“No es una herida”: el documental sobre enfermedades que afectan nuestro útero
Violeta Zambrano había asumido su dolor hasta que un día no aguantó más. Pidió una cita médica, contó sus síntomas y le diagnosticaron endometriosis. A través de su documental “No es una herida” busca abordar su experiencia y las de otras mujeres en torno a virus, síndromes y enfermedades que afectan al útero.
Catalina Sanabria Devia
¿Las mujeres vinimos al mundo a sufrir? A Violeta Zambrano, realizadora audiovisual y fotógrafa, el sistema de salud parece haberle respondido que sí. En Argentina, hace seis años, le diagnosticaron endometriosis, una enfermedad sobre la que se desconoce la causa, que no tiene cura y que puede perjudicar la vida social y laboral de las mujeres.
Cada 21 días, durante su periodo, Violeta se incapacita por completo debido al malestar. Un proceso biológico como la menstruación, que se presenta mes a mes durante gran parte de nuestras vidas, se tornó en algo profundamente desgarrador para ella desde que tenía 18 años. Y es que, según la Cámara de Representantes de Colombia, la endometriosis puede doler entre 8 y 10 veces más que un cálculo renal.
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Endometriosis e Infertilidad (Asocoen), esta se presenta cuando un tejido similar al que recubre el interior del útero crece fuera de él. En Colombia hay aproximadamente 3.5 millones de mujeres diagnosticadas, pero la cifra total de las que la padecen puede ser considerablemente mayor, pues suele identificarse tarde, el dolor se ha normalizado socialmente y existe mucho desconocimiento sobre el tema.
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Debido a esa falta de conciencia generalizada, Violeta, como muchas otras personas, nunca había oído hablar de la endometriosis. La verdad es que en el momento en que a ella la valoraron, le dio algo de miedo indagar. En esa consulta le recetaron pastillas anticonceptivas para manejar el dolor y le mandaron hacerse algunos exámenes, entre ellos una citología.
Sin embargo, la experiencia de tomarse la prueba le pareció horrible y violenta, especialmente en su situación. “De por sí la enfermedad es muy dolorosa y que te inserten un pedazo de plástico es peor, quedé traumatizada”, expresa. En su trabajo de investigación de Enfermería, Ruth Duarte y Sandra Robayo analizan esta experiencia de las mujeres al tomarse citologías:
“Diversos estudios han permitido ver que todas las mujeres, sin importar la edad o condición, concuerdan en el temor a que un extraño irrumpa en su intimidad. Este puede ser un punto desfavorable para la persistencia de la toma de la muestra, ya que si se tuvo una primera experiencia traumática es muy probable que el procedimiento no se repita”.
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Los resultados de los exámenes que le hicieron a Violeta no arrojaron nada en particular, pero cuando volvió a Colombia, también volvió el sufrimiento. Y aunque pidió citas a su EPS durante casi dos años, nunca la atendieron. Eventualmente, según narra, perdió toda esperanza y no volvió al médico.
Decidió investigar por su cuenta. Averiguó no solo sobre la endometriosis, sino sobre el ciclo menstrual en general. Pero no lo hizo desde la ginecología tradicional, sino que asistió a talleres y consultó el trabajo de mujeres que se empezaron a cuestionar sobre sus dolores y sobre cómo funcionan sus cuerpos.
La fotógrafa se interesó tanto en el tema, que terminó proponiéndolo para un trabajo de la Escuela Nacional de Cine y lo ha dirigido desde entonces. Aunque el proyecto “No es una herida” inició como una entrega académica, con el paso del tiempo se ha convertido en algo mucho más profundo, lleno de significado y propósito.
Junto a Violeta protagonizaron el cortometraje María José Manzanera, quien tiene virus del papiloma humano, y Daniela Bejarano, con ovario poliquístico. En principio se buscaba diferenciar estas enfermedades pero, como expresa la directora, “al final lo que construye mi documental es cómo nos encontramos las mujeres en este lugar común en el que nos dicen que tenemos que sufrir”.
Durante la investigación, todas las entrevistadas contaban una historia similar sobre el sistema de salud. No les explicaban qué les sucedía ni les daban respuestas concretas. En cambio, se normalizaban sus dolores. Luz Marina Araque, fundadora de Asocoen, explicó en entrevista con France 24 que “factores como el sesgo de género, al tratarse de una enfermedad que solo afecta a las mujeres, han influido históricamente en su investigación y por lo tanto en la capacidad que tienen hoy los médicos en diagnosticarla y tratarla”.
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Pese a los obstáculos y dificultades, Violeta logró hallar algo de alivio gracias a una ginecóloga alternativa. “Hablar con ella me cambió la vida”, asegura. Juliana Muñoz la sensibilizó sobre su alimentación. Y aunque en principio no entendiera muy bien la relación de su nutrición con su dolor, poco a poco ha aprendido a escucharse. A conectar consigo misma. A encontrar tranquilidad en el movimiento de su cuerpo, específicamente en el yoga.
Para Violeta, las mujeres estamos íntimamente conectadas con la magia. Lo que ella recomienda cuando alguna le pide consejos para mermar el dolor, es acercarse a las plantas. “Nos han hecho creer que es ridículo tomar infusiones o ir a donde un sobandero o sobandera, pero es ahí donde yo más he encontrado calma en toda esa tormenta, en todo ese dolor”, dice.
Cada vez que la directora visita su documental, se encuentra con algo nuevo. “No es una herida” la ha llevado a descubrirse a sí misma. Para ella, es importante que nos preguntemos qué relación tenemos con la menstruación, con nuestro cuerpo de mujer y con el concepto de “feminidad” que se nos ha impuesto.
