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                                                                                                                                Así resultamos pagando con nuestros impuestos $7,29 billones de la deuda de Electricaribe

                                                                                                                                Han pasado cinco años desde que Electricaribe entró en una crisis de la que nunca pudo salir. El camino que recorrió la empresa para llegar a ese punto de no retorno es clave para entender las razones por las que el Estado terminó pagando de su bolsillo $7,29 billones por errores por los que nadie, hasta ahora, ha respondido.

                                                                                                                                María José Medellín Cano @Majomedellinc mmedellin@elespectador.com

                                                                                                                                Esta es la primera parte de una investigación para entender por qué el Estado terminó asumiendo gran parte de la deuda de Electricaribe. En total, del bolsillo de los colombianos se pagarán $7,293 billones de pesos.
                                                                                                                                Foto: Ilustración El Espectador
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                (En contexto: La vulnerabilidad del sector eléctrico)

                                                                                                                                Una historia de politiquería, malas inversiones, poco o nulo control estatal, improvisación, intereses económicos y algo de nuestra idiosincrasia. Antes de la privatización del servicio, a finales de los años 90, la deuda de las ocho electrificadoras ascendía a $1,1 billones. La Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica (Corelca), entidad que creó el Estado para dar apoyo técnico, administrativo y financiero a esas empresas, dejó un hueco en su contabilidad de $1,2 billones. Aunque el Estado inyectó miles de millones para tratar de salvarlas, en abril de 1998, la Superintendencia de Servicios Públicos intervino y patentó un nuevo modelo de suministro de energía, asumiendo las deudas que hicieron imposible que las entidades públicas continuaran al frente del negocio.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                La estrategia del gobierno Samper fue privatizar las empresas. No solo por lo complicado que les resultó a él y a sus antecesores mantenerlas a flote, sino porque en 1992 Colombia había atravesado la recordada crisis del apagón, provocada por el fenómeno de El Niño, que secó los cultivos y también las principales hidroeléctricas del país. La sequía disparó los precios de la Bolsa de Energía, donde las electrificadoras del Caribe compraban. Hubo problemas de pagos, no fue posible regularizar el servicio, y en un panorama turbio surgieron nuevos protagonistas. Uno de ellos, el consorcio conformado por Houston Industries y La Electricidad de Caracas, que se quedó con el 65 % del negocio, tras pagar US$800 millones.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                (Le puede interesar: ¿Cómo se ve 2021 en términos de generación de energía?)

                                                                                                                                El consorcio de Houston Industries y la empresa venezolana se retiró del negocio dos años después de haber entrado a Colombia. Antes de salir, consiguieron un cliente a quien entregarle el problema: la empresa española Unión Fenosa, con ochenta años de experiencia en negocios de producción y distribución de energía en el país ibérico. La transacción se confirmó en 2000 y no costó más de US$600 millones. Con este nuevo jugador en la cancha, el Estado volvió a poner la responsabilidad de la prestación del servicio público en manos de un grupo empresarial extranjero y de las dos empresas colombianas. Pero ni la experticia de los españoles, ni la localidad de estas últimas, mejoraron la situación.

                                                                                                                                Así estaba la situación de Electricaribe en 2016:

                                                                                                                                Entérese de la situación de Electricaribe
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                (Lea también: Colombia podría aprovechar mejor su energía hidroeléctrica)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo cierto es que, cuando el que Gas Natural aterrizó en la costa Caribe, la situación económica ya era crítica. El servicio de energía tenía cortes continuos y prolongados, su calidad era deficiente, los precios subían sin control, la empresa no avisaba cuándo cortaba el servicio para hacer mantenimientos o instalar medidores y tampoco había compensaciones por fallas. Los electrodomésticos y equipos electrónicos se empezaron a dañar con periodicidad alarmante y, con un clima como el de la costa, el apagón del aire acondicionado caldeó la molestia de los usuarios. Para rematar, las inversiones para mejorar el sistema se atrasaron y la falta de pago y el robo de cables y de energía se volvieron diarios.

