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¿Cómo la guerra ha transformado la vida reproductiva de las personas? ¿Cómo nos imaginamos la justicia reproductiva? ¿Cómo hablar sobre sexualidad, reproducción, placer y cuidado en los procesos de verdad, justicia y reparación? Estas son las preguntas que propone la nueva exposición “Tejer justicia reproductiva: conflicto y paz en Colombia”, en el Museo Nacional en Bogotá.
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La exhibición es parte de un proyecto de investigación de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), con el financiamiento del United Kingdom Research and Innovation (UKRI) y el apoyo de la organización Women’s Link Worldwide. Esta pone el foco en las historias y experiencias de cuatro mujeres afrocolombianas y de un hombre trans afrocolombiano que quedaron en embarazo luego de sufrir violencias sexuales cometidas por miembros de grupos armados.
Por medio del dibujo, el tejido, la serigrafía y el patchwork (un método de costura que consiste en unir trozos de tela de diferentes colores y tamaños), Víctor, Esperanza, Fénix Renaciente, Alegría y Brigit comparten sus experiencias con la violencia reproductiva. Transmiten sus frustraciones y dolores, pero también sus alegrías y procesos de sanación. Y, aunque hablan de los momentos en los que la guerra y grupos armados transformaron su vida, también reflexionan sobre un mundo donde todas las personas sean dueñas de su autonomía reproductiva.
Si bien en los últimos años se ha comenzado a denunciar y visibilizar el impacto de las violencias sexuales en el marco del conflicto armado, la violencia reproductiva no ha sido reconocida como tal. Y es que es algo de lo que no se habla; se ha equiparado a la violencia sexual o como un daño colateral de esta, cuando no son lo mismo.
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La violencia reproductiva se refiere a toda forma de abuso, coacción, discriminación, explotación o violencia que ponga en peligro la autonomía reproductiva de una persona. En palabras de María Cecilia Ibáñez, abogada senior de Women’s link, “es una forma de violencia que se refiere, por ejemplo, a embarazos y maternidades o paternidades forzadas, pero también a abortos y anticoncepción forzada”. Actualmente, hay un llamado a que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) investigue y sancione este tipo de violencia.
Está exposición viene tejiéndose desde hace diez años. Tatiana Sánchez Parra, investigadora de la Universidad de Edimburgo, relata que todo inició porque estaba trabajando sobre qué pasaba con las reparaciones para niños y niñas que nacieron como resultado de violencia sexual cometida por grupos armados. Conoció a quienes hoy protagonizan “Tejer justicia reproductiva” en estos espacios y entendió que la violencia reproductiva debía ser contada desde otras miradas.
“Las experiencias de sus embarazos, partos, violencias obstétricas que habían vivido y de las crianzas y todo lo que ha pasado desde que dieron a luz no estaban siendo recogidas, escuchadas, ni tenidas en cuenta por ninguna de las instituciones que trabajan sobre el conflicto. Estaban dispuestas y dispuesto a explorar sus experiencias reproductivas y de cuidado desde un lenguaje distinto, lejos de esa mirada legal que hay sobre la verdad, justicia y reparación”, explica Sánchez.
Así, la exposición surgió de una conversación constante; de tener un espacio para reflexionar sobre el placer y cuidado; de conectar sus cuerpos; y de “visitar” aquellos momentos en los que la guerra transformó su vida sin caer en la revictimización o romantizar sus historias. Y, de esa forma, poder plantear la pregunta de lo qué significa la justicia reproductiva.
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Según SisterSong, colectivo de feminismos negros e indígenas, la justicia reproductiva tiene tres pilares fundamentales. Primero, el derecho a tener o no tener hijos e hijas. Segundo, vivir embarazos y dar a luz en contextos libres de opresión, explotación y violencia. Tercero, criar y construir familias en entornos dignos. De esta forma, la exhibición pretende señalar que el proceso por construir paz debe contemplar futuros libres de violencias reproductivas.
Las obras de Víctor, Esperanza, Fénix Renaciente, Alegría y Brigit invitan a reflexionar sobre los derechos reproductivos más allá de la interrupción voluntaria del embarazo, pero, también ponen en primer plano el impacto que tiene la falta de acceso a servicios de aborto seguros, gratis y libres en la vida de las mujeres, hombres trans y personas con capacidad de gestar. Por eso, para Ibáñez y Sánchez, la exposición es una invitación a dialogar desde la empatía y en un marco amplio que permite ver las particularidades de cada persona.