Las personas que hicieron posible la ley Brazos Vacíos, reunidas afuera del Congreso de la República, después de su aprobación.
Foto: Cortesía
Después de ver a su hijo sin vida en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, Ángela María Muñoz salió del hospital confundida. Eran las tres de la mañana y el sol estaba lejos de salir. Todavía tenía la barriga que durante 30 semanas le había crecido sin parar. La cicatriz de la cesárea. Los síntomas del posparto. Pero no tenía a su bebé. Juan Isaac, el hijo que había deseado y esperado junto a su esposo durante diez años, había muerto por una infección a los siete días de nacido.
Por Daniela Villamarín Solorza
Comunicadora Social con énfasis en periodismo y producción audiovisual de la Universidad Javeriana. @Dvillamarinsdvillamarin@elespectador.com
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