                                                                                                                                El problema social

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ahondar en los motivos de la crisis de Electricaribe es crucial, pues no solo la empresa fue responsable de la prestación de un mal servicio, sino que los usuarios, con y sin intención, jugaron un papel primordial en lo que sucedió. Jorge Barrientos Marín, director del Centro de Investigaciones Económicas de la Facultad de Economía de la Universidad de Antioquia y experto en el mercado eléctrico del país, que le ha seguido la pista a este caso, publicó una investigación en 2019 en la que explicó que, además del clima, la pobreza de la mayoría de los usuarios de ese servicio en la costa Caribe y la cultura ciudadana sobre la gratuidad de la energía, fueron determinantes en la posterior debacle de Electricaribe. Sobre el aspecto segundo, el profesor Barrientos se basó en cifras del DANE para explicar su teoría.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Contrabando de luz apaga poco a poco a Electricaribe
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Todo resultó ser una receta para el desastre. Funcionarios de la Superintendencia de Servicios que trabajaban allí cuando el problema empezó a tomar dimensiones inesperadas le explicaron a este diario que, solo hasta 2013, los directivos de Electricaribe se acercaron a la entidad para pedir ayuda. Y como el Gobierno no podía aceptar que parte del problema era el robo de energía y la falta de recaudo, pues esas dos situaciones las debía evitar el mismo Estado, no se logró una solución de fondo. Un año después, cuando el Ministerio de Minas y Energía estaba encabezado por Tomás González, aparecieron nuevos salvavidas. Pero a la crisis por el no pago, el clima y la situación de pobreza de sus clientes se sumó después el hecho de que Electricaribe nunca hizo inversiones para mejorar el sistema.

                                                                                                                                (Lea también: La geografía de la pobreza y la desigualdad)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En consecuencia, la falta de modernización de los circuitos, la actualización y construcción de nuevas subestaciones, entre otras cosas, sigue vigente. Ingenieros expertos en esta materia le explicaron a El Espectador que el sistema de distribución de energía en la costa Caribe es radial. En términos castizos, esto significa que toda la red funciona entre extremos. Aunque el profesor Barrientos aclara que este modelo tiene la ventaja de ser sencillo en su instalación y mantenimiento, “tiene el delicado problema de que, ante un fallo de un transformador, toda la red se queda sin energía (...) este sistema es obsoleto y es de los pocos, si no el último modelo así en Colombia. Y es paradójico porque en la costa es donde más se necesitaría un sistema más moderno preparado para no paralizarse”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Aunque en su momento el ministro Tomás González se comprometió a mejorar el mercado a Electricaribe, reducir las tarifas, pagar los subsidios pendientes, ayudar a que los morosos pagaran y frenar el hurto de energía, entre cosas, nada fue suficiente para frenar los problemas. En 2015, en ciudades como Barranquilla, Soledad, Malambo, Santa Marta, Mahates y Corozal, los ciudadanos se organizaron para protestar en las oficinas de Electricaribe y rechazar los cortes y el mal servicio. Tan crítica fue la situación que hasta alcaldes de varios municipios se sumaron al clamor de los usuarios. En varias ocasiones, los encuentros en plenas vías públicas se tornaron violentos. Y cada día la posibilidad de que Electricaribe no pudiera seguir prestando el servicio se tornaba más real.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Esta fue le portada de El Espectador el 22 de diciembre de 2016. En ella aparece, en primer plano, el entonces ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, durante las discusiones en el Congreso para aprobar la reforma tributaria.
                                                                                                                                Foto: Mauricio Alvarado Lozada
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En medio de ese tire y afloje, en noviembre de 2016 la Superintendencia de Servicios Públicos, en cabeza del superintendente José Miguel Mendoza, intervino Electricaribe. Un mes después, como ocurrió a finales de los años 90, el problema de la energía en la costa quedó en manos del Estado. A su vez, el Congreso aprobó la reforma tributaria que significó el aumento del IVA del 16 % al 19 %, para que el Estado tapara el hueco fiscal que tenía el país ante la desaparición de la renta petrolera. La aprobación de esa reforma resultó un alivio. Pero en la Superintendencia la situación comenzó a tornarse oscura. Aunque estaban seguros de que la intervención de Electricaribe era la decisión correcta, los españoles amenazaron con demandar al Estado en un tribunal internacional.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y lo hicieron. Sus pretensiones sumaban casi $5 billones desde el argumento de que la intervención había sido en realidad una expropiación ilegal de sus bienes y que Colombia había violado sus derechos como inversionistas extranjeros. En esa demanda, los españoles agregaron que el Estado tampoco había protegido sus intereses económicos, no ayudó a la empresa con el pago de subsidios ni actuó para evitar los robos de energía y saldar las cuentas morosas. En su momento, este expediente judicial causó verdadera angustia en las entidades del Estado, pues, además de que tenían que resolver de alguna manera quién se quedaba con el negocio, que el tribunal ordenara pagar semejante multa habría sido el peor de los escenarios posibles.

