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Recientemente, el Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano anunció la intención de instaurar una política exterior feminista, una tarea que la gran mayoría de los países alaban y aplauden, pero que pocos han realmente emprendido. Esta iniciativa de la Cancillería representa la llegada de una nueva era en la diplomacia y tiene el potencial de posicionar a Colombia ante la comunidad internacional como una verdadera representante de los derechos de las mujeres.
Pero… ¿y qué es una política exterior feminista? De entrada, es un término que no debe causar incomodidad por tener la palabra feminista en él. Como recordarán, el feminismo tiene muchas corrientes y formas de expresión, pero todas llegan a un mismo noble fin: la promoción y protección de los derechos fundamentales de la mujer. Las definiciones de este concepto son innumerables, pero se puede entender como “aquella que promueve acciones afirmativas en todas las áreas y agencias vinculadas a la política exterior para lograr la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, así como como en la generación de nuevos estándares y normas internacionales”. Esto en la práctica se traduce en muchas acciones, por ejemplo: tener en cuenta a las mujeres en la toma de decisiones sobre política exterior, involucrarlas activamente en los procesos de paz, remover las barreras que puedan tener para acceder a puestos de alto rango diplomático e incluir el término de interseccionalidad, es decir, más participación y respeto para las mujeres afrocolombianas, indígenas y de la comunidad LGTBIQ+.
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¿Y por qué Colombia necesita una política exterior feminista? Muchos pensarán que, porque hemos tenido muchas cancilleres y embajadoras, cumplimos ya con la tarea. Pero, desafortunadamente, la representación no asegura el respeto total a los derechos de las mujeres. No solo se trata de tener más mujeres en la diplomacia, sino también de garantizar que se les respete, que se les escuche y que tengan las mismas oportunidades que el sexo opuesto (aunque claro está que la carrera diplomática y consular sí necesita más mujeres). Colombia en ese sentido aún tiene mucho por mejorar, por ejemplo, en una mayor inclusión de mujeres en la toma de decisiones, en la aprobación de legislación antidiscriminación y en la inclusión de mujeres diversas. Y, por otro lado, teniendo en cuenta la intención del actual gobierno en iniciar unos nuevos diálogos de paz, la perspectiva de género es imperativa para lograr una paz duradera. La presencia de las mujeres en los procesos de paz es sumamente importante por la manera en la que ellas se ven especialmente afectadas por el conflicto. Ellas suelen ser víctimas de crímenes de guerra (violaciones, asesinato, tortura), madres solteras que no tienen cómo sostener a sus hijos, incluso combatientes que viven en un contexto de violencia y discriminación. Incorporar la perspectiva de género en los futuros acuerdos de paz también garantiza el respaldo de una comunidad internacional altamente consciente y preocupada por la participación y respeto para con las mujeres.
Esta reciente decisión de la Cancillería es realmente prometedora. Aunque por el momento se encuentra en una fase de construcción, cuando se adopte oficialmente nos uniremos al exclusivo club de cinco países (Suecia, Canadá, Francia, México y España) que han dado este importantísimo paso en sus relaciones exteriores. Seríamos el segundo país en Latinoamérica en instaurar esta política, lo que nos daría un papel importante como líder regional en el tema. Y por supuesto, rompería las tantas barreras que han impedido la participación de la mujer en la diplomacia, una de las profesiones más antiguas del mundo e históricamente ejercida en su mayoría por hombres. Confiamos en que la Cancillería lleve este proyecto a término, y que no sólo sea una política de gobierno, sino que se convierta en una política de Estado perdurable, permanente y de alta prioridad.
*Lupita Prada Jiménez es abogada, internacionalista y magíster en Diplomacia y Organizaciones Internacionales. Es autora de la investigación ‘Servicio Exterior Feminista en España y Colombia: Realidad Comparativa y Oportunidades’
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