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Cuando se decide tener un hijo o una hija en pareja, ambos se obligan a su cuidado y crianza. Parece obvio, pero el golpe de realidad suele llegar pocas semanas después del parto. Cuando se trata de parejas heterosexuales, el padre solo tiene dos semanas de licencia, mientras que la madre, 18. Él se va a trabajar y ella queda sola viviendo y/o sufriendo la maternidad. Se asoman, entonces, emociones cercanas a la ansiedad, el pánico, la angustia y la tristeza. (Aplazan para el miércoles la presentación de la ponencia de la reforma laboral)
Así lo recuerdan cuatro mujeres con las que hablamos y cuyos verdaderos nombres omitimos, porque a la mayoría les da vergüenza reconocer públicamente que necesitaban y querían que sus parejas estuvieran más tiempo de licencia y asumieran, de forma equitativa, las labores de cuidado de su recién nacido. ¿Habría más informalidad? El polémico análisis del Banrep en torno a la laboral
Camila recuerda el llanto de su bebé cuando tenía gases. Lloraban ambas, la niña lo hacía como si la estuvieran pellizcando y la mamá, por impotencia, porque ninguna fórmula le funcionaba. El papá se iba a trabajar y ella quedaba sola en esa escena. Cuando él llegaba en la noche, le ganaba el cansancio y se quedaba dormido. Pero Camila también estaba cansada. En una ocasión, le arrojó a su esposo almohadas y cojines porque, por más que lo llamaba, él no se despertaba. Los accidentes en la cocina se volvieron costumbre, ponía a hervir agua, la olvidaba, se secaba y se quemaba la olla. (Luces y sombras de la reforma laboral, que esta semana ya tendría ponencia lista)
Andrea aún siente la soledad que la acompañó cuando tuvo a su primera hija. Recuerda la frustración y tristeza de su pareja de tener que irse al trabajo. Dice que sentía una extraña sensación de saberse privilegiada por contar con él, en un país donde la mayoría de las familias son madres cabezas de hogar, y de tener una licencia de maternidad remunerada.
Al tiempo, no podía evitar sentirse triste por no compartir con su pareja esa experiencia, de tener que hacerse cargo sola, de sentir el peso de la responsabilidad de esa vida, sin más apoyo. Cuidar en solitario le generó ansiedad y cansancio mental y físico, que se fue alojando en su cuerpo durante meses y, en silencio, por culpa de ese mandato social que nos promete maternidades y pospartos “perfectos”. (Los problemas del proyecto de ley que propone adoptar fetos desde el vientre)
Lucía también rememora el cansancio, especialmente en las noches. Era mamá primeriza, su pareja no tuvo licencia, y su bebé lucía amarillo a la semana de nacido. Tuvo que ir sola a la clínica, donde constataron que era la bilirrubina. Su mamá y sus suegros la apoyaron. A diferencia de lo que vivió Mariana, quien vivía en una ciudad distinta a la de su familia. Estuvo hospitalizada con su bebé durante 15 días, así que, cuando volvió a su casa, estaba sola, porque la licencia de paternidad de su esposo había acabado.
La licencia de paternidad llegó tímidamente a Colombia hacia los años 90, cuando las mujeres podían cederle una de sus semanas a su pareja. Después, se les concedieron a los hombres cuatro días hábiles, que luego pasaron a ser ocho días hábiles. Y, más recientemente, 14 días, es decir, dos semanas. La mamá, por el contrario, hoy tiene derecho a 126 días, es decir, 18 semanas. (El trabajo del cuidado, una tarea compartida)
El gobierno de Gustavo Petro pretende cambiar esa realidad. En la reforma laboral propone una licencia de paternidad de 12 semanas, lo que permitiría equilibrar la balanza, pues la mujer podría seguir disponiendo de sus últimas seis semanas de su licencia de maternidad y cederlas a su pareja. El aumento sería progresivo para que los empleadores no se vean tan afectados. Apenas se apruebe la ley, la licencia quedaría de seis semanas; en 2024, subiría a ocho semanas; en 2025, llegaría a 10 semanas; y en 2026, a las 12 semanas.
Adriana Camacho Ramírez, abogada laboralista y profesora de la Universidad del Rosario, ve problemático y abrupto que la licencia de paternidad tenga ese aumento en apenas tres años y considera que se necesita más tiempo. Si bien las empresas no son las que pagan la licencia, sino el sistema de seguridad social en salud a través de las EPS, estas deberán contratar a otras personas para suplir al padre que está por fuera de su puesto durante tres meses. “Qué bueno que se dé el cambio, pero que se realice en muchos más años”. (Tenemos que hablar de la brecha de género en las pensiones)
Esta semana, ante la Comisión Tercera de la Cámara de Representantes, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, defendió la viabilidad de la reforma laboral y aseguró que “no tiene costo fiscal”, salvo la licencia de paternidad que sí lo tendría, porque incluiría a todos los trabajadores públicos y privados. Alejandra Trujillo, abogada laboralista y coordinadora de proyectos en democracia, sindicatos y género de la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) en Colombia, cree que el costo aproximado sería del 0.044% del PIB.
De aprobarse el proyecto, Colombia sería el país de América Latina con la licencia de paternidad más amplia. Hoy, ya lidera el ranking, junto a Venezuela y Paraguay, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). (¿Quién cuida a quienes nos cuidan?)
