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“Conocí a Ana desde hace mucho tiempo. Empezamos a llevarnos más en secundaria. Por parte de la escuela fuimos en secundaria de viaje al extranjero y me enfermé y ella me cuidó. Desde ese momento, supe que ella ya era una parte mía. (Lea aquí: La carta de despedida de la hermana de Ana María Serrano tras su feminicidio)
No hay palabras para describir lo que significa Ana en la vida. Para su familia, sus amigas y especialmente para mí, porque ella tenía el don de hacer todo más brillante. Ella es el significado de vivir y disfrutar cada segundo de la vida. Su nombre nos recordará que, por más feo que se encuentren las cosas, alguien llegará a sacarte una sonrisa.
Si tuviera que elegir una palabra para describir a Ana, sería ‘familia’. En cuestión de días, Ana se convirtió en mi mundo, donde podía llorar y no sería juzgada. Podía hablar del mismo tema más de cien veces y siempre me escuchaba. Entre nosotras podíamos ser nosotras mismas sin ocultarnos nada, y ella nos querría por ello. Lea aquí: Caso de Ana María Serrano: la emotiva despedida de su primo tras su feminicidio
Siempre que llegaba a la escuela, Ana me veía y corría a abrazarme. Ese gesto hacía la diferencia en mi día a día. Ana me decía ‘Aguich’. Cuando ella tenía que llorar por algo, me llamaba y me decía: ‘Aguich, ¿puedes venir, por favor?´ En cuanto recibía esa llamada, corría para poder ver a mi amiga. Siempre nos apoyamos mutuamente.
Siempre admiré a Ana por su inteligencia, su gracia, humildad, gracia y belleza interior y exterior. Ella siempre brilló y ahora seguirá brillando como la luz del sol, como los girasoles que tanto le gustaban. Cuando entró a la universidad con la que soñaba, sentí mucha felicidad por ella, realmente me sentí la amiga más orgullosa; podía ver en su cara la emoción y entusiasmo que tenía por entrar a su carrera que tanto anhelaba. Lea aquí: Feminicidios en México: colombianas, asesinadas y revictimizadas
Nunca creí que la niña más linda y querida nos sería arrebatada de las personas que verdaderamente la amábamos y que ella amaba. Si tuviera a Ana una vez más frente a mí, le diría: ‘¿Sabes que te amo de verdad, Anapu? Te fuiste muy pronto y me dejaste sola, no me pude despedir’. Te haría reír lo que tengo por contarte, pero esperaré a verte una vez más. ¿Sabes que eras parte de mi familia, cierto? Mis perros van a extrañarte y al trato que solo tú les dabas. Te faltaron más jueves de hamburguesa en mi casa, más juegos con mi hermano y conmigo. El aguich-hermano te extraña con locura.
Tengo todavía muchas palabras por decirte y sentimientos por dedicarte. Ten por seguro que tienes una parte de mi corazón y que, por ti, soy la persona que soy. Nunca te lo conté, pero tú fuiste la razón por la que terminé la preparatoria. Duele demasiado, pero por ti seré fuerte, tú serás mi motivación para terminar lo que empezamos. Hazme un favor y descansa, que aquí conservamos tu memoria y los recuerdos que tenemos contigo. Cuida a Ponciano por mí. Sé que eres capaz, así que te pido que no me jales los pies en la noche.
Tengo la oportunidad de decir que yo tengo a la mejor mejor amiga. La que todas quisieran tener, por hermosa, inteligente, fuerte y directa. Ahora ella cuida de nosotros, como siempre lo hizo. Ahora, desde el cielo descansado, vuela alto Anapu.
Nosotros haremos cumplir tus sueños. Nosotros nos preocupamos por el bienestar de los animales y por el nuestro. Siempre serás mi mejor amiga, Anapu. Te amo y te amaré siempre.
Mo Aguilar Aguich.”