Buenaventura seguirá endeudada hasta 2028 por los “bonos de agua”
La ciudad portuaria ya pagó más de la cantidad prestada solo en intereses, y aún debe cinco años más. Esa deuda se lleva el 80% de los recursos girados por la nación para agua y saneamiento básico, mientras el servicio de acueducto sigue siendo deficiente.
Daniela Quintero Díaz
David Riaño Valencia
En Buenaventura llueve 258 días, de los 365 que tiene el año. Es una de las ciudades del mundo donde más se registran lluvias, incluso en los meses secos. Es un territorio rico en agua dulce, ubicado en la línea costera del departamento del Valle del Cauca, atravesado por 11 cuencas hidrográficas que llegan al océano Pacífico.
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En Buenaventura llueve 258 días, de los 365 que tiene el año. Es una de las ciudades del mundo donde más se registran lluvias, incluso en los meses secos. Es un territorio rico en agua dulce, ubicado en la línea costera del departamento del Valle del Cauca, atravesado por 11 cuencas hidrográficas que llegan al océano Pacífico.
Los bonaverenses aprendieron a vivir en medio de tanta agua, a construir sus viviendas sobre el agua y a trabajar en el agua. Son comunidades casi anfibias. Allí se encuentra el puerto más importante sobre el Pacífico colombiano. Sin embargo, a la mayoría de los hogares no llega el agua todos los días. Cada tanto la Sociedad de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Buenaventura (SAAAB) anuncia “planes de contingencia” y la suspensión del servicio. El más reciente fue el pasado 3 de mayo “a causa de las fuertes lluvias”. A finales de febrero, casi el 70 % de la ciudad se quedó sin el servicio. En las semanas en las que no hay cortes inesperados, la mayoría de los habitantes solo tienen servicio algunos días, entre cuatro y ocho horas.
El problema viene de tiempo atrás y, aunque han sido recurrentes las promesas de que el agua llegue las 24 horas seguidas durante los siete días, ni las diferentes administraciones ni cuantiosas inversiones han podido solucionarlo. De hecho, esas deficiencias en saneamiento básico, evidentes desde hace casi 30 años, fueron el motivo para que el Gobierno Nacional impulsara en 1996 un Conpes que destinaba US$17 millones para mejorar el sistema. Las millonarias inversiones no han parado desde entonces, pero el agua no aparece o no es apta para beber.
Por eso, tratar sobre el tema del agua de Buenaventura es hablar sobre las principales manifestaciones, paros y protestas de esa ciudad. Las exigencias sociales de los bonaverenses han estado atravesadas por el agua. De hecho, el Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado con el que ahora cuentan (pero que aún no se ha implementado) fue el resultado de un paro cívico. Pero lejos de lograrse una solución definitiva, los problemas se han venido acumulando.
La deuda por los “bonos de agua”
El mecanismo para jalonar recursos e impulsar obras del acueducto que más se recuerda en Buenaventura es el de los conocidos “bonos de agua”, que se implementó en varios municipios del país y que terminó en un debate de control político al exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla. En pocas palabras, la figura permitía obtener recursos para financiar obras locales, teniendo como garantía de pago los recursos del Sistema General de Participación para Agua Potable y Saneamiento Básico (SGP-AS) que el Gobierno Nacional giraba a los municipios.
En 2009, Buenaventura recibió un crédito por más de $43.500 millones de parte del Grupo Financiero de Infraestructura y Alianza Fiduciaria para adelantar obras que asegurarían el servicio de acueducto. Aunque actualmente se han pagado más de $73 mil millones en intereses (casi el doble de la cantidad prestada), Buenaventura todavía debe más de $22 mil millones de abono a capital y los intereses de los años que faltan. Según cuentas de la Alcaldía, esa obligación seguirá vigente al menos hasta diciembre de 2028. La ciudad podría pagar cerca de $230 mil millones por un crédito de $43 mil millones para financiar obras que hasta hoy no aseguran un servicio ininterrumpido.
El crédito era a 19 años y no se podía pagar en menos tiempo, y la tasa de interés de los bonos era muy elevada, por lo que desde 2012 varios territorios manifestaron su dificultad para atender la deuda. Según un informe de la Contraloría General (que nunca fue publicado, pero que fue conocido por el medio Cuestión Pública), 21 de los 117 municipios que utilizaron este mecanismo no tenían capacidad de pago al momento de asumir el crédito. El ente de control también encontró que este mecanismo era mucho más costoso que otras alternativas existentes. En 2017, el gobierno de Juan Manuel Santos tuvo que intervenir para que la deuda no siguiera aumentando. Más allá de las inversiones, las obras no salieron como se esperaba.
