabajar y ella comenzó a asumir sola los gastos de la casa. Aseguran, sin embargo, que el sujeto era quien controlaba el dinero y usaba la tarjeta de la mujer, al punto de suplantarla para pedir préstamos y gastar en juegos, pues señalan que es adicto a las apuestas.
Al principio, Katerine no les contaba a sus seres queridos lo que estaba sufriendo, pero su mamá y su hermana empezaron a notar señales que indicaban que estaba siendo maltratada. Pese a que trabajaba mucho, a Katerine empezó a faltarle el dinero, no podía hacer mercado ni comprarle elementos básicos a su hija. Tiempo después, ella habló con su mamá, le contó que su pareja controlaba su propio dinero y que la descalificaba constantemente haciendo comentarios despectivos sobre su cuerpo, haciéndole creer que no merecía afecto y que todos a su alrededor la veían de forma negativa.
Lea aquí: Esmad irrumpió en marcha del #8M en la Plaza de Bolívar de Bogotá
La Organización de Naciones Unidas define la violencia económica como una acción que busca conseguir “la dependencia financiera de otra persona, manteniendo para ello un control total sobre sus recursos financieros, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar o asistir a la escuela”. Algunas situaciones cotidianas en las que se puede observar son, por ejemplo, tener que esconderle a tu pareja lo que compras; que te reproche cuando gastas dinero y te revise las facturas; y que sientas miedo o presión por medir cada centavo.
Por su parte, la violencia psicológica consiste en provocar miedo a través de la intimidación; en amenazar con causar daño físico a una persona, su pareja o sus hijas o hijos, o con destruir sus mascotas y bienes; en someter a una persona a maltrato psicológico o en forzarla a aislarse de sus amistades, de su familia, de la escuela o del trabajo.
Lea aquí: Estos son algunos de los momentos claves en la historia de las mujeres en Colombia
Más adelante, Katerine contó que Julián la violentaba sexualmente y la obligaba a tener relaciones sexuales, pese a que ella no quería. El consentimiento es la capacidad que tienen las personas para indicar que sí quieren participar en un acto con connotación sexual. Cortes judiciales a nivel regional como la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que para probar la violencia sexual no se debe exigir la prueba de amenaza, uso de la fuerza o violencia física, bastando para ello que se demuestre, mediante cualquier medio probatorio idóneo, que la víctima no consintió con el acto sexual.
Después de empezar a contar lo que le estaba pasando, una de las tías de Katerine la animó a denunciar. Así que el 17 de julio de 2023 fue hasta una Comisaría de Familia, donde le ordenaron a él irse de la casa y le restringieron esconder o trasladar a su hija, ya que amenazaba constantemente con hacerle daño para vengarse de su expareja. A ella le prometieron brindarle protección y vigilancia permanente, incluyendo su vivienda y lugar de trabajo. “Temo que se lleve la niña y a futuro pueda atentar contra mi vida”, escribí con su puño y letra Katerine ante la comisaría.
Lea aquí: Hay 69 proyectos sobre mujeres y diversidad sexual en curso en el Congreso
Ninguna de las medidas fue efectiva, según la familia de la víctima. Julián la asechaba, la perseguía, entraba a la fuerza a la casa, hacía escándalos y amenazaba con matarla, por “haberlo dejado”. “La trataba como una cualquiera, llegaba a su trabajo y la llamaba como un perro”, cuenta Diana Useche Bocanegra, hermana de Katerine. La situación empeoró cuando la víctima comenzó una nueva relación de pareja y su agresor se enteró de que estaba embarazada. Entonces, empezó a lastimar su barriga. Algunos recuerdan un episodio en el que le lanzó un candado directo al abdomen.
Los celos son violencia y no justifican un feminicidio. La Corte Constitucional ha establecido que los celos son una violencia basada en género. El alto tribunal afirmó en una sentencia de tutela que los celos enfermizos y agresivos de un esposo maltratador son muestras de los malos tratos psicológicos a que la pareja está sometida.
El 24 de febrero de 2024, Julián llegó hasta la salsamentaria donde trabajaba Katerine, sacó un armo y le pegó tres tiros. Ella murió, al igual que la bebé que gestaba. “Estaba obsesionado con ella y quería obligarla a estar con él a la fuerza. Una compañera de trabajo de ella le contó a él sobre el embarazo en enero. Y desde entonces, solo iba a pegarle puños en la barriga a Katerine”, recuerda Diana.