A nivel mundial, de acuerdo con la abogada Alejandra Trujillo, algunos de los países más avanzados son Suecia, donde la licencia para padres y madres es paritaria desde 1974, de 16 meses para cada uno, de los cuales tres meses son intransferibles; Islandia, con cinco meses intransferibles y dos meses transferibles; Alemania, con 14 meses; y España, que tiene una licencia paritaria de 16 semanas.
La OIT ha destacado que únicamente cuatro países de América Latina y el Caribe (Cuba, Chile, Ecuador y Uruguay) han incursionado en el reconocimiento de licencias parentales, que apuntan hacia la corresponsabilidad, dado que están disponibles tanto para las madres como para los padres. Las cifras muestran, sin embargo, que los hombres usan poco estas licencias.
La organización considera que es primordial que los modelos favorezcan una mayor participación de los hombres, por ejemplo, asignando periodos de licencia no transferibles y remunerados por la seguridad social, así como realizando campañas de información y sensibilización.
La abogada Trujillo cree que la licencia paritaria tiene un efecto transformador, distribuye las labores de cuidado y reduce las brechas de género en el empleo, pero reconoce que la sociedad colombiana es conservadora en roles de género. De hecho, ya se especula que el artículo de la reforma generará proposiciones para que la licencia de paternidad se fije solo en cinco semanas.
La experta agrega que esta reforma laboral es la primera que incorpora el enfoque de género y la más progresista en lo referente a la licencia de paternidad, pues el Congreso ha ampliado mucho más la licencia de maternidad y no la de paternidad, basándose en los estereotipos que nos reducen a nosotras a las labores del cuidado, y no a los hombres.
Trujillo explica también que, en la última ampliación de la licencia de paternidad, que se dio en 2021 con la ley 2114, se perdió una gran oportunidad. En términos concretos, se aumentó de 8 días hábiles (semana y media), a 14 días hábiles y no hábiles (dos semanas). Es decir, se incrementaron en realidad dos días. “No tenía sentido que se discutiera un proyecto, para elevar dos días, y se vendiera como la gran cosa. Las licencias siguen siendo muy dispares y siguen llevando a que las mujeres tengamos más obstáculos para ser contratadas”.
En todo el mundo, sin excepción, las mujeres realizan la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado, según la OIT. Son ellas las que más dan de comer a un bebé, cuidan de una persona enferma, cocinan y limpian, sin recibir una retribución económica a cambio. Los hombres no hacen ni una cuarta parte de lo que hacen las mujeres. Ellas dedican 4 horas y 25 minutos (265 minutos) por día frente a 1 hora y 23 minutos en el caso de los hombres (83 minutos). Es como si las mujeres trabajaran 201 días al año y los hombres 63 días.
Para Cindy Caro, trabajadora social, magíster en estudios de género y docente de la Universidad del Rosario, es maravilloso que los hombres empiecen a trabajar en la casa, con la responsabilidad de sus hijos. “Me parece clave que la licencia de paternidad sea intransferible, porque eso implica que su cuidado también lo es”.
La última encuesta del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), mostró que las mujeres tienen menos tiempo libre. En Colombia, el 90,3% de ellas realizaron actividades de trabajo no remunerado, y dedicaron, en promedio, 7 horas 44 minutos diarias a estas actividades, mientras que los hombres dedicaron 3 horas 6 minutos. “Al tener pobreza de tiempo, se aumenta la desigualdad de las mujeres, tenemos menos posibilidad de ascenso en el trabajo y a tener trabajos estables. Así que equilibrar la carga al interior de la familia será una buena estrategia”, dice Caro.
Otro comentario a la reforma laboral tiene que ver con el uso de los términos “paternidad” y “maternidad”, ya que el concepto de familia es amplio y diverso y no todos los hogares son cisgéneros y heterosexuales, no todos están conformados por hombre y mujer. Por eso, ha surgido la propuesta de que se usen los términos genéricos de “licencia parental de quien gesta” y “licencia parental de quien no gesta”.
Vivían Cuello, investigadora de Caribe Afirmativo, explica que hoy hay un vacío jurídico sobre qué licencia se les aplica a las personas gestantes que quedan en embarazo, y que no son mujeres, como los hombres trans o las personas no binarias. Por ejemplo, si un hombre trans (una persona que al nacer fue asignada como mujer, pero más adelante se identifica como hombre) tiene un bebé, no se sabe en Colombia si puede tomar una licencia de maternidad o de paternidad, ¿dos semanas o 18 semanas? La reforma laboral tampoco resuelve ese interrogante.
De hecho, en la Corte Constitucional se discute actualmente una demanda que pide extender la licencia de maternidad a toda persona gestante, incluyendo a los hombres trans y las personas no binarias. Los demandantes, el Grupo de Litigio de Interés Público de la Universidad del Norte y la Liga de la Salud Trans, quieren que las expresiones usadas en el Código de Trabajo como “trabajadora”, “mujer”, “madre” y “madres” se extiendan a los hombres trans y las personas de género no binario con capacidad de gestar.
En el caso de las parejas del mismo sexo, conformadas por dos hombres gais o dos mujeres lesbianas, Cuello recuerda que la Corte Constitucional dijo, por sentencia, que la pareja debía elegir quién toma la licencia de maternidad y quién la de paternidad, pero insiste en que debe reglamentarse por ley. La diversidad sexual, entonces, es otro componente que promete debate en la reforma laboral, que fue radicada este miércoles y arranca su trámite formal en el Congreso.