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Hasta el pasado lunes, el nombre de Hernán Gustavo Castro Alcárcel pasaba desapercibido para la mayoría de la sociedad colombiana y solo era conocido en un pequeño sector de políticos y comunicadores. El hombre de 60 años saltó a la palestra pública después de que la periodista Maryory Carvajal lo denunció por golpearla tras exigirle el pago de su salario como empleada de la Revista Congreso, Veracidad y Gestión, que él dirige y de la que es dueño. El episodio quedó grabado en video y destapó una seguidilla de nuevas denuncias penales, señalamientos de acoso sexual, cuestionamientos a la veracidad de sus títulos universitarios y una vieja disputa por plagio comercial.
Hernán Gustavo Castro Alcárcel se presenta así mismo como periodista, abogado, empresario y político. En su página web solo consta un diploma en Licenciatura en Comunicación y Periodismo de Logos International University de Miami (Estados Unidos); y una carta que lo nombra rector honorífico de la misma universidad. Pese a que el rector de esa institución, Edgar Prada Pradilla, aseguró en una entrevista conducida por el mismo Castro que el año pasado fue reconocida como la mejor de Miami, una investigación del diario El Colombiano reveló en 2015 que Logos International University ni siquiera registra en la base de datos del Departamento de Educación de EE.UU. ni es reconocida como una institución de educación superior en Colombia, por lo que los títulos que expide no se pueden convalidar en el país.
El rector Prada insiste también en que presidentes, ministros, fiscales y otras personalidades públicas han sido homenajeados por Logos International University que, según él, cuenta con 70 mil estudiantes en cinco continentes. En Colombia personas como el exgobernador de Santander Richard Alfonso Aguilar, el exsuperintendente de Notariado y Registro Jorge Enrique Vélez García y el exalcalde de Bello Carlos Alirio Muñoz López han recibido doctorados honoris causa en administración pública de dicha entidad. Al igual que ellos, Castro Alcárcel fue homenajeado en 2017, cuando completaba 15 años dirigiendo la publicación que fundó con el nombre Revista Congreso, informe especial, a la que después bautizó Revista Congreso Internacional de Estados y hoy se llama Revista Congreso, Veracidad y Gestión.
A lo largo de estos años ha entrevistado a poderosos funcionarios públicos, entre los que se encuentran comandantes del Ejército, magistrados de altas cortes, ministros, superintendentes, alcaldes, congresistas, directores del Inpec, embajadores y directivas de la Rama Judicial. En una de las más recientes ediciones de la revista, el pasado mes de abril, aparece en portada el comandante del Ejército, Nicasio de Jesús Martínez; e incluye entrevistas con el director de la Policía Nacional, Óscar Atehortúa Duque, y el director de la Escuela Militar de Cadetes, Álvaro Pérez Durán.
Otro de los personajes entrevistados en dicha edición fue María Carolina Carrillo Saltarén, directora administrativa de la Cámara de Representantes, cuya imagen también fue usada en la portada de junio de 2018. Su inclusión en la publicación llamó la atención, pues tras el escándalo de la agresión a la periodista Carvajal se conoció que Hernán Castro fue contratista de la Cámara de Representantes en dos ocasiones y Carillo fue quien certificó la necesidad de contratar al hoy cuestionado empresario.
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Entrevista a María Carolina Carrillo Saltarén, directora administrativa de la Cámara de Representantes, en la edición de abril.
De acuerdo con los documentos del proceso de contratación, en calidad de directora administrativa, Carillo solicitó y justificó la celebración de dos contratos de prestación de servicios entre Hernán Castro y la Cámara de Representantes el 1 de octubre de 2018 y el 6 de junio de 2019 por un valor total de $17.836.800. El objetivo fue el mismo: “apoyar en la secretaría de la Comisión Legal de Seguimiento Electoral en todas las gestiones requeridas”. Las fotos de los 15 congresistas que pertenecen a dicha comisión también fueron incluidas en dos páginas de la edición de abril de la Revista Congreso, Veracidad y Gestión.
El contratista cumplió con los requisitos que pedía su contratante: título de tecnólogo o técnico, cinco semestres de educación superior o ser bachiller con 36 meses de experiencia. Presentó una certificación firmada por la decana de la Facultad de Derecho de la Corporación Universitarias IDEAS, Ludy Santiago Santiago, en la que consta que es estudiante activo del programa de Derecho, culminó décimo semestre y tiene pendiente aprobar el consultorio jurídico y los exámenes preparatorios, “los cuales viene cursando a satisfacción”. La decana Santiago le confirmó a El Espectador la veracidad del documento. Así mismo, Hernán Castro acreditó ser bachiller académico del Liceo San Antonio de Bogotá.