Las personas que se encontraba en el lugar llamaron a la Policía apenas escucharon los disparos. Unos agentes lograron capturar en flagrancia al agresor, quien está siendo procesado. Sin embargo, la familia de la víctima no fue informada ni notificada para ingresar a las primeras audiencias, y no han podido acceder al expediente. Tuvieron que radicar un derecho de petición solicitándolo, pero aún no han recibido respuesta.
Un medio de comunicación de Ibagué afirma que la defensa de Julián alegó en una de las audiencias que su cliente se había quedado sin trabajo, que Katerine decidió terminar con él, y con el tiempo no le dejaban ver a su hija. “Se empezó a desesperar y luego lo consumió la depresión, la ira, que lo llevó a tomar esta decisión”, se lee en la publicación.
“No me parece bien que un abogado se sienta capaz de decir que mi hermana no le dejaba ver a su hija. Quiero que de verdad se haga justicia, que otras mujeres vean esto. Quiero que Katerine sepa que estamos haciendo algo. Ella nos contaba lo que pasaba y sabemos la verdad. Él lo planeó todo, porque me contaron cuando compró su arma”, agrega Diana.
“Es una oportunidad para muchas mujeres que están a tiempo de ser protegidas de morir en manos de sus agresores. Las autoridades fueron negligentes, la medida de protección decía que debía ser permanente, pero la Policía no hizo suficiente. No sé cuál debe ser la acción eficiente para que una mujer que dice que no quiere estar con su pareja, pueda ser protegida. ¿Cómo hacer efectiva la medida? No sirve de nada”, concluye otra familiar de la víctima que pide reserva de su nombre.
María Vega, experta de la Fundación justicia Para Todas, explica a El Espectador que el feminicidio es una manifestación extrema de la violencia que se ejerce contra las mujeres y es por esta razón que desde el 2015 fue tipificado como delito autónomo. En ese sentido, hay que entender que estas violencias en contra de las mujeres no son hechos aislados, sino que vienen de aquellas prácticas generalizadas y sistemáticas llevadas a cabo por los hombres para controlar, intimidar y subordinar a las mujeres.
“Cuando ocurre un caso de feminicidio como el de Katerine, en Ibagué, donde la víctima estaba embarazada, se puede entender como un mensaje que deja el victimario mostrando a la sociedad el odio y la intencionalidad que tenía no solo de cegar la vida de quien era su pareja sino de su bebé”, añade la experta.
Recomendaciones psicológicas
Ana Lucía Jaramillo, profesora y directora del departamento de Psicología de la Universidad de Los Andes, doctora en Desarrollo Humano y Terapia de pareja y familia, hace algunas recomendaciones a una persona que está siendo maltratada por su pareja. Estar en una relación abusiva y de maltrato genera daño. Así que si algo no la hace sentir bien tratada y tenga un destello de realidad de lo que está atravesando, es importante que impulsivamente busque ayuda, no lo piense demasiado. Puede ser un profesional de la psicología o ir a la comisaría de familia más cercana.
Contarle a alguien, ojalá un profesional, es el primer paso, porque es necesario que otra persona escuche a la víctima, pues la mayoría de las veces ella duda de sí misma porque está sometida a una manipulación psicológica de su agresor que la hace creer que “está loca” o le dice “tú eres peor maltratadora que yo”, y la aísla de sus personas más cercanas. Si usted es esa persona a la que acude su amiga pidiendo ayuda, escuche y no juzgue, porque por lo general las emociones de la culpa, el miedo, la vergüenza y el control logran aislar a estas víctimas. Se necesita mucha ayuda que no juzgue y que esté capacitada para atender estos casos.
¿Dónde puedo recibir ayuda ante un caso de violencia de género?
· Línea única de atención de emergencias 123, al comunicarse solicitar especialista en temas de género.
· Línea Nacional 155 para recibir orientación si estás siendo víctima de alguna violencia basada en género.
· Red Solidaria de Mujeres: WhatsApp 3223328655.
· Línea de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes: 141. WhatsApp: 3202391685 – 3208655450 – 3202391320.
· Línea Fiscalía General de la Nación: 122, para presentación de denuncias de violencia intrafamiliar, violencias basadas en género y violencia sexual.
· Línea Púrpura en Bogotá: 018000112137, número gratuito desde teléfono fijo o celular. WhatsApp 3007551846
El pasado 24 de febrero, Stefany Katerine Bocanegra Murillo fue asesinada, a sus 31 años, por su expareja, Julián Avellaneda Rojas. Tenía siete meses de embarazo y esperaba una niña. Su agresor le disparó tres veces, después de que ella decidiera terminar la relación con él, porque la maltrataba psicológica, económica y sexualmente. Siete meses antes de su feminicidio, Katerine había pedido ayuda en una Comisaría de Familia, pero las medidas para protegerla se quedaron en el papel.
