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El Banco de Dios en Colombia

El director general del Instituto para Obras de Religión, Paolo Cipriani, visitará Bogotá en julio. Se reunirá con los obispos colombianos, mientras la Fiscalía de Roma investiga al IOR por un caso de lavado.

Nelson Fredy Padilla
05 de junio de 2010 - 09:00 p. m.

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Por si no lo sabía, parte de las limosnas que se recolectan entre los fieles de todas las parroquias católicas de Colombia termina en las arcas del Banco Vaticano, oficialmente bautizado Instituto para las Obras de Religión (IOR), entidad que esta semana fue implicada por fiscales de Roma en el posible lavado de 180 millones de euros a través de una red financiera de diez bancos italianos.

Interrogado por El Espectador sobre la relación entre la Iglesia colombiana y el IOR, el secretario general de la Conferencia Episcopal, obispo Juan Vicente Córdoba, explicó que todos los años se recolectan fondos entre los católicos para la Santa Sede. Una jornada se programa los viernes santos y otra el día de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio, conocida como el Óbolo de San Pablo. “Esos dineros los envía cada parroquia a su Diócesis y luego, a través del Episcopado, se mandan al Papa para que los utilice en el mantenimiento de los lugares santos, las misiones pastorales y el sostenimiento de más de 2.000 empleados del Vaticano”.

La “santa” economía es manejada desde tres frentes: el IOR, banco estatal; la Prefectura para los Asuntos Económicos, que hace las funciones de un ministerio de Hacienda, y la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (Apsa), responsable de bienes muebles e inmuebles. Al comienzo de cada año, el Prefecto publica dos balances a los que no muchos expertos les creen, mientras otros hacen acto de fe. Por un lado, se entregan las cuentas de la Santa Sede, dependientes casi con exclusividad de ofrendas de las conferencias católicas de 170 países con 1.100 millones de feligreses, y por otro, las de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, encargada de las cifras de ese pequeño Estado de 44 hectáreas, que maneja entradas del turismo, museos y hasta de una farmacia y un supermercado.

Guillermo León Escobar, ex embajador de Colombia ante la Santa Sede durante los gobiernos de Andrés Pastrana y de Álvaro Uribe, explica que el patrimonio básico en cabeza del papa Benedicto XVI proviene de los millones de liras (se especula con cifras entre 80 y 1.750) entregados por Italia al Vaticano con motivo de los Pactos Lateranenses, que desde 1929 reconocen la soberanía de los dos estados y la indemnización a la Iglesia por los territorios perdidos en 1870. Todo avalado por el primer ministro fascista Benito Mussolini.

De manera extraoficial se le atribuyen al IOR reservas superiores a los 11 mil millones de dólares. ¿Y quién lo controla? Una Comisión Cardenalicia de cinco purpurados nombrados por el Papa y el Consejo de Superintendencia, cinco laicos expertos en finanzas, entre los que han figurado el estadounidense Virgil C. Dechant (City Bank), el alemán Theodor E. Pietzcker (Deutsche Bank), el español José Ángel Sánchez Asiaín (BBVA) y Robert Studer, de la Unión de Banca Suiza (UBS). Monseñor Córdoba dice no saber de esos entretelones, pero no olvida el día que conoció el IOR, localizado en un torreón anexo al Palacio Apostólico donde vive el Santo Padre: “Para llegar al banco hay que pasar por la Puerta de los Ángeles. Son unas oficinas clásicas, con sus ventanillas y cajeros donde se atiende a las personas que tienen que ver con la vida vaticana”.

Colombia y el IOR

Desde Bogotá también se envían los dineros correspondientes a derechos de autor por la venta de libros editados por la Santa Sede o de recordatorios y estampillas. En la Conferencia Episcopal hay un enlace con la Nunciatura Apostólica, la embajada vaticana, y por esa vía se hacen los giros al IOR.

El obispo Córdoba dice que las Diócesis o el Episcopado pueden tener cuentas bancarias allí, “siempre como instituciones y no a nivel personal”. De esta forma pueden sostener a los religiosos que viajan a Europa a estudiar o en misión.

