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“Ciao, papi”, le gritó Noemi Letizia, una aspirante a modelo de 18 años, al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, cuando éste llegó a su fiesta de cumpleaños. El “inocente” saludo resultó ser la punta del iceberg de un escándalo que desde hace tres meses sacude a Italia y que involucra a funcionarios del Estado, representantes de gobiernos extranjeros, menores de edad, prostitutas y, según algunos medios, hasta droga.
La historia habría sido un capítulo más en la larga lista de devaneos amorosos del Primer Ministro italiano, de no ser por la aparición en escena del fotógrafo Antonello Zappadu, quien durante dos años captó imágenes de las fiestas de Berlusconi en Villa Certosa —su fastuosa mansión privada— y en las que se observa a varias mujeres tomando el sol en bikini o topless, tiernas jovencitas duchándose al aire libre, ancianos políticos paseándose en paños menores y una docena de beldades rodeando al Primer Ministro, algunas de ellas menores de edad. La pequeña Noemi Letizia estuvo en algunas de estas fiestas, según denunció su ex novio.
Las imágenes de Zappadu confirmaron el secreto a voces con que Italia había convivido por años: la debilidad de Berlusconi por el género femenino, el uso de bienes del Estado para su servicio personal y su poco reparo moral para promover a cientos de velinas (modelos de televisión) durante su carrera política.
En entrevista con El Espectador, Antonello Zappadu reveló que entre 2007 y enero de 2009 tomó miles de fotografías que revelan cómo vive sus ratos libres el primer ministro italiano. El reportero relató que intentó publicar esas imágenes en su país, pero que por orden del Defensor de la Privacidad, un órgano oficial, se bloqueó su reproducción en Italia. Fue el propio Berlusconi quien movió cielo y tierra para evitar que se conociera lo que sucedía dentro de su Villa, según explicó en una carta de cuatro páginas, en la que también alegó “violación de la intimidad”.
Esas fotos, que le abrieron las puertas del submundo de Silvio Berlusconi a todo el planeta, están ahora en Colombia. Según relató a este periódico Antonello Zappadu, “por seguridad”. El fotógrafo italiano llegará a Colombia la próxima semana y planea quedarse a vivir en el país junto a su esposa caleña y sus dos hijos. Después decidirá qué hacer con más de 5.000 imágenes que, de publicarse en alta definición como ha evitado hacer Zappadu, podrían poner al primer ministro Silvio Berlusconi por primera vez contra las cuerdas.
¿En qué momento decide hacer públicas las fotografías de las fiestas privadas de Berlusconi y por qué?
Intenté vender las fotos de Villa Certosa en el otoño de 2008, pero no encontré muchos compradores interesados. Cuando estalló el caso de Noemi Letizia, que puso al descubierto algunas fiestas con jovencitas en la mansión privada del primer ministro, entendí que tenía en las manos un paquete fotográfico muy interesante.
¿Desde cuándo tomaba estas fotografías?
Exactamente en la Pascua del 2007 hice un trabajo fotográfico donde Silvio Berlusconi estaba con cinco jóvenes mujeres. A algunas les ponía las manos encima y otras estaban sentadas en sus piernas. Las chicas estaban en topless y en bikini. Estas fotografías fueron las primeras que se publicaron en Italia. Lo hizo la revista semanal Oggi, pero después fueron censuradas por parte del Garante de la Intimidad.
¿Por eso vendió estas últimas a ‘El País’ y no a la prensa italiana?
Sí, como el Garante de la Privacidad en Italia bloqueó estas imágenes, no pude publicar nada más en Italia. El periódico español El País, anticipándose a que también fueran censuradas allá, decidió publicarlas.
¿Revelar estas fotografías no es violar la intimidad del primer ministro y sus invitados?
A mí me acusaron de cometer un delito, previsto por el artículo 615 del Código Penal italiano, que se refiere a la violación de la intimidad. Me acusaron también de violación de domicilio. Sin embargo, ya se cansaron de intentar demostrar cosas inexistentes, no tenían ninguna prueba.
¿Usted entró en alguna oportunidad a la Villa de Berlusconi?
No. Yo nunca entré en la Villa, además porque no era necesario. Todas las fotografías se hicieron desde afuera. Ellos dicen que yo violé la intimidad, pero según eso, es un delito que cometen todos los reporteros cuando publican unas fotografías “privadas”.