Lea aquí: Francia Márquez: “¿Les diremos a las mujeres que el Estado no puede protegerlas?”
Katerine y Julián convivieron durante ocho años y tuvieron una hija en común, que hoy tiene siete años. La familia de la víctima cuenta que, tras la pandemia, él dejó de trabajar y ella comenzó a asumir sola los gastos de la casa. Aseguran, sin embargo, que el sujeto era quien controlaba el dinero y usaba la tarjeta de la mujer, al punto de suplantarla para pedir préstamos y gastar en juegos, pues señalan que es adicto a las apuestas.
Al principio, Katerine no les contaba a sus seres queridos lo que estaba sufriendo, pero su mamá y su hermana empezaron a notar señales que indicaban que estaba siendo maltratada. Pese a que trabajaba mucho, a Katerine empezó a faltarle el dinero, no podía hacer mercado ni comprarle elementos básicos a su hija. Tiempo después, ella habló con su mamá, le contó que su pareja controlaba su propio dinero y que la descalificaba constantemente haciendo comentarios despectivos sobre su cuerpo, haciéndole creer que no merecía afecto y que todos a su alrededor la veían de forma negativa.
Lea aquí: Esmad irrumpió en marcha del #8M en la Plaza de Bolívar de Bogotá
La Organización de Naciones Unidas define la violencia económica como una acción que busca conseguir “la dependencia financiera de otra persona, manteniendo para ello un control total sobre sus recursos financieros, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar o asistir a la escuela”. Algunas situaciones cotidianas en las que se puede observar son, por ejemplo, tener que esconderle a tu pareja lo que compras; que te reproche cuando gastas dinero y te revise las facturas; y que sientas miedo o presión por medir cada centavo.
Por su parte, la violencia psicológica consiste en provocar miedo a través de la intimidación; en amenazar con causar daño físico a una persona, su pareja o sus hijas o hijos, o con destruir sus mascotas y bienes; en someter a una persona a maltrato psicológico o en forzarla a aislarse de sus amistades, de su familia, de la escuela o del trabajo.
Lea aquí: Estos son algunos de los momentos claves en la historia de las mujeres en Colombia
Más adelante, Katerine contó que Julián la violentaba sexualmente y la obligaba a tener relaciones sexuales, pese a que ella no quería. El consentimiento es la capacidad que tienen las personas para indicar que sí quieren participar en un acto con connotación sexual. Cortes judiciales a nivel regional como la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que para probar la violencia sexual no se debe exigir la prueba de amenaza, uso de la fuerza o violencia física, bastando para ello que se demuestre, mediante cualquier medio probatorio idóneo, que la víctima no consintió con el acto sexual.
Después de empezar a contar lo que le estaba pasando, una de las tías de Katerine la animó a denunciar. Así que el 17 de julio de 2023 fue hasta una Comisaría de Familia, donde le ordenaron a él irse de la casa y le restringieron esconder o trasladar a su hija, ya que amenazaba constantemente con hacerle daño para vengarse de su expareja. A ella le prometieron brindarle protección y vigilancia permanente, incluyendo su vivienda y lugar de trabajo. “Temo que se lleve la niña y a futuro pueda atentar contra mi vida”, escribí con su puño y letra Katerine ante la comisaría.
Lea aquí: Hay 69 proyectos sobre mujeres y diversidad sexual en curso en el Congreso
Ninguna de las medidas fue efectiva, según la familia de la víctima. Julián la asechaba, la perseguía, entraba a la fuerza a la casa, hacía escándalos y amenazaba con matarla, por “haberlo dejado”. “La trataba como una cualquiera, llegaba a su trabajo y la llamaba como un perro”, cuenta Diana Useche Bocanegra, hermana de Katerine. La situación empeoró cuando la víctima comenzó una nueva relación de pareja y su agresor se enteró de que estaba embarazada. Entonces, empezó a lastimar su barriga. Algunos recuerdan un episodio en el que le lanzó un candado directo al abdomen.
Los celos son violencia y no justifican un feminicidio. La Corte Constitucional ha establecido que los celos son una violencia basada en género. El alto tribunal afirmó en una sentencia de tutela que los celos enfermizos y agresivos de un esposo maltratador son muestras de los malos tratos psicológicos a que la pareja está sometida.