Córdoba no reveló una cifra anual de los aportes que hace el Episcopado al Vaticano. “La crisis de le economía mundial se ha sentido en las parroquias y en el bolsillo de los creyentes”. Sin embargo, otras fuentes hablaron de una cifra que oscila entre medio millón y un millón de dólares. En esta materia son las Conferencias de Alemania, Estados Unidos e Italia las que encabezan la lista de generosidad, seguidas de las donaciones privadas. Colombia es un país clave para el IOR dentro del ámbito latinoamericano, en el que Brasil y México tienen el mayor músculo financiero.

Para mejorar las relaciones financieras es que el jueves 8 de julio, a las 3:00 de la tarde, el director general del IOR, el laico italiano Paolo Cipriani, dictará una conferencia a 70 obispos colombianos en la sede de la Conferencia en Bogotá. “Él nos hará ciertas recomendaciones para que tengamos claro cómo se envían los dineros, la intermediación bancaria, los servicios que ellos pueden prestarle a las diócesis para cambios en dólares o euros y que todo funcione de mejor manera”.

Cipriani, de 55 años, es uno de los banqueros europeos más reconocidos por su experiencia en el Banco del Espíritu Santo, en Italia, y el Banco de Roma, así como en los centros financieros de Luxemburgo, Nueva York y Londres. Por encima de él está el presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, quien hasta finales del año pasado dirigía el español Banco Santander en Italia y es allegado a los altos círculos del Opus Dei. Fue él quien asesoró al papa Benedicto XVI para la escritura de la encíclica social y económica Caridad en la verdad, que irónicamente exige al sistema financiero mundial basar su existencia en “ética”, “transparencia” y “justicia social”.

El nuevo escándalo

La investigación de lavado revelada esta semana y a cargo de los fiscales romanos Nello Rossi y Stefano Rocco incluye al IOR, a los también poderosos Unicredit e Intensa San Paolo y a otros más pequeños como la Banca del Fucino. El diario La Repubblica aseguró que el IOR opera como “pantalla” para ocultar dinero de clientes que quieren evadir los controles fiscales italianos. Entre los nombres citados en los rastreos hechos desde 2004 se encuentra el del ex primer ministro de ese país y líder de la Unión Demócrata Cristiana, Giulio Andreotti, cercano a la Santa Sede y a quien desde hace tiempo se señala como promotor de este tipo de triangulaciones. Los delitos investigados son tres: no identificar a los autores de las transacciones, no registrar las operaciones y no reportarlas como sospechosas.

Como una opinión personal, no como secretario del Episcopado, monseñor Córdoba admitió: “No sería raro que los criminales utilicen un banco como el IOR para lavar dinero, pero no creo que eso ocurra con conocimiento del Vaticano, del Papa o de los cardenales”. Destacó que uno de los propósitos de estrechar la relación con el IOR es blindar a la Iglesia de dineros mal habidos. “A mí me han llegado correos electrónicos ofreciendo un millón de dólares y yo de inmediato los borro, porque de eso tan bueno no dan tanto, debe ser un torcido. Por eso tenemos mucho cuidado con las donaciones, verificamos de qué ONG o fundación provienen y nada se firma sin el visto bueno de un obispo y un proyecto aprobado que justifique el dinero”.


Otro tipo de filtros parecen operar en la Santa Sede. En el balance de 2007 admitió: “ha llegado a la Santa Sede una oferta por un valor de 14’309.400 dólares por parte de un donante que ha querido mantener el anonimato”. La página oficial del estado (www.vatican.va) permite las contribuciones confidenciales en línea sólo con la inclusión de un nombre, apellido y dirección o, si se prefiere el anonimato, basta con indicar el país desde donde se hace la transacción. “En cualquier momento puede enviar su óbolo a su santidad Benedicto XVI” y anexa la cuenta corriente de Unicredit Banca D’Impresa junto con las opciones de tarjetas de crédito American Express, Visa, Diners y Master Card. “Es una ayuda económica que los fieles ofrecen al Santo Padre, como expresión de apoyo a la solicitud del sucesor de Pedro por las múltiples necesidades de la Iglesia universal y las obras de caridad a favor de los más necesitados”.

