Violencia vicaria: cuando los hijos son usados para violentar a las mujeres
En el Congreso está radicado un proyecto de ley que pretende reconocer este tipo de agresiones que afectan a madres e infancias. Es considerada como la segunda peor violencia contra la mujer, después del feminicidio, pues en su caso más extremo puede llevar al homicidio de los menores o al suicidio.
Mariana Escobar Bernoske
Desde hace casi dos años, Ximena Ordóñez no ha visto a sus hijos. A pesar de que las autoridades establecieron que tenía derecho a visitarles y hay un caso abierto sobre violencia intrafamiliar y violencia de género agravado en contra de su expareja, padre de los menores, él no permite que ella tenga contacto alguno. “Don Vicario”, como Ximena lo denomina, obtuvo la custodia de sus hijos durante el divorcio y esa ha sido la carta para continuar, silenciosamente, ejerciendo control sobre ella. (Alcaldía de Medellín responsabiliza a Claudia Gómez de su propio feminicidio)
Este tipo de violencia basada en género (VBG) se llama violencia vicaria y es aquella que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente de sus hijas e hijos. Los menores son instrumentalizados como objeto para maltratar y ocasionar dolor a sus madres, siendo el punto más extremo la muerte. Ese fue el caso de Gabriel Esteban, un niño que fue asesinado en un hotel de Melgar, Tolima, por su propio padre. (Violencia sexual en la guerra: sanar, escuchar y nunca repetir)
Como menciona Laura Sánchez, abogada de la Casa Ernestina Parra (un proyecto de atención psicológica y jurídica a mujeres víctimas de violencias del municipio de Soacha, Cundinamarca), la violencia vicaria es una de las violencias más latentes en Colombia. “Pese a que la Corte Constitucional la ha nombrado en dos sentencias, aún no es reconocida dentro del ordenamiento jurídico del país. Por eso, por ejemplo, cuando una mujer es violentada, las medidas de protección sólo se otorgan a ella y no a sus hijos o núcleo familiar que también pueden estar en peligro”, explica la abogada a El Espectador.
Precisamente, un proyecto de ley radicado por la representante a la Cámara por el Pacto Histórico Alexandra Vásquez busca cambiar el panorama legal y enunciar este tipo de violencia que ha sido catalogada como la segunda más extrema contra la mujer, después del feminicidio. El proyecto también pretende capacitar a los organismos que están vinculados cuando las mujeres llegan a poner sus denuncias, como comisarías de familia, Bienestar Familiar o Policía Nacional, para que conozcan este concepto de violencia y evitar la revictimización. (Las fallas al momento de denunciar una violencia de género)
No reconocer legalmente la violencia vicaria como VBG lleva a la revictimización en los procesos judiciales y pone en riesgo a los menores de edad. “Hemos recibido comentarios de ‘a los hombres también les pasa’ .En ningún momento estamos negando que pueda existir un caso contrario, pero los altos índices de violencia intrafamiliar y maltrato encaminados hacia la mujer y los casos de feminicidios permiten evidenciar que sí existe un sistema judicial patriarcal que está vulnerando a las mujeres y sus hijos”, afirma la representante Vásquez a este diario.
En palabras de la relatora especial de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer, Reem Alsalem, durante el I Encuentro Estatal sobre Violencia Vicaria y Violencia de Género Institucional en España el año pasado, “existe un prejuicio y un sesgo discriminatorio contra las mujeres que las hace menos creíbles que los testimonios de los hombres”. Por eso, las decisiones judiciales tienden a favorecer a los hombres, incluso cuando existen motivos para sospechar que puede haber violencia de género, explica la relatora especial. (¿Se debería hablar del “feminismo” o los “feminismos”?)
De acuerdo con estadísticas del Centro de Referencia Nacional sobre Violencia de Medicina Legal, en el primer trimestre del 2023 se registraron 11.491 casos de violencia intrafamiliar en los que la víctima era una mujer, frente a 3.494 en los que el afectado fue un hombre. Además, según la Fundación Contra la Violencia Vicaria, de la cual Ximena Ordóñez es creadora y directora, al menos 630 mujeres se han acercado a solicitar ayuda por ser víctimas de violencia vicaria y, por ende, hay más de 630 menores afectados.
“A veces, las personas tienden a dividir la violencia contra la mujer que es madre, de la violencia que viven los niños y esto es un error”, afirma Fernanda Restrepo, especialista en crianza y protección de los derechos de las infancias, certificada por la Universidad de Harvard. Ella explica que presenciar estas violencias tiene las mismas consecuencias a nivel cerebral, como si se le estuviera pegando o gritando al niño directamente. Por eso, resulta falso y ampliamente revictimizante creer que un hombre que agrede a su pareja no llega a ser violento con sus hijos.
Para la representante Vásquez, reconocer esta violencia en Colombia permitiría tener registro y cifras. Además, explica que ayudaría a dejar de minimizar la gravedad de los casos o que se responsabilice a la madre por no proteger adecuadamente a sus hijos, en lugar de investigar y sancionar al agresor. Sin embargo, como resalta la abogada Sánchez, por el momento como está planteado el proyecto de ley solo se limita a enunciar y crear el delito, pero no deja claro cómo se materializa y cuáles situaciones serían más o menos gravosas. (El psicólogo señalado de violentar sexualmente a nueve pacientes en Medellín)
Son muchas las situaciones que confluyen en la violencia vicaria. En palabras de Ximena, es un “cóctel” antecedido por otros tipos de violencia como la económica, sexual, psicológica, emocional y física, pero, sobre todo, por maltrato infantil y la ruptura del vínculo entre madres e hijos. Por el momento, mientras el proyecto recorre su trayectoria por el Congreso, todas las fuentes consultadas coinciden que es importante que se empiece a nombrar la violencia vicaria, pues tener una palabra específica que describe este tipo de situaciones es fundamental en el proceso de las víctimas y sobrevivientes.