El 24 de febrero de 2024, Julián llegó hasta la salsamentaria donde trabajaba Katerine, sacó un armo y le pegó tres tiros. Ella murió, al igual que la bebé que gestaba. “Estaba obsesionado con ella y quería obligarla a estar con él a la fuerza. Una compañera de trabajo de ella le contó a él sobre el embarazo en enero. Y desde entonces, solo iba a pegarle puños en la barriga a Katerine”, recuerda Diana.
Las personas que se encontraba en el lugar llamaron a la Policía apenas escucharon los disparos. Unos agentes lograron capturar en flagrancia al agresor, quien está siendo procesado. Sin embargo, la familia de la víctima no fue informada ni notificada para ingresar a las primeras audiencias, y no han podido acceder al expediente. Tuvieron que radicar un derecho de petición solicitándolo, pero aún no han recibido respuesta.
Un medio de comunicación de Ibagué afirma que la defensa de Julián alegó en una de las audiencias que su cliente se había quedado sin trabajo, que Katerine decidió terminar con él, y con el tiempo no le dejaban ver a su hija. “Se empezó a desesperar y luego lo consumió la depresión, la ira, que lo llevó a tomar esta decisión”, se lee en la publicación.
“No me parece bien que un abogado se sienta capaz de decir que mi hermana no le dejaba ver a su hija. Quiero que de verdad se haga justicia, que otras mujeres vean esto. Quiero que Katerine sepa que estamos haciendo algo. Ella nos contaba lo que pasaba y sabemos la verdad. Él lo planeó todo, porque me contaron cuando compró su arma”, agrega Diana.
“Es una oportunidad para muchas mujeres que están a tiempo de ser protegidas de morir en manos de sus agresores. Las autoridades fueron negligentes, la medida de protección decía que debía ser permanente, pero la Policía no hizo suficiente. No sé cuál debe ser la acción eficiente para que una mujer que dice que no quiere estar con su pareja, pueda ser protegida. ¿Cómo hacer efectiva la medida? No sirve de nada”, concluye otra familiar de la víctima que pide reserva de su nombre.
María Vega, experta de la Fundación justicia Para Todas, explica a El Espectador que el feminicidio es una manifestación extrema de la violencia que se ejerce contra las mujeres y es por esta razón que desde el 2015 fue tipificado como delito autónomo. En ese sentido, hay que entender que estas violencias en contra de las mujeres no son hechos aislados, sino que vienen de aquellas prácticas generalizadas y sistemáticas llevadas a cabo por los hombres para controlar, intimidar y subordinar a las mujeres.
“Cuando ocurre un caso de feminicidio como el de Katerine, en Ibagué, donde la víctima estaba embarazada, se puede entender como un mensaje que deja el victimario mostrando a la sociedad el odio y la intencionalidad que tenía no solo de cegar la vida de quien era su pareja sino de su bebé”, añade la experta.
Recomendaciones psicológicas
Ana Lucía Jaramillo, profesora y directora del departamento de Psicología de la Universidad de Los Andes, doctora en Desarrollo Humano y Terapia de pareja y familia, hace algunas recomendaciones a una persona que está siendo maltratada por su pareja. Estar en una relación abusiva y de maltrato genera daño. Así que si algo no la hace sentir bien tratada y tenga un destello de realidad de lo que está atravesando, es importante que impulsivamente busque ayuda, no lo piense demasiado. Puede ser un profesional de la psicología o ir a la comisaría de familia más cercana.
Contarle a alguien, ojalá un profesional, es el primer paso, porque es necesario que otra persona escuche a la víctima, pues la mayoría de las veces ella duda de sí misma porque está sometida a una manipulación psicológica de su agresor que la hace creer que “está loca” o le dice “tú eres peor maltratadora que yo”, y la aísla de sus personas más cercanas. Si usted es esa persona a la que acude su amiga pidiendo ayuda, escuche y no juzgue, porque por lo general las emociones de la culpa, el miedo, la vergüenza y el control logran aislar a estas víctimas. Se necesita mucha ayuda que no juzgue y que esté capacitada para atender estos casos.
¿Dónde puedo recibir ayuda ante un caso de violencia de género?
· Línea única de atención de emergencias 123, al comunicarse solicitar especialista en temas de género.
· Línea Nacional 155 para recibir orientación si estás siendo víctima de alguna violencia basada en género.
· Red Solidaria de Mujeres: WhatsApp 3223328655.
· Línea de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes: 141. WhatsApp: 3202391685 – 3208655450 – 3202391320.
· Línea Fiscalía General de la Nación: 122, para presentación de denuncias de violencia intrafamiliar, violencias basadas en género y violencia sexual.
· Línea Púrpura en Bogotá: 018000112137, número gratuito desde teléfono fijo o celular. WhatsApp 3007551846