Historia ‘non sancta’

Hitler dejó bajo custodia del Papa Pío XII oro y dineros expropiados por los nazis a judíos de los Balcanes y quienes ante un tribunal de San Francisco (EE.UU.) demandan devolución e indemnización. Este pontífice fundó en 1942 el IOR para “custodiar los bienes de la iglesia, destinados a obras de religión o de caridad”.

 El lema quedó desmitificado en 1982 cuando la banca papal causó la quiebra del Banco Ambrosiano del que era accionista. Se perdieron 1.300 millones de dólares y surgió la trinca del monseñor estadounidense Paul Marcinkus, cabeza del IOR hasta 1989 y llamado “el banquero de Dios”, el asesor siciliano Michele Sindona y Roverto Calvi, presidente del Ambrosiano. Manejaron fortunas como la del dictador filipino Ferdinando Marcos. La Santa Sede decidió reponer 406 millones de dólares para asumir su “responsabilidad moral”.

 A este oscuro capítulo se atribuye, sin pruebas ni condenados, la sorpresiva muerte del papa Juan Pablo I en 1978, quien quería develar las mafias infiltradas. Ahora, por los casos de pedofilia en todo el mundo, debió desembolsar 85 millones de dólares sólo en Boston para acallar a los demandantes. Libros como ‘El poder y la gloria’ (Planeta), escrito por David Yallop, denunciaron que las operaciones que convirtieron al Vaticano en “paraíso fiscal” y “banco de la mafia”, se mantuvieron e incrementaron después de aquel escándalo. Una investigación del ’London Telegraph’ le dio al Vaticano el octavo puesto en la lista de los diez estados donde más fondos se blanquean (habló de 55 mil millones de dólares) con impunidad, debido a que las investigaciones que se abren no se concretan porque los estados solicitantes prefieren evitar una crisis diplomática con un estado siempre escudado en su inmunidad diplomática.

Viendo los balances en rojo de los 80, Juan Pablo II reestructuró los estatutos que rigen el IOR pero los mantuvo bajo secreto y ratificó a los herederos de la crisis de los 80 y las utilidades volvieron en 1992 con cifras récord. En su investigación ‘La puta de Babilonia’ (Planeta 2007), el escritor colombiano Fernando Vallejo denunció que el papa polaco “protegió a Marcinkus y a Sindona”. El primero falleció en la impunidad en 2006, el segundo fue asesinado con cianuro en la cárcel en 1986 y el cadáver de Calvi apareció colgado de un puente en Londres en 1982. ’Vaticano S.p.A’ (2009), escrito por Gianluigi Nuzzi, basado en el archivo secreto de Renato Dardozzi un consultor de cardenales y obispos, reveló: “Entre 1989 y 1993 unos 275 millones de euros fueron transferidos a fundaciones con nombres como Cardenal Francis Spellman, Lucha contra la leucemia o Niños pobres”. En el libro se relaciona al IOR con los jefes de la Cosa Nostra. La editorial vaticana ripostó con el libro ’Finanzas blancas’, escrito por  Angelo Caloia, presidente del IOR hasta 2009.

Los balances financieros del Vaticano

19 mil millones de liras fue el superávit récord de 1992 y 15 millones el de los años 2004, 2005 y 2006.

9 millones de euros fue el déficit de 2007. Se elevó a 15 millones en 2008.

54 millones de dólares recibió en 2008 por el Óbolo de San Pedro, frente a los 50 de 2007.

20,9 millones de euros enviaron en 2008 los episcopados, frente a los 18,7 millones de 2007.

3 millones de euros en utilidades dejan la librería y editorial, la tipografía y el centro televisivo.

2.500 millones de liras aportan las congregaciones religiosas reconocidas por la Santa Sede.

2.668 personas trabajan para el Vaticano, que tiene cerca de mil pensionados.

Por Nelson Fredy Padilla

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