Violeta espera que su documental vea la luz el 17 de septiembre, día de su cumpleaños. Dice que así no estará tan solitaria. Ya solo falta conseguir las licencias de las canciones y la producción de sonido. Desde el principio ella ha querido reconocer el trabajo de aquellas que han participado en el proyecto, todas mujeres. Por esa razón ha estado recaudando fondos y en este momento tiene una Vaki abierta para quien desee aportar.
¿Las mujeres vinimos al mundo a sufrir? A Violeta Zambrano, realizadora audiovisual y fotógrafa, el sistema de salud parece haberle respondido que sí. En Argentina, hace seis años, le diagnosticaron endometriosis, una enfermedad sobre la que se desconoce la causa, que no tiene cura y que puede perjudicar la vida social y laboral de las mujeres.
Cada 21 días, durante su periodo, Violeta se incapacita por completo debido al malestar. Un proceso biológico como la menstruación, que se presenta mes a mes durante gran parte de nuestras vidas, se tornó en algo profundamente desgarrador para ella desde que tenía 18 años. Y es que, según la Cámara de Representantes de Colombia, la endometriosis puede doler entre 8 y 10 veces más que un cálculo renal.
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Endometriosis e Infertilidad (Asocoen), esta se presenta cuando un tejido similar al que recubre el interior del útero crece fuera de él. En Colombia hay aproximadamente 3.5 millones de mujeres diagnosticadas, pero la cifra total de las que la padecen puede ser considerablemente mayor, pues suele identificarse tarde, el dolor se ha normalizado socialmente y existe mucho desconocimiento sobre el tema.
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Debido a esa falta de conciencia generalizada, Violeta, como muchas otras personas, nunca había oído hablar de la endometriosis. La verdad es que en el momento en que a ella la valoraron, le dio algo de miedo indagar. En esa consulta le recetaron pastillas anticonceptivas para manejar el dolor y le mandaron hacerse algunos exámenes, entre ellos una citología.
Sin embargo, la experiencia de tomarse la prueba le pareció horrible y violenta, especialmente en su situación. “De por sí la enfermedad es muy dolorosa y que te inserten un pedazo de plástico es peor, quedé traumatizada”, expresa. En su trabajo de investigación de Enfermería, Ruth Duarte y Sandra Robayo analizan esta experiencia de las mujeres al tomarse citologías:
“Diversos estudios han permitido ver que todas las mujeres, sin importar la edad o condición, concuerdan en el temor a que un extraño irrumpa en su intimidad. Este puede ser un punto desfavorable para la persistencia de la toma de la muestra, ya que si se tuvo una primera experiencia traumática es muy probable que el procedimiento no se repita”.
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Los resultados de los exámenes que le hicieron a Violeta no arrojaron nada en particular, pero cuando volvió a Colombia, también volvió el sufrimiento. Y aunque pidió citas a su EPS durante casi dos años, nunca la atendieron. Eventualmente, según narra, perdió toda esperanza y no volvió al médico.
Decidió investigar por su cuenta. Averiguó no solo sobre la endometriosis, sino sobre el ciclo menstrual en general. Pero no lo hizo desde la ginecología tradicional, sino que asistió a talleres y consultó el trabajo de mujeres que se empezaron a cuestionar sobre sus dolores y sobre cómo funcionan sus cuerpos.
La fotógrafa se interesó tanto en el tema, que terminó proponiéndolo para un trabajo de la Escuela Nacional de Cine y lo ha dirigido desde entonces. Aunque el proyecto “No es una herida” inició como una entrega académica, con el paso del tiempo se ha convertido en algo mucho más profundo, lleno de significado y propósito.
Junto a Violeta protagonizaron el cortometraje María José Manzanera, quien tiene virus del papiloma humano, y Daniela Bejarano, con ovario poliquístico. En principio se buscaba diferenciar estas enfermedades pero, como expresa la directora, “al final lo que construye mi documental es cómo nos encontramos las mujeres en este lugar común en el que nos dicen que tenemos que sufrir”.
Durante la investigación, todas las entrevistadas contaban una historia similar sobre el sistema de salud. No les explicaban qué les sucedía ni les daban respuestas concretas. En cambio, se normalizaban sus dolores. Luz Marina Araque, fundadora de Asocoen, explicó en entrevista con France 24 que “factores como el sesgo de género, al tratarse de una enfermedad que solo afecta a las mujeres, han influido históricamente en su investigación y por lo tanto en la capacidad que tienen hoy los médicos en diagnosticarla y tratarla”.
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Para Violeta, las mujeres estamos íntimamente conectadas con la magia. Lo que ella recomienda cuando alguna le pide consejos para mermar el dolor, es acercarse a las plantas. “Nos han hecho creer que es ridículo tomar infusiones o ir a donde un sobandero o sobandera, pero es ahí donde yo más he encontrado calma en toda esa tormenta, en todo ese dolor”, dice.
Cada vez que la directora visita su documental, se encuentra con algo nuevo. “No es una herida” la ha llevado a descubrirse a sí misma. Para ella, es importante que nos preguntemos qué relación tenemos con la menstruación, con nuestro cuerpo de mujer y con el concepto de “feminidad” que se nos ha impuesto.
Violeta espera que su documental vea la luz el 17 de septiembre, día de su cumpleaños. Dice que así no estará tan solitaria. Ya solo falta conseguir las licencias de las canciones y la producción de sonido. Desde el principio ella ha querido reconocer el trabajo de aquellas que han participado en el proyecto, todas mujeres. Por esa razón ha estado recaudando fondos y en este momento tiene una Vaki abierta para quien desee aportar.