Como contratista, Castro se comprometió a analizar los documentos radicados en la comisión, tramitar correspondencia, llevar el archivo y mantenerlo actualizado, obrar con lealtad y realizar seguimiento a las actividades y proyectos electorales. La directora Carrillo afirmó a este diario que “no hay un hilo conductor entre los contratos de Castro y mi aparición en las publicaciones donde aparecen presidentes de la República, congresistas, ministros, generales y demás dignidades. En esa revista no solo he aparecido yo. El Congreso abre las puertas a todos los periodistas porque revisan noticias para mantener informado en tiempo real al pueblo colombiano. Nada tiene que ver lo uno con lo otro”.
La Cámara de Representantes anunció el pasado miércoles que el contrato firmado con Castro a principios de junio fue terminado de forma anticipada, debido a la denuncia hecha por la periodista Carvajal. La corporación aclaró, además, que la Revista Congreso, Veracidad y Gestión es de carácter privado, no tiene relación con la Cámara de Representantes ni el Senado y tampoco está autorizada para realizar actividades a nombre de la corporación: “El único medio de comunicación oficial escrito de la Cámara de Representantes se llama Poder Legislativo, el cual cuenta con todos los logos y formatos de imagen de la entidad”.
No obstante, varios periodistas extrabajadores de Hernán Castro le afirmaron a este diario que desde hace varios años el hombre promociona su publicación como un medio oficial del Congreso de la República y que les impartió a sus redactores la instrucción de cómo debían presentarse ante los entrevistados: “Buenas tardes, estamos llamando del Congreso de la República, más exactamente de la Revista El Congreso, y queremos sacarle un artículo por la excelente labor que ha hecho por el país”. Una de las denunciantes afirmó incluso que su exjefe dijo haber sido congresista en el pasado y le prometió un puesto en el Legislativo a cambio de que aceptara trabajar mientras tanto por un salario mínimo.
Aunque una decena de personas como éstas se acercaron esta semana a la Fiscalía para denunciar, las primeras irregularidades las conocieron las autoridades desde 2002. El Espectador revisó el caso de una vendedora que el 31 de octubre de ese año ingresó a las instalaciones del Congreso presentando una credencial falsa. Al ser descubierta, la mujer afirmó que dicha credencial se la había entregado Hernán Castro y lo referenció como director de la Revista Congreso, informe especial. “Que responda la persona quien me dio la credencial, que él sí sabía que era falsa”, añadió la mujer ante la comandante de la Estación de Policía Congreso.
Meses antes de este impase, el entonces secretario general del Senado y hoy contralor de Córdoba, Emilio Otero Dajud, envió una carta a Hernán Castro en tono de molestia y le exigió no utilizar el nombre del Congreso de la República para sus propósitos económicos. La misiva empezó con estas palabras: “Recibí con total extrañeza una copia del oficio que usted en calidad de director general de la Revista Congreso-Informe Especial, irresponsablemente dirige a los gobernadores manifestando que esta Secretaría General avaló la edición de esta revista. No comprendo como usted tergiversa tan absurdamente la colaboración que en materia legislativa puedo ofrecer en todas las personas que a bien tengan solicitarla (…) una cosa es colaborar en la consecución de la información por el principio de publicidad y otra muy diferente es la de avalar o servir de garante en la edición de una revista”.
“Definitivamente nuevamente encuentro en usted sus malsanas intenciones. No continúe siendo tan atrevido como lo ha demostrado con algunos de sus actos y no se aproveche de la buena fe (…) No permita que las demás oficinas le cierren las puertas como ya lo hizo este despacho, porque usted no es de buen recibo en éste, precisamente porque no conoce el concepto de confianza, colaboración y amistad (…) Le reitero que por parte de la esta Secretaría General no existe ningún aval, ningún vínculo comercial o referencial para la edición de su revista”, concluyó Otero.
