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                                                                                    Colombia +20

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                                                                                                                                Pelo Bueno: la peluquería que busca reivindicar el pelo crespo

                                                                                                                                La dueña de esta peluquería le contó a El Espectador cómo pasó de negar su pelo crespo durante más de dos décadas, a abrir un lugar que se dedica a cuidar los rizos y abrazar la negritud.

                                                                                                                                Daniela Villamarín Solorza

                                                                                                                                Redactora de “Género y Diversidad”
                                                                                                                                Cirle Tatis, fundadora de Pelo bueno.
                                                                                                                                Foto: Cortesía
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Ese día, llegó al colegio sin sus crespos y las personas a su alrededor cambiaron. No hubo burlas, hizo algunos amigos y dejó de sentirse relegada. La fórmula era mágica y sencilla: desaparecer los rizos, y la utilizó durante años. El procedimiento se lo hacían en el patio de una casa a las afueras de Cartagena. El piso era de tierra, el calor insoportable y mientras la señora le estiraba el pelo con la plancha, los cerdos y las gallinas corrían a su alrededor, en medio del piso sin baldosa, el agua estancada y sus propias heces.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Cuando eres una niña y te enseñan desde tan pequeña que para ser aceptada tienes que alisarte y cambiar tu apariencia, le están haciendo un daño muy grande a tu autoestima, que empieza a construirse sobre la base de algo que no eres”, explica Cirle, empresaria y comunicadora social de la Universidad de Cartagena.

                                                                                                                                La conclusión fue rápida: mejor el pelo crespo que no tener pelo. “Sin saber nada sobre peluquería, transición capilar o empoderamiento femenino; sin saber lo que era recuperar mis raíces, abrazar mi estética, hacer las paces con mi afrodescendencia, empecé. Lo hice sin saber nada sobre eso porque al comienzo solo estaba intentando salvar mi pelo”.

                                                                                                                                Así se veía el principio: esperar con paciencia que los rizos crecieran y esmerarse en cortar lo que nunca había sido suyo. Sentir que las personas a su alrededor cambiaban. Notar que la trataban diferente, que regresaban las burlas, los apodos y los comentarios racistas en la calle. “Eso pasa porque dentro del imaginario de lo que es bello, no estamos nosotras, las mujeres negras”, asegura Cirle, que hoy lleva sus rizos con orgullo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Las mujeres de pelo rizado nunca nos habíamos sentido bien recibidas en las peluquerías tradicionales, por rechazo o desconocimiento. La peluquería tradicional siempre se ha encargado de embellecer los cabellos lisos o transformar los pelos rizados. Yo quise darles un espacio donde fueran tratadas con dignidad”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Las mujeres se lo agradecieron yendo tanto como podían. La peluquería salió de la casa en el Olaya Herrara a un pequeño apartamento de cuarenta metros cuadrados, donde Cirle vivía y trabajaba. De allí se mudaron a una casa más grande, donde pudieron hacer las primeras contrataciones, y poco después abrieron un local frente a La Serrezuela, uno de los centros comerciales más icónicos de la ciudad. Ahora, tienen sede en Cartagena, Medellín y Bogotá.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Podría interesarle: Así quieren identificar la violencia de género en peluquerías

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                                                                                                                                Cirle dice que su camino, hecho de hebras y hebras de pelo rizado, la transformó. “Pueden pensar que es simplemente pelo, pero para una mujer que se lo negó por 26 años, dejarlo crecer significó dejar de pelear contra sí misma. Cuando lo recuperé empecé a aceptar cosas que iban más allá de él: mis piernas grandes, mi cadera ancha, mi corporalidad, mi negritud. El pelo me ha empoderado tanto que ya no me da miedo perderlo”.

                                                                                                                                Cirle Tatis, fundadora de Pelo bueno.
                                                                                                                                Foto: Cortesía
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Ese día, llegó al colegio sin sus crespos y las personas a su alrededor cambiaron. No hubo burlas, hizo algunos amigos y dejó de sentirse relegada. La fórmula era mágica y sencilla: desaparecer los rizos, y la utilizó durante años. El procedimiento se lo hacían en el patio de una casa a las afueras de Cartagena. El piso era de tierra, el calor insoportable y mientras la señora le estiraba el pelo con la plancha, los cerdos y las gallinas corrían a su alrededor, en medio del piso sin baldosa, el agua estancada y sus propias heces.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Cuando eres una niña y te enseñan desde tan pequeña que para ser aceptada tienes que alisarte y cambiar tu apariencia, le están haciendo un daño muy grande a tu autoestima, que empieza a construirse sobre la base de algo que no eres”, explica Cirle, empresaria y comunicadora social de la Universidad de Cartagena.

                                                                                                                                La conclusión fue rápida: mejor el pelo crespo que no tener pelo. “Sin saber nada sobre peluquería, transición capilar o empoderamiento femenino; sin saber lo que era recuperar mis raíces, abrazar mi estética, hacer las paces con mi afrodescendencia, empecé. Lo hice sin saber nada sobre eso porque al comienzo solo estaba intentando salvar mi pelo”.

                                                                                                                                Así se veía el principio: esperar con paciencia que los rizos crecieran y esmerarse en cortar lo que nunca había sido suyo. Sentir que las personas a su alrededor cambiaban. Notar que la trataban diferente, que regresaban las burlas, los apodos y los comentarios racistas en la calle. “Eso pasa porque dentro del imaginario de lo que es bello, no estamos nosotras, las mujeres negras”, asegura Cirle, que hoy lleva sus rizos con orgullo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Las mujeres de pelo rizado nunca nos habíamos sentido bien recibidas en las peluquerías tradicionales, por rechazo o desconocimiento. La peluquería tradicional siempre se ha encargado de embellecer los cabellos lisos o transformar los pelos rizados. Yo quise darles un espacio donde fueran tratadas con dignidad”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Las mujeres se lo agradecieron yendo tanto como podían. La peluquería salió de la casa en el Olaya Herrara a un pequeño apartamento de cuarenta metros cuadrados, donde Cirle vivía y trabajaba. De allí se mudaron a una casa más grande, donde pudieron hacer las primeras contrataciones, y poco después abrieron un local frente a La Serrezuela, uno de los centros comerciales más icónicos de la ciudad. Ahora, tienen sede en Cartagena, Medellín y Bogotá.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En ellas el cabello crespo es normal, le enseñan a niñas sobre sus cuidados y buscan alternativas que conserven sus raíces y las haga sentirse hermosas. Dan charlas, hacen talleres y se idean campañas con las que puedan abordar la afrocolombianidad; educan a las mujeres sobre la importancia de sentirse orgullosas de su identidad y exaltan a personajes negros que tienen un alto valor para ellas. “No solo queremos reivindicar el pelo, sino la estética en general, la afrodescendencia y la negritud”.

                                                                                                                                Podría interesarle: Así quieren identificar la violencia de género en peluquerías

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                                                                                                                                Cirle dice que su camino, hecho de hebras y hebras de pelo rizado, la transformó. “Pueden pensar que es simplemente pelo, pero para una mujer que se lo negó por 26 años, dejarlo crecer significó dejar de pelear contra sí misma. Cuando lo recuperé empecé a aceptar cosas que iban más allá de él: mis piernas grandes, mi cadera ancha, mi corporalidad, mi negritud. El pelo me ha empoderado tanto que ya no me da miedo perderlo”.

                                                                                                                                Por Daniela Villamarín Solorza

                                                                                                                                Comunicadora Social con énfasis en periodismo y producción audiovisual de la Universidad Javeriana. @Dvillamarinsdvillamarin@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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