La clínica Madre Bernarda es propiedad de las monjas franciscanas.
Foto: Pilar Cuartas Rodríguez
Camila* fue violada por un conocido que, después de una fiesta, se ofreció a acompañarla a su casa y estando allí no la respetó cuando dijo “no”. El trauma empeoró cuando se dio cuenta de que, producto de esa violencia, estaba embarazada, así que, teniendo tres meses de gestación, se acercó a urgencias de la clínica Madre Bernarda en Cartagena para acceder a una Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Pero no pasó de la puerta, porque el portero le advirtió, tras escanearla de pies a cabeza con la mirada, que no practicaban abortos. Esto...
Por Pilar Cuartas Rodríguez
Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com
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