Desde hace casi dos años, Ximena Ordóñez no ha visto a sus hijos. A pesar de que las autoridades establecieron que tenía derecho a visitarles y hay un caso abierto sobre violencia intrafamiliar y violencia de género agravado en contra de su expareja, padre de los menores, él no permite que ella tenga contacto alguno. “Don Vicario”, como Ximena lo denomina, obtuvo la custodia de sus hijos durante el divorcio y esa ha sido la carta para continuar, silenciosamente, ejerciendo control sobre ella. (Alcaldía de Medellín responsabiliza a Claudia Gómez de su propio feminicidio)
Este tipo de violencia basada en género (VBG) se llama violencia vicaria y es aquella que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente de sus hijas e hijos. Los menores son instrumentalizados como objeto para maltratar y ocasionar dolor a sus madres, siendo el punto más extremo la muerte. Ese fue el caso de Gabriel Esteban, un niño que fue asesinado en un hotel de Melgar, Tolima, por su propio padre. (Violencia sexual en la guerra: sanar, escuchar y nunca repetir)
Como menciona Laura Sánchez, abogada de la Casa Ernestina Parra (un proyecto de atención psicológica y jurídica a mujeres víctimas de violencias del municipio de Soacha, Cundinamarca), la violencia vicaria es una de las violencias más latentes en Colombia. “Pese a que la Corte Constitucional la ha nombrado en dos sentencias, aún no es reconocida dentro del ordenamiento jurídico del país. Por eso, por ejemplo, cuando una mujer es violentada, las medidas de protección sólo se otorgan a ella y no a sus hijos o núcleo familiar que también pueden estar en peligro”, explica la abogada a El Espectador.
Precisamente, un proyecto de ley radicado por la representante a la Cámara por el Pacto Histórico Alexandra Vásquez busca cambiar el panorama legal y enunciar este tipo de violencia que ha sido catalogada como la segunda más extrema contra la mujer, después del feminicidio. El proyecto también pretende capacitar a los organismos que están vinculados cuando las mujeres llegan a poner sus denuncias, como comisarías de familia, Bienestar Familiar o Policía Nacional, para que conozcan este concepto de violencia y evitar la revictimización. (Las fallas al momento de denunciar una violencia de género)
No reconocer legalmente la violencia vicaria como VBG lleva a la revictimización en los procesos judiciales y pone en riesgo a los menores de edad. “Hemos recibido comentarios de ‘a los hombres también les pasa’ .En ningún momento estamos negando que pueda existir un caso contrario, pero los altos índices de violencia intrafamiliar y maltrato encaminados hacia la mujer y los casos de feminicidios permiten evidenciar que sí existe un sistema judicial patriarcal que está vulnerando a las mujeres y sus hijos”, afirma la representante Vásquez a este diario.
En palabras de la relatora especial de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer, Reem Alsalem, durante el I Encuentro Estatal sobre Violencia Vicaria y Violencia de Género Institucional en España el año pasado, “existe un prejuicio y un sesgo discriminatorio contra las mujeres que las hace menos creíbles que los testimonios de los hombres”. Por eso, las decisiones judiciales tienden a favorecer a los hombres, incluso cuando existen motivos para sospechar que puede haber violencia de género, explica la relatora especial. (¿Se debería hablar del “feminismo” o los “feminismos”?)
De acuerdo con estadísticas del Centro de Referencia Nacional sobre Violencia de Medicina Legal, en el primer trimestre del 2023 se registraron 11.491 casos de violencia intrafamiliar en los que la víctima era una mujer, frente a 3.494 en los que el afectado fue un hombre. Además, según la Fundación Contra la Violencia Vicaria, de la cual Ximena Ordóñez es creadora y directora, al menos 630 mujeres se han acercado a solicitar ayuda por ser víctimas de violencia vicaria y, por ende, hay más de 630 menores afectados.
“A veces, las personas tienden a dividir la violencia contra la mujer que es madre, de la violencia que viven los niños y esto es un error”, afirma Fernanda Restrepo, especialista en crianza y protección de los derechos de las infancias, certificada por la Universidad de Harvard. Ella explica que presenciar estas violencias tiene las mismas consecuencias a nivel cerebral, como si se le estuviera pegando o gritando al niño directamente. Por eso, resulta falso y ampliamente revictimizante creer que un hombre que agrede a su pareja no llega a ser violento con sus hijos.
Para la representante Vásquez, reconocer esta violencia en Colombia permitiría tener registro y cifras. Además, explica que ayudaría a dejar de minimizar la gravedad de los casos o que se responsabilice a la madre por no proteger adecuadamente a sus hijos, en lugar de investigar y sancionar al agresor. Sin embargo, como resalta la abogada Sánchez, por el momento como está planteado el proyecto de ley solo se limita a enunciar y crear el delito, pero no deja claro cómo se materializa y cuáles situaciones serían más o menos gravosas. (El psicólogo señalado de violentar sexualmente a nueve pacientes en Medellín)
Son muchas las situaciones que confluyen en la violencia vicaria. En palabras de Ximena, es un “cóctel” antecedido por otros tipos de violencia como la económica, sexual, psicológica, emocional y física, pero, sobre todo, por maltrato infantil y la ruptura del vínculo entre madres e hijos. Por el momento, mientras el proyecto recorre su trayectoria por el Congreso, todas las fuentes consultadas coinciden que es importante que se empiece a nombrar la violencia vicaria, pues tener una palabra específica que describe este tipo de situaciones es fundamental en el proceso de las víctimas y sobrevivientes.