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En el casco urbano ya no queda nadie y todas las estructuras que se levantaron durante los 153 años de historia de esta población del occidente de Norte de Santander amenazan con caer en cualquier momento. José Gélvez, un agricultor que ha vivido sus 43 años allí, está seguro de que el próximo fin de semana ya no habrá pueblo.
Cree que lo que firmará el acta de defunción de esta población, distante una hora y media de Cúcuta, será la caída de la iglesia San Rafael, construida en 1875 y que ayer comenzó a desmoronarse. El templo fue eje del municipio desde entonces y a partir de él se expandió la población, que hasta el fin de semana pasado contaba con 7.862 habitantes en el casco urbano.
Carmen Alicia Ibarra manifestó que una vez que pase eso no quedará recuerdo de los años de historia que se iniciaron en Gramalote con su fundador, el padre Secundino Jácome, considerado por los colonos como hijo de Bolívar.
Tanto es el amor que le tenían a esta población, que en 1910 en una de las torres instalaron un reloj lunar traído desde Alemania, que les indicaba la época apropiada para la plantación o el aprovechamiento de sus animales. Dejó de funcionar el día en que se inició la tragedia. También caerá cuando se derrumbe la parroquia.
Así como la iglesia están todas las estructuras, que con el rugir de la tierra se van desmoronando y cayendo. Pocos lograron salvar sus pertenencias. Ayer ya no se veía a nadie, ninguna persona se quiere arriesgar a caminar por entre las ruinas, porque saben que en cualquier momento pueden quedar sepultadas.
Ibarra y su familia eran los últimos que quedaban en el área rural y sólo salieron el lunes por la mañana. El miedo se apoderó de ellos porque en la vereda Jácome, a una hora a pie del casco urbano, también se empezó a abrir la tierra. Esperaron a que amaneciera y salieron corriendo en busca de ayuda para llegar hasta uno de los albergues de socorro en municipios como Santiago, El Zulia y Cúcuta, donde permanece gran parte de los damnificados.
“¿La tierra se esta tragando a Gramalote y nadie nos dice qué pasa?”, se pregunta Ibarra.
Mientras que algunas personas sostienen que la filtración de las lluvias causó la tragedia, otras dicen que el movimiento de tierra se debe a que la población fue construida sobre una falla geológica, pero también hay quienes dicen que esto se da porque en uno de los cerros existió una laguna que de un momento a otro se secó, provocando filtraciones de agua en el terreno. El informe técnico da cuentas de que la destrucción de las tierras gramaloteras se dio por un sismo el 17 de diciembre, a las 8:50 a.m., con magnitud 3,9, con epicentro en Salazar de las Palmas.
Entre los lugareños también se expone como causa probable la sentencia de un párroco acusado de la muerte de su sucesor. “No maté a nadie, no tienen porqué culparme. Maldigo a este pueblo, para que se lo trague la tierra y sobre lo que quede nazca un tartagal (planta de aceite)”, habría dicho el cura hace 60 años.
Entre explicaciones de uno y otro estilo, Gramalote se derrumba y sus habitantes esperan reubicación. Sus sueños se hunden con las casas, pero en muchos casos las hipotecas siguen vigentes.