Dos años después, un reconocido periodista de la región Caribe manifestó que su nombre había sido incluido en la revista de Hernán Castro en calidad de director, aunque nunca participó en ella. “Mi nombre fue tomado sin mi consentimiento ocasionándome graves perjuicios morales y posibles perjuicios económicos”, dijo el comunicador. Para la misma época, una estudiante de 20 años que trabajó con Hernán Castro denunció en la estación de Policía Tequendama que este hombre se hacía pasar por congresista, pues a la oficina llegaban fax en los que se dirigían a él como representante a la Cámara, cuando en realidad no lo era. “Hay otros documentos donde se hace pasar por abogado cuando no tiene ese título”, añadió la joven.
Hoy, casi dos décadas después de las primeras quejas, las nuevas denuncias hablan de supuestos malos tratos y de incumplimiento del pago de salarios y prestaciones sociales de la seguridad social. Una de las querellantes contó que ingresó a la revista el 23 de mayo de 2018 para trabajar como periodista. “Se dirigía a mí con insultos como ‘lárguese de mi oficina, vaya a que la terminen de criar, madure y usted piensa como un caballo’. Después de estos insultos me llamaba y me pedía disculpas refugiándose en que él perteneció al Ejército y así lo trataban allí. Y amenazaba con dar malas referencias de mí a senadores, representantes, etc. Cuando fui a renunciar, no quise salir con problemas ya que el mundo de comunicación es muy pequeño y temía que me dañar la reputación como profesional”, relató la mujer a la que nunca no le pagó prestaciones sociales.
Otra de las afectadas es Marcela Boyacá, actualmente productora del programa Cuatro Caminos del Canal RCN. Ella narró a este diario que Hernán Castro le adeuda, desde julio de 2018, la suma de $1.200.000 por redactar algunos artículos para la revista. “Nunca firmamos contrato. Nos presentaron a un supuesto socio capitalista que hacía promesas. Llamé a Hernán Castro varias veces y la última vez me dijo: ‘tranquila, yo no le voy a robar su plata y me tiró el teléfono’. Nunca me pagó”, sostuvo Boyacá. Varias de las personas denunciantes narraron que, pese a ser contratadas como periodistas, su jefe les exigía servir tintos, barrer, limpiar baños, contestar llamadas y servirles trago y comida a sus invitados que con frecuencia llegaban a la oficina los viernes en la noche.
Sumado a estas quejas por incumplimiento de derechos laborales, otra mujer aseguró en W Radio que fue víctima de presuntos actos de acoso sexual por parte de Hernán Castro. “Inicialmente me contrató por 30 días, intentaba abrazarme, me tocaba las piernas, me preguntaba si yo planificaba porque no quería tener hijos conmigo, me preguntaba cómo era tener sexo conmigo (…) Nunca puse la denuncia, porque dijo que la jefa de él era la vicepresidenta, que hablaba con la policía, coroneles y mucha gente del Congreso”, dijo la denunciante.
La Fiscalía tendrá que analizar estas denuncias y determinar si hay suficientes motivos o no para imputarle cargos a Hernán Castro. Pero el empresario ya se ha enfrentado a la justicia penal en el pasado. En 2012, una mujer lo denunció por transferirle un cheque sin fondos y, tres años después, en primera instancia, un juez lo condenó a 18 meses de prisión. La decisión fue apelada y el Tribunal Superior de Bogotá tumbó la sentencia al considerar que la acción penal había prescrito y, por tanto, ordenó la preclusión. "Este señor lleva años haciendo de las suyas y la justicia ha fallado siempre", afirmó a El Espectador la denunciante de este caso, quien agregó que estuvo incapacitada tras ser agredida por Hernán Castro.
En 2005, Álvaro Erazo Paz también denunció a Hernán Castro por usurparle la marca de su revista El Congreso Siglo XXI, registrada en la Superintendencia de Comercio y con más de 25 años de trayectoria. Erazo aseguró que la revista de Hernán Castro, en ese momento titulada Revista Congreso, informe especial, tenía la misma temática de El Congreso Siglo XXI y estaba dirigida al mismo segmento de lectores, lo que confundía a la audiencia. Una jueza decidió en 2008 que sí había delito, pero que Castro no era culpable, pues no era consciente de que su comportamiento era ilegal. Así que lo eximió de toda responsabilidad, sin embargo, le prohibió seguir publicando la revista con el citado nombre. Castro hizo caso omiso a esta advertencia durante un par de años.
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Portada de la Revista Congreso, Veracidad y Gestión, propiedad de Hernán Castro (izquierda); y portada de la Revista El Congreso Siglo XXI, propiedad de Álvaro Erazo (derecha).
