Para cerrar brechas de género se necesita equidad en la educación y el cuidado
Elizabeth Taylor Jay
Según el reporte 2023 del Foro Económico Mundial, se requerirían aún más de 120 años para reducir las brechas existentes y alcanzar la paridad de género en el mundo. Este dato sin duda es desalentador si se tiene en cuenta que los ODS, y más específicamente el ODS 5, buscan lograr la igualdad de género; sin embargo, este propósito parece estar ralentizado.
En este escenario, es deber de los estados avanzar decididamente hacia el propósito de la igualdad de género. Para el estado colombiano y en particular para este gobierno, ello es fundamental, pues conocemos y reconocemos la fuerza transformadora de la mujer en la sociedad y el rol preponderante que juegan, ellas, en la búsqueda efectiva de la paz, de una sociedad más justa y equitativa. El país ha avanzado sustancialmente en el fortalecimiento de su sistema normativo, así como de manera progresiva en la ratificación de importantes instrumentos internacionales de protección de derechos humanos, incluyendo los derechos de las mujeres.
El patriarcado, racismo y clasismo como legados nefastos que heredamos de la Colonia, moldearon una sociedad excluyente y desbalanceada, condenándonos a décadas de conflicto y derramamiento de sangre, donde las niñas, adolescentes y mujeres han sido afectadas de manera desproporcionada, hasta el punto de que sus cuerpos han sido utilizados como arma de guerra.
Son muchos los caminos de diálogo y reconciliación que hoy se abren en la búsqueda, entre otros, de la igualdad de género. Cambiar los paradigmas no ocurre de la noche a la mañana, es un proceso que requiere de voluntad, decisión y constancia, y de cambios estructurales cuya consecución no escapará de la resistencia de algunos sectores de la sociedad que no los consideran necesarios, e incluso, ajenos o contradictorios a sus intereses.
El proceso de Paz Total, por ejemplo, con todo y las dificultades que le atañen, es un escenario donde el rol y la participación de la mujer es imperativo. Las reformas sociales que impulsa el gobierno, con un enfoque diferencial, buscan reducir las brechas de desigualdad que hoy nos hacen aún uno de los países más desiguales del mundo, y su discusión y debate abierto, con la participación de las mujeres, entre otros grupos poblacionales, es esencial.
La transformación del sistema educativo hacia uno más equitativo que permita los cambios generacionales necesarios; el tránsito hacia un sistema del cuidado más balanceado, remunerado y equitativo; la autonomía y liderazgo en la economía de la mujer y la potenciación de su participación de manera decidida en la vida política, son, entre otros, parte de las apuestas que debemos recorrer como país para ir cerrando las brechas de género. Desde la Cancillería, por su parte, con la formulación y adopción de la Política Exterior Feminista –PEF- y del primer plan de acción de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU trabajado con el Ministerio de la Igualdad y Equidad, esperamos marcar una pauta, un derrotero claro hacia el sendero de la igualdad de género en nuestro país y en la región.
Según el reporte 2023 del Foro Económico Mundial, se requerirían aún más de 120 años para reducir las brechas existentes y alcanzar la paridad de género en el mundo. Este dato sin duda es desalentador si se tiene en cuenta que los ODS, y más específicamente el ODS 5, buscan lograr la igualdad de género; sin embargo, este propósito parece estar ralentizado.
En este escenario, es deber de los estados avanzar decididamente hacia el propósito de la igualdad de género. Para el estado colombiano y en particular para este gobierno, ello es fundamental, pues conocemos y reconocemos la fuerza transformadora de la mujer en la sociedad y el rol preponderante que juegan, ellas, en la búsqueda efectiva de la paz, de una sociedad más justa y equitativa. El país ha avanzado sustancialmente en el fortalecimiento de su sistema normativo, así como de manera progresiva en la ratificación de importantes instrumentos internacionales de protección de derechos humanos, incluyendo los derechos de las mujeres.
El patriarcado, racismo y clasismo como legados nefastos que heredamos de la Colonia, moldearon una sociedad excluyente y desbalanceada, condenándonos a décadas de conflicto y derramamiento de sangre, donde las niñas, adolescentes y mujeres han sido afectadas de manera desproporcionada, hasta el punto de que sus cuerpos han sido utilizados como arma de guerra.
Son muchos los caminos de diálogo y reconciliación que hoy se abren en la búsqueda, entre otros, de la igualdad de género. Cambiar los paradigmas no ocurre de la noche a la mañana, es un proceso que requiere de voluntad, decisión y constancia, y de cambios estructurales cuya consecución no escapará de la resistencia de algunos sectores de la sociedad que no los consideran necesarios, e incluso, ajenos o contradictorios a sus intereses.
El proceso de Paz Total, por ejemplo, con todo y las dificultades que le atañen, es un escenario donde el rol y la participación de la mujer es imperativo. Las reformas sociales que impulsa el gobierno, con un enfoque diferencial, buscan reducir las brechas de desigualdad que hoy nos hacen aún uno de los países más desiguales del mundo, y su discusión y debate abierto, con la participación de las mujeres, entre otros grupos poblacionales, es esencial.
La transformación del sistema educativo hacia uno más equitativo que permita los cambios generacionales necesarios; el tránsito hacia un sistema del cuidado más balanceado, remunerado y equitativo; la autonomía y liderazgo en la economía de la mujer y la potenciación de su participación de manera decidida en la vida política, son, entre otros, parte de las apuestas que debemos recorrer como país para ir cerrando las brechas de género. Desde la Cancillería, por su parte, con la formulación y adopción de la Política Exterior Feminista –PEF- y del primer plan de acción de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU trabajado con el Ministerio de la Igualdad y Equidad, esperamos marcar una pauta, un derrotero claro hacia el sendero de la igualdad de género en nuestro país y en la región.