Berlusconi aseguró no haber pagado nunca por una mujer. Sin embargo, Patrizia D’Addario, una reconocida prostituta, afirmó haber sido contratada por el Primer Ministro. ¿Tiene algunas fotos de la D’Addario en Villa Certosa?
No. Por lo que yo sé, la señora D’Addario nunca estuvo en Villa Certosa. Noemi Letizia sí estuvo allá, pero en este momento no tengo fotografías de ella. Yo he visto más o menos unas veinte chicas, pero no tengo idea de quiénes son.
¿Qué hombres importantes asistieron a las fiestas?
Ese es el problema. Yo soy un reportero, no un paparazzi, por eso los rostros de las imágenes están borrados. Yo empecé tomando fotografías en el aeropuerto de Costa Esmeralda, a donde llegaban vuelos al menos una vez por semana. Luego hice un análisis periodístico para demostrar que en algunas aeronaves del Gobierno venían personas que, según mi opinión, no tenían derecho de tomar un avión del Estado. Luego seguí con Villa Certosa hasta llegar a Villaggio Capri, otro centro turístico donde encontré un nuevo grupo de chicas. Esto, para los “amigos” de Berlusconi, son sólo chismes, para mí no. Yo considero esto una investigación periodística que yo decidí hacer porque creo justo que todos conozcan estos hechos y sepan cómo se comporta el Primer Ministro italiano.
¿Hubo un interés político en publicar esas fotos, como dijo Berlusconi?
No. Hace 14 años que no voto. Lo hice este año porque mi abogado era candidato por el partido de oposición IDV (Italia dei Valori). Me pareció ridícula la acusación del abogado de Berlusconi, Niccoló Ghedini, en contra de mi abogado. Según él, “un abogado que hace parte del partido IDV no puede defenderme”. ¡Está completamente loco! Tiene el descaro de declarar esas cosas cuando él es senador de la República gracias a Berlusconi y, aparte de ser su abogado, también maneja los asuntos legales de Mondadori (la más grande casa editorial italiana, propiedad del grupo Berlusconi) y de la revista Panorama, también de propiedad del Primer Ministro. ¡No tiene vergüenza!
¿Por qué cree que a pesar de los escándalos, Berlusconi sigue teniendo el apoyo de la mayoría de los italianos?
Muy simple: no hay una alternativa en la izquierda italiana y a eso se suma un vacío total de los otros partidos políticos. A la izquierda es a la que más le conviene que el gobierno de Berlusconi no se caiga o que él no renuncie.
¿Cambió su vida luego de la publicación de las fotos?
Sí, notablemente. No me hice rico con las fotos y además me echaron del periódico para el que estaba trabajando.
¿Por qué lo despidieron?
Yo trabajaba como reportero gráfico para Il Giornale di Sardegna. Hace un tiempo este periódico fue comprado por E-Polis, un grupo de medios italiano. Ellos me acusaron de no respetar las reglas del trabajo porque, según dicen, yo tenía el deber de entregarles las fotos. Afirman que yo tenía un contrato de exclusividad, pero esto es falso. Tengo los documentos que demuestran que ya no existía tal exclusividad. El director, que en ese momento era Nicola Grauso, me dijo: “Está bien, te puedes quedar con la exclusividad de las fotos”. Ahora afirman que no se acuerdan de ese discurso, pero yo sí me acuerdo perfectamente.
¿Recibió alguna amenaza de parte del gobierno italiano?
No, pero ahora tengo más cuidado. No soy tonto, porque Berlusconi sigue siendo el Primer Ministro de Italia. Además, es uno de los más poderosos hombres del país, si no de Europa, y uno de los personajes más ricos del mundo. Sin duda, este hombre tiene mucho poder.
Usted dijo tener más o menos 5.000 fotos comprometedoras. ¿Por qué no las ha publicado todavía?
Porque la Fiscalía me las tiene bloqueadas. Lo más absurdo de esta historia es que los jueces y la Fiscalía de Tempio Pausania (ciudad al norte de Cerdeña) las bloquearon sin verlas. Desconocen su contenido. Según estableció el Garante de la Intimidad, las fotos tomadas en el aeropuerto de Costa Esmeralda y en la aldea Capri no violan la intimidad de nadie y por eso son libres. Yo podría venderlas o publicarlas sin problema incluso en Italia.