En la audiencia del fallo, la jueza también le avisó a la abogada de Castro que la próxima vez que llegara a los estrados judiciales por el mismo asunto sí habría consecuencias penales.“Que quede bien claro (...) que hoy ya su cliente, a través de usted, conoce que su comportamiento es típico y si hoy estamos otra vez realizando y llevando a cabo el tire de esa revista estamos cometiendo un delito que sería objeto nuevamente de investigación por la Fiscalía”, ratificó la jueza.
Pese a que hoy la revista de Castro se llama Revista Congreso, Veracidad y Gestión, y no Revista Congreso, informe especial, Álvaro Erazo insiste en que su marca El Congreso Siglo XXI sigue usurpada, y que la próxima semana radicará una nueva denuncia penal. La Superintendencia de Industria y Comercio, por su parte, determinó que ambas marcas sí son confundibles y por eso le negó el registro a Hernán Castro el 10 de agosto de 2018. La entidad analizó los signos de cada una de las revistas y decidió que, aunque Hernán Castro incluyó las expresiones “veracidad” y “gestión” en su marca y cambió algunos elementos gráficos, no era clara la diferenciación entre los signos. Finalmente, la SIC protegió la marca de Erazo.
En diálogo con este diario, Álvaro Erazo, director y fundador de la revista El Congreso Siglo XXI, aseguró que Hernán Castro le ha causado daños irreparables: “Nos ha ocasionado daños morales porque ha generado confusión de marca. Hay quienes hoy piensan que somos quienes agredimos a una colega o quienes cometimos todas las picardías que han denunciado de Castro. Los daños económicos también son innumerables dado que ahora muchos clientes podrían poner en duda si somos los plagiadores”. El Espectador intentó contactar a Hernán Castro para conocer su versión sobre todas estas denuncias, pero no recibió respuesta.
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Hernán Gustavo Castro Alcárcel, dueño de la Revista Congreso, Veracidad y Gestión, denunciado por varios de sus extrabajadores.
Los convenios educativos
El 29 de abril de 2019, la asamblea de accionistas de la Revista Congreso, Veracidad y Gestión, presidida por Hernán Castro, reformó sus estatutos y amplió su objeto social. Desde esa fecha, la empresa decidió desarrollar proyectos y convenios educativos con escuelas, colegios, academias, universidades y todo lo referente a educación nacional e internacional, “ofreciendo estudios superiores en los grados de diplomados, especializaciones, maestrías y doctorados en todos los programas académicos, en diversidad formas físicas, virtuales, presenciales (…) ofreciendo además intercambios académicos y homologaciones con las universidades nacionales e internacionales”.
“Después de esta experiencia me cambié de carrera”
Una de las extrabajadoras de Hernán Castro entregó el siguiente testimonio a El Espectador: “Yo trabajé en la revista hace 10 años, tenía 19 años. La oferta salió por CompuTrabajo, era mi primer empleo, pues estaba estudiando comunicación social. Él me entrevistó, dijo que necesitaba una secretaria de gerencia. Durante los tres meses que trabajé con él no recibí salario, me trató de prostituta. Nunca supe de él hasta ahora que vi la noticia. Recuerdo que en aquella época fui al Ministerio de Trabajo, donde me dijeron que debía tener un contrato, pero él nunca me puso a firmar nada.
Me sentí utilizada. Apenas empezaba mi vida laboral y Hernán Castro tenía malos hábitos. Si el viernes llegaban sus amigos políticos me decía: usted no se puede ir, me tiene que ayudar a atender a la gente. Me ponía a servir el trago. Los sábados me exigía hacer el aseo. Una vez me tocó limpiarle el baño privado de él que nadie más podía usar. Finalmente tuve que aplazar semestre, porque la deuda se me extendió y me tocó conseguir otro empleo. Me cambié de carrera. Esa experiencia me marcó profesionalmente. Ahora estudio negocios internacionales”.
*NOTA DEL EDITOR: Después de la publicación de este artículo, la decana de la Facultad de Derecho de la Corporación Universitarias IDEAS, Ludy Santiago Santiago, le confirmó a este diario que Hernán Gustavo Castro Alcárcel sí es estudiante del programa de Derecho de la institución. Por esta razón, se modificó este texto, en el que inicialmente se aseguraba que la abogada Santiago no había respondido la solicitud de verificación.