                                                                                                                                (Le puede interesar: Los argumentos de Colombia para no indemnizar a la empresa que operaba Electricaribe)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El desenlace de este pleito millonario se conoció en marzo de 2021, pero lo que pasó durante el litigio y los percances que se fueron dando en Colombia no fueron menores. Por lo menos dos abogados le contaron a este diario que Electricaribe se buscó la intervención que lo sacó del negocio de la energía en la costa, que le permitió salir de la crisis en la que estaba metida sin mayor ruido. ¿Por qué aseguran que “se la buscaron”? ¿De qué le servía a Electricaribe que el Gobierno entrara a las malas a controlar su empresa? ¿El Estado sí tenía los argumentos suficientes para asumir semejante chicharrón? Conozca esta respuesta y más pormenores de esta investigación en la siguiente entrega.

                                                                                                                                (Lea aquí la segunda entrega: El colapso de Electricaribe: Gobierno, presión de los bancos y un fantasma llamado Odebrecht)

                                                                                                                                Esta es la primera parte de una investigación para entender por qué el Estado terminó asumiendo gran parte de la deuda de Electricaribe. En total, del bolsillo de los colombianos se pagarán $7,293 billones de pesos.
                                                                                                                                Foto: Ilustración El Espectador
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                (En contexto: La vulnerabilidad del sector eléctrico)

                                                                                                                                Una historia de politiquería, malas inversiones, poco o nulo control estatal, improvisación, intereses económicos y algo de nuestra idiosincrasia. Antes de la privatización del servicio, a finales de los años 90, la deuda de las ocho electrificadoras ascendía a $1,1 billones. La Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica (Corelca), entidad que creó el Estado para dar apoyo técnico, administrativo y financiero a esas empresas, dejó un hueco en su contabilidad de $1,2 billones. Aunque el Estado inyectó miles de millones para tratar de salvarlas, en abril de 1998, la Superintendencia de Servicios Públicos intervino y patentó un nuevo modelo de suministro de energía, asumiendo las deudas que hicieron imposible que las entidades públicas continuaran al frente del negocio.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                (Le puede interesar: ¿Cómo se ve 2021 en términos de generación de energía?)

                                                                                                                                El consorcio de Houston Industries y la empresa venezolana se retiró del negocio dos años después de haber entrado a Colombia. Antes de salir, consiguieron un cliente a quien entregarle el problema: la empresa española Unión Fenosa, con ochenta años de experiencia en negocios de producción y distribución de energía en el país ibérico. La transacción se confirmó en 2000 y no costó más de US$600 millones. Con este nuevo jugador en la cancha, el Estado volvió a poner la responsabilidad de la prestación del servicio público en manos de un grupo empresarial extranjero y de las dos empresas colombianas. Pero ni la experticia de los españoles, ni la localidad de estas últimas, mejoraron la situación.

                                                                                                                                Así estaba la situación de Electricaribe en 2016:

                                                                                                                                Entérese de la situación de Electricaribe
                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Otra vez, el clima no ayudó a sacar a flote el negocio. En un país en el que las estimaciones de los expertos dan el 80 % de energía consumida a la fuente hidráulica, el fenómeno de El Niño no era un reto menor para cualquier empresa. Sin embargo, Unión Fenosa se le midió a encararlo durante un poco más de ocho años, en los que no faltaron altibajos, pues sacar adelante una empresa con deudas por más de $800.000 millones no era un asunto fácil. Además, los fantasmas de la politiquería nunca dejaron de perseguirla, con el propósito de seguir usándola como un botín político. Entre quienes conocieron el trabajo de Fenosa durante ese tiempo, no es claro si finalmente lograron la estabilidad operativa y financiera, porque todo volvió a cambiar.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En plena crisis financiera global de 2008 afectando los mercados del mundo, con España en el eje de los coletazos, la crítica situación obligó a muchas empresas a buscar suerte en América Latina. Gas Natural, empresa gasífera de origen catalán, vio en los negocios que tenía Unión Fenosa una oportunidad imperdible y en 2009 surgió Gas Natural Fenosa, que pasó a tener el control de la energía en la costa Caribe, junto a Electricaribe. Aunque hoy es claro que Gas Natural sí hizo la debida investigación del negocio al que entraba, su terrible situación y su volatilidad, como lo determinó recientemente un juez internacional, constituyen evidencias que muestran que se descacharon o tuvieron pocas posibilidades de sacar la empresa adelante.