¿Dónde está este material?
Las 5.000 fotos están seguras en Colombia. La agencia Eco Prensa, que es la que tiene los derechos, puede hacer todo lo que quiera con esas imágenes en territorio colombiano. Sin embargo, yo les pedí no vender nada por ahora. Estas imágenes se encuentran en una caja de seguridad, son tres DVD y son de alta definición, es decir, que si alguien quiere ver los detalles, lo podría hacer. Por lo pronto, estas fotos se quedarán en Colombia, nunca llegarán a Italia sin mi autorización.
¿Qué es Eco Prensa?
Es una agencia que creamos junto con varios fotógrafos colombianos. ¡Con mis fotos, Eco Prensa tiene una bomba!
¿Se va a quedar en Italia?
Estoy en el país en este momento porque tengo cuestiones judiciales que resolver, pero la próxima semana llego a Colombia.
¿Por qué venir a Colombia?
Estoy casado con una colombiana, Susan, ella es de Cali. Además, tengo muchos amigos fotógrafos en Colombia.
¿Qué piensa de la prensa colombiana?
Tengo una muy buena opinión. Las cosas que estoy viendo en Italia, nunca las vi en Colombia. Quiero aclarar que estoy luchando por la libertad de prensa. Prefiero Colombia a Italia por el tipo de trabajo que hago. Italia es un país maravilloso, pero en Colombia hay mucha más motivación.
Usted dijo hace poco que le tenía más miedo a Berlusconi que a las Farc. ¿Por qué?
Dije que le temía más a Berlusconi que a los guerrilleros de las Farc. Sin embargo, había una razón: cuando tuve la posibilidad de encontrarme con las Farc, fui con todas las precauciones. Si me hubiran dicho que no, pues no tomo el riesgo. Con Berlusconi siempre tengo que estar escondido. Tiene un aparato de más o menos 180 hombres armados que vigilan las colinas alrededor de Villa Certosa, siempre andan con fusiles de precisión y binóculos. ¿Quién me asegura que no me pueden confundir con un francotirador y terminan disparándome? ¡Nos estamos volviendo peor que Burundi!
¿Quién es Antonello Zappadu?
Entre 2007 y 2009, Antonello Zappadu fotografió Villa Certosa, la espléndida mansión sarda de Berlusconi. Es autor de las célebres fotos que publicó la revista ‘Oggi’ en el verano de 2007, en las que se veía a cinco “velinas” sentadas en las rodillas del primer ministro. La revista pagó 180 mil euros por las fotos. Zappadu no es un paparazzi, es un reportero y ha preferido proteger la identidad de las personas que aparecen en las imágenes. Por eso, todos los rostros que se ven en estas páginas son irreconocibles, porque fueron pixelados por él. Todos, salvo el del propio Berlusconi.
En otras entrevistas, el reportero contó que en la primavera de 2008 en los jardines da la Villa Certosa hubo un falso matrimonio entre Berlusconi y una de estas chicas.
¿Por qué Berlusconi?
“¿Por qué los italianos quieren como líder a un hombre que ha sido catalogado como el “bufón de Europa”?, se preguntaba esta semana el semanario británico The Economist. Silvio Berlusconi ha sido elegido tres veces, desde 1994, en Italia, por un electorado que premia sus programas basados en la seguridad, el nacionalismo y, según The Economist, su frescura fiscal e impositiva. Otros, consideran que hay razones sicológicas.
“En sus discursos siempre insiste en que es él quien garantiza a los italianos la libertad de ser ellos mismos. Su mensaje es: “¿Quieren ser ricos?, ¿quieren ser internacionales?, ¿quieren ser de los que se van de putas? Pues yo les garantizo la libertad para serlo. Yo personifico eso, yo también soy alguien que quiere ser uno mismo”, le dijo al diario español El Mundo el sociólogo español Giuseppe De Rita.
El Jefe de Estado, según observadores, es un termómetro cultural del país, y sabe astutamente, practicar un populismo carismático que a veces parece rayar con el ridículo o el escándalo. Berlusconi “no solo es el jefe de Gobierno de Italia, sino la autobiografía de la nación”, escribió hace poco en el diario Corriere della Sera, el columnista Beppe Severgnini.