El Espectador presentó una solicitud de información y consultó a la Alcaldía cuáles obras se habían contratado con ese dinero y en qué estado estaba cada una. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición no obtuvo respuesta. Los datos que existen son los entregados en 2014 por el exministro de Vivienda Luis Felipe Henao, quien señaló que en 113 de los 117 municipios se habían construido obras, en 71 de ellos se terminaron, pero solo en 30 eran funcionales. La plata perdida por los bonos en obras no realizadas, no terminadas o que no se pueden operar, según la Contraloría, fue de $551.518 millones.
La Procuraduría Provincial de Buenaventura también abrió investigaciones disciplinarias por presunto daño al patrimonio público, pero fueron archivadas, como le confirmó a este diario la Procuraduría General de la Nación. ¿Qué pasó con la plata? Aunque no se tienen respuestas, tampoco parece estarse averiguando.
De lo que sí hay certeza es que la ciudad de Buenaventura ha manifestado ante el Ministerio de Hacienda que, una vez más, está en quiebra, por lo que solicitó un acuerdo de reestructuración de su deuda. No obstante, incluso si la cartera de Hacienda admite a la ciudad en el acuerdo de reestructuración, la deuda por el crédito de los “bonos de agua” no podría entrar en esa renegociación. El único que podría lanzar un salvavidas financiero sería el mismo Minhacienda, como ya lo hizo en 2014.
Consultamos a la cartera actual, que explicó que guardará silencio sobre el tema hasta que se resuelva la nueva solicitud de ingreso a la “ley de quiebras” por parte de Buenaventura. En 2020, el entonces viceministro de Agua, José Luis Acero, reconoció que sería difícil que Buenaventura pueda tener su servicio completo de agua antes de 2024.
Una “modernización” que no termina
El acueducto de Buenaventura se diseñó hace más de 80 años, y desde hace al menos 25 se habla de un esquema para “modernizarlo”. Era la intención del mencionado Conpes de 1996. Pero para poder usar los millones de dólares destinados para ese fin se necesitaba una empresa que administrara el sistema. Así se creó la SAAAB, pero ante su falta de experiencia en el sector debía contratar a otra empresa que se encargara de la operación. La historia es bien conocida. Hidropacífico, que llevaba menos de 24 horas constituida ante la Cámara de Comercio del Valle del Cauca, entró a cumplir la labor operativa desde 2002 y por los siguientes 19 años. Según los bonaverenses, poco ha cambiado. El servicio sigue siendo intermitente y el agua no es potable.
“El pueblo de Buenaventura asume su responsabilidad histórica y la administración distrital cumple lo que había propuesto. Nunca debió haberse entregado la operación a una entidad privada y menos a la que teníamos acá”, afirmó el alcalde Víctor Hugo Vidal Piedrahíta en diciembre de 2021.
Las administraciones distritales han intentado resolver el asunto buscando nuevos recursos para impulsar más obras. Los más recientes provienen del programa Todos Somos Pazcífico, donde Buenaventura cuenta con $152 mil millones para obras del acueducto; y en 2018 el Minvivienda aseguró que cerca de $ 600 mil millones están garantizados para financiar las obras resultantes del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado.
A finales de 2021, cuando se terminó el contrato entre la SAAAB e Hidropacífico, la Sociedad de Acueducto de Buenaventura entregó un balance de las obras. “Una de las necesidades que hay actualmente es que se logre mejorar la captación”, aseguraron delegados de la SAAAB en una rueda de prensa. El acueducto capta 1.700 litros por segundo del río Escalarete, la única fuente de agua que lo surte. Desde el 2018 empezaron a operar dos optimizaciones de la planta, pero en épocas de sequía o de muchas lluvias, el servicio tiene que ser suspendido.
“Las plantas de Escalerete y Venecia no contaban con las condiciones para tratar más de 700 unidades de turbiedad. En épocas de muchas lluvias la turbiedad está subiendo a 1.200 o 2.000 unidades”, agregaron desde la SAAAB. Por eso, una de las inversiones realizadas en años pasados para hacer frente a las condiciones climáticas fue la construcción de los tanques de Loma Alta, terminados en 2019, que servirían para almacenar el agua y abastecer las zonas cuando se suspendiera el servicio. “El objetivo es que, cuando haya alguna turbiedad en el río que ocasione la baja de caudales de salida de la planta, los tanques entren a funcionar mediante la descarga del agua contenida”, dijeron. Pero la ejecución tiene sus problemas.
En Buenaventura el agua captada viaja a través de líneas de diferentes pulgadas: de 20, 39 y otra de 27 pulgadas. Los tanques fueron diseñados para una tubería y una capacidad de almacenamiento de la línea de 27 pulgadas. Pero la conducción para que esas aguas lleguen a los tanques estaba en construcción. Como alternativa, se instalaron otras obras que permitieran utilizarlos, como el llenado por una conducción de 19 pulgadas cada dos días. “La conexión a la tubería de 27 pulgadas, que abastece gran parte de la ciudad, quedó proyectada para obras futuras”. Ejemplos como este se repiten en varios frentes. Otro grave es la pérdida de agua. Se está perdiendo más del 50% del agua que se produce en Escalerete.