                                                                                                                                (Lea también: Colombia podría aprovechar mejor su energía hidroeléctrica)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lo cierto es que, cuando el que Gas Natural aterrizó en la costa Caribe, la situación económica ya era crítica. El servicio de energía tenía cortes continuos y prolongados, su calidad era deficiente, los precios subían sin control, la empresa no avisaba cuándo cortaba el servicio para hacer mantenimientos o instalar medidores y tampoco había compensaciones por fallas. Los electrodomésticos y equipos electrónicos se empezaron a dañar con periodicidad alarmante y, con un clima como el de la costa, el apagón del aire acondicionado caldeó la molestia de los usuarios. Para rematar, las inversiones para mejorar el sistema se atrasaron y la falta de pago y el robo de cables y de energía se volvieron diarios.

                                                                                                                                El problema social

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ahondar en los motivos de la crisis de Electricaribe es crucial, pues no solo la empresa fue responsable de la prestación de un mal servicio, sino que los usuarios, con y sin intención, jugaron un papel primordial en lo que sucedió. Jorge Barrientos Marín, director del Centro de Investigaciones Económicas de la Facultad de Economía de la Universidad de Antioquia y experto en el mercado eléctrico del país, que le ha seguido la pista a este caso, publicó una investigación en 2019 en la que explicó que, además del clima, la pobreza de la mayoría de los usuarios de ese servicio en la costa Caribe y la cultura ciudadana sobre la gratuidad de la energía, fueron determinantes en la posterior debacle de Electricaribe. Sobre el aspecto segundo, el profesor Barrientos se basó en cifras del DANE para explicar su teoría.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Contrabando de luz apaga poco a poco a Electricaribe
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                (Lea también: La geografía de la pobreza y la desigualdad)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En consecuencia, la falta de modernización de los circuitos, la actualización y construcción de nuevas subestaciones, entre otras cosas, sigue vigente. Ingenieros expertos en esta materia le explicaron a El Espectador que el sistema de distribución de energía en la costa Caribe es radial. En términos castizos, esto significa que toda la red funciona entre extremos. Aunque el profesor Barrientos aclara que este modelo tiene la ventaja de ser sencillo en su instalación y mantenimiento, “tiene el delicado problema de que, ante un fallo de un transformador, toda la red se queda sin energía (...) este sistema es obsoleto y es de los pocos, si no el último modelo así en Colombia. Y es paradójico porque en la costa es donde más se necesitaría un sistema más moderno preparado para no paralizarse”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Esta fue le portada de El Espectador el 22 de diciembre de 2016. En ella aparece, en primer plano, el entonces ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, durante las discusiones en el Congreso para aprobar la reforma tributaria.
                                                                                                                                Foto: Mauricio Alvarado Lozada
                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                (Le puede interesar: Los argumentos de Colombia para no indemnizar a la empresa que operaba Electricaribe)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El desenlace de este pleito millonario se conoció en marzo de 2021, pero lo que pasó durante el litigio y los percances que se fueron dando en Colombia no fueron menores. Por lo menos dos abogados le contaron a este diario que Electricaribe se buscó la intervención que lo sacó del negocio de la energía en la costa, que le permitió salir de la crisis en la que estaba metida sin mayor ruido. ¿Por qué aseguran que “se la buscaron”? ¿De qué le servía a Electricaribe que el Gobierno entrara a las malas a controlar su empresa? ¿El Estado sí tenía los argumentos suficientes para asumir semejante chicharrón? Conozca esta respuesta y más pormenores de esta investigación en la siguiente entrega.

                                                                                                                                (Lea aquí la segunda entrega: El colapso de Electricaribe: Gobierno, presión de los bancos y un fantasma llamado Odebrecht)

                                                                                                                                Por María José Medellín Cano @Majomedellinc mmedellin@elespectador.com

                                                                                                                                